martes, 25 de agosto de 2020

Organizando mi pasado estudiantil




Estoy apurando mis últimos días de vacaciones en casa de mis padres, de hecho mañana ya vuelvo a Zaragoza para volver a la rutina diaria.
Desde el día 14 que llegué me propuse firmemente descansar y no trabajar, aunque, inevitablemente, he tenido que estar pendiente de algunas cosas.
Tengo una habitación, una especie de buhardilla, que servía para estudiar. Allí es donde tengo el ordenador y estanterías con libros, una biblioteca particular en la que tendré unos 200 libros y además, tengo un par de estanterías más con archivadores y carpetas de libros y apuntes de cuando estudiaba.
Como las tardes las solía pasar en casa me he dedicado a ordenarlo todo. Los libros de lectura, más o menos, acabé rápido; pero lo que más me ha costado han sido los apuntes. Tenía libros de todos los cursos y en cajas de cartón folios y libretas con resúmenes que hacía. He encontrado dibujos que ni recordaba haber hecho; exámenes que después de hechos el profesor los ponía en reprografía para que los comprásemos; los primero cálculos de estructuras; apuntes de matemáticas y las odiosas ecuaciones diferenciales, que tanto me costaron aprobar; cálculos de instalaciones; el libro de hormigón, que tantos dolores de cabeza daba… en fin, todos (o la mayoría) de los apuntes que se hacen cuando uno está estudiando.
Lo he vuelto a ordenar y a guardarlo de nuevo en sus cajas. Es probable que no lo utilice jamás, creo que al principio, cuando acabé de estudiar, sí que eché mano de ellos unas tres o cuatro veces, pero nada más. La normativa que se utilizaba cuando estaba en la universidad para realizar cálculos y el CTE (Código Técnico de la Edificación) han cambiado; tampoco se dibuja a mano, como hacíamos nosotros y, ni mucho menos, con rotring (la de veces que me he manchado rellenando el cartucho). En definitiva, en 20 años los tiempos han cambiado una barbaridad. Viendo lo que yo estudiaba y como se trabaja hoy en día, siento curiosidad por saber cómo serán las clases en una escuela de arquitectura, qué asignaturas tendrán y cómo se las enseñarán. Por ejemplo, no se hacen los planos a tinta ni con plantillas, ni cálculos de estructuras o instalaciones con tablas y calculadora (como me enseñaron a mí), tampoco las mediciones y presupuestos se hacen a mano, ya que hay programas para ello. No sé, me surgen muchas dudas al respecto.
Después haber terminado de arreglarlo todo me sentí un poco aliviado. Confieso que jamás he sido un excelente estudiante, de esos que luchaban por sacar matrícula de honor, pero jamás he sido perezoso para hacerlo, es decir, yo me tomaba el estudio como un trabajo y cuando había que hacerlo tenía muy claro que no podía perder el tiempo en otra cosa, si tenía que estudiar estudiaba y para mí no había otra cosa. Ya he contado en otras ocasiones como eran aquellos tiempos.
Pero ahora, pasado el tiempo, no creo que volviese a estudiar otra carrera. Siempre he querido hacer historia y no lo descarto, pero eso de someterme a la presión de un examen y dedicarle unas horas es algo que, de momento, no me planteo. Si vuelvo a estudiar algo que sea como yo quiera y sin presiones; me daría lo mismo sacarme una, dos o tres asignaturas. Al fin y al cabo, para mí, a estas alturas de mi vida y sin ninguna necesidad de hacerlo cara a un futuro, estudiar debe ser un placer y nunca una obligación.

martes, 18 de agosto de 2020

sábado, 15 de agosto de 2020

Observar la arquitectura



Decía Lao Tsé que “la arquitectura no son cuatro paredes y un tejado sino el espacio y el espíritu que se genera dentro”. 
Cabría preguntarse, entonces, ¿cómo distinguir lo verdaderamente arquitectónico de la simple construcción?
Es una pregunta que daría para una larga exposición profesional y este no es el cometido de este artículo. Simplemente se trata, bajo mi modesta aportación, que cuando alguien vea un edificio no vea sólo hormigón y ladrillos, sino que se pregunte su porqué, su razón de ser, su forma determinada… cuando esas cuestiones aparecen cualquiera está en disposición de poder ver la arquitectura como algo diferente.
Hay tres preguntas fundamentales que debemos hacernos cuando estamos delante de un edificio, ya sea una catedral gótica o una acrópolis griega o edificio vanguardista.

