sábado, 31 de octubre de 2020

La Santa Compaña



La leyenda sobre la Santa Compaña es una tradición que ha permanecido en la cultura tradicional gallega con el paso de los siglos y de la que aún quedan rastros, como los cruceiros en los cruces de caminos (unas cruces de piedra decoradas, en ocasiones, con figuras tétricas, como calaveras). La Santa Compaña es, en la mitología popular gallega, una procesión de muertos o ánimas en pena que por la noche (a partir de las doce) recorren errantes los caminos, los bosques, las cercanías de una parroquia o un pueblo.
Lo tétrico de su procesión es que visitan todas aquellas casas en las que en breve habrá una defunción. Además de Santa Compaña también es conocida en gallego como ‘a procesión das animas’ o simplemente ‘Compaña’. 
La versión más extendida del aspecto de la Santa Compaña es la formada por una comitiva de almas en pena, vestidas con túnicas negras o sudarios y capucha que vagan durante la noche con los pies descalzos. Cada fantasma lleva una vela encendida y su paso deja un olor a cera o incienso en el aire. Además de estas visiones hay otras leyendas que dicen que se nota un frío intenso siempre que aparece, además del olor y el sonido de cadenas como que también se dice que los fantasmas son como una niebla. 
La procesión va encabezada por una persona viva (mortal), el cual precede a la procesión y que bien puede ser hombre o mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o una santa. 
Se cree que quien realiza esa «función» no recuerda durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, y únicamente se podrá reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento. No les permiten descansar ninguna noche, por lo que su salud se va debilitando hasta enfermar sin que nadie sepa las causas de tan misterioso mal. Son condenados a vagar noche tras noche hasta que mueran u otro incauto sea sorprendido (al cual el que encabeza la procesión le deberá pasar la cruz que porta). 
Caminan emitiendo rezos (casi siempre un rosario) cánticos fúnebres y tocando una pequeña campanilla y a su paso, cesan previamente todos los ruidos de los animales en el bosque. Los perros anuncian la llegada de la Santa Compaña aullando de forma desmedida y los gatos huyen despavoridos. 
Se dice que no todos los mortales tienen la facultad de ver con los ojos a ‘La Compaña’, únicamente los niños a los que el sacerdote, por error, los bautiza con los óleos de los difuntos. Igualmente, se cuenta que la luctuosa procesión transporta un ataúd en el cual hay una persona dentro, la cual puede ser incluso la persona que sufre la aparición siendo su cuerpo astral el que está en el ataúd. 
Cuando más suelen aparecer es en la Noche de Difuntos, así que esta noche se podrá comprobar si es sólo una leyenda. 



sábado, 24 de octubre de 2020

Herguijuela del Campo



Por mi formación académica y profesional tengo -lo que para mí es una ventaja, pues proporciona un abanico más amplio de percepción- la capacidad de analizar de una forma más particular aquellos lugares en los que me encuentro. Ello me permite poder interiorizar de una forma totalmente aséptica el lugar que visito. 
Durante el último puente de octubre he estado ¡por fin! en Herguijuela del Campo (Salamanca), el pueblo de mi amiga Virginia aunque, para ser exacto, es el pueblo originario de su madre. Digo ¡por fin! porque después de diez años he conseguido que me invitase y, lo que es más sorprendente, no se lo pedí yo, me lo ofreció ella. 
Conocía cosas del pueblo que me contaba… un pueblo pequeño, con pocos habitantes… cuya fuente económica principal es la ganadería, ya que está rodeado de grandes extensiones de fincas con vacas… no tiene bar… casas de piedra, en las que el granito ocupa un lugar predominante… Con esas pequeñas pinceladas uno ya puede hacerse idea de cómo puede ser ese pequeño lugar enclavado en la Salamanca profunda (y esto no lo digo en tono despectivo). 
Alguna vez he escrito que mi ilusión es vivir en un pueblo perdido de Teruel o Soria, en el que alejarme de todo lo que ahora me rodea y de lo que por razones obvias no puedo desprenderme en estos momentos. Por lo tanto, para mí, ir a Herguijuela suponía un pequeño paréntesis en mi vida normal. 
Los parajes con los que me voy encontrando llegando al pueblo no causan ninguna sorpresa, ya que son los esperados, salvo el asombro de quien hace años que no ve una vaca. 


