sábado, 29 de febrero de 2020

Soria, mágica Soria



Si el Quijote es un libro que toda persona debería leer al menos una vez antes de morir, Soria es una provincia, una ciudad, que toda persona debería visitar al menos una vez, también, antes de morir.



martes, 25 de febrero de 2020

Un discurso inédito de Antonio Machado sobre el Quijote




¿Qué más podría pedir, literariamente hablando, que mi poeta y mi locura? Antonio Machado y don Quijote… juntos. Aunque estos días siempre me acuerdo tristemente del poeta, joyas como esta dan un poco de bienestar a mi alma.

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Un discurso inédito de Antonio Machado sobre el Quijote

Entre los numerosos manuscritos de Antonio Machado que conserva la familia destaca este discurso sobre el Quijote, que los herederos de Machado han tenido la amabilidad de cederme para su publicación.
Se trata de 12 hojas de 14 × 19,8 cm escritas por una sola cara a lápiz y a tinta, con bastantes tachaduras y correcciones. En el corte superior de las hojas hay restos de dentado, como si hubieran sido arrancadas de un bloc perforado. Lamentablemente, entre las hojas 3 y 4 falta una o más hojas del discurso, que quizá aparezcan cuando sea posible ordenar y transcribir los cientos de borradores de Machado que posee la familia. Por último, la hoja 5 estaba traspapelada entre los «manuscritos de Sevilla».
El borrador contiene un discurso inédito de Antonio Machado sobre el Quijote, probablemente para ser pronunciado con motivo de la Fiesta del Libro, no sabemos de qué año, pero en todo caso posterior a 1926, fecha en que —a iniciativa de la Cámara del Libro de Barcelona— se instituyó en España la Fiesta del Libro para divulgar el libro español y fomentar la lectura. Inicialmente la Fiesta del Libro se celebraba el 7 de octubre, que se consideraba entonces la fecha de nacimiento de Cervantes, y a partir de 1930 se trasladó la celebración al 23 de abril, fecha en la que tradicionalmente se conmemoraba la muerte de Cervantes, a fin de «alejar la Fiesta de las compras de textos escolares de septiembre y colocarla en primavera, con un tiempo más favorable». Durante la Fiesta del Libro se celebraban en las distintas ciudades españolas, actos académicos, conferencias y lecturas de obras en academias, universidades, institutos y escuelas públicas y privadas, y los libreros sacaban puestos de libros a la calle, en las aceras de sus establecimientos para atraer al público, además de aplicar un descuento del 10 % en las ventas de libros durante este día.
Ignoro si Antonio Machado llegó a pronunciar este discurso, y dónde, pues ni en la prensa de Segovia, donde residía entonces, ni en la prensa nacional, aparece ninguna noticia al respecto. Sin embargo, me inclino a pensar que el discurso estaba destinado a ser pronunciado en Segovia el 7 de octubre de 1926. Efectivamente, en el primer año de la Fiesta del Libro, en el Instituto de Segovia tuvo lugar un acto conmemorativo con la asistencia de distintas personalidades locales y numeroso público y alumnos de los centros docentes, según informó al día siguiente El Adelantado de Segovia. Intervinieron con discursos el presidente de la Diputación, Segundo Gila, el canónigo Maximino Azpicueta en representación del Seminario, el director de la Universidad Popular segoviana, Javier Cabello, una profesora de la Escuela Normal de Maestras, el director del Instituto y el alcalde de Segovia. Quizá Machado debió de haber intervenido también en esta celebración, tanto por su vinculación con el Instituto como con la Universidad Popular.
Sea como fuere, el borrador parece lo suficientemente acabado como para que pueda considerarse «definitivo», a falta quizá de su traslado a limpio. No es la primera vez que Machado alude a Cervantes y al Quijote. Quizá el escrito más notable son las páginas que le dedicó en su artículo «Las Meditaciones del Quijote de José Ortega Gasset», comentario sobre el libro de Ortega, en 1915. También hay alusiones más puntuales en Juan de Mairena, capítulos XXII y XXXII, y ya en plena guerra, en el «Juan de Mairena» póstumo, en Hora de España, n.º XIV, febrero 1938.