1) ¿Cuál es su finalidad general y particular?
2) ¿En qué contexto fue construido y cómo se relaciona con este?
3) ¿Por qué tiene una forma constructiva determinada?

Como decía al principio, creo que es un tema lo suficientemente interesante como para escribir un libro. La arquitectura es, como cualquier otra disciplina, para el que no se dedique a ella algo difícil de entender, de la misma forma que a mí me resultaría aburrido y complicado leer un artículo de medicina no pretendo que esto sea lo mismo. Por ello, trataré de razonar brevemente los tres puntos anteriores.
El primero sería ver ante qué edificio estamos: iglesia, vivienda, colegio, museo, fábrica y analizar si cumple su función y, sobre todo, si es práctico. Si su distribución ofrece una comodidad a aquellos que lo utilizan; no solamente de forma distributiva, también como nuestro cuerpo se adapta a ese edificio, si nos sentimos cómodos, si es algo cortés.
El segundo depende del contexto social en el que está construido. Este sería, quizá, el más complicado de entender, ya que aquí se podría hacer un recorrido por toda la historia, pero me centraré en dos periodos muy distintos y definidos.
Imaginemos el antiguo Egipto; las grandes estatuas en el valle del Nilo nos hablan de una sociedad donde imperaba la sumisión y la riqueza de la clase dominante era ilimitada. La arquitectura tenía que ser un reflejo de ello. 
En el Renacimiento las obras paradigmáticas son los palacios. Los órdenes de la antigua Roma y Grecia son el canon de composición. Los humanistas, como Leonardo Da Vinci, creían en el hombre universal y su alcance que parecía no tener límites. Era una sociedad que aspiraba a la belleza y el mecenazgo de los próceres ilustrados impulsaba las artes. El hombre se sentía seguro y era el centro de todas las cosas. La arquitectura es equilibrada, serena y elegante. Existe una armonía en sus formas.
En el tercero hablamos de una evolución de la sociedad. En la época de las antiguas civilizaciones los recursos eran la fuerza humana y toscos ingenios de madera. Se trabajaba a puro golpe de musculo. Los inmensos bloques de piedra eran arrastrados por ingentes columnas de parias que sólo tenían como horizonte el sobrevivir a tan magno esfuerzo. Las inmensas piedras, las excavaciones en su interior y bajo tierra, eran trabajadas a cincel y aunque se tenían conocimientos técnicos de cálculo, estos eran muy rudimentarios y los materiales muy uniformes. Las grandes piedras se colocaban en seco. Estas formas constructivas magnánimas y grandiosas respondían claramente a la técnica de que se disponía. 
En el siglo XXI, el que más conocemos, el hormigón y el acero juegan un papel sustancial en la construcción de los edificios. Junto con el vidrio son los materiales distintivos de la arquitectura actual. Es fácilmente reconocible cuando un edificio tiene menos de 30 años. En este apartado entra en juego la evolución de la sociedad.
En definitiva. Si nos ponemos a observar un edificio con detenimiento, haciéndonos las preguntas anteriores, es posible que conozcamos un poquito más el mundo que nos rodea.

martes, 11 de agosto de 2020

Antonio Machado: el poeta que sacó los colores a Soria y a Castilla


De vez en cuando, entre tanta porquería que se publica en la prensa, uno se encuentra con pequeñas joyas que no se pueden perder en la red, que merecen ser conservadas y leídas de vez en cuando… un paréntesis que da sosiego en una vida de estrés y rápida, en la que saborear lecturas como esta es como un oasis en medio de un desierto.
Una entrevista a Manuel Sánchez Encabo, presidente de la Fundación Española Antonio Machado, en el diario Soria Noticias.

