martes, 29 de diciembre de 2020

Otro más...



Dada mi costumbre de publicar los martes y los sábados, por lógica, esta será la última entrada de este año. Del mismo modo, por ser el día que es, podría servir la misma entrada que el año pasado por la circunstancia de acabar el año… aunque con matices, ya que no todos los años son iguales.
Suele ser habitual durante las últimas horas del año que la gente haga balance o decir eso de ‘año nuevo, vida nueva’. No creo que sea necesario ni una cosa ni otra. Mi vida será la misma cuando llegue el 1 de enero, el 2, 3, 4… Puede que cambie a lo largo del año porque tenga que hacerlo, pero no será ni el 1 de enero ni por ser otro año distinto.
Y, del mismo modo, hacer balance de lo que he hecho o he dejado de hacer sería una especie de costumbrista discurso borbónico durante la Nochebuena, carente de sentido, y, sinceramente, no le veo ningún sentido, cualquier momento del año es bueno para hacer una retrospección.
Hace un año en la última entrada escribí lo siguiente: “Lo que me importa es 2020… el futuro se presenta apasionante”. Tengo que decir que me equivoqué y este año no ha sido lo esperado. A estas alturas no es necesario contar las razones. Pero, por alguna razón que no acierto a descubrir todavía, sí que me da la sensación que este 2021 será bueno… y lo que escribí hace un año debería haberlo escrito este, pero seré cauto. Todo esto sea debido a que, en general, siempre me ha ido mejor en los años impares que en los pares… al menos mis mejores recuerdos son de años impares.
Este 2021, no sé… me da la sensación que será clave en muchos aspectos a nivel personal. En un año lo sabré.
En este año que queda atrás quizá quedó algo por pensar, decir o hacer… ahora ya no importa; como oraban a sus dioses los berserkers antes de entrar en batalla...

Por todo lo que debimos pensar y no pensamos. 
Por todo lo que debimos decir y no dijimos. 
Por todo lo que debimos hacer y no hicimos”. 

Nos leemos el año que viene.

sábado, 26 de diciembre de 2020

Un cuento de Navidad


Tengo recuerdos entrañables de las navidades de mi infancia y uno de ellos es cuando en vísperas del día de Nochebuena todos los años, en televisión, proyectaban la película ‘Un cuento de Navidad’, de Charles Dickens. 
Ahora hace años que no la hacen en ningún canal y también estuve muchos años sin poderla ver, aunque con esto de internet he vuelto a recuperar aquella tradición que me retrae a mi infancia, cuando mi hermana y yo nos poníamos delante de la televisión a ver esta película. 
Hay varias versiones de este cuento, realizadas en películas en distintas épocas y algunas es difícil encontrarlas. Los últimos años la que suelo ver es una versión de 2009 en dibujos 3D. 
Durante poco más de una hora y media vuelvo a ser un niño.
Os invito a recordar. 


jueves, 24 de diciembre de 2020

Una noche distinta



Esta es la misma entrada que puse hace un año, dos, tres, cuatro, cinco… y la misma que puse en esta fecha desde que comencé en el maravilloso mundo bloguero, allá por el cada vez más lejano enero de 2008. El día es el mismo, por eso creo que sirve. Un año más y los motivos son los mismos, como lo serán al año que viene y al siguiente, y al siguiente, y al siguiente… Sólo eso, al fin y al cabo, aunque no participe del folclore navideño, sí que creo que es una noche distinta.
Desde el año 97, el día de Nochebuena, siempre hago lo mismo; a las 8 de la tarde subo a la terraza de la casa de mis padres y enciendo una vela. No soy muy amante de la Navidad, pero sí que creo que esa es una noche especial. Tengo la suerte de haberla celebrado siempre en compañía de mi familia, por ello me siento afortunado, por poder estar con la gente que quiero. Pero también surgen otros sentimientos inevitables, como son el acordarme de mis seres queridos que ya no están. Por eso necesito un momento para acordarme de ellos en soledad. Justo es el momento en el que enciendo la vela. Me acuerdo, especialmente, de ellos y no puedo evitar la melancolía, esa que solamente se puede sentir en privado... y es que algunas cosas nunca cambiarán.
Después del primer recuerdo dedico mi luz a más gente; primero a personas que conozco y que comparten cualquier tipo de relación conmigo y después, muy especialmente, a gente que no conozco pero que existen. Y pienso en todos los que están lejos de casa por motivos de trabajo y esta noche no estarán con sus familiares, en aquellos que tienen que pasar la noche en un hospital, que tienen que dormir en un cajero, en un banco o en cualquier contenedor. En esas madres que desde sus países pensarán en sus hijos, lejos de casa; en aquellos lejos de sus países por cualquier motivo; en los que están de viaje; en aquellos que esta noche cenarán solos en casa porque no tienen familia u otros que, sencillamente, no podrán cenar; en todos aquellos que acabaron sus días lejos del hogar… como mi admirado poeta y en tantos más que se nos podrían ocurrir y que no por no nombrarlos están ausentes. Por todos ellos también enciendo la vela, para que su luz, al menos esta noche, no les haga sentirse tan solos. Que sepan que alguien, desde la distancia, se acuerda de ellos y sabe que existen. Nunca se sabe, quizá, alguna vez, tal noche como esta, yo pueda estar en alguna de esas situaciones y no tener a nadie cerca para poder compartirla.
Este año, como los anteriores, también les dedico esta canción y mientras enciendo la vela suena de fondo. Un canto a la paz y a la libertad nunca igualado, igual que os la dedico a todos los que pasáis por aquí.

Que paséis una buena noche.




Por primera vez en 24 años este año no será posible que pueda encender la vela en el mismo lugar que lo he hecho siempre, en casa de mis padres.
Este año, por primera vez en mi vida, no pasaré la Nochebuena en mi casa... los motivos son evidentes y no podré viajar.
Pero será lo único que cambie, porque allí donde esté, a las 8 de la tarde, haré que la vela alumbre por el mismo motivo como este último casi cuarto de siglo.

martes, 22 de diciembre de 2020

Micro XXIV


Tiempo... ese elemento efímero en la memoria.

sábado, 19 de diciembre de 2020

El Almendro no volverá este año


Siempre me ha parecido la semana antes de la navidad como unos días entrañables. 
Yo me iba de casa a finales de septiembre para comenzar el curso en la universidad y sabía que hasta navidad no volvería a casa. Quedaban por delante tres meses hasta volver a estar en mi tierra. 
La última semana, mis compañeros y yo, la tomábamos como unas mini vacaciones, pensando más en la vuelta a casa que en ir a clase y en los libros; además, a principios de diciembre teníamos los exámenes de la tercera convocatoria de alguna asignatura que hubiese podido quedar del curso anterior y nos tomábamos los días antes de irnos como un merecido descanso, ya que en navidades, aunque fuera periodo no lectivo, teníamos que estudiar para los exámenes del primer cuatrimestre, entre la última semana de enero y primera de febrero. 
Esa semana me quitaba el pequeño pendiente de diamante que llevaba en mi oreja izquierda, a fin de que el agujero se disimulase un poco, ya que mi padre, por decirlo finamente, no era muy partidario de que un hombre llevase pendientes. 
La noche de los jueves los universitarios solían salir (desconozco si esa costumbre sigue vigente) y ese último jueves, a modo de despedida, era un desmadre total. 
Ese mismo día, al salir de clase, acordábamos lo que cada uno llevaría y siempre quedábamos en nuestro piso para cenar, beber y luego, a eso de las 11 o 12, salir por los pubs y bares. Además de mis tres compañeros y yo, nos reuníamos unos 15 (todos de distintas partes de España)… sinceramente, no sé cómo cabíamos. 
Después de toda la noche cada uno llegaba al piso como podía y cuando nos levantábamos estaba todo hecho un desastre, recuerdo especialmente que el suelo se pegaba al pisarlo. Nos poníamos a limpiarlo con una resaca de mil diablos, comíamos algo y a las 3 de la tarde cogíamos un taxi que nos llevase a la estación para coger el tren, a las 3:30, que nos llevaría a Valencia, cargados con maletas y bolsas de libros. La resaca continuaba. 
El tren de Zaragoza a Valencia era una tortura, con máquinas de gasoil y vías de la primera mitad del siglo XX. Tardábamos casi seis horas con el consiguiente traqueteo. Llegábamos a Valencia a las 9 y a las 9:30 cogíamos el tren que nos llevaría a nuestro pueblo. Yo paraba en Alzira a las 10:15 y mis tres compañeros seguían hasta Játiva, unos veinte minutos más. 
Allí, cogía un autobús que me llevase al pueblo (la estación está separada) y, entre unas cosas y otras entraba en casa casi las 11:00 (afortunadamente la resaca ya había desaparecido). A mis padres no les había dicho a qué hora llegaría, por eso no estaban esperándome en la estación y en aquellos tiempos tampoco había móviles. 
Recuerdo que al llamar mi madre venía corriendo a abrir la puerta, abrazándome llorando y dándome besos… mi padre, mi hermana y Bel, un pequeño perrito que teníamos y que ya no está. Pero lo más entrañable era cuando me acercaba a besar a mi abuela. Ella no podía caminar y allí estaba en su mecedora, calentándose en la mesa camilla. Creo que ese era el momento más entrañable. De aquello ya han pasado entre veinte y casi treinta años.