Antonio Machado || Discurso sobre el Quijote

[A lápiz] Hoy 7 de octubre festejamos el natalicio de Cervantes, aunque, en verdad, no sabemos que Cervantes naciera en este día. Conocemos no más la fecha de su partida de bautismo, que es la de 9 de octubre de 1547. Algunos de sus biógrafos han supuesto que Cervantes acaso naciera el 29 de septiembre, día de san Miguel. De todos modos, es muy probable que Cervantes hubiera ya nacido en este día o en último caso que estuviera muy próxima la fecha de su entrada en el mundo porque hay algo en que necesariamente han de estar de acuerdo todos los autores; a saber: que Cervantes no pudo ser bautizado antes de nacer. Y aun en el caso, poco probable, de que la partida de bautismo fuese apócrifa, y que Cervantes naciera después del 9 de octubre, encontraríamos siempre motivos y pretextos sobrados, creo yo, para dedicar un recuerdo al más glorioso de nuestros ingenios, en este día y en cualquiera de los restantes días del año.
Fiesta del libro también llamamos a esta solemnidad y, puesto que coincide vagamente con el natalicio de Cervantes, ha de ser la fiesta del Quijote, que es su obra más famosa, libro español por excelencia.
Digamos, pues, algo de Cervantes y de su libro inmortal.
De Cervantes pocas palabras. Nació Miguel, no don Miguel como reza la lápida que veréis a la puerta de esta casa, Miguel a secas, porque el don no lo tuvo nunca, de padres pobres, en Alcalá de Henares, y la pobreza le acompañó durante toda su vida. Pobre niño, pobre y fracasado pretendiente en la corte, pobre, aunque glorioso soldado, pobre cautivo en [Aquí faltan probablemente una o varias hojas del discurso]. Porque ¿quién repara ni ha reparado nunca en un pobre hombre, que no lleva bandas, ni cruces, ni arreos militares, ni atavíos cortesanos ni [una palabra ilegible] académicos? ¿En un sujeto mal vestido y aliñado, cuya persona, nada oronda, solemne ni satisfecha, no se recomienda a nuestros ojos como espectáculo de humanidad triunfante y privilegiada? Entonces como ahora Cervantes hubiera sido para nosotros el pobre hombre en quien nadie repara. Y ¿a qué hablar más del pobre hombre que fue Cervantes? [A tinta] Digamos algo del libro inmortal. Apareció el Quijote —su 1.ª parte— el año 5 del siglo XVII. Era la obra de la madurez de Cervantes. Tuvo un éxito inmediato de risa. Pero, no nos engañemos, el éxito del Quijote fue un éxito de público, que no valió a Cervantes la plena admiración de los doctos. En España el vulgo ha defendido siempre las obras buenas, y la crítica —lo que en aquella época podía ser crítica, el juicio de los hombres de letras— les fue a veces adversa. Sin el pueblo, sin la admiración del profano, lo mejor de nuestra literatura: el romancero, La Celestina, el teatro, la novela picaresca, la obra de nuestros románticos, se hubieran perdido para siempre. [A lápiz] Así aconteció con el Quijote. El pueblo amó este libro desde que salió a luz; la crítica comenzó a comprenderlo en el siglo XVIII y le hizo plena justicia en el siglo XIX.
Y no podía ser de otro modo. Porque el Quijote no es, a mi juicio, una obra renacentista, como alguien ha sostenido recientemente. De haber sido el Quijote plena literatura del renacimiento, se le hubiera comprendido y juzgado en todo su valor. El sentido humanista, de cultura clásica, que caracteriza al hombre del renacimiento se encuentra en Cervantes, aunque no tan marcado como en otros ingenios de su tiempo. Pero lo que hace del Quijote un libro único, el libro que sólo el genio podía escribir entonces, es su modernidad. El Quijote no es una obra renacentista, es mucho más, es la primera obra moderna, no ya de la literatura española, sino de la literatura universal. Todas las literaturas, sin excluir la nuestra, habían producido ya libros de risa y entretenimiento, libros de parodia y de burla, sátiras y libelos. En España, desde el Arcipreste de Hita, en Italia desde Boccaccio, en Inglaterra desde Chaucer, en Francia, de Rabelais. Pero lo que no se había producido hasta entonces, lo que, después del Quijote, había de tardar dos siglos en seguir produciéndose, era un libro de risa y entretenimiento que, además de divertirnos y hacernos reír, nos hiciera también llorar. Esto era tan nuevo entonces que no podía ser comprendido ni gustado; y esto explica que el éxito del Quijote se debiese exclusivamente a los elementos cómicos que contiene.
Han pasado más de tres siglos [a tinta] y es precisamente la comicidad del Quijote lo más difícil de gustar para nosotros; y cuanto hay en él de serio y profundo lo que más en él nos cautiva. Lo cómico cervantino corresponde más a la sensibilidad de su tiempo que a la del nuestro; en cambio, la piedad y la simpatía por la locura de don Quijote es algo plenamente moderno. Pero el Quijote contenía en potencia toda la novela moderna y fue preciso esperar siglos para que ésta se actualizase. Epígonos y discípulos tardíos de Cervantes son todos los novelistas modernos, desde Dickens a Tomás Hardy, desde Stendhal a Proust, desde Gógol a Gorki. Todos los héroes de las novelas que nosotros hemos vivido tienen algo de don Quijote: recordad las novelas de Dostoyevski. Sus personajes son trágicos, y no se nos ocurre reírnos de ellos; pero todos están más locos que don Quijote. Como don Quijote los vemos en pugna con el medio en que viven y fracasan en él; como don Quijote son deformadores del mundo real, como don Quijote oponen valientemente su mundo interior, su mundo encantado, hecho con su propia sensibilidad y sus propios ideales, al mundo social, hecho de convenciones, de leyes con que la vida colectiva pretende anular la vida individual, de objetividad, en suma. Como don Quijote están en pugna abierta con la racionalidad. Son locos también. Pero su locura pasa para nosotros inadvertida porque participamos de ella nosotros también; como hombres modernos, pensamos, lo que no podía pensarse en tiempo de Cervantes, que el mundo es nuestra representación, y que, si ésta no es una plena creación nuestra, es, cuando menos, una deformación de lo real y que, en este sentido, la locura es lo normal en el hombre. No somos un espejo impasible a través de un camino, que retrata fielmente imágenes pasajeras, sino almas que, al reflejarlas, las transfiguran y, en cierto modo, las crean. ¿Qué era don Quijote sino este maravilloso espejo creador, que deformaba en el sentido de su ideal, su mundo circundante?
Esto es lo que hoy plenamente hemos comprendido y por eso decimos que Cervantes escribió la primera y más grande de las obras modernas.
Y nada más quiero deciros del libro inmortal, porque otros os dirán cosas de más sustancia y con mayor elocuencia.
Yo hoy en la Fiesta del libro me limito a daros un consejo: el movimiento se demuestra andando y el amor al libro, leyendo. Leed vosotros; con preferencia las obras inmortales y, entre ellas, la primera, el Quijote, el libro de aquel pobre hombre que fue un día Miguel de Cervantes, por quien nosotros nos sentimos hoy orgullosos de ser españoles.