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Antonio Machado: el poeta que le sacó los colores a Soria y a Castilla

Boda de Antonio Machado y Leonor Izquierdo, 30 de julio de 1909

Cuentan las malas lenguas que en una ocasión le hablaron a Borges sobre Antonio Machado, y que el argentino respondió con esa sorna suya, más cercana a la mala leche que a la indiferencia: “Ah, no sabía que Manuel tenía un hermano”. Y vaya si lo tuvo. La infancia de Machado era un patio de Sevilla que le marcó inexorablemente durante toda su poesía hasta el día del juicio aquel, en Francia, en el que le encontraron unos versos en el bolsillo. Se enamoró de la parte más seca y hueca del país, a la que se dirigió con ese superpoder cohesionador, que solo los hombres humildes atesoran. No nos lo merecemos, a Antonio. Nunca lo hicimos.
Si alguna vez han leído versos del poeta, sabrán que o se sale de ellos como si la vida hubiese salido a recibirles, o se sale de ellos a grieta limpia. En ningún caso ileso. Pero esto lo sabe mejor Manuel Núñez Encabo, presidente de la Fundación Española Antonio Machado, que desde esta organización lucha porque el poeta tenga el lugar que se merece en el mundo de los mortales. Los triunfos de esta fundación, de un tiempo a esta parte, han sido el reconocimiento del poeta como símbolo universal de la humanidad por la UNESCO y los premios nacionales Antonio Machado. Los objetivos: que el poeta sea considerado héroe nacional por combatir por la democracia y un monumento en la plaza Mariano Granados, para demostrar ante cualquier escéptico, que el centro de la cultura en Soria es Antonio Machado. 

Machado estuvo en Sevilla hasta que cumplió 8 años, pero en 1833 nombraron a su abuelo profesor en la Universidad Central de Madrid y toda la familia se mudó a la capital, ¿qué supuso para él su traslado a Madrid a tan pronta edad? ¿habría sido una persona diferente si hubiese seguido en Sevilla? 
Fue con su hermano Manuel y con su abuelo, los tres tenían una gran amistad y esto no supuso ninguna cuestión negativa para él. De hecho, todo lo contrario: le aporta el conocimiento de una nueva dimensión muy distinta a Andalucía y Sevilla, que son lugares con características muy propias. Se acostumbraron muy fácilmente a Madrid. La capital le abrió los ojos a una nueva realidad más interna, con características muy singulares y muy distinta a su patio de Sevilla. Si hubiese seguido en Sevilla habría sido un poeta absolutamente distinto. 

Cuando Machado era joven no existían aficiones como Netflix, el trap ni TikTok... ¿cómo se divertía el autor cuando era un adolescente? 
Su entretenimiento era sobre todo cultural. Su abuelo, que había sido rector de la Universidad de Sevilla, era paisajista. De aquí viene su amor hacia la naturaleza. Era un aficionado a los libros ilustrados y le gustaba leerlos, y contemplarlos. Imágenes del agua, la naturaleza, las fuentes, etcétera. Precisamente eso es lo que le hace seguir y llegar a publicar una obra como ‘Campos de Castilla’, en 1912. 

Tengo entendido que también le gustaba mucho el teatro. De hecho, él hizo sus pinitos como actor…
Sí, sobre todo con su hermano Manuel. La afición por esta disciplina hizo que al final ambos, juntos, escribiesen varias obras de teatro, también muy relevantes para la literatura. Machado apreciaba toda la cultura, también el teatro, el escenario, ver moverse a los artistas. Pero hizo poco como actor, era muy introvertido. Eso le gustaba más a Manuel. Machado era muy ‘desde adentro hacia afuera’. Por eso también le gustó Castilla, porque las gentes aquí no exteriorizaban mucho sus emociones. No son muy efusivas, pero sus sentimientos son muy fuertes por dentro. 

