Cyrano tiene algo… es el verbo afilado… la ironía personificada… y la literatura bien estructurada.
Sí… si pudiera ser un personaje de cine sin duda que querría ser él, el Cyrano que interpretó magistralmente Gerard Depardieu.
Toda la película en sí es una obra de arte, con unos diálogos inolvidables.
Llevo un par de días recodando el fragmento del duelo entre Cyrano y Valvert. Es sencillamente sublime.
Valvert es limitado (digámoslo en tono cariñoso, limitadito), es decir, no da para más y se enfrenta a Cyrano sin ser rival para él a lo que el poeta, después de ridiculizarlo, acaba diciéndole…
“Poco más o menos esto dicho me hubierais si un poco más de ingenio y letras tuvierais. Más al parecer poco ingenio en la cuna recibisteis, y en cuanto a letras muy pocas tuvisteis. Sólo son siete, que forman la palabra ¡cretino!
Y si vuestro seso tuviese más tino yo no me hubiera lucido ante la galería provocando en la gente esta algarabía.
Si hubieses pronunciado una pequeña broma ingeniosa os juro que yo no habría dicho ni coma. Puedo ser muy gracioso, pero si alguien me irrita me pongo furioso”.
Hace un par de días he recordado que hace algunos años ‘A orillas del río Piedra me senté y lloré’.
Hasta Valvert sabría reconocer que aquel lugar es impresionante… y Cyrano esboza una sonrisa mientras piensa, irritado y con furia, ¡cretino!
Cyrano, en la escena final, pronuncia un monólogo impresionante…
“Sí, todo me lo quitaréis, el laurel y la rosa lleváoslos, pero me queda una cosa que me llevo, y esta noche cuando entre en la casa de Dios, brillará intensamente mientras diga mi adiós algo que inmaculado meceré en un arrullo y me lo llevaré para siempre, y es… mi orgullo”.
A pesar de Valvert… ¡Feliz cumpleaños reina avispa!