sábado, 22 de febrero de 2020

Noche con ella




Quiero huir de la tristeza que me produce un día como hoy, en los que todos preguntan qué te ocurre y sólo puedes decir que no ocurre nada, que todo está bien y teniendo el comodín perfecto de las preocupaciones del trabajo para no fingir una sonrisa...
Pero esta noche me espera… sí… quiero estar con ella después de mucho tiempo… ya no recuerdo cuanto hace desde la última vez…
Que me dé su fuego… saborearla, que me haga perder todas las nociones y me acerque al lugar al que quisiera estar…
Cometer con ella la más grande locura, desafiando a todo y a todos…
Esta noche quiero que me escuche, como siempre hace… sin decir nada… que me deje hablar… ella siempre calla cuando le hablo.
Esta noche me espera… ya le he dicho que será sólo para mí…
En días como los de hoy… mi fiel confidente… mi confesora…
Sí, esta noche… una botella de Cardhu será mi compañera.

martes, 18 de febrero de 2020

Teruel vuelve al siglo XIII





Hay una leyenda que dice que Teruel nació sobre el monte en el que se divisó a un toro que buscaba alcanzar la primera estrella del anochecer. Todo esto sucedió en el siglo XIII, cuando aún el linaje y la nobleza determinaban el destino de los turolenses. Caprichoso y hostil destino, a menudo.
Y ahí, bajo los inviernos fríos de la villa del toro y el repicar de las campanas de la Iglesia de San Pedro, se esconde una verdadera historia de amor, la de los amantes de Teruel, Isabel de Segura y Juan (aunque por culpa de Lope de Vega es más conocido como Diego) Martínez de Marcilla, dos adolescentes enamorados pero condenados al desamor. Cinco años de espera, un beso rechazado, una muerte de tristeza y otra de culpa.
Durante el mes de febrero la ciudad de Teruel revive la tragedia de Los Amantes. En sus calles se recrea el ambiente medieval de la época, así como las distintas escenas de la historia de Los Amantes convirtiendo a la ciudad en una fiesta que sumerge al visitante en el Siglo XIII.
Y de eso ya hace más 800 años… Y allí están, para toda la eternidad, pero sin llegar a tocarse… un amor imposible… o quizá no tanto, porque más de 8 siglos después siguen juntos.


Siempre he pensado que el mausoleo en el que descansan los dos amantes es el mejor escenario para declarar mi amor… no hay mejor escenario… no hay espacio más puro... símbolo de amor imperecedero.


sábado, 15 de febrero de 2020

Nazismo, fascismo y socialismo: las raíces en el comunismo




A veces, uno se encuentra por la red pequeñas joyas en forma de artículos que no puede dejar que se pierdan en el limbo del ciberespacio. Un excelente escrito de Joshua Philipp en el que se analiza como el nazismo, fascismo y socialismo comparten algo más que el sufijo y derivan de una ideología política que desde finales del siglo XIX ha cambiado la historia del mundo y la vida de cientos de millones de personas: el comunismo.