*** 

Recuerdo que un año, creo que el segundo, volví con autobús y salí de Zaragoza a las 11 de la noche, ya que antes no había billetes. Llegué a Valencia a las 6 de la mañana, cogí un autobús que me llevase a la estación de trenes y seguí el proceso que he explicado anteriormente. Entré en casa casi a las 8 de la mañana. Hacía mucho frío. 
Ese sábado mi padre había ido a trabajar y le dije a mi madre si me acompañaba para verlo. Él trabajaba de mantenimiento en un almacén de naranjas. Llegamos allí y lo vi con otros compañeros sentados en cajones de madera, almorzando alrededor de una hoguera que habían encendido con cajones rotos. Me estremeció el corazón. Si yo estudiaba era porque mi padre madrugaba y pasaba frío todos los días. En ese momento me prometí a mi mismo que su esfuerzo no sería en vano. No podía defraudarlo. 

*** 

Todos recordaréis este anuncio… cuando hablaba con mi madre por teléfono desde el piso de Antonio y Rosario, unos vecinos que se preocupaban mucho por nosotros y que actualmente tienen ambos 92 años, me decía llorando que ya había visto el anuncio. “En unos días nos veremos”, le decía yo. 
Estos días previos a la navidad siempre han estado cargados de emotividad. Este año será totalmente distinto y ‘El Almendro’ no volverá a casa por navidad.


sábado, 12 de diciembre de 2020

El reino de Aragón



Los orígenes de Aragón se remontan a la época de Carlomagno, en el siglo IX, precisamente en el año 828, cuando un reducido territorio entre los valles de Canfranc y Hecho, que vivía a la sombra del Imperio Carolingio, pasó a denominarse Río Aragón, territorio independizado bajo el gobierno del conde Aznar I Galíndez, que sucedió al primer conde de Aragón llamado Aureolus, de origen franco. Este territorio estuvo tutelado en un principio por los mismos francos, pero poco a poco se fue acercando más al Reino de Pamplona, que se había creado 4 años antes, en el año 824, gracias a la combinación de fuerzas de Carlomagno y los Banu Qasi. 
Se puede afirmar que los orígenes de Aragón tienen que ver directamente con la resistencia cristiana (sobre todo franca) ante el expansionismo del islam en la península ibérica, que se había iniciado en el año 711. 
Podemos afirmar que los inicios de Aragón se remontan a la creación del Condado de Aragón, de creación franca, que luego pasó a manos del Reino de Pamplona, y sucesivamente al Reino de Navarra. El Reino de Navarra, no es más que la continuación del Reino de Pamplona. 
Pero lo que conocemos como Reino de Aragón no nace hasta el año 1035, gracias a la unión de los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza en la figura de Ramiro I, hijo natural pero ilegítimo de Sancho el Mayor, Rey de Pamplona. Ramiro nunca se hubiera convertido en primer rey de Aragón si no se hubiera peleado con su hermano García de Nájera, para crear una nueva dinastía, que finalmente consiguió, empezando por regir las rentas reales de Sobrarbe y Ribagorza. 
Aunque él nunca se autodenominó Rey de Aragón, realmente sí gozó de semejante status, visto que ejerció todas las partes de la potestas regia y se ganó el favor de condes, barones y señores aragoneses. Fue sin duda el que sentó las bases del futuro Reino de Aragón, asegurando la línea sucesoria, casándose con Ermesinda, hija de Bernardo Roger conde de Foix-Bigorra, en el año1036, así teniendo 4 hijos, de los cuales el varón, Sancho Ramírez, siguió la línea dinástica como Sancho I de Aragón (aunque más tarde llegó a ser ‘Sancho I de Aragón y V de Pamplona’ desde el año 1076). Ramiro I acabó con la tutela navarra de Aragón. A partir de aquí comenzaba un camino libre e independiente y en poco tiempo el Reino de Aragón acabó siendo considero estado occidental. 
La incorporación del reino de Pamplona en el año 1076 hizo que Pedro I ocupara las ciudades de Huesca y Barbastro, y como Sancho se había hecho vasallo anteriormente del Papa para poder avanzar hacia el territorio del sur (musulmán) con su consentimiento, se trasladaron las sedes episcopales de Jaca y Roda. Posteriormente, con las conquistas de Zaragoza, Tudela, Tarazona, Calatayud y Daroca por parte de Alfonso I el Batallador, el Reino de Aragón cambió radicalmente a mejor, pues ya no se trataba de un pequeño reino de montañeses alzados contra el invasor. Aquello estaba cogiendo forma de imperio, pero al no poder contraer matrimonio ni tener hijos (fracasó su intento con la Reina Leonesa Doña Urraca), prácticamente obligó a que el Reino de Navarra acabara apartándose por completo del Reino de Aragón, por culpa de un futuro incierto. El Batallador puso en su testamento que sus reinos serían heredados por las órdenes militares, lo que provocó a la nobleza, quienes eligieron a su hermano Ramiro II el Monje para el Reino de Aragón y a García Ramírez el Restaurador para el de Navarra, dividiendo su reino y poniendo fin a la historia conjunta entre Navarra y Aragón. Ramiro II el Monje casó a su hija Petronila con el Conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV. 
El primer monarca de la Corona de Aragón fue Alfonso II, hijo del Conde de Barcelona y de Petronila. Entre Alfonso II y el Rey Fernando II de León intentaron recuperar Navarra, pero Sancho VI de Navarra consiguió convencerles de lo contrario, estableciendo una tregua, por lo que los reyes de Aragón y León decidieron atacar a Castilla. Mediante la unión matrimonial del rey de Aragón con Sancha, tía de Alfonso VIII de Castilla, comenzó un período de paz entre reinos. En ese momento se buscaron otras alternativas expansionistas…
Primero con Jaime I El Conquistador, llamado así por haber ampliado la Corona de Aragón conquistando Mallorca, Menorca, Ibiza, Formentera e incluso Valencia. Posteriormente Pedro III el Grande conquistó Sicilia (satisfaciendo intereses mercantiles de los navegantes catalanes sobre las costas mediterráneas), dando paso a que Jaime II conquistara Córcega y Cerdeña. Aquí es cuando surge la figura del almogávar, infantería ligera aragonesa, algunos de los cuales intervinieron explícitamente en las disputas internas del imperio bizantino, llegando incluso a apoderarse de los ducados de Atenas y Neopatria, que fueron aragoneses hasta 1388. 
Muerto Martín el humano en 1410, los representantes parlamentarios de Aragón, Valencia y Cataluña se sentaron para crear lo que hoy conocemos como el principio de España o El Compromiso de Caspe, visto que eligieron como sucesor a Fernando I, miembro de la dinastía castellana de los Trastámara. La Casa de Trastámara fue la artífice de la convergencia de los reinos y de la unidad de España a finales del siglo XV. 
Tras esto, Alfonso V el Magnánimo conquistó Nápoles y comenzó a frenar el avance de los turcos hacia Europa, cuyo avance terminó en la batalla de Lepanto. Y es aquí cuando Juan II, que también fue Rey de Navarra y tuvo que repeler una insurreción en Cataluña, tras la que tomó la decisión más importante para la creación de España, casar a su hijo Fernando II de Aragón con la heredera del trono de Castilla, Isabel, matrimonio celebrado en 1469 en Valladolid. 
Con los Reyes Católicos se unifica la política exterior de ambas coronas y se comienza a formar uno de los imperios más grandes de la historia, en donde dicen, que ‘no se ponía el sol’…
La Corona de Aragón y sus instituciones fueron abolidas en 1716, sólo después de la Guerra de Sucesión española (1701-1714) por los decretos de Nueva Planta, emitidos por Felipe V de España. El antiguo régimen fue barrido, la administración se subsumió en la administración castellana, las tierras de la Corona se unieron formalmente con las de Castilla para formar legalmente un solo estado, el reino de España, en su camino hacia un gobierno centralizado bajo el nuevo Dinastía borbónica. 
Un imperio de casi seis siglos que nada tiene que envidiar a los existentes de la época: el imperio aragonés.


