Puede que haya sido la gran noticia de la semana: el gobierno de la Generalitat cierra RTVV, es decir, la radio y la televisión pública valenciana. Una noticia que no ha dejado indiferente a nadie y de la que todos, o la mayoría, han dicho algo.
Mi opinión puede que sea demasiado romántica. Para mí, tanto los trabajadores como los políticos, eran como una pareja de novios; pero novios de conveniencia, es decir, una pareja en la que si tuviera que asignar papeles la parte masculina serían los políticos y la parte femenina los trabajadores. Pero no por nada en concreto, también podría hacerlo al revés y no pasaría nada, el resultado sería el mismo.
Veamos el ejemplo. Un chico y una chica tienen un largo noviazgo. Él le compra regalos, la lleva a cenar, de viaje y todos los caprichos que ella quiere; ambos son la pareja perfecta (aparentemente). Pero llega un día en el que el chico le dice que no puede continuar siendo tan espléndido y decide dejarla. Entonces ella se coge un cabreo como una mona y comienza a despotricar contra su ex. En ese momento se sabe que la relación no era tan idílica como parecía. Ella, despechada, comienza a largar intimidades de la pareja: “las cosas no iban bien”, “era mala persona”, “bebía mucho”, “me engañaba con otras mujeres”… y todo tipo de barrabasadas que se nos ocurran. Claro que, visto desde fuera, uno podría pensar ¿y por qué no te lo dejaste? La respuesta es sencilla, por comodidad, mientras pagaba todo iba bien, pero en el momento en que se cansó de hacerlo y decidió terminar todo era un infierno.
A lo largo de la semana he leído que han salido antiguos trabajadores hablando de lo que era su trabajo en esta televisión pública. La carta siguiente, escrita por Iolanda Mármol, titulada ‘Mis mentiras en Canal 9’, quizá sea la más significativa.
“Recuerdo cuando nos exigían grabar a Eduardo Zaplana de su perfil bueno. Y la oda que me encargaron sobre él cuando dejó la presidencia de la Generalitat Valenciana para ser ministro. También recuerdo la bronca y los gritos que me dedicaron cuando en ese video de retrospectiva Zaplana aparecía en una imagen con la tránsfuga que le había permitido hacerse con la alcaldía de Benidorm. Recuerdo poco después, cuando de ser el Elegido, paso a ser en Innombrable. Cómo nos prohibieron que apareciera en los planos. Cómo buscaba perífrasis absurdas cuando no podía nombrarle en mis directos en los leones, a pesar de ser el portavoz del PP en el Congreso. Cuando Camps impuso su ley en Canal 9. Cuando nos dieron la orden de dejar de llamarle Francesc para que fuese llamado Francisco, coincidiendo con la época en que se postulaba como posible sucesor de Rajoy. Cuando trataron de prohibirme que contase que Zaplana dejaba su escaño en el Congreso. Cuando me prohibieron decir que Zapatero había anunciado el cheque-bebé, como si de este modo los valencianos no fuesen a conocer la noticia. Cuando escribías 'fracaso estrepitoso' y te lo cambiaban por 'éxito discreto'. Cuando nos desplegaron para loar las maravillas de Terra Mítica en su inauguración y no podíamos decir que no había ni una sombra. Cuando me reñían porque me salía el acento catalán ‘y eso molesta a los blaveros’. También recuerdo cómo corría el cava en las plantas de dirección de Canal 9 en Burjassot las noches electorales de mayorías del PP, mientras que los redactores comíamos bocatas de salami. Cuando se pagaban directos millonarios para que Camps saliese hablando en directo en pleno Amazonas. Y los millones de veces en las que no me dejaron poner declaraciones de la oposición. O de cualquier ciudadano que criticase al PP, o a la Generalitat. Y recuerdo también cuando nos prohibieron decir 'recortes'. Tampoco pude decir que miles de manifestantes gritaban contra el gobierno. Los manifestantes no ‘colapsaban’ el Paseo del Prado, la manifestación 'transcurría por'. Y no poníamos pancartas explícitas contra Rajoy, ni contra el PP. Y fueron tantas, tantas, que un día empiezas a sentir vergüenza de trabajar para ellos. Ahora se termina. Injustamente. Pero lo ganaron a pulso”.
Siendo realistas y dejando el sarcasmo de un lado mi opinión es que eran tal para cual, unos y otros. Los mismos trabajadores eran conscientes que estaban haciendo una televisión mangoneada y manipulada. Lo que se supone que son profesionales de la información faltaban a la ética que tienen que tener quienes se dedican a contar lo que ocurre. Hay cosas que nunca, nunca jamás pueden acabar bien.
La televisión pública valenciana tiene una deuda pública que se escapa al entendimiento humano. En esa cadena se ha despilfarrado lo que no está en los escritos, basta con decir que el PSOE la dejó en el año 95 con una deuda de 18 millones de euros y el PP ha multiplicado esa deuda por 86; cuestión de números.