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El concepto de una “extrema izquierda” en contraposición a una “extrema derecha” es falso. Los sistemas que se ubican en los dos extremos del espectro, incluido el socialismo y el nazismo, tienen todos su raíz en el comunismo. Y todos ellos creen en los mismos conceptos comunistas clave, como el colectivismo de Estado, la economía planificada y la lucha de clases. Todos ellos fueron simplemente interpretaciones diferentes del marxismo, formado justo antes de la Primera Guerra Mundial, en un tiempo en el que la materialización de las ideas de Karl Marx fracasó y los comunistas tuvieron que comenzar de cero.
Antes de introducirnos en la historia de estos sistemas divergentes, primero necesitamos entender la ruptura entre el socialismo y el comunismo.
El socialismo se describe en la teoría de Marx de las cinco etapas de la civilización. Luego de ayudar a encuadrar el concepto de “capitalismo” como una sociedad donde la gente puede comerciar libremente, Marx profetizó que luego del capitalismo, vendría una etapa de “socialismo”, seguida de “comunismo”.
El socialismo fue la etapa que Vladimir Lenin describió como el “monopolio estatal-capitalista”, en el cual una dictadura se adueña de todos los medios de producción.
La idea es que un régimen comunista usa el poder absoluto de la “dictadura del proletariado” socialista, para destruir todos los valores, todas las religiones, todas las instituciones y todas las tradiciones; lo cual teóricamente conduciría a la “utopía” comunista.
En otras palabras, el socialismo es el sistema político, y el comunismo es el objetivo ideológico. Por esta razón los seguidores del comunismo argumentan que nunca se alcanzó el “verdadero comunismo”. El sistema ha fracasado en destruir completamente la moral y la creencia humana, aunque se haya cobrado las vidas de más de 100 millones de personas en los últimos 100 años.
“Antes de la Revolución Rusa de 1917, ‘socialismo’ y ‘comunismo’ eran sinónimos”, dice Bryan Caplan, en el capítulo sobre comunismo de la “Enciclopedia Concisa de Economía”. Caplan es profesor asociado en economía en la Universidad George Mason.
“Ambos se referían a los sistemas económicos en los cuales el gobierno se adueña de los medios de producción”, sigue Caplan. “Los dos términos divergen en significado en gran medida como resultado de la teoría y práctica política de Vladimir Lenin”.
Por supuesto, el fracaso de las predicciones de Marx fue también lo que hizo surgir las muchas interpretaciones del comunismo que emergieron después de la Primera Guerra Mundial; entre ellos el leninismo, el fascismo y el nazismo.
Mientras el mundo hervía en el tumulto que condujo a la Primera Guerra Mundial entre 1914 y 1918, muchos comunistas se refugiaron en las palabras de Marx, quien en el “Manifiesto Comunista” de 1848 dijo: “Trabajadores del mundo, uníos”.
Así todo, los trabajadores del mundo no se unieron, al menos no como lo envisionó Marx. En vez de marchar con el comunismo, en gran parte marcharon detrás de sus respectivos reyes y países.
Además, la vida de los trabajadores mejoró bajo el capitalismo, contradiciendo las predicciones de Marx que vaticinaban que serían peores. Entonces, cuando surgió la revolución comunista, no sucedió en las sociedades “capitalistas en su última etapa”, que en ese tiempo eran Gran Bretaña y Alemania, sino que sucedió en Rusia. Y en vez de que la Revolución Bolchevique fuera del “proletariado” contra la “burguesía”, como predijo Marx, fue el ejército y el espionaje contra el sistema feudal ruso de los zares.