A Machado le conceden una cátedra para ser profesor de francés en el, ahora, Instituto Antonio Machado. En esa época, Soria seguía siendo la capital más pequeña de España. Tenía 7.000 habitantes. Viniendo de sitios como Paris o la Madrid bohemia, lugares con tanta vitalidad y tan cosmopolitas, ¿por qué elige Soria como destino? 
Él solicitó varios destinos y uno de ellos, el menos solicitado, era Soria. No lo hizo por ningún motivo en especial. Fue el que le tocó para venir a dar clase. Además, como comentas, la plaza era para dar clases de francés. No de literatura, que era lo suyo. 
Francia para él fue muy importante y también la cultura francesa. En realidad, Soria fue la lotería de su vida. El descubrimiento de un paisaje y un paisanaje nuevo. El Duero sobre el que tanto escribió y cómo no, encontrar el amor de Leonor. 

Pasar de un estilo de vida en un sitio como Madrid o París, a un Soria del 1900, cuyo entretenimiento se reducía a pasear, debe suponer un cambio abismal en el estilo de vida del poeta, ¿cómo le afecta? 
Sí, efectivamente ese cambio de vida, de tertulias en Madrid, de estar con gente más cercana, se redujo a pasear. Pero a él le apasionaba. Le entusiasmaban sus paseos solitarios, porque es cuando podía observar con detenimiento a las personas y a la madre naturaleza. Hay que tener en cuenta que es el único poeta que escribe un libro dedicado a la naturaleza en verso (‘Campos de Castilla’). El único. El poeta, desde lo local, desde los campos de Soria, intenta hablar de la naturaleza como un concepto más global. Una naturaleza que también habla de las personas que viven en ella y que la sufren, pero a su vez también la protegen. 

Por otro lado, su ideología era muy distinta a la que había mayoritariamente en Soria. Era feminista y, en palabras del autor, “detestaba al clero”. 
Sí, Machado rompe los esquemas que había en Soria y en Castilla. Él solía decir que reconocía la superioridad de las tierras pobres del Alto Duero que ‘en lo bueno y en lo malo supera a las demás gentes’. En Soria había una cerrazón y Machado venía de una cultura muy abierta. Él rompió con lo que era la provincia, totalmente. Él respetaba profundamente a la mujer y era una persona laica. Aunque no era antirreligioso, era un librepensador. 

A día de hoy en Soria nos sentimos orgullosos de la huella del poeta. Sin embargo, en algunos versos de Machado, él mismo reconoce que se le llama “hereje y masón”. ¿A Machado se le quiso en Soria durante su estancia? 
Bueno, digamos que convivía con las personas. Iba mucho a El Casino y hablaba sobre cultura. Pero no recibía rechazo en Soria, como tal. Se le respetaba. Desde sus alumnos en el instituto hasta en la capital, porque él era muy respetuoso. No tuvo ningún enfrentamiento. Siempre intentaba comprender a todas las personas. Era muy abierto y muy plural. Por eso criticaba la mentalidad cerrada de la época en Castilla y Soria. Ese ‘prototipo’ de persona castellana en ese momento, cerrada en sus propias costumbres. Un claro ejemplo era ‘La tierra de Álvargonzález’, el cómo asesinan a su padre. Eso era Soria, era España: por las herencias se mataba. Era terrible y él lo contaba. 

Lo que está claro es que hoy en día se le valora más en la capital de lo que se le valoraba en vida…
Sí, claro, lo que él prefería de Soria era la superioridad espiritual que, como comentábamos antes ‘en lo bueno supera y en lo malo, también’. Naturalmente, para los que vivían en Soria Machado no era el prototipo de persona. No era la persona más importante, ni la más querida. Ni mucho menos. Era alguien que respetaba a todo el mundo, independientemente de su forma de pensar. 
Hubo una polémica cuando él estaba en París, porque redactó unos escritos en la prensa de Soria donde hablaba de las tierras de Castilla. Comentaba que por aquí “pasa la sombra de Caín”. Luego tuvo que rectificar porque se produjo un revuelo en la provincia y su amigo José María Palacio tuvo que explicar que el poeta no estaba hablando de Soria, sino de España. 

Machado conoce a Leonor cuando ella tiene trece años, porque es hija de su patrona en Soria, ¿cómo se enamora de ella? 
Machado nunca se había enamorado y de hecho, solo se enamoró una vez y para toda la vida. Y se enamora de ella porque él sabe ver a las personas. Le llama la atención lo que valen. Era muy coherente. Se fija en la hija de su patrona y la ve como una niña con mucha vitalidad. Algo que a él le faltaba. Leonor para él era la imagen de la vida. Su sonrisa, hablar con ella, su naturalidad… Todas esas virtudes hacen que se enamore de ella. La sublima como poeta. Los valores de Leonor hacen que él se entregue totalmente. 

