Está claro que el pueblo español es diferente. Yo creo que somos una derivación del homo sapiens que perfectamente se podrí a llamar homo españolensis. Sí, ciertamente, la idiosincrasia de este país a lo largo de su historia es de lo más curioso que podamos leer. Tampoco es cuestión de retrotraerse demasiado en el tiempo, por lo que unos siglos atrás son suficientes para determinar el punto en el que estamos.
Podríamos empezar al principio del siglo XVI, en los años 20 para concretar. La revuelta de las Comunidades en Castilla y las Germanías en Aragón supone, para algunos historiadores, la primera revuelta burguesa de la historia. Se trataba de unas revueltas del pueblo, para liberalizarse del yugo de los nobles, aprovechando el cambio de rey en la figura de Carlos I. Pues bien, ese primer intento de cambiar, por gran parte de la sociedad, fue sofocado por la fuerza de las armas, sus cabecillas ajusticiados y la situación quedó como estaba.
Pero lo que destacaría de este siglo es, sin duda alguna, las conocidas como Guerras de Religión. Donde Europa se revelaba contra el antro de corrupción en el que se había convertido la Iglesia, iniciándose la Reforma Católica con la aparición de Protestantismo. España, en lugar de sumarse a ese cambio, apoyaba a una institución podrida hasta los cimientos, guerreando con todo el mundo por defender a la Iglesia Católica. Las consecuencias fueron desastrosas, especialmente económicas, puesto que el oro proveniente de América se destinaba a lo militar y Felipe II tuvo que declarar dos veces la bancarrota.
En el siglo XVII, continuamos de la misma manera, sin ver que el imperio estaba debilitado, y después de un periodo relativamente pacífico con Felipe III, con Felipe IV volvimos a enfrascarnos en aventuras imposibles de soportar.
Durante el siglo XVIII, ya con los Borbones en el poder, el pueblo aguantaba continuos abusos de las clases privilegiadas y mientras en países, como Francia, ocurría un hecho que cambió el rumbo de la historia europea, ergo mundial, como fue la Revolución Francesa y le cortaban la cabeza a sus despóticos reyes, aquí nos conformábamos con que Carlos III llenase Madrid de plazas y fuentes.
Pero, sin duda, si hay un siglo dramático, vergonzoso e infame para el pueblo español es el siglo XIX. Será difícil volver a vivir unos años tan ignominiosos como aquellos. Empezamos con la llamada Guerra de la Independencia, debido a la invasión napoleónica; que, realmente, ni fue guerra ni fue invasión, por los motivos que brevemente explicaré.
No hubo una conquista o acción bélica por parte de los franceses, puesto que estos entraron con el beneplácito de los borbones que andaban a la gresca entre ellos (padre e hijo, Carlos IV y el infante Fernando, futuro Fernando VII).
Tampoco hubo una dependencia legal o administrativa de España respecto de Francia. Durante el tiempo que estuvieron los franceses, hubo una actividad legislativa, administrativa y militar, que acabarían aprobando la Constitución de 1.812 y que en un país conquistado no se hubiera podido producir.
La España que se encontraron los franceses al llegar es la que muy bien representa Goya en su cuadro Lucha a garrotazos (arriba se puede ver), donde dos hombres, con barro hasta las rodillas, se dan mamporros hasta que uno de los dos cae. Así que podemos hacernos una idea de lo que pensarían los franceses, ellos, que habían sido los precursores de la Enciclopedia y habían vivido una revolución para acabar con el antiguo régimen. O sea, en España estábamos por civilizar comparados con ellos. No es de extrañar que grandes intelectuales de la época aceptasen de buen grado las reformas que traían los franceses y se les denominase, por ello, afrancesados. Evidentemente luego tuvieron que huir del país. Es interesante, también recalcar la figura de José I, hermano de Napoleón, un rey tan maltratado como desconocido, hecho que he podido constatar en una reciente biografía suya que he terminado de leerme. Así pues comparemos al ilustrado francés con el Curro Jiménez de turno, no hay color, pero eso es lo que somos.