Esta serie de eventos refutó en gran parte las predicciones de Marx y obligó a los comunistas de la época a repensar todo de cero, como lo nota el autor bestseller Dinesh D’Souza en su libro: “La gran mentira: Exponiendo las raíces nazis de la izquierda americana”.
Luego de Lenin, la siguiente revisión comunista en pisar el escenario mundial nació de la mano de Benito Mussolini, quien aprendió de la Primera Guerra Mundial la lección de que el nacionalismo es más unificador que la idea de una revolución de los trabajadores. Él entonces reacondicionó al marxismo en su nuevo sistema de fascismo, usando el principio colectivista “fasci”, que se refiere a un manojo de palitos que refuerzan el mango de un hacha.
Mussolini explicó el concepto en su autobiografía de 1928, en la cual dice: “El ciudadano en el Estado fascista ya no es más un individuo egoísta que tiene el derecho antisocial de rebelarse contra alguna ley de la Colectividad”.
Según “Rusia bajo el régimen bolchevique” de Richard Pipes, “No hubo socialista europeo prominente antes de la Primera Guerra Mundial que se haya parecido más a Lenin que Benito Mussolini. Como Lenin, él lideró el ala antirevisionista del Partido Socialista del país; como él, creía que el trabajador no era por naturaleza revolucionario y tenía que ser empujado a la acción radical por la elite intelectual”.
Luego, poco después, Adolf Hitler emergió con su nuevo sistema socialista bajo el eslogan “nacional socialismo”.
Aprovechando que el pueblo alemán había quedado dividido en nuevas fronteras nacionales establecidas por el armisticio, Hitler usó políticas de identidad para agrupar a sus seguidores.
D’Souza hace notar que las políticas del partido Nazi seguían el modelo comunista. El programa de 25 puntos incluía educación y salud gratuitas, nacionalización de grandes corporaciones y fondos, control estatal de los bancos y el crédito, la división de grandes propiedades de tierras en unidades más pequeñas, y otras políticas similares.
Además, D’Souza dice que “Mussolini y Hitler identificaban ambos al socialismo como el núcleo del Weltanschauung [estilo de vida] nazi y fascista. Mussolini era la figura líder del socialismo revolucionario italiano y nunca dejó de ser leal al socialismo. El partido de Hitler se definía como el defensor del “socialismo nacional”.
Como todas las otras ideologías comunistas, Hitler se oponía agresivamente al sistema capitalista tradicional. Tal como Lenin culpaba a los ricos dueños de campos y Mao Zedong culpaba a los propietarios de tierras, Hitler transfirió la culpa a un único grupo de personas: los judíos.
Como dice D’Souza: “el antisemitismo nazi nació del odio de Hitler al capitalismo. Hitler hace una distinción crucial entre el capitalismo productivo, al cual él puede aceptar, y el capitalismo de finanzas, al cual él asocia a los judíos”.
El conflicto que tomó lugar más tarde entre los varios sistemas durante la Segunda Guerra Mundial no fue una batalla de ideologías opuestas, sino una pelea sobre cuál interpretación del comunismo prevalecería.
Según “Camino de servidumbre” de F.A. Hayek, “El conflicto entre el partido fascista o nacional socialista y el viejo partido socialista se puede pensar, en gran parte, como la inevitable clase de conflicto entre facciones socialistas rivales”.
El actual relato de que el socialismo está de algún modo separado del nazismo y el fascismo, y aún mas, creer que estos conceptos están divorciados de sus orígenes comunistas, se debe al revisionismo histórico y a mucha acrobacia mental.
D’Souza atribuye este cambio de relato a lo que Sigmund Freud llama “transferencia”. La idea es que la gente que comete actos terribles suele transferir la culpa a otros, acusando incluso a sus víctimas, de ser lo que ellos mismos son.