Pero Leonor, al fin y al cabo, era una niña de 13 años y tenía 15 cuando se casaron, edad que para la época seguía siendo muy joven…
Para él, el amor era una grandiosidad. En sus últimos días de vida reconoce que su corazón ‘está donde ha nacido, no gracias a la vida; sino al amor, cerca del Duero’. Para un poeta el amor es algo sublime y él lo encuentra en una persona a la que respeta y con la que convive. Machado no era una persona ni mediocre ni vulgar. Descubre el amor, que para un poeta como él, va mucho más allá de lo que nosotros podamos entender. 

Se habla también de una relación posterior con la poeta Pilar de Valderrama, conocida como ‘Guiomar’. La llamaba “mi musa” y se presentaba ante sus ojos como “tu poeta”. Al menos, así lo revela su correspondencia encendida, publicada por Concha Espina en los 50 ¿Quién fue el amor de su vida? 
Esos son los infundios que se están describiendo últimamente. No tiene nada que ver. El poeta conoció después a otras personas, pero su amor fue de Leonor y ese sentimiento permanece con él hasta el fin. Leonor hasta el último día. Siempre le fue fiel, aunque conociese a otras personas como ‘Guiomar’, con la que compartía afinidad y sentimientos, pero no amor. 

En este momento en el que el debate de separar al autor de la obra está encima de la mesa, gracias a acontecimientos como el movimiento #Metoo, ¿en el caso de Machado podríamos separar la obra del autor con tanta facilidad? Parece complicado al ser un poeta que bebía tanto de sus vivencias a la hora de escribir
No, en el caso de Machado no se podría separar la obra del autor. Machado es muy consecuente, no engaña nunca en sus hechos y en sus dichos. Lo que escribe es lo que hace. Eso es el poeta. El Machado ejemplo de la plenitud, de una persona llena de coherencia. Eso le cuesta la muerte en Colliure. A Machado no podríamos separarlo nunca de su obra. 

Tras Soria, Machado volvió a Baeza, después Segovia y más tarde se exilia a Francia, donde finalmente muere y encuentran en su bolsillo un papel, con los versos “estos días azules y este sol de la infancia”. Según varios análisis, con esos cielos azules el poeta se está refiriendo al cielo de Soria, al cielo de su vida con Leonor aquí. ¿Usted cree que es lo que quiere plasmar en esos versos? 
No, yo creo que en esos versos Machado se refiere a su vida en Sevilla. Colliure está al lado del mar, es un sitio de sol y agua, hay que conocerlo. Esos versos se refieren a su nacimiento y su infancia. Él va a morir, pero se acuerda de Sevilla. 

sábado, 8 de agosto de 2020

La fuga permitida del 'Demérito'