Lo bueno de tener una idea preconcebida de un lugar es que se puede hacer una comparativa respecto de un patrón, para valorar si ese lugar es como lo que habíamos imaginado, mejor o peor. 
Desde el punto de vista urbanístico es un núcleo que cumple con el estereotipo de pequeño pueblo castellano: calles estrechas y con quiebros muy pronunciados que desembocan en amplios espacios (plazas) y, algo muy característico, la iglesia ésta en un lugar visible. En los pueblos la iglesia solamente podía estar en dos lugares: si la población era grande se ubicaba en el centro geográfico del pueblo, ese era el punto sobre el que giraba la vida de los habitantes, y si el pueblo era pequeño en la periferia, cerca de un camino principal que pasase por el pueblo y visible para que los viajeros y/o peregrinos pudieran parar a descansar. Otros caminos de salida y entrada al pueblo únicamente tienen salida a los prados de vacas, señal inequívoca de la fuerte relación que siempre ha tenido con el sector ganadero. 


Arquitectónicamente me parece que es un pueblo que no ha sabido mantener su esencia. Sí, hay construcciones en piedra, pero abundan las casas de nueva construcción o aquellas en las que a la envolvente se le ha echado un proyectado de mortero para tapar la piedra y luego pintarse; eso me parece una calumnia, pues están ocultando la verdadera esencia de esa construcción. Esas casas podrían estará ahí como en Murcia, ya que rompen con la verdadera idiosincrasia del pueblo; son casas artificiales para un lugar que no necesita impostar su naturalidad. 
Las edificaciones de piedra que podríamos considerar originales se limitan a algún cobertizo medio en ruinas, con vigas de madera y que atestiguan un pasado mejor. 
No obstante, también hay casas de piedra que han sido rehabilitadas y que pueden dar una ligera idea de lo que pudo ser en otros tiempos. Pero creo que han sido demasiado trabajadas, como una suerte de estilo rococó que ha querido llevar la restauración de la piedra hasta el extremo y que ha conseguido el efecto contrario, es decir, convertirlo en una caricatura, no sólo por lo estrictamente constructivo, sino también analizando su carpintería. 
Resumiendo. Como urbanismo me parece que es un ejemplo fantástico de población pequeña que no ha perdido su espíritu y que se ha sabido mantener. El único ‘pero’ que le podría poner es la pavimentación de las calles, hechas con hormigón. Pero, repito lo que he dicho al principio, yo iba con una idea preconcebida del pueblo y esperaba encontrarme alguna calle de tierra y, por qué no, alguna gallina suelta, quizá una idea un poco naif de lo que es un pueblo. 
Arquitectónicamente creo que el pueblo ha perdido su espíritu poco a poco y que ha vivido tiempos mejores; posiblemente debido a que la gente emigraba y cuando volvía al pueblo quería traer las cosas de la ciudad, quería compaginar la comodidad de la ciudad con la tranquilidad del pueblo y, cuidado, eso, a veces, es una simbiosis muy difícil de conseguir. No cabe duda que en este sentido, constructivamente, los tiempos gloriosos del pueblo quedaron lejos. 
No obstante, como he dicho al principio, el análisis que aquí he escrito es debido a mi formación, sin entrar a valorar si está bien o si está mal, simplemente he sido un notario que ha reflejado lo que ha visto sin entrar en otras valoraciones, para las que haría falta un mayor conocimiento del lugar y un análisis más extenso. Un pueblo es lo que quieran sus habitantes que sea y eso no es ni bueno ni malo, es lo que es.
Por momentos podía cerrar los ojos e imaginar cómo sería aquello hace 50, 60, 70… años. La piedra guarda muchos recuerdos y, en ocasiones, hay que tocarla y sentirla para saber lo que cuenta… esos viejos cobertizos tienen mucho que decir. Y despertar, levantar la persiana y ver vacas es algo que creo que difícilmente podré olvidar. No cabe duda que Herguijuela del Campo es un pueblo en el que poder encontrar algo de lo que en estos tiempos andamos escasos, paz y tranquilidad y, ¿quién no iba a querer algo así?
Y, finalmente, tengo que decir que me sentí muy cómodo durante los dos días que estuve y muy agradecido por el inmejorable trato recibido por parte de mis anfitriones. Muchas gracias.

