sábado, 15 de agosto de 2020

Observar la arquitectura



Decía Lao Tsé que “la arquitectura no son cuatro paredes y un tejado sino el espacio y el espíritu que se genera dentro”. 
Cabría preguntarse, entonces, ¿cómo distinguir lo verdaderamente arquitectónico de la simple construcción?
Es una pregunta que daría para una larga exposición profesional y este no es el cometido de este artículo. Simplemente se trata, bajo mi modesta aportación, que cuando alguien vea un edificio no vea sólo hormigón y ladrillos, sino que se pregunte su porqué, su razón de ser, su forma determinada… cuando esas cuestiones aparecen cualquiera está en disposición de poder ver la arquitectura como algo diferente.
Hay tres preguntas fundamentales que debemos hacernos cuando estamos delante de un edificio, ya sea una catedral gótica o una acrópolis griega o edificio vanguardista.

1) ¿Cuál es su finalidad general y particular?
2) ¿En qué contexto fue construido y cómo se relaciona con este?
3) ¿Por qué tiene una forma constructiva determinada?

Como decía al principio, creo que es un tema lo suficientemente interesante como para escribir un libro. La arquitectura es, como cualquier otra disciplina, para el que no se dedique a ella algo difícil de entender, de la misma forma que a mí me resultaría aburrido y complicado leer un artículo de medicina no pretendo que esto sea lo mismo. Por ello, trataré de razonar brevemente los tres puntos anteriores.
El primero sería ver ante qué edificio estamos: iglesia, vivienda, colegio, museo, fábrica y analizar si cumple su función y, sobre todo, si es práctico. Si su distribución ofrece una comodidad a aquellos que lo utilizan; no solamente de forma distributiva, también como nuestro cuerpo se adapta a ese edificio, si nos sentimos cómodos, si es algo cortés.
El segundo depende del contexto social en el que está construido. Este sería, quizá, el más complicado de entender, ya que aquí se podría hacer un recorrido por toda la historia, pero me centraré en dos periodos muy distintos y definidos.
Imaginemos el antiguo Egipto; las grandes estatuas en el valle del Nilo nos hablan de una sociedad donde imperaba la sumisión y la riqueza de la clase dominante era ilimitada. La arquitectura tenía que ser un reflejo de ello. 
En el Renacimiento las obras paradigmáticas son los palacios. Los órdenes de la antigua Roma y Grecia son el canon de composición. Los humanistas, como Leonardo Da Vinci, creían en el hombre universal y su alcance que parecía no tener límites. Era una sociedad que aspiraba a la belleza y el mecenazgo de los próceres ilustrados impulsaba las artes. El hombre se sentía seguro y era el centro de todas las cosas. La arquitectura es equilibrada, serena y elegante. Existe una armonía en sus formas.
En el tercero hablamos de una evolución de la sociedad. En la época de las antiguas civilizaciones los recursos eran la fuerza humana y toscos ingenios de madera. Se trabajaba a puro golpe de musculo. Los inmensos bloques de piedra eran arrastrados por ingentes columnas de parias que sólo tenían como horizonte el sobrevivir a tan magno esfuerzo. Las inmensas piedras, las excavaciones en su interior y bajo tierra, eran trabajadas a cincel y aunque se tenían conocimientos técnicos de cálculo, estos eran muy rudimentarios y los materiales muy uniformes. Las grandes piedras se colocaban en seco. Estas formas constructivas magnánimas y grandiosas respondían claramente a la técnica de que se disponía. 
En el siglo XXI, el que más conocemos, el hormigón y el acero juegan un papel sustancial en la construcción de los edificios. Junto con el vidrio son los materiales distintivos de la arquitectura actual. Es fácilmente reconocible cuando un edificio tiene menos de 30 años. En este apartado entra en juego la evolución de la sociedad.
En definitiva. Si nos ponemos a observar un edificio con detenimiento, haciéndonos las preguntas anteriores, es posible que conozcamos un poquito más el mundo que nos rodea.

2 comentarios:

Alba dijo...

Hola Marino

Después de conocerte he aprendido a ver ciertas cosas que antes no, ahora me fijo más y si, tienes razón, hay muchas diferencias, trataré de ser más detallista. Cada día se aprende algo nuevo.
Un abrazo

Marino Baler dijo...

Muchas gracias Dulcinea. Verás el mundo en el que vives de una forma distinta.

Besos