El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, puede estar tranquilo con los sindicatos, en especial con Comisiones Obreras y UGT, ya que ha comenzado una estrategia de pacificación de los mismos regándolos con millones… la forma de tener a un perro tranquilo es tirándole un hueso para que se entretenga royendo.
En plena guerra con los empresarios y con la polémica para la reforma de las pensiones y las cotizaciones encima de la mesa, el Gobierno ha decidido otorgar 17 millones extra a los sindicatos.
Esto se decidió (porque sí) en el último Consejo de Ministros.
Estas subvenciones se otorgan de forma añadida al dinero que ya reciben los sindicatos procedentes de los Presupuestos Generales del Estado y que para el ejercicio de 2023 incluye partidas de todo tipo con una inversión histórica.
En el año 2021 los sindicatos -especialmente CCOO y UGT- ingresaron 112 millones de euros y en el ejercicio pasado se produjo un incremento del 22,44%, desde el dinero aprobado en 2021 para este fin. Desde la llegada de Pedro Sánchez a Moncloa los sindicatos acumulan más de 300 millones en subvenciones del Gobierno.
Este favor de Pedro Sánchez a los sindicatos se produce en un momento de idilio de CCOO y UGT con el Gobierno, diciendo que sí y aplaudiendo sus medidas, en un escenario de cero conflictividad y ninguna protesta, y además cuando desde el Gobierno se lanza un discurso crítico contra los empresarios.
Esta misma semana, CCOO y UGT, han respaldado la propuesta de la reforma de las pensiones y las cotizaciones que ha provocado el rechazo unánime de organizaciones de empresarios, autónomos y pymes. En un año electoral, con las autonómicas y municipales y dos meses y las generales a final de 2023, Pedro Sánchez cuenta con fieles aliados para vender las bondades de su gestión. Eso sí, pagados por todos con los presupuestos.
No es de extrañar que con la situación que vive el país (energía, gasolina, la cesta de la compra... en sus máximos históricos) no salgan los sindicatos a la calle; ya lo harán, porque es tradición, salir el 1 de mayo. El resto del tiempo, mientras tanto, a descansar y a pegarse una vida que en condiciones normales y en un país con sindicatos decentes jamás hubieran soñado.
Si es que algunos somos imbéciles, y yo el primero. En lugar de haber estudiado una carrera, lo que tendría que haber hecho en mis tiempos mozos era afiliarme a un sindicato y de vez en cuando salir en manifestaciones moviendo la banderita. Pero para eso hay que valer.