martes, 16 de mayo de 2017

No hay que volver



Dice Sabina: “Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”… pero uno siempre vuelve al lugar donde amó la vida, la brújula siempre marca el mismo destino.
Es posible que Sabina tenga razón. Quizá, al volver a esos lugares que han marcado tu vida ya no podrás volver a verlos igual, los recorrerás con la mirada descubierta, sin una venda de enamoramiento y plenitud absoluta. Los edificios son estructuras que acogen a autóctonos y a forasteros… pero ya no parecen ese decorado puesto a propósito para protagonizar aquella misma historia que viviste. Sus olores ya no serán compañeros. No serán cómplices en ese paso del periodo más hermoso de la vida por el que hay que pasar, pero también salir, pues parece que todo es mucho más hermoso cuando tiene un final. Es por eso que un amor imposible nunca muere, porque no puede desarrollarse, transformarse ni modificarse… Robert Kincaid y Francesca Johnson lo sabían.
Hay historias que tienen un recorrido justo en la vida, justo y necesario. Empeñándose en que dure, dejan de abrigar en las frías noches de lamentos; es preferible guardar quimeras como un tesoro, pues ese sentimiento, que nunca fue completo en su momento, será auténtico el resto de la existencia por ser inacabado.
Siempre se vuelve donde se amó la vida, incluso en la imaginación. Se vuelve ante cualquier recuerdo inesperado, cuando se quiere volver a ilusionarse con algo, un trabajo interior para demostrarse a sí mismo que podría ser capaz de hacerlo.
Se vuelve a los viejos sitios donde se amó la vida, a veces, sólo para lamentarse por haber dejado pasar su oportunidad y no haber sido valiente por miedos e inseguridades y, sin embargo, haberlo sido cuándo lo que ganaba no era la felicidad, sino la comodidad. Se vuelve con tristeza y arrepentimiento, pero, pese a todo, con más pasión, pues la llama sigue encendida. Ese tipo de certezas solo pasan una vez en la vida. Uno siempre vuelve a ese lugar como tributo de fidelidad para gritar que ningún otro lugar consiguió hacerle sentir lo mismo. Que ha habido personas, sensaciones y sucesos muy parecidos, pero la forma en que alcanzaron su corazón nunca fue igual.
Siempre se vuelve donde se amó la vida para ser valiente y curar heridas, aun a riesgo de saber que pueden volver a sangrar. Pero se vuelve porque un momento de plenitud vale por millones en cualquier otro lugar y porque no hay días felices, hay días que dan sentido a la existencia.
Siempre se vuelve por valentía, porque se es consciente de que un día se pudo vivir la vida en ese sitio, pero siente la necesidad de volver a intentarlo.
Pero sí… tiene razón Sabina: “Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”. Por eso es mejor un lugar sin que tu historia y la suya se fundan, sin que haya memoria ni recuerdos.

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