martes, 8 de diciembre de 2020

La batalla de Empel



Algunos lo atribuyen a un golpe de suerte y otros a una intervención divina. El caso es que el ‘Milagro de Empel’ o la ‘Batalla de Empel’ ocurrió los días 7 y 8 de diciembre de 1585, hoy hace 415 años, durante la Guerra de los Ochenta Años, en la que un tercio del ejército español, el Tercio Viejo de Zamora, comandado por el maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla, se enfrentó y derrotó en condiciones muy adversas a una flota de diez navíos de los rebeldes de los Estados Generales de los Países Bajos, bajo mando del almirante Felipe de Hohenlohe-Neuenstein.
En España la tradición católica ha considerado que la victoria fue gracias a la intercesión de la Inmaculada Concepción y por ello fue proclamada patrona de los Tercios Españoles, actual Infantería Española y es fiesta nacional en España el día 8 de diciembre. 
De acuerdo con las crónicas, el 7 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla, compuesta por unos cinco mil hombres, combatía en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal, bloqueada por completo por la escuadra del almirante Felipe van Hohenlohe-Neuenstein. La situación era desesperada para los españoles, pues, además del estrechamiento del cerco, había que sumarle la escasez de víveres y ropas secas. 
El jefe enemigo propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara: “Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos”. Ante tal respuesta, los holandeses recurrieron a un método utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio. 
En ese crítico momento un soldado del Tercio cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. 
Anunciado el hallazgo colocaron la imagen en un improvisado altar y el maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada. 
Esa noche se desató un viento completamente inusual e intensamente frío que heló las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante enemigo llegó a decir: “Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro”. 
Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia. 
No cabe duda que los españoles de la época no perdían ocasión para ver la intercesión divina en cualquier cosa… La batalla fue real y la victoria de los tercios también… referente a los motivos que pudieron influir en esa victoria cada cual que piense lo que quiera... yo los tengo claros. 


sábado, 5 de diciembre de 2020

El olvidado ejemplo de Cincinato


Cincinato recibe a los embajadores de Roma | Cuadro de Alexandre Cabanel (1843)

Vivimos en unos tiempos en los que se idolatra el éxito y el poder. Cuando alguien ha caminado por esa senda y por circunstancias deja de hacerlo esto se percibe como un demoledor fracaso. En estos tiempos quienes alcanzan el timón de mando se aferran a él como garrapatas. 
Los políticos suelen decir que ‘dimitirán en el caso de que no cumplan todo lo que han prometido’. No cabe duda que estas palabras son una cortina de humo, sacadas de manual, que quedan bien en cualquier mitin. 
Primero, porque se supone que las promesas van en función de un programa electoral y se supone que tiene toda la legislatura para poderlo hacer, esto son cuatro años; por lo tanto pasados los cuatro años es cuando tendrían que dimitir, pero no lo podrán hacer porque se convocan elecciones, por ello, lo más lógico, sería no volverse a presentar. 
Segundo, porque una vez alcanzado el poder se excusarán en ‘la herencia recibida’ por los que antes estaban o, en el mejor de los casos, en gobiernos de coalición cabrá la excusa de que ciertas propuestas no entraban en los acuerdos. 
Frente a esa obsesión de perpetuarse en el poder habría que ensalzar la elegancia de un gobernante que cedió el poder sin aferrarse al cargo: Lucius Quinctius Cincinnatus, conocido como Cincinato. 
Era un patricio que se había retirado a su granja asqueado de la situación política imperante. Pero en el 460 a. C., ante la petición del senado, regresó para resolver una amenaza contra los ecuos y volsos, pueblos vecinos de Roma. Le concedieron poderes absolutos, le nombraron dictador (aclara que en la época romana el concepto de dictador no tenía el sentido negativo que en la actualidad) y una vez consiguió derrotar a los enemigos de Roma renunció a todos los cargos y se retiró de nuevo a su granja despareciendo de toda vida pública. 
Doce años más tarde, cuando contaba con ochenta años de edad, volvieron a requerirlo para sofocar unas revueltas internas. Dejó sus tierras y al día siguiente se presentó en el senado que, como ya había hecho anteriormente, le concedió los máximos poderes. Resolvió las revueltas y dimitió y volvió a su granja hasta finalizar sus días lejos de toda vida política. Hoy en día algo así es impensable. Como curiosidad señalar que la ciudad de Cincinnati, en Estados Unidos, es llamada así en su honor. 
Hay personas que no saben hacer otra cosa que dedicarse a la política, comienzan afiliándose de jóvenes a un partido político y van medrando hasta conseguir asentarse. Recientemente leí que había un concejal que se vanagloriaba en un artículo escrito por él mismo de llevar más de treinta años en el ayuntamiento, bien en la oposición o en el equipo de gobierno. Está claro que quien no sirve para nada a lo único que puede dedicarse es a la política. 
El ejemplo de integridad y honestidad que dio Cincinato es la mayor dignidad y reconocimiento que pueda tener un político, por ello es algo que sólo ocurrió hace veinticinco siglos.

sábado, 28 de noviembre de 2020

Barrilete cósmico, ¿a qué planeta te fuiste?


