martes, 27 de abril de 2021

Micro XXV


La gran prostituta, la democracia... esa que todos usan a su antojo como excusa para todo.

sábado, 24 de abril de 2021

Sobre el Quijote


Yo hoy en la Fiesta del Libro me limito a daros un consejo: el movimiento se demuestra andando y el amor al libro, leyendo. Leed vosotros; con preferencia las obras inmortales y, entre ellas, la primera, el Quijote, el libro de aquel pobre hombre que fue un día Miguel de Cervantes, por quien nosotros nos sentimos hoy orgullosos de ser españoles”.
Antonio Machado – 1926

martes, 20 de abril de 2021

La sabiduría



Un sabio es aquel que tiene un profundo conocimiento en una materia, ciencia o arte. Se trata de alguien equilibrado, que muestra prudencia y vence con éxito los contratiempos que la vida le vaya planteando, usando su experiencia para su bienestar y a favor de los demás. La sabiduría no se consigue en poco tiempo… la vida va aumentándola. No hay atajos para llegar a ella. No se entiende por sabiduría emplear los conocimientos para acumular riquezas. El dinero, por sí solo, si no tiene un fin concreto, más que la simple acumulación, tampoco garantiza la felicidad.
Los errores tienen una doble lectura o, más bien, son un arma de doble filo. Sirven para hundirnos y, al mismo tiempo, sirven de aprendizaje para aprender y llegar al éxito. Hay infinidad de casos de gente que ha sufrido una gran decepción, se han metido en malos negocios y han remontado brillando con luz propia.
Confuncio decía que hay tres formas para obtener la sabiduría: La primera es por la reflexión, que es la más noble y segura; la segunda es por imitación, la más sencilla, copiando un modelo eficiente, y la tercera por experiencia, que es la más amarga, aunque resulte la más fructífera. Acumular sabiduría es la más preciada de las virtudes.
Decía mi abuelo ‘muriendo y aprendiendo’… nunca acabamos de aprender. La vida es demasiada corta para alcanzar todos los conocimientos. Recuerdo que una vez un ingeniero me dijo: “en estos momentos que estoy conociendo realmente los entresijos de la ingeniería es cuando me llega la hora de la jubilación”. Y tristemente es así: un arte, una ciencia, una profesión… son tan ricos que para conocerlos, dominarlos y amarlos hacen falta muchos más años de los que dispone el ser humano.
La sabiduría no se encuentra sólo en las universidades o en centros culturales; siempre he dicho que la universidad simplemente sirve para facilitarte un título y poder desarrollar una profesión, pero nadie sale de la universidad lo suficientemente preparado como para poder desenvolverse con total seguridad. Allí puede desarrollarse mejor, pero también puede surgir en lugares humildes e iletrados, ¿quién no ha disfrutado de una conversación con un anciano y ha visto en sus palabras experiencia y sabiduría? ¿Hay alguien que podría decir que Sancho Panza, a su manera, no era un sabio?
Sabiduría, inteligencia, perspicacia, inquietud mental… da lo mismo, todas las virtudes son buenas, lo importante es querer hacer cosas vertiendo todas nuestras energías en llevar a cabo acciones que, a nuestro juicio, sean importantes. Pero usando siempre el sentido común y la reflexión, porque si nos equivocamos podemos perder oportunidades que nos ofrezcan trabajo y éxito.

sábado, 17 de abril de 2021

Eterna


Una imagen es suficiente (14 de abril, 1931 – 14 de abril, 2021).



martes, 13 de abril de 2021

Cosiendo la vela, de Joaquín Sorolla


No soy un entendido en pintura... pero este cuadro tiene algo que me hechiza.


sábado, 10 de abril de 2021

Tesis


Anoche vi en la 2 la película Tesis. Poco se puede decir de ella que no se haya dicho ya, sin duda que es una película mítica para los de mi generación.
Estaba viéndola sentado en el sofá de mi casa y como el huracán en el mago de Oz me dejé llevar y me trasladé a 1998, a la primera y única vez que hasta ayer la había visto, creo recordar que era noviembre y también era viernes por la noche. Yo era un adolescente de veinte y pocos años que vivía en un piso de estudiantes. Estaba en el comedor con mis compañeros, dos sentados en sillones en la pared de enfrente al televisor y otros dos en un sofá en la pared lateral. Allí estábamos los cuatro.
Nuestro televisor, recuerdo, era de la marca Sanyo, sin mando a distancia y bien nuestra vagancia o el hecho de que no se tuviera que levantar siempre el que estaba más cerca (más bien lo primero), nos hizo crear un invento a modo de mando a distancia: compramos dos palos de escoba y los unimos con bridas. Cuando queríamos cambiar de canal había que tener buen pulso para darle al botón correcto… lo malo era para darle o quitarle voz; no solía ser muy efectivo y alguna vez ahorrábamos tiempo levantándonos.
Sí, allí estaba yo ayer, en 1998 viendo la película. Los que ahora tengan la edad que yo tenía entonces y la estuvieran viendo por primera vez seguramente pensarían que aquello ocurrió hace algunos siglos. Y no, hace tan sólo poco más de dos décadas. Las chaquetas vaqueras, los pantalones vaqueros teñidos, las clases de la universidad, los pasillos y, sobre todo, la cámara de vídeo que sale en la película y que en aquellos tiempos era un lujo al alcance de pocos, de muy pocos y actualmente ni existen… hoy todo eso se llama vintage.
Va para veintitrés años… pero han pasado muchas cosas en dos horas y cinco minutos que dura la película.