 
Cuando estaba estudiando, junto con otros compañeros, hablábamos de la fiesta que nos íbamos a pegar cuando acabásemos la carrera; cuando saliésemos del tribunal después de defender el PFC (proyecto final de carrera) y nos dijeran que ya estábamos aprobados. Creo que eso se decía más por la ilusión de acabar y el desfase que iba a suponer no tener que estar sometido a la presión de estudiar que por otra cosa. 
Los que me conocen saben de mis ideas republicanas, he escrito varias veces sobre ello. Yo siempre he creído que Juan Carlos no moriría como Rey y que Felipe sí que lo sería, pero no acabaría su reinado, es decir, Leonor no será Reina. De momento estoy acertando.
La fuga del ‘Demérito’ hace unos años hubiera sido para mí una subida de adrenalina que no me hubiera podido contener. Hoy en día he preferido mantenerme cauto. 
No le daré más vueltas: la monarquía en este país es insostenible y si lo hace es solamente por un motivo que más adelante explicaré. 
Cuando los niños tienen miedo se suelen tapar los ojos para hacerse invisibles y que el peligro pase por delante. No viendo lo que tienen frente a ellos tienen la falsa sensación de estar protegidos. Otra variable de este comportamiento y esa sensación ilusoria de salvaguarda suele darse cuando después de limpiar se mete la suciedad debajo de la alfombra y así se gana tiempo para que la estancia aparente pulcritud. La Casa Real actúa de esa manera pero proyectando, considera a la sociedad infantilizada y por lo tanto cree que ocultando al emérito en la República Dominicana, Estoril, una dictadura árabe o algún paraíso tropical la institución estará a salvo. Tiene razones fundadas para reírse del vasallaje, la sociedad española ha dado motivos para ello y para pensar que colará. 
El vodevil de la fuga borbónica parece escrito para un público poco exigente. Una obra mala de humor zafio y simplón que, consciente de que el espectador se traga cualquier chascarrillo con carcajada cortesana, le ofrece un entremés absurdo para que lo engulla con nula conciencia crítica. Les ha funcionado durante cuarenta años, hay que seguir intentándolo. 
A ese lucro constante acumulado en Suiza lo llama el ‘Demérito’ en su comunicado “acontecimientos pasados de su vida privada”. Hay que ejercer mucho la campechanía y tener muy poca vergüenza para decir que es algo del pasado mantener una fortuna ingente en el extranjero sin declarar al fisco a día de hoy. Una muestra más de comicidad es considerar que la vida privada de quien ostenta un cargo por razón filial no está ligada de forma troncal a la institución. El rey no lo es sin su familia, su familia es la corona y sin familia no hay monarquía. La monarquía subrogada creada por Juan Carlos I en la que la reina Sofía es solo una paridora que perpetúa su legado y la pervivencia de la corona es solo una muestra más de lo anacrónico de esta forma de Estado. 
El espectáculo dado, sin embargo, no supera al de sus palmeros. Llevan años ejerciendo el noble arte de la genuflexión exagerada y no saben parar ni cuando el monarca se va de su país después de haberse dedicado a utilizar España como una empresa con la que lucrarse de manera indecorosa. Los bufones de Juan Carlos I consideran que pertenece al ámbito privado el hecho de que el monarca utilizara los viajes de Estado y su condición de rey para recibir millones de euros de dictaduras árabes a cambio de blanquear sus crímenes y atentados contra los derechos humanos. Sí es cierto que hay que poner en valor la visión empresarial del que fuera durante cuarenta años rey de España. Montó un negocio de abrazos y fotografías con sátrapas en apuros de imagen que le reportaba cifras de 100 millones de euros. 
El campechano se va con sus chistes y chanzas a otro país. La monarquía está herida. Queda sustentada por unos pilares temblorosos que mantendrán la choza zarzuelina bunkerizada en una reforma constitucional imposible. Conseguirán sostenerla mientras se va degradando poco a poco hasta que caiga por su propia decadencia. La monarquía ha pervivido durante años por un falsario relato de ejemplaridad histórica y comportamiento intachable. La imagen del hombre que quisieron construir engañando a todos los españoles se ha desmoronado, el retrato de monarca heroico que trajo la supuesta democracia a España y que se enfrentó a los golpistas en el 23F (otro acto teatral), padre de familia ejemplar y el primer embajador de nuestro país ya no lo pueden sostener ni sus propios constructores. El rey ideal era sólo un hombre corrupto que usaba la patria y sus instituciones como instrumento para enriquecerse y entregarse a la vida contemplativa y canalla lejos de su familia. El ciudadano Borbón ha destruido la obra que otros construyeron y huye de España, como es tradición en su familia, cuando su comportamiento indigno ya no se puede esconder a la corte. Como en una partida de ajedrez, la monarquía está en jaque, el mate es cuestión de tiempo, de poco tiempo. 
Y ahora con el principal productor de esta detestable actuación: el PSOE. 
Cuando a este partido le asoman los complejos de izquierda moderada siempre suele acudir a Pablo Iglesias, el de ellos, no el vice. Es una máxima en los más a la izquierda del PSOE, suelen ser los más jóvenes, la de acudir al legado de su fundador para defender que están en un partido de izquierdas y no tienen nada que envidiar a la izquierda más revolucionaria y que se hace notar más; como si el actual PSOE tuviera algo que ver con el de su fundador desde que ese sátrapa que se hacía llamar Isidoro en la clandestinidad y vestía con chaqueta de pana traicionó los principios de su fundación en el congreso de Suresnes. 
Pero ahí siguen, con su izquierdismo romántico, ¡si Pablo Iglesias levantase la cabeza los echaba a todos del partido! Esa diferencia entre fundador y partido adquiere tintes grotescos cuando se trata de posicionarse a favor de la monarquía intentando transmitir que no lo hacen, que siguen siendo republicanos. ¡Atajo de acomplejados! Invito a cualquiera a hacer la prueba: el que tenga a un sociata del PSOE cerca que le pregunte por la monarquía, ya advierto que no serán honestos en su respuesta. Hoy en día el PSOE es una agencia de colocación, cualquiera sin oficio ni beneficio puede enchufarse de concejal o en el aparato del partido y a vivir. Eso es el PSOE. No hay nada más allá de ese fin.
No somos monárquicos porque no lo podemos ser, quien aspira a suprimir el rey del taller, no puede admitir otro rey”, decía Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados el 10 de enero de 1912. Ese legado ya no existe en el PSOE. Simplemente es otro partido súbdito. La corrupción del Rey nace de la pleitesía y el vasallaje de todos los actores políticos que durante años lo han sostenido de manera cortesana y ocultando todos sus desmanes y corruptelas. Y en eso el PSOE ha sido el primer campeón. 
Una monarquía que nació corrupta de origen y que el PSOE reconoció corrupta. No es una interpretación libre, es literal. El voto particular republicano del PSOE en la Comisión Constitucional de asuntos constitucionales y libertades públicas explicaba el nacimiento pervertido de la monarquía por voluntad de Francisco Franco en boca del diputado Luis Gómez Llorente: 