La última vez que lloré por la muerte de alguien fue hace dieciséis años, en el tórrido julio de 2004 falleció mi abuela materna, mi último eslabón con la infancia. 
Desde entonces he conocido a gente que ha fallecido y he asistido a funerales, pero por ninguno he derramado una lágrima, porque el vínculo afectivo no era tan intenso como para ello. Pero el miércoles lloré por alguien que no conocía, el miércoles lloré por la muerte de Diego Armando Maradona. 
Yo, que soy un enamorado de Johan Cruyff, ni siquiera lloré cuando falleció el genio holandés; pero Maradona tenía algo especial que no tienen muchos futbolistas, por no decir ninguno: un terrible carisma. 
¿Cómo es posible que a alguien como él se le perdonase todo lo que hizo? Eso no tiene explicación. 
Se dice que Messi puede ser el quinto as de ese póker de jugadores a los que nadie se atreve a discutir (Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Maradona)… pero no sé… sin discutir la calidad de Messi creo que le falta algo para incluirlo en el mismo escalón que los anteriores; todos los adjetivos superlativos que se le dicen a Messi, tales como genio o D10S, ya se los han dicho antes a Maradona, por lo tanto, Messi no inventa nada… para mí tendría un pie en el segundo escalón y otro en el primero, algo, sin duda meritorio. 
Las jugadas de Messi, que no dejan de ser fantásticas, da la sensación que ya se han visto antes; es más, si hicieran la misma jugada ambos, por lo que sea, por algo que no se puede explicar, la de Maradona sería superior. El debate de si Messi está a la altura de Maradona o si es mejor lo perdió el jugador del Barcelona el pasado miércoles. Messi jamás llegará a la gente como lo hizo el Pelusa y, al fin y al cabo, son las personas (en este caso los argentinos en particular y los aficionados al fútbol en general) los que eligen a sus ídolos y, claramente, se han posicionado.
Mucho se ha escrito y se escribirá sobre el Diego… difícilmente podrá volver a existir alguien como él. 
Ha muerto un dios, ha muerto el fútbol. 
Como dijo Víctor Hugo Morales: “Gracias Dios por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas…” 

Barrilete cósmico, ¿a qué planeta te fuiste? 


sábado, 21 de noviembre de 2020

La madera, la bella incomprendida


¿Os habéis parado alguna vez a admirar la belleza de una simple jácena, pilares o vigas de madera con varios siglos de antigüedad? No cabe que son elementos con un fuerte poder reminiscente del paso del tiempo.


Hay varias particularidades de la madera que, aunque no las conozcamos, nos dan una idea de su grado de antigüedad. La primera de ellas es su textura fibrosa, con las vetas dispuestas en el sentido longitudinal, de manera que se percibe con claridad cómo absorbe los esfuerzos debidos a la flexión. Ésta textura se acentúa con el tiempo haciéndose más fibrosa aún, sobre todo si la pieza está expuesta al sol, puesto que los rayos ultravioleta degradan la capa del exterior. Igualmente, el color de la madera se va oscureciendo por el mismo motivo o tornando al gris plata si está a la intemperie. 
Otro de los aspectos estéticos vinculados a la antigüedad son las fendas, es decir, las grietas o aberturas que pueden aparecer en las piezas de madera. Estructuralmente son consideradas como un defecto, de manera que hacen bajar el precio de la viga en cuestión, dependiendo de su ubicación y dimensiones. Esta particularidad es un fenómeno hasta cierto punto inevitable teniendo su origen en la desecación del tronco una vez cortado, es decir, la eliminación de la humedad natural que el mismo posee. 
Desde que el árbol se tala, hasta que la madera alcanza un punto de equilibrio en su humedad interna sufre un lógico proceso de desecación que le hace perder volumen. El problema es que al estar constituida por fibras, esa pérdida de volumen no es igual en todas las direcciones del espacio, siendo más acusada en el sentido tangencial de los anillos de crecimiento, de manera que la grieta se produce longitudinalmente. Aun con todo, estos efectos estructurales no suelen ser graves y hoy en día el proceso de secado se hace bajo control, por lo que los problemas de este tipo se han minimizado. 
Hay una característica que también hace especialmente atractiva la apariencia de una viga y es la irregularidad en el corte, ya que en bastantes ocasiones, si no se trataba de un palacio o semejante, el acabado se realizaba con azuela, de manera que no quedaba una superficie perfectamente lisa, sino que poseía una ligera irregularidad en su geometría. Independientemente de esto, que no va más allá de un punto de vista estético, el acabado con un hacha o azuela siempre favorecía la durabilidad de las madera, ya que se separan las fibras entre sí, mientras que con una sierra las desgarra y resultan más vulnerables. 

Tipos de azuelas



No obstante, no cabe duda que en la actualidad, en pleno siglo XXI, no sabemos darle a la madera un verdadero uso estético. La belleza de una madera es la irregularidad que tiene, su aspecto y eso es algo que se ha perdido dando al empleo de este material un aspecto totalmente artificial, como piezas gigantes de un puzle. Se cortan y cepillan mediante maquinaria, se lijan o pulen, dándoles la mayor parte de las veces un acabado satinado mediante barnices al agua o ceras, con lo que resultan piezas perfectas. Y ahí está el desencanto… son tan perfectas que parecen de mentira y, de hecho, en ocasiones cuesta verdadero trabajo diferenciar una madera de una copia en poliuretano. A veces, antes de utilizar madera para las estructuras, algunos, deberían plantearse si realmente lo que quieren es madera.


sábado, 14 de noviembre de 2020

La catedral de Jaca


Necesito libertad. Esta maldita pandemia hace que tenga preso en un entorno que conozco de memoria con los ojos cerrados. 
Antes de todo esto, cada cierto tiempo, cuando quería olvidarme de todo y sentirme libre cogía el coche y me iba a visitar lugares. Solía llevar una libreta para tomar notas de aquello que veía y un bloc de dibujo, un lápiz y una goma. 
Me encantaba, por ejemplo, ir a Soria, sentarme delante de una iglesia románica y dibujarla. Salía un sábado por la mañana, por ejemplo, a las 8:00 y cuando llegaba, a las 9:30, pedía un café con leche en un vaso de plástico y me sentaba delante de la iglesia de Santo Domingo, San Juan de Rabanera o la concatedral de San Nicolás a tomar anotaciones y a dibujar, tal y como hace Peridis en el minuto 19:30… a las 12:00 iba a leer el periódico tranquilamente, que casi precedía a la comida y por la tarde daba un paseo o continuaba dibujando o anotando si no me había dado tiempo. Eso era la libertad. 
Pasar horas admirando una catedral es un placer del que estoy privado. 
Hay una catedral a la que siempre he querido ir, quizá porque es la catedral de un románico primigenio y soy un enamorado de ese estilo, el románico más puro... pero por distintos motivos nunca lo he hecho, nunca he ido, imagino que será por eso que decimos todos: ya habrá tiempo. Pero no, a veces no lo hay. 
Hoy quería ir, de una u otra forma necesitaba salir y he recordado un programa que hace tiempo vi en televisión: La luz y el misterio de las catedrales. Como no he decidido ‘ir’ a Jaca. Quizá no sea la última vez que haga una escapada. Las catedrales tienen algo que no tiene ningún otro edificio. Emocionan.



sábado, 31 de octubre de 2020

La Santa Compaña



La leyenda sobre la Santa Compaña es una tradición que ha permanecido en la cultura tradicional gallega con el paso de los siglos y de la que aún quedan rastros, como los cruceiros en los cruces de caminos (unas cruces de piedra decoradas, en ocasiones, con figuras tétricas, como calaveras). La Santa Compaña es, en la mitología popular gallega, una procesión de muertos o ánimas en pena que por la noche (a partir de las doce) recorren errantes los caminos, los bosques, las cercanías de una parroquia o un pueblo.
Lo tétrico de su procesión es que visitan todas aquellas casas en las que en breve habrá una defunción. Además de Santa Compaña también es conocida en gallego como ‘a procesión das animas’ o simplemente ‘Compaña’. 
La versión más extendida del aspecto de la Santa Compaña es la formada por una comitiva de almas en pena, vestidas con túnicas negras o sudarios y capucha que vagan durante la noche con los pies descalzos. Cada fantasma lleva una vela encendida y su paso deja un olor a cera o incienso en el aire. Además de estas visiones hay otras leyendas que dicen que se nota un frío intenso siempre que aparece, además del olor y el sonido de cadenas como que también se dice que los fantasmas son como una niebla. 
La procesión va encabezada por una persona viva (mortal), el cual precede a la procesión y que bien puede ser hombre o mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o una santa. 
Se cree que quien realiza esa «función» no recuerda durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, y únicamente se podrá reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento. No les permiten descansar ninguna noche, por lo que su salud se va debilitando hasta enfermar sin que nadie sepa las causas de tan misterioso mal. Son condenados a vagar noche tras noche hasta que mueran u otro incauto sea sorprendido (al cual el que encabeza la procesión le deberá pasar la cruz que porta). 
Caminan emitiendo rezos (casi siempre un rosario) cánticos fúnebres y tocando una pequeña campanilla y a su paso, cesan previamente todos los ruidos de los animales en el bosque. Los perros anuncian la llegada de la Santa Compaña aullando de forma desmedida y los gatos huyen despavoridos. 
Se dice que no todos los mortales tienen la facultad de ver con los ojos a ‘La Compaña’, únicamente los niños a los que el sacerdote, por error, los bautiza con los óleos de los difuntos. Igualmente, se cuenta que la luctuosa procesión transporta un ataúd en el cual hay una persona dentro, la cual puede ser incluso la persona que sufre la aparición siendo su cuerpo astral el que está en el ataúd. 
Cuando más suelen aparecer es en la Noche de Difuntos, así que esta noche se podrá comprobar si es sólo una leyenda. 