sábado, 8 de febrero de 2020

Marieta Violante



Soneto de repente’. Así se titula el famoso soneto que escribió Lope de Vega y que comienza de la siguiente manera:

Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tanto aprieto

Ni se llama Violante ni para mí es tal aprieto, pero fue lo primero que me vino a la memoria cuando mi amiga María (a veces crítica literaria de lo que escribo y cuya opinión tengo en gran consideración) me sugirió que escribiese algo para ella.
Tengo que confesar que no tenía pensado hacerlo (en estos momentos mis pensamientos están en otras cosas) y me pongo delante de la pantalla, con los dedos en el teclado… leo lo que voy escribiendo y miro el teclado y… ¡pues quizá pueda entender a Lope!
Bueno, voy a ser correcto y a decir lo que cualquier persona de su entorno. Marieta (es como yo la llamo) es una buena amiga, es la mejor, siempre está ahí cuando se la necesita, ella puedo con todo, con todo y con más, luchadora, nunca se rinde… Las anteriores descripciones serían hipérboles que ella al leer este escrito va a entender, un juego de palabras entre ambos a modo jocoso.
Bien. La anterior descripción sería la que yo podría definir la de ‘para quedar bien’, ser correcto. En este caso, y sin ser irreverente, daré la mía… aunque ya lo hice aquí, y, desde entonces, mi opinión no solamente no ha cambiado, si no que ha ido a mejor.
Nosotros nos vemos muy de tarde en tarde, vive en un pueblo de Sevilla y yo no suelo ir por allí; tiene que ser hacerlo ex profeso o cuando vaya a visitar a mi hermana, que vive a 50 km de ella. No obstante, a pesar de los largos espacios de tiempo sin vernos, son lo suficientemente agradables y aprovechados como para cuando tenga que hacer balance en el invierno de mi vida, pueda decir, sin miedo a equivocarme, que soy afortunado por tenerla a ella de amiga.
Tenemos pendiente, desde hace mucho tiempo, una botella crema catalana para una noche de confidencias… aunque a veces no ha hecho falta estar juntos para hacerla cómplice de mi estado… una botella de vino y un teléfono estando ella al otro lado son suficientes para confesar (algunas horas de sueño le debo).
Al final, no ha sido tan gran aprieto, Lope exageraba.