martes, 20 de octubre de 2020

Hoy también fue 20 de octubre



Hay fechas que quedan grabadas en una generación entera. El 20 de octubre de 1982 es una de ellas. Hoy hace 38 años. 
Ese día reventó el pantano de Tous y mi pueblo, Alzira, y otros de la comarca de la Ribera Alta y Ribera Baja sufrieron la mayor inundación que se recordaba en cien años. 
Recuerdo ese día como si fuera hoy mismo. El día estaba nublado pero no llovía y mi hermana y yo fuimos al colegio como un día normal. Yo iba a 3º de EGB y ella a 1º. 
A las 10:30 de la mañana entró en clase D. José Félix, el director del colegio, y dijo estas palabras: “Todos a casa que el río se va a salir”. Rápidamente recogimos las cosas y salimos. Yo busqué a mi hermana y los dos juntos salimos del colegio. Ya se veían muchos coches de padres que iban a por sus hijos. Mi hermana y yo íbamos a casa cogidos de la mano, cuando a mitad camino nos encontramos con nuestro padre andando que iba a buscarnos (vivíamos a diez minutos del colegio). 
Fuimos a casa y de allí ya no salimos, hasta que por la tarde recuerdo que salí con mi tía y mi prima, que vivían en el piso de abajo y fuimos a ver el río. Estaba lleno de gente viendo cómo iba creciendo y creciendo. Mi madre fue a casa de mis abuelos maternos y trajo a mi abuela al piso (vivíamos en un segundo) y luego el volvió y con mi abuelo se dedicaron los dos a ir subiendo cosas al primer piso (mis abuelos vivían en una casa que es planta baja, primer piso y terraza). 
Tengo algunos recuerdos de esa tarde, como que cuando salí con mi tía a la calle y nos cruzamos con Salvador (Saboret), un hombre soltero, de 70 años, que no creyendo que el río saldría se acostó a dormir como si nada ocurriera y lo encontraron a los 5 días entre el barro ahogado. 
A las 7:15 de la tarde el pantano reventó, a las 7:45 llegó a la central eléctrica y se fue la luz en todo el pueblo… a las 8 el agua ya empezaba a inundar la ciudad. En las zonas más bajas los niveles alcanzaron hasta los seis metros. 
Donde yo vivía entró medio metro en el primer piso y mis tíos y primas subieron a mi casa. Mis abuelos paternos estaban en su casa con el hermano menor de mi padre… y mi padre y mi abuelo pasaron 3 días en la terraza sin comer, allí entró un metro en el primer piso y como no esperaban esa cantidad de agua no pensaron en subir comida. 
Recuerdo la noche del 20 al 21 y los días sucesivos. Son recuerdos de un niño que tenía 8 años y que jamás se olvidarán. 
He encontrado este vídeo que se hizo por el trigésimo aniversario. Está en valenciano y en castellano, no obstante, las escenas de aquellos días se entienden perfectamente. 

sábado, 10 de octubre de 2020

Jesús Quintero con José Saramago


Cuando veo entrevistas como esta me pregunto… ¿qué aspiraciones tiene la gente joven? 


sábado, 3 de octubre de 2020

Piratas al ataque


Si el Marino de hoy, 3 de octubre de 2020, hablase con el Marino del 3 de octubre de 2010, 2015, incluso 2018 sobre política se respetarían su opinión, pero en absoluto se pondrían de acuerdo. Que yo me he caído del caballo, como Saulo, es algo de lo que ya he hablado. Estoy asqueado de la política. Hace tiempo, creo que desde antes del verano, que no veo noticias en la televisión, escuchar hablar a la derecha y a la supuesta izquierda da asco. 
La poca vergüenza que está teniendo este Gobierno con los ciudadanos de este país, pero en concreto con los empresarios (grandes y pequeños) es algo que los que estamos en el mundo laboral; aquellos que tenemos que pagar nóminas y Seguridad Social mensuales e IRPF e IVA trimestrales no olvidaremos. 
Con ese halo de falsa supremacía con el que esta falsa izquierda suele hilvanar sus discursos, desde el primer momento de este estado de alarma, se ha castigado al empresario. Se prohíben los ERTEs, se prohíbe el despido, se prohibía la actividad aunque suponga la ruina absoluta. Se les exige que paguen los impuestos y en las fechas que corresponde, sin moratorias, ni facilidades. 
Las empresas no trabajan, pero sí han de pagar, sueldos, seguridad social, cuotas de autónomos e impuestos. En ningún momento he visto un mínimo de sensatez en este Gobierno de darse cuenta de que la mayor parte de las empresas no son multinacionales con millones de beneficios, sino que hay muchas pequeñas empresas que subsisten con su actividad diaria. Entre ellas los autónomos y PYMES que generamos empleo y queremos seguir haciéndolo, porque de nosotros dependen otras familias. Todos los empresarios no son negreros que explotan al trabajador. Ni todos los empresarios quieren someter a sus trabajadores a riesgo de contagios. El 31 de marzo, sin que les temblara el pulso, cayó el recibo de autónomos y los gastos de seguridad social llegaron puntuales. No hubo redención, ni paliativos. 
La estocada fue certera. 
España es un país potente (la cuarta economía de Europa) no por sus políticos ni por las leyes que se inventan; lo es porque los autónomos, las PYMES y grandes empresas no paramos de trabajar para que estos políticos saqueen, como piratas con parche en el ojo, loro en el hombro y pata de palo, el cofre del tesoro que vamos generando con nuestro trabajo. 
Lo que no mate el coronavirus lo matará el Gobierno.