sábado, 24 de octubre de 2020

Herguijuela del Campo



Por mi formación académica y profesional tengo -lo que para mí es una ventaja, pues proporciona un abanico más amplio de percepción- la capacidad de analizar de una forma más particular aquellos lugares en los que me encuentro. Ello me permite poder interiorizar de una forma totalmente aséptica el lugar que visito. 
Durante el último puente de octubre he estado ¡por fin! en Herguijuela del Campo (Salamanca), el pueblo de mi amiga Virginia aunque, para ser exacto, es el pueblo originario de su madre. Digo ¡por fin! porque después de diez años he conseguido que me invitase y, lo que es más sorprendente, no se lo pedí yo, me lo ofreció ella. 
Conocía cosas del pueblo que me contaba… un pueblo pequeño, con pocos habitantes… cuya fuente económica principal es la ganadería, ya que está rodeado de grandes extensiones de fincas con vacas… no tiene bar… casas de piedra, en las que el granito ocupa un lugar predominante… Con esas pequeñas pinceladas uno ya puede hacerse idea de cómo puede ser ese pequeño lugar enclavado en la Salamanca profunda (y esto no lo digo en tono despectivo). 
Alguna vez he escrito que mi ilusión es vivir en un pueblo perdido de Teruel o Soria, en el que alejarme de todo lo que ahora me rodea y de lo que por razones obvias no puedo desprenderme en estos momentos. Por lo tanto, para mí, ir a Herguijuela suponía un pequeño paréntesis en mi vida normal. 
Los parajes con los que me voy encontrando llegando al pueblo no causan ninguna sorpresa, ya que son los esperados, salvo el asombro de quien hace años que no ve una vaca. 


Lo bueno de tener una idea preconcebida de un lugar es que se puede hacer una comparativa respecto de un patrón, para valorar si ese lugar es como lo que habíamos imaginado, mejor o peor. 
Desde el punto de vista urbanístico es un núcleo que cumple con el estereotipo de pequeño pueblo castellano: calles estrechas y con quiebros muy pronunciados que desembocan en amplios espacios (plazas) y, algo muy característico, la iglesia ésta en un lugar visible. En los pueblos la iglesia solamente podía estar en dos lugares: si la población era grande se ubicaba en el centro geográfico del pueblo, ese era el punto sobre el que giraba la vida de los habitantes, y si el pueblo era pequeño en la periferia, cerca de un camino principal que pasase por el pueblo y visible para que los viajeros y/o peregrinos pudieran parar a descansar. Otros caminos de salida y entrada al pueblo únicamente tienen salida a los prados de vacas, señal inequívoca de la fuerte relación que siempre ha tenido con el sector ganadero. 


Arquitectónicamente me parece que es un pueblo que no ha sabido mantener su esencia. Sí, hay construcciones en piedra, pero abundan las casas de nueva construcción o aquellas en las que a la envolvente se le ha echado un proyectado de mortero para tapar la piedra y luego pintarse; eso me parece una calumnia, pues están ocultando la verdadera esencia de esa construcción. Esas casas podrían estará ahí como en Murcia, ya que rompen con la verdadera idiosincrasia del pueblo; son casas artificiales para un lugar que no necesita impostar su naturalidad. 
Las edificaciones de piedra que podríamos considerar originales se limitan a algún cobertizo medio en ruinas, con vigas de madera y que atestiguan un pasado mejor. 
No obstante, también hay casas de piedra que han sido rehabilitadas y que pueden dar una ligera idea de lo que pudo ser en otros tiempos. Pero creo que han sido demasiado trabajadas, como una suerte de estilo rococó que ha querido llevar la restauración de la piedra hasta el extremo y que ha conseguido el efecto contrario, es decir, convertirlo en una caricatura, no sólo por lo estrictamente constructivo, sino también analizando su carpintería. 
Resumiendo. Como urbanismo me parece que es un ejemplo fantástico de población pequeña que no ha perdido su espíritu y que se ha sabido mantener. El único ‘pero’ que le podría poner es la pavimentación de las calles, hechas con hormigón. Pero, repito lo que he dicho al principio, yo iba con una idea preconcebida del pueblo y esperaba encontrarme alguna calle de tierra y, por qué no, alguna gallina suelta, quizá una idea un poco naif de lo que es un pueblo. 
Arquitectónicamente creo que el pueblo ha perdido su espíritu poco a poco y que ha vivido tiempos mejores; posiblemente debido a que la gente emigraba y cuando volvía al pueblo quería traer las cosas de la ciudad, quería compaginar la comodidad de la ciudad con la tranquilidad del pueblo y, cuidado, eso, a veces, es una simbiosis muy difícil de conseguir. No cabe duda que en este sentido, constructivamente, los tiempos gloriosos del pueblo quedaron lejos. 
No obstante, como he dicho al principio, el análisis que aquí he escrito es debido a mi formación, sin entrar a valorar si está bien o si está mal, simplemente he sido un notario que ha reflejado lo que ha visto sin entrar en otras valoraciones, para las que haría falta un mayor conocimiento del lugar y un análisis más extenso. Un pueblo es lo que quieran sus habitantes que sea y eso no es ni bueno ni malo, es lo que es.
Por momentos podía cerrar los ojos e imaginar cómo sería aquello hace 50, 60, 70… años. La piedra guarda muchos recuerdos y, en ocasiones, hay que tocarla y sentirla para saber lo que cuenta… esos viejos cobertizos tienen mucho que decir. Y despertar, levantar la persiana y ver vacas es algo que creo que difícilmente podré olvidar. No cabe duda que Herguijuela del Campo es un pueblo en el que poder encontrar algo de lo que en estos tiempos andamos escasos, paz y tranquilidad y, ¿quién no iba a querer algo así?
Y, finalmente, tengo que decir que me sentí muy cómodo durante los dos días que estuve y muy agradecido por el inmejorable trato recibido por parte de mis anfitriones. Muchas gracias.