Tenía más trabajadores que, por ejemplo, Telecinco; como ya no había sitio para tanto enchufado crearon otra cadena de televisión, algo así parecido a la 2 de TVE, llamada Punt 2; crearon, a parte de la emisora de radio, Radio Nou, otra emisora llamada Sí Radio. En fin, podemos hacernos una idea. Si la palabra enchufismo, amiguismo y corrupción se quieren aplicar a un concepto físico sin duda es a la televisión pública valenciana.
¿Qué hacían ante esta situación los trabajadores de RTVV? Nada, callaban.
Ahora la cierran, Alberto Fabra, el presidente de la Generalitat dice que cierra el chiringuito y que se acabó.
¿Qué hacen ante esta situación los trabajadores de RTVV? Indignarse y denunciar la corrupción de aquellos a los que no hace mucho peloteaban para, según ellos, que los valencianos continúen teniendo una televisión en valenciano. Es decir, un acto de patriotismo valenciano que para sí quisiera el Palleter, un personaje famoso por su lucha contra los franceses.
Algunos dirán, “¿qué podían hacer? Si hablaban los echaban”. Yo pienso, estamos en el siglo XXI, ¿esos que ahora rajan no podían haberlo hecho antes? Si cuando empezó ese desmadre ‘todos’ los trabajadores denuncian la situación, ¿los hubieran echado a todos? El escándalo hubiera sido descomunal. Al final, el tiempo pone las cosas en su sitio. Aquí podría aplicarse el refrán ese de que ‘entre todos la mataron y ella sola se murió’.
Ahora la otra parte, los políticos. No me cansaré de decir que el PP ha hecho de la Comunidad Valenciana una comunidad irreconocible. Desde que este partido está en el poder han convertido a esa comunidad en ejemplo de corrupción, despilfarro, malversación de dinero público, amiguismo y cualquier tropelía por el estilo; pero no solamente en España, sino en Europa. Cualquier valenciano que resida fuera de su tierra se avergüenza de serlo; esta gentuza ha hecho que nos avergoncemos de ello.
El presidente Fabra, ese que está en el cargo de rebote y que no es capaz de decir tres palabras seguidas sin pararse, en un ejercicio de demagogia dice que “No cerraré un colegio o un hospital para mantener la televisión autonómica”. Este tío nos toma por imbéciles. Cuando, por ejemplo, la Comunidad Valenciana es ejemplo de privatización sanitaria con el famoso Modelo Alzira (para vergüenza de los alzireños); hay colegios que son barracones; otros en los que se recomendaba a los alumnos ir con mantas porque no había dinero para calefacción o el caso de unas madres de alumnos del pequeño pueblo de Montserrat que el año pasado tuvieron que hacer un calendario erótico, porque la Generalitat les había quitado el servicio de autobús escolar a sus hijos (niños que no tenían ni diez años).
No me extenderé más sobre el PP. Si me pongo a decir todo lo que pienso podría ser querellable y si esta entrada la lee alguien que no deba podría meterme en un lío, no vengo de familia real y lo tendría jodido.
Pero sí, todo esto, si no fuera porque viene de una situación corrupta sería para reírse. Esos que ahora defienden que la televisión le da identidad a la comunidad, insisto, son los mismos que antes tapaban toda la corrupción. Bonita defensa, ¡sí señor! Qué será ahora de lo valenciano y del valenciano, se preguntan. La Comunidad Valenciana, su idiosincrasia y su historia existían antes de Canal 9; ni empiezan ni acaban con este ente público; es que parece ser que algunos se creen que antes existía la nada, se hizo la luz y ahora volverá de nuevo la nada. Yo, al igual que algunos millones más, hablaba en valenciano antes de que existiera RTVV y lo seguiré haciendo cuando desaparezca. Tirar de patriotismo cuando se ha callado que lo público era un lupanar, en sentido metafórico, no queda demasiado bien. Algunos deberían esconderse en un agujero antes de decir según qué cosas. Ya lo dijo Samuel Johnson, “el patriotismo es el último refugio de los canallas”.
Mi conclusión es que todos son igualmente culpables y lo mejor que podía pasar es lo que ha pasado. Evidentemente, los trabajadores serán los más perjudicados por lo que supone quedarse sin un trabajo. Los otros, los políticos, ¿alguien cree que los responsables serán juzgados como deberían? ¿Alguien cree que se depuraran responsabilidades por tantos años de despilfarro y mangoneo? Estos a lo suyo. Aguantarán el chaparrón durante una temporada y luego a lo suyo. Si yo fuera como la infame tocaya del melífluo presidente de la Generalitat diría eso de “que se jodan”, tanto unos como otros, pero me lo ahorraré, no lo merecen, bastante tienen con lo suyo.
No creo que haga falta una televisión pública. Evidentemente no con estos trabajadores que estaban metidos y callados como momias egipcias ante la corrupción y, por otra parte, la clase política no está preparada para que haya un ente público. Nuestros políticos son demasiado corruptos y la historia se repetiría. Pero ellos no tienen la culpa. Si tenemos políticos corruptos es porque alguien los pone: nosotros.
Quizá no seamos lo suficientemente maduros como sociedad, pero esto sería otro debate más extenso.
PD. La leyenda que acompaña a la fotografía es: “El reino del terror de Canal Nou ha acabado: el Consell cierra RTVV”. No deja lugar a dudas.