sábado, 28 de noviembre de 2020

Barrilete cósmico, ¿a qué planeta te fuiste?


La última vez que lloré por la muerte de alguien fue hace dieciséis años, en el tórrido julio de 2004 falleció mi abuela materna, mi último eslabón con la infancia. 
Desde entonces he conocido a gente que ha fallecido y he asistido a funerales, pero por ninguno he derramado una lágrima, porque el vínculo afectivo no era tan intenso como para ello. Pero el miércoles lloré por alguien que no conocía, el miércoles lloré por la muerte de Diego Armando Maradona. 
Yo, que soy un enamorado de Johan Cruyff, ni siquiera lloré cuando falleció el genio holandés; pero Maradona tenía algo especial que no tienen muchos futbolistas, por no decir ninguno: un terrible carisma. 
¿Cómo es posible que a alguien como él se le perdonase todo lo que hizo? Eso no tiene explicación. 
Se dice que Messi puede ser el quinto as de ese póker de jugadores a los que nadie se atreve a discutir (Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Maradona)… pero no sé… sin discutir la calidad de Messi creo que le falta algo para incluirlo en el mismo escalón que los anteriores; todos los adjetivos superlativos que se le dicen a Messi, tales como genio o D10S, ya se los han dicho antes a Maradona, por lo tanto, Messi no inventa nada… para mí tendría un pie en el segundo escalón y otro en el primero, algo, sin duda meritorio. 
Las jugadas de Messi, que no dejan de ser fantásticas, da la sensación que ya se han visto antes; es más, si hicieran la misma jugada ambos, por lo que sea, por algo que no se puede explicar, la de Maradona sería superior. El debate de si Messi está a la altura de Maradona o si es mejor lo perdió el jugador del Barcelona el pasado miércoles. Messi jamás llegará a la gente como lo hizo el Pelusa y, al fin y al cabo, son las personas (en este caso los argentinos en particular y los aficionados al fútbol en general) los que eligen a sus ídolos y, claramente, se han posicionado.
Mucho se ha escrito y se escribirá sobre el Diego… difícilmente podrá volver a existir alguien como él. 
Ha muerto un dios, ha muerto el fútbol. 
Como dijo Víctor Hugo Morales: “Gracias Dios por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas…” 

Barrilete cósmico, ¿a qué planeta te fuiste? 


sábado, 21 de noviembre de 2020

La madera, la bella incomprendida


¿Os habéis parado alguna vez a admirar la belleza de una simple jácena, pilares o vigas de madera con varios siglos de antigüedad? No cabe que son elementos con un fuerte poder reminiscente del paso del tiempo.


Hay varias particularidades de la madera que, aunque no las conozcamos, nos dan una idea de su grado de antigüedad. La primera de ellas es su textura fibrosa, con las vetas dispuestas en el sentido longitudinal, de manera que se percibe con claridad cómo absorbe los esfuerzos debidos a la flexión. Ésta textura se acentúa con el tiempo haciéndose más fibrosa aún, sobre todo si la pieza está expuesta al sol, puesto que los rayos ultravioleta degradan la capa del exterior. Igualmente, el color de la madera se va oscureciendo por el mismo motivo o tornando al gris plata si está a la intemperie. 
Otro de los aspectos estéticos vinculados a la antigüedad son las fendas, es decir, las grietas o aberturas que pueden aparecer en las piezas de madera. Estructuralmente son consideradas como un defecto, de manera que hacen bajar el precio de la viga en cuestión, dependiendo de su ubicación y dimensiones. Esta particularidad es un fenómeno hasta cierto punto inevitable teniendo su origen en la desecación del tronco una vez cortado, es decir, la eliminación de la humedad natural que el mismo posee. 
Desde que el árbol se tala, hasta que la madera alcanza un punto de equilibrio en su humedad interna sufre un lógico proceso de desecación que le hace perder volumen. El problema es que al estar constituida por fibras, esa pérdida de volumen no es igual en todas las direcciones del espacio, siendo más acusada en el sentido tangencial de los anillos de crecimiento, de manera que la grieta se produce longitudinalmente. Aun con todo, estos efectos estructurales no suelen ser graves y hoy en día el proceso de secado se hace bajo control, por lo que los problemas de este tipo se han minimizado. 
Hay una característica que también hace especialmente atractiva la apariencia de una viga y es la irregularidad en el corte, ya que en bastantes ocasiones, si no se trataba de un palacio o semejante, el acabado se realizaba con azuela, de manera que no quedaba una superficie perfectamente lisa, sino que poseía una ligera irregularidad en su geometría. Independientemente de esto, que no va más allá de un punto de vista estético, el acabado con un hacha o azuela siempre favorecía la durabilidad de las madera, ya que se separan las fibras entre sí, mientras que con una sierra las desgarra y resultan más vulnerables. 

Tipos de azuelas



No obstante, no cabe duda que en la actualidad, en pleno siglo XXI, no sabemos darle a la madera un verdadero uso estético. La belleza de una madera es la irregularidad que tiene, su aspecto y eso es algo que se ha perdido dando al empleo de este material un aspecto totalmente artificial, como piezas gigantes de un puzle. Se cortan y cepillan mediante maquinaria, se lijan o pulen, dándoles la mayor parte de las veces un acabado satinado mediante barnices al agua o ceras, con lo que resultan piezas perfectas. Y ahí está el desencanto… son tan perfectas que parecen de mentira y, de hecho, en ocasiones cuesta verdadero trabajo diferenciar una madera de una copia en poliuretano. A veces, antes de utilizar madera para las estructuras, algunos, deberían plantearse si realmente lo que quieren es madera.


sábado, 14 de noviembre de 2020

La catedral de Jaca


Necesito libertad. Esta maldita pandemia hace que tenga preso en un entorno que conozco de memoria con los ojos cerrados. 
Antes de todo esto, cada cierto tiempo, cuando quería olvidarme de todo y sentirme libre cogía el coche y me iba a visitar lugares. Solía llevar una libreta para tomar notas de aquello que veía y un bloc de dibujo, un lápiz y una goma. 
Me encantaba, por ejemplo, ir a Soria, sentarme delante de una iglesia románica y dibujarla. Salía un sábado por la mañana, por ejemplo, a las 8:00 y cuando llegaba, a las 9:30, pedía un café con leche en un vaso de plástico y me sentaba delante de la iglesia de Santo Domingo, San Juan de Rabanera o la concatedral de San Nicolás a tomar anotaciones y a dibujar, tal y como hace Peridis en el minuto 19:30… a las 12:00 iba a leer el periódico tranquilamente, que casi precedía a la comida y por la tarde daba un paseo o continuaba dibujando o anotando si no me había dado tiempo. Eso era la libertad. 
Pasar horas admirando una catedral es un placer del que estoy privado. 
Hay una catedral a la que siempre he querido ir, quizá porque es la catedral de un románico primigenio y soy un enamorado de ese estilo, el románico más puro... pero por distintos motivos nunca lo he hecho, nunca he ido, imagino que será por eso que decimos todos: ya habrá tiempo. Pero no, a veces no lo hay. 
Hoy quería ir, de una u otra forma necesitaba salir y he recordado un programa que hace tiempo vi en televisión: La luz y el misterio de las catedrales. Como no he decidido ‘ir’ a Jaca. Quizá no sea la última vez que haga una escapada. Las catedrales tienen algo que no tiene ningún otro edificio. Emocionan.