Ni creemos en el origen divino del poder, ni compartimos la aceptación de carisma alguno que privilegia a este o aquel ciudadano simplemente por razones de linaje. El principio dinástico por sí solo no hace acreedor para nosotros de poder a nadie sobre los demás ciudadanos. Menos aún podemos dar asentimiento y validez a los actos del dictador extinto que, secuestrando por la fuerza la voluntad del pueblo, y suplantando ilegítimamente su soberanía, pretendieron perpetuar sus decisiones más allá de su poderío personal despótico, frente al cual los socialistas hemos luchado constantemente”. 

Ese espíritu idealista republicano por la palabra y fiero defensor monárquico por los hechos que se fraguó en las negociaciones de la Constitución es el que se ha mantenido durante muchos años como forja del argumentario de Ferraz. Utilizando un término muy en moda actualmente, podríamos decir que el PSOE es republicano asintomático. Pero ya ni eso. El republicanismo en el PSOE no es más que folclore. Un adorno con el que mandar tuits el 14 de abril para parecer más rojillo. Pero a la hora de la verdad son el verdadero sostén de la monarquía. La Casa Real no sobreviviría sin el PSOE. Subsiste por ellos y el ‘Demérito’ les debe hasta el último euro de sus comisiones. Es el partido monárquico por excelencia, el que protege y cuida a su señor. El más efectivo de sus alabarderos. 
Pedro Sánchez ha comandado la labor del Gobierno para facilitar la huída del monarca y para defenderle ante la opinión pública. Aunque esta vez no hay posibilidad de desligar de manera efectiva al PSOE de esta maniobra de pervivencia de la monarquía ni ante sus bases, ni ante sus electores. Unirse de manera indecorosa a una institución cada vez más tóxica solo puede traerle infección por simpatía. 
El PSOE es monárquico, pero les falta valor y honestidad para reconocerlo. Hay tanto de republicanismo en el PSOE como de socialismo. 
Pero no perdamos la esperanza. Una mentira no se puede sostener mucho tiempo. La monarquía caerá, para conocer las circunstancias que han hecho que los Borbones hayan tenido que huir quedan grabadas en la historia, simplemente hay que leerla. Espero que llegado el momento el PSOE se largue con ellos. 

¡SALUD Y REPÚBLICA!