martes, 20 de octubre de 2020

Hoy también fue 20 de octubre



Hay fechas que quedan grabadas en una generación entera. El 20 de octubre de 1982 es una de ellas. Hoy hace 38 años. 
Ese día reventó el pantano de Tous y mi pueblo, Alzira, y otros de la comarca de la Ribera Alta y Ribera Baja sufrieron la mayor inundación que se recordaba en cien años. 
Recuerdo ese día como si fuera hoy mismo. El día estaba nublado pero no llovía y mi hermana y yo fuimos al colegio como un día normal. Yo iba a 3º de EGB y ella a 1º. 
A las 10:30 de la mañana entró en clase D. José Félix, el director del colegio, y dijo estas palabras: “Todos a casa que el río se va a salir”. Rápidamente recogimos las cosas y salimos. Yo busqué a mi hermana y los dos juntos salimos del colegio. Ya se veían muchos coches de padres que iban a por sus hijos. Mi hermana y yo íbamos a casa cogidos de la mano, cuando a mitad camino nos encontramos con nuestro padre andando que iba a buscarnos (vivíamos a diez minutos del colegio). 
Fuimos a casa y de allí ya no salimos, hasta que por la tarde recuerdo que salí con mi tía y mi prima, que vivían en el piso de abajo y fuimos a ver el río. Estaba lleno de gente viendo cómo iba creciendo y creciendo. Mi madre fue a casa de mis abuelos maternos y trajo a mi abuela al piso (vivíamos en un segundo) y luego el volvió y con mi abuelo se dedicaron los dos a ir subiendo cosas al primer piso (mis abuelos vivían en una casa que es planta baja, primer piso y terraza). 
Tengo algunos recuerdos de esa tarde, como que cuando salí con mi tía a la calle y nos cruzamos con Salvador (Saboret), un hombre soltero, de 70 años, que no creyendo que el río saldría se acostó a dormir como si nada ocurriera y lo encontraron a los 5 días entre el barro ahogado. 
A las 7:15 de la tarde el pantano reventó, a las 7:45 llegó a la central eléctrica y se fue la luz en todo el pueblo… a las 8 el agua ya empezaba a inundar la ciudad. En las zonas más bajas los niveles alcanzaron hasta los seis metros. 
Donde yo vivía entró medio metro en el primer piso y mis tíos y primas subieron a mi casa. Mis abuelos paternos estaban en su casa con el hermano menor de mi padre… y mi padre y mi abuelo pasaron 3 días en la terraza sin comer, allí entró un metro en el primer piso y como no esperaban esa cantidad de agua no pensaron en subir comida. 
Recuerdo la noche del 20 al 21 y los días sucesivos. Son recuerdos de un niño que tenía 8 años y que jamás se olvidarán. 
He encontrado este vídeo que se hizo por el trigésimo aniversario. Está en valenciano y en castellano, no obstante, las escenas de aquellos días se entienden perfectamente. 

sábado, 10 de octubre de 2020

Jesús Quintero con José Saramago


Cuando veo entrevistas como esta me pregunto… ¿qué aspiraciones tiene la gente joven? 


sábado, 3 de octubre de 2020

Piratas al ataque


Si el Marino de hoy, 3 de octubre de 2020, hablase con el Marino del 3 de octubre de 2010, 2015, incluso 2018 sobre política se respetarían su opinión, pero en absoluto se pondrían de acuerdo. Que yo me he caído del caballo, como Saulo, es algo de lo que ya he hablado. Estoy asqueado de la política. Hace tiempo, creo que desde antes del verano, que no veo noticias en la televisión, escuchar hablar a la derecha y a la supuesta izquierda da asco. 
La poca vergüenza que está teniendo este Gobierno con los ciudadanos de este país, pero en concreto con los empresarios (grandes y pequeños) es algo que los que estamos en el mundo laboral; aquellos que tenemos que pagar nóminas y Seguridad Social mensuales e IRPF e IVA trimestrales no olvidaremos. 
Con ese halo de falsa supremacía con el que esta falsa izquierda suele hilvanar sus discursos, desde el primer momento de este estado de alarma, se ha castigado al empresario. Se prohíben los ERTEs, se prohíbe el despido, se prohibía la actividad aunque suponga la ruina absoluta. Se les exige que paguen los impuestos y en las fechas que corresponde, sin moratorias, ni facilidades. 
Las empresas no trabajan, pero sí han de pagar, sueldos, seguridad social, cuotas de autónomos e impuestos. En ningún momento he visto un mínimo de sensatez en este Gobierno de darse cuenta de que la mayor parte de las empresas no son multinacionales con millones de beneficios, sino que hay muchas pequeñas empresas que subsisten con su actividad diaria. Entre ellas los autónomos y PYMES que generamos empleo y queremos seguir haciéndolo, porque de nosotros dependen otras familias. Todos los empresarios no son negreros que explotan al trabajador. Ni todos los empresarios quieren someter a sus trabajadores a riesgo de contagios. El 31 de marzo, sin que les temblara el pulso, cayó el recibo de autónomos y los gastos de seguridad social llegaron puntuales. No hubo redención, ni paliativos. 
La estocada fue certera. 
España es un país potente (la cuarta economía de Europa) no por sus políticos ni por las leyes que se inventan; lo es porque los autónomos, las PYMES y grandes empresas no paramos de trabajar para que estos políticos saqueen, como piratas con parche en el ojo, loro en el hombro y pata de palo, el cofre del tesoro que vamos generando con nuestro trabajo. 
Lo que no mate el coronavirus lo matará el Gobierno. 

martes, 29 de septiembre de 2020

Miedo


Esta entrada podría ser la segunda parte de la anterior, cuando ya hemos tomado una decisión y tenemos miedo de llevarla a cabo.
A veces el miedo nos paraliza y siempre habrá una justificación para no hacer aquello que sería la mejor opción; es el motivo que tratará de buscar alternativas para no liberarnos, siempre habrá una excusa a la que aferrarse... y, entonces, nada cambiará.
Imagino que, hasta cierto punto, es comprensible… ¿quién no ha sentido miedo alguna vez?
La primera vez cuesta derrotarlo, pero las siguientes ya no supone ningún problema.
Y entonces seremos invencibles.

El miedo es como la familia, que todo el mundo tiene una. Pero aunque se parezcan, los miedos son tan personales y tan diferentes, como puedan serlo todas las familias del mundo.
Hay miedos tan simples como desnudarse delante de un extraño.
Miedos con los que uno aprende a ir conviviendo.
Hay miedos hechos de inseguridades. 
Miedo a quedarnos atrás. 
Miedo a no ser lo que soñamos, a no dar la talla. 
Miedo a que nadie entienda lo que queremos ser. 
Hay miedos que nos va dejando la conciencia. 
El miedo a ser culpables de lo que les pasa a los demás.
Y también el miedo a lo que no queremos sentir, a lo que no queremos mirar, a lo desconocido. Como el miedo a la muerte. A que alguien a quien queremos desaparezca.
Y hoy he escuchado a un tal Punset en la tele, un señor encantador que decía que “la felicidad es la ausencia de miedo”. 
Y entonces me he dado cuenta de que últimamente, yo ya no tengo miedo.
No es malo tener miedo, lo malo es dejar que el miedo domine tu vida; porque entonces no tendrás vida, solo miedo.
Librarse del miedo es como quitarse la ropa delante de alguien, a veces cuesta, pero cuando empiezas lo único que tienes que hacer es seguir.
Sin dudar.
Y, de repente, te das cuenta de que el miedo ya no te pertenece.
Ha desaparecido.
Como esa ropa que un día dejas de usar”.


sábado, 26 de septiembre de 2020

Sí o no


Sí o no. Yo de pequeño creía que nosotros no existíamos, simplemente formábamos parte del sueño de un gigante. En el momento en el que el gigante despertase todo desaparecería. 
No importa la situación actual en la que uno se encuentre, pues es increíble la facilidad que hay para que todo tu mundo se derrumbe en apenas un instante. Es increíble como una decisión errónea de dos minutos es capaz de tambalear los cimientos de toda una vida. 
Hay un fragmento del Quijote que tiene una lectura oculta. Cuando trasladan a los galeotes, antes de ser liberados por don Quijote. El fragmento es el siguiente: 

A este pecador le dieron tormento y confesó su delito, que era ser cuatrero, que es ser ladrón de bestias, y por haber confesado le condenaron por seis años a galeras, amén de doscientos azotes que ya lleva en las espaldas; y va siempre pensativo y triste porque los demás ladrones que allá quedan y aquí van le maltratan y aniquilan y escarnecen y tienen en poco, porque confesó y no tuvo ánimo de decir nones. Porque dicen ellos que tantas letras tiene un no como un sí”. 

Muchas veces, ante situaciones que pueden tener repercusión en el futuro, he recordado este pasaje… las mismas letras tienen el no que el sí. 
Sí, no… sí, no… sí, no… sí, no... sí, no…
Cualquier opción puede ser la acertada. En términos generales no creo que uno u otro tenga connotación positiva o negativa, depende de la situación concreta.
Siempre he sido de analizar y después actuar, antes que actuar y luego analizar; quizá, por ello, pienso que el tiempo (no me refiero a días, semanas, meses o años, a veces, incluso segundos o minutos pueden ser importantes) es el mejor aliado para tomar, con total seguridad, la decisión acertada. Simplemente hay que mantenerse firme hasta que llegue.

sábado, 19 de septiembre de 2020

Somos culpables



Hace un tiempo que me propuse no hablar de política. No por nada, sinceramente, porque he llegado a la conclusión de que es inútil. En otros tiempos a mí me faltaba tiempo para ir a una manifestación o ir desde Zaragoza a Madrid un domingo a pedir firmas en la Puerta del Sol, en pleno centro de Madrid, contra la monarquía y por un referéndum republicano… hoy no. Hoy veo a aquel Marino de hace diez o quince años con cierta ingenuidad. 
Hay cosas que no van a cambiar nunca de una forma pacífica y no, no estoy pidiendo una rebelión ni una revolución… si lo hiciera mañana mismo ya estaría sentado delante de un juez… simplemente digo que las cosas no van a cambiar por sí solas. 
¿Quiénes son los responsables de que esto no cambie? Como dijo V:

¿Cómo sucedió esto? ¿Quién tiene la culpa? Algunos son más responsables que otros y tendrán que rendir cuentas. Pero, la verdad, si buscan al culpable sólo necesitan mirarse al espejo.

Sí, nosotros somos los responsables, porque nos hemos acostumbrado a que las cosas sean así; que la justicia sea lenta, que haya grandes colas en la Seguridad Social, que la administración tarde el tiempo que le dé la gana para responder… de todo ello tenemos la culpa nosotros. ¡Ah! Pero que no sea al revés… que no nos pasemos un día de pagar los impuestos, que no nos pasemos un día de pagar cualquier recibo porque, de lo contrario, ya somos tratados, poco menos, que como delincuentes fiscales, aunque nuestra conducta haya sido intachable hasta ese momento. 
Reconozco, y los que siguen este blog lo saben, que yo estaba ilusionado con Podemos. Por un tiempo volví hace diez o quince años cuando creía que las cosas podían cambiar. Iluso. Nada va a cambiar. Y yo, como soy libre para dar mi opinión y no le debo fidelidad a ningún partido lo puedo decir. Sí, en aquel momento pensaba que sí y hoy me doy cuenta de que me he equivocado. Mi voto no es cautivo ni tengo que tragar diga lo que diga el partido. 
En este país nunca cambia nada, nunca pasa nada y todos se amparan bajo esa prostituta a la que llaman ‘democracia’. 
Recuerdo cuando cierto político de mi pueblo, por cierto parentesco familiar, llamó hace diez años por teléfono a mi padre, en plan Brigada Político Social de los tiempos franquistas, para decirle que yo no escribiese lo que escribía, ¡a mi padre! Como si yo tuviese diez años y mi padre fuera a castigarme sin cenar esa noche… Cuando yo hablé con él me dijo algo así como: “Cuidado con lo que escribes, porque sabemos quién eres”… En aquel momento no niego que tuve cierta inquietud, no obstante le contesté que él no tenía que decirle nada a mi padre y que si tenía que decir algo que me lo dijese a mí. Hoy, simplemente, me reiría, le diría que no me molestase y le colgaría, sin más, un minuto duraría la conversación… evidentemente seguiría escribiendo lo que me apeteciera. 
No quiero desviarme, simplemente reflexionar. Nada va a cambiar en este país. Con la derecha ya sabemos lo que tenemos y con la supuesta izquierda… el PSOE es lo que es, ahí está su historia y alguna vez he escrito sobre ello… el resto de partidos del ámbito de la izquierda van a venir a vendernos la ilusión hasta que puedan comprarse un chalet en Galapagar. 
Esto sólo se soluciona de una forma pero, por desgracia, V es simplemente un personaje de ficción.



sábado, 5 de septiembre de 2020

Necesidad de silencio

 


Así comienza el ‘Desiderata’: 

Camina plácidamente entre el ruido y la prisa, 
y recuerda la paz que se puede encontrar en el silencio”. 

Vivimos en la civilización del ruido. Ruido de coches, de máquinas en fábricas, de obras en la calle, de aparatos en casa, de palabras en terrazas nocturnas y diurnas, ruidos de altavoces, de conciertos, en el fútbol y en discotecas… convivimos con toda clase de ruidos infernales. No es extraño que vayamos quedándonos sordos a edades cada vez más tempranas y nos pongamos nerviosos e irritables, porque el bullicio produce estrés. 
Tenemos gran necesidad de silencio. El silencio es el lugar donde podemos estar con nosotros mismos, conscientes de nuestra interioridad. Silencio exterior y silencio interior, éste es mucho más difícil de lograr, porque implica hacer desaparecer nuestras voces internas, pensamientos, presentimientos e ideas sobre el pasado o el futuro. Conviene silenciar primero el cuerpo para después no pensar nada, dejar la mente en blanco y simplemente contemplar; sólo en el silencio se puede dar el encuentro con uno mismo, como lo hicieron profetas bíblicos forjados en el desierto (lo que ellos llamaban ‘Dios’) y los místicos de ayer y de hoy. 
Quizá en la civilización futura se valore más el silencio y lleguemos a un estado de calma y paz tan anhelado por todos.

martes, 25 de agosto de 2020

Organizando mi pasado estudiantil




Estoy apurando mis últimos días de vacaciones en casa de mis padres, de hecho mañana ya vuelvo a Zaragoza para volver a la rutina diaria.
Desde el día 14 que llegué me propuse firmemente descansar y no trabajar, aunque, inevitablemente, he tenido que estar pendiente de algunas cosas.
Tengo una habitación, una especie de buhardilla, que servía para estudiar. Allí es donde tengo el ordenador y estanterías con libros, una biblioteca particular en la que tendré unos 200 libros y además, tengo un par de estanterías más con archivadores y carpetas de libros y apuntes de cuando estudiaba.
Como las tardes las solía pasar en casa me he dedicado a ordenarlo todo. Los libros de lectura, más o menos, acabé rápido; pero lo que más me ha costado han sido los apuntes. Tenía libros de todos los cursos y en cajas de cartón folios y libretas con resúmenes que hacía. He encontrado dibujos que ni recordaba haber hecho; exámenes que después de hechos el profesor los ponía en reprografía para que los comprásemos; los primero cálculos de estructuras; apuntes de matemáticas y las odiosas ecuaciones diferenciales, que tanto me costaron aprobar; cálculos de instalaciones; el libro de hormigón, que tantos dolores de cabeza daba… en fin, todos (o la mayoría) de los apuntes que se hacen cuando uno está estudiando.
Lo he vuelto a ordenar y a guardarlo de nuevo en sus cajas. Es probable que no lo utilice jamás, creo que al principio, cuando acabé de estudiar, sí que eché mano de ellos unas tres o cuatro veces, pero nada más. La normativa que se utilizaba cuando estaba en la universidad para realizar cálculos y el CTE (Código Técnico de la Edificación) han cambiado; tampoco se dibuja a mano, como hacíamos nosotros y, ni mucho menos, con rotring (la de veces que me he manchado rellenando el cartucho). En definitiva, en 20 años los tiempos han cambiado una barbaridad. Viendo lo que yo estudiaba y como se trabaja hoy en día, siento curiosidad por saber cómo serán las clases en una escuela de arquitectura, qué asignaturas tendrán y cómo se las enseñarán. Por ejemplo, no se hacen los planos a tinta ni con plantillas, ni cálculos de estructuras o instalaciones con tablas y calculadora (como me enseñaron a mí), tampoco las mediciones y presupuestos se hacen a mano, ya que hay programas para ello. No sé, me surgen muchas dudas al respecto.
Después haber terminado de arreglarlo todo me sentí un poco aliviado. Confieso que jamás he sido un excelente estudiante, de esos que luchaban por sacar matrícula de honor, pero jamás he sido perezoso para hacerlo, es decir, yo me tomaba el estudio como un trabajo y cuando había que hacerlo tenía muy claro que no podía perder el tiempo en otra cosa, si tenía que estudiar estudiaba y para mí no había otra cosa. Ya he contado en otras ocasiones como eran aquellos tiempos.
Pero ahora, pasado el tiempo, no creo que volviese a estudiar otra carrera. Siempre he querido hacer historia y no lo descarto, pero eso de someterme a la presión de un examen y dedicarle unas horas es algo que, de momento, no me planteo. Si vuelvo a estudiar algo que sea como yo quiera y sin presiones; me daría lo mismo sacarme una, dos o tres asignaturas. Al fin y al cabo, para mí, a estas alturas de mi vida y sin ninguna necesidad de hacerlo cara a un futuro, estudiar debe ser un placer y nunca una obligación.