sábado, 3 de abril de 2021

Origen de las procesiones de Semana Santa


Procesión de disciplinantes || Francisco de Goya

No es la primera vez (y quizá tampoco será la última) que he dicho que no soy creyente y que cuando cumplí los 30 años me hice apóstata, es decir, renuncié al bautismo por haber sido algo que yo no elegí y que oficialmente no pertenezco a la Iglesia Católica.
En mi defensa tengo que decir que mi vida tampoco ha cambiado de estar bautizado a renunciar a ese sacramento; no creo que unas creencias te conviertan en mejor o peor persona. A lo largo de los años me he cruzado con personas creyentes que me llenan de esperanza; quiero decir que si esas personas van a un supuesto paraíso yo, siendo ateo, ya tengo la plaza segura desde hace mucho tiempo.
Pero mi ateísmo no me impide disfrutar de todo lo que significa aquello que de material tiene relación con la religión. Es decir, disfruto enormemente en una iglesia, catedral o monasterio… puedo estar horas admirando esos edificios y observándolos, sintiendo sus piedras.
Con la Semana Santa me ocurre lo mismo. Esas figuras de las cofradías me parecen fantásticas. En este caso todo va relacionado. Imágenes y edificios. Escultura y arquitectura.
El origen de un edificio religioso es evidente y particularizar sobre el tema no es el motivo de esta entrada, de lo que aquí se trata es del origen de las procesiones de Semana Santa.
Estas provienen del siglo XVI, cuando España era la defensora de la cristiandad frente a los turcos, árabes y protestantes. El país más poderoso del mundo en aquel momento estaba sustentado por una fuerte influencia eclesiástica (no olvidemos las guerras de religión de ese siglo).
En aquellos tiempos eran representaciones teatrales que se celebraban en los pórticos de las iglesias y que debido a los altercados que se producían se sustituyeron por figuras de madera vestidas con tela (lo que hoy llamamos imaginería). Es ese el motivo por el que las figuras tienen una gran influencia barroca (incluso las actuales), por la tendencia cultural que existía en aquel siglo. El acto de procesionar no es más que la imitación de los últimos días de Jesucristo, desde la santa cena hasta su resurrección.
Pero sin duda alguna, el verdadero impulso a las procesiones fue en el siglo XVII. Como he dicho al principio, España era la primera potencia mundial y el mayor imperio de la época; un país al que no había que derrotar sólo militarmente, también con la religión. Como paladines del catolicismo estaban enfrente los protestantes surgidos por la Reforma de Martín Lutero. Fue por ello, en lo que se conoce como Contrarreforma, cuando al verse amenazado el poder eclesiástico pidió a los creyentes exteriorizar la fe, por lo que aunque ya existían procesiones se intensificaron mucho más, por este motivo se extendieron en todo el estado español y el resto del imperio (y todavía perduran en la actualidad).
Si hoy en día hay escenas de gente que nos parecen exageradas en aquellos tiempos lo eran todavía más, ya que era habitual que procesionasen disciplinantes que se flagelaban durante el recorrido, incluso gente que se dejaba crucificar, buscando la salvación a través del dolor, lo que se convertía en verdaderas carnicerías. Fue Carlos III, en el siglo XVIII, el que prohibió estas prácticas tan extremas y las procesiones quedaron reducidas a imágenes acompañadas por cirios y antorchas. Más tarde, a finales del siglo XIX se introdujeron los tambores y bandas de música, tal y como lo conocemos en la actualidad.
Como he señalado anteriormente, mi ateísmo no me impide reconocer que estoy ante verdaderas obras de arte y, también, de un pedazo de historia. Incluso, creo, que la gran mayoría de personas que salen en las procesiones, hacen las cosas sin preguntarse porqué lo hacen. Lo dicho, si otros entran en el supuesto paraíso yo creo que no tendré problemas.