Se van los franceses de España y aceptamos al rey felón, Fernando VII, al grito de ¡Viva las cadenas! Hay una anécdota que dice que cuando este rey llegó a España el pueblo quitó los caballos del carruaje para ser ellos mismos los que lo arrastrasen… sin comentarios. Bien que se tenían merecido aquellos españoles lo que les tocó con este rey, pero eso no es motivo de esta entrada.
Después, a la muerte del Deseado, como era conocido el monarca, el país entró en una serie de guerras civiles, conocidas posteriormente como Guerras Carlistas, para distinguirla de la del siglo XX. Estos fueron unos enfrentamientos de varios años de duración que devastaron el país, por peleas familiares de los Borbones, aunque el que lo sufría era el pueblo. Sí, como podemos ver somos una raza única.
Entrando en el apartado anecdótico podríamos citar que cuando volvió Alfonso XII para ser rey, un hombre lo hizo bajar del caballo para llevarlo él mismo a hombros, a lo que el rey dijo: Cuanto entusiasmo, y el hombre le contestó tan alegre: Pues si hubiera visto cuando echamos a la puta de su madre (la reina Isabel II). O sea algo sin explicación.
Después llegamos al siglo XX. Por ser el último, es posible, que esté más fresco en la memoria. Donde entre un rey vividor y la dictadura de Primo de Rivera, llegamos a un punto donde el pueblo dice basta. Donde se pretende romper con todo, con la aristocracia opresora y con la Iglesia que atemorizaba al pueblo. Llegamos a la II República, donde se iban a producir unos cambios sustanciales en todo el país que hubieran cambiado para siempre su historia. La primera vez donde la democracia y la libertad era lo que importaba. Pero claro, entre un ejército que se creía con el derecho de salvar al pueblo de sí mismo, una aristocracia que no soportaba el nuevo estatus al que estaba sometida y el beneplácito de la Iglesia que había perdido sus privilegios, se produjo la Guerra Civil, un hecho que no hace falta comentar por conocido… el resto ya es historia. Una cruenta dictadura, de cuarenta años, un príncipe jurando los Principios del Movimiento en las Cortes y unos políticos afectos al régimen. Nada de eso cambió a la muerte del dictador. Todo siguió igual. El príncipe se convirtió en rey, los políticos de la época crearon partidos políticos, se hizo una infame ley de punto y final, y aquí no ha pasado nada. Todos OBLIGADOS a perdonar y olvidar.
Pues sí. Este es un breve recorrido por la historia de España. Evidentemente se podría profundizar mucho más, pero tampoco quería hacerlo para no perderme en fechas y nombres. Como podemos ver el pueblo español, por una u otra razón, siempre se ha resistido a mejorar, a progresar, se ha conformado con tener llena la panza, ser servil y poco más. Por eso, viendo estos acontecimientos, no debemos extrañarnos, en absoluto, por tener unos políticos, como ZP, Rajoy, Zerolo, Camps, Pepiño Blanco… y tantos otros. Tampoco debemos rasgarnos las vestiduras cuando una persona deja su herencia de treinta millones de euros a los Príncipes de Asturias y a los nietos de los reyes ¿Por qué no va a poder dejarla? Cada uno puede hacer con su dinero lo que quiera. Ahora bien. Con este ejemplo se puede ver que no todos somos iguales, la gran mentira de sistema democrático que tenemos, porque, en este caso, ese dinero no ha sido dejado en herencia a unas personas por serlo, o por necesidad, sino por el cargo que tienen. Se puede ver, claramente que es por pertenecer a una familia con privilegios muy superiores a nosotros… para que luego vengan tocando los cojones los medios de comunicación y digan eso de “como una familia normal”. Pero ¿sabéis qué? Me parece bien, al fin y al cabo, el aborregado pueblo español es el que decide. Tenemos lo que nos merecemos, ni más ni menos, unos políticos corruptos y una institución como la monarquía, que es medieval, antidemocrática y cargada de privilegios. Pero estoy seguro que en este siglo se producirán posibilidades de cambios, que espero que aprovechemos. Yo, por mi parte, espero vivir lo suficiente para verlos y tengo la esperanza que esta vez sí, que la III será posible y muchas cosas cambiarán. Si nuestros antepasados han tenido sus oportunidades, a nosotros también nos tiene que tocar. Supongo que algún siglo tendremos que aprender la lección.