martes, 18 de agosto de 2020

sábado, 15 de agosto de 2020

Observar la arquitectura



Decía Lao Tsé que “la arquitectura no son cuatro paredes y un tejado sino el espacio y el espíritu que se genera dentro”. 
Cabría preguntarse, entonces, ¿cómo distinguir lo verdaderamente arquitectónico de la simple construcción?
Es una pregunta que daría para una larga exposición profesional y este no es el cometido de este artículo. Simplemente se trata, bajo mi modesta aportación, que cuando alguien vea un edificio no vea sólo hormigón y ladrillos, sino que se pregunte su porqué, su razón de ser, su forma determinada… cuando esas cuestiones aparecen cualquiera está en disposición de poder ver la arquitectura como algo diferente.
Hay tres preguntas fundamentales que debemos hacernos cuando estamos delante de un edificio, ya sea una catedral gótica o una acrópolis griega o edificio vanguardista.

1) ¿Cuál es su finalidad general y particular?
2) ¿En qué contexto fue construido y cómo se relaciona con este?
3) ¿Por qué tiene una forma constructiva determinada?

Como decía al principio, creo que es un tema lo suficientemente interesante como para escribir un libro. La arquitectura es, como cualquier otra disciplina, para el que no se dedique a ella algo difícil de entender, de la misma forma que a mí me resultaría aburrido y complicado leer un artículo de medicina no pretendo que esto sea lo mismo. Por ello, trataré de razonar brevemente los tres puntos anteriores.
El primero sería ver ante qué edificio estamos: iglesia, vivienda, colegio, museo, fábrica y analizar si cumple su función y, sobre todo, si es práctico. Si su distribución ofrece una comodidad a aquellos que lo utilizan; no solamente de forma distributiva, también como nuestro cuerpo se adapta a ese edificio, si nos sentimos cómodos, si es algo cortés.
El segundo depende del contexto social en el que está construido. Este sería, quizá, el más complicado de entender, ya que aquí se podría hacer un recorrido por toda la historia, pero me centraré en dos periodos muy distintos y definidos.
Imaginemos el antiguo Egipto; las grandes estatuas en el valle del Nilo nos hablan de una sociedad donde imperaba la sumisión y la riqueza de la clase dominante era ilimitada. La arquitectura tenía que ser un reflejo de ello. 
En el Renacimiento las obras paradigmáticas son los palacios. Los órdenes de la antigua Roma y Grecia son el canon de composición. Los humanistas, como Leonardo Da Vinci, creían en el hombre universal y su alcance que parecía no tener límites. Era una sociedad que aspiraba a la belleza y el mecenazgo de los próceres ilustrados impulsaba las artes. El hombre se sentía seguro y era el centro de todas las cosas. La arquitectura es equilibrada, serena y elegante. Existe una armonía en sus formas.
En el tercero hablamos de una evolución de la sociedad. En la época de las antiguas civilizaciones los recursos eran la fuerza humana y toscos ingenios de madera. Se trabajaba a puro golpe de musculo. Los inmensos bloques de piedra eran arrastrados por ingentes columnas de parias que sólo tenían como horizonte el sobrevivir a tan magno esfuerzo. Las inmensas piedras, las excavaciones en su interior y bajo tierra, eran trabajadas a cincel y aunque se tenían conocimientos técnicos de cálculo, estos eran muy rudimentarios y los materiales muy uniformes. Las grandes piedras se colocaban en seco. Estas formas constructivas magnánimas y grandiosas respondían claramente a la técnica de que se disponía. 
En el siglo XXI, el que más conocemos, el hormigón y el acero juegan un papel sustancial en la construcción de los edificios. Junto con el vidrio son los materiales distintivos de la arquitectura actual. Es fácilmente reconocible cuando un edificio tiene menos de 30 años. En este apartado entra en juego la evolución de la sociedad.
En definitiva. Si nos ponemos a observar un edificio con detenimiento, haciéndonos las preguntas anteriores, es posible que conozcamos un poquito más el mundo que nos rodea.

martes, 11 de agosto de 2020

Antonio Machado: el poeta que sacó los colores a Soria y a Castilla


De vez en cuando, entre tanta porquería que se publica en la prensa, uno se encuentra con pequeñas joyas que no se pueden perder en la red, que merecen ser conservadas y leídas de vez en cuando… un paréntesis que da sosiego en una vida de estrés y rápida, en la que saborear lecturas como esta es como un oasis en medio de un desierto.
Una entrevista a Manuel Sánchez Encabo, presidente de la Fundación Española Antonio Machado, en el diario Soria Noticias.

***

Antonio Machado: el poeta que le sacó los colores a Soria y a Castilla

Boda de Antonio Machado y Leonor Izquierdo, 30 de julio de 1909

Cuentan las malas lenguas que en una ocasión le hablaron a Borges sobre Antonio Machado, y que el argentino respondió con esa sorna suya, más cercana a la mala leche que a la indiferencia: “Ah, no sabía que Manuel tenía un hermano”. Y vaya si lo tuvo. La infancia de Machado era un patio de Sevilla que le marcó inexorablemente durante toda su poesía hasta el día del juicio aquel, en Francia, en el que le encontraron unos versos en el bolsillo. Se enamoró de la parte más seca y hueca del país, a la que se dirigió con ese superpoder cohesionador, que solo los hombres humildes atesoran. No nos lo merecemos, a Antonio. Nunca lo hicimos.
Si alguna vez han leído versos del poeta, sabrán que o se sale de ellos como si la vida hubiese salido a recibirles, o se sale de ellos a grieta limpia. En ningún caso ileso. Pero esto lo sabe mejor Manuel Núñez Encabo, presidente de la Fundación Española Antonio Machado, que desde esta organización lucha porque el poeta tenga el lugar que se merece en el mundo de los mortales. Los triunfos de esta fundación, de un tiempo a esta parte, han sido el reconocimiento del poeta como símbolo universal de la humanidad por la UNESCO y los premios nacionales Antonio Machado. Los objetivos: que el poeta sea considerado héroe nacional por combatir por la democracia y un monumento en la plaza Mariano Granados, para demostrar ante cualquier escéptico, que el centro de la cultura en Soria es Antonio Machado. 

Machado estuvo en Sevilla hasta que cumplió 8 años, pero en 1833 nombraron a su abuelo profesor en la Universidad Central de Madrid y toda la familia se mudó a la capital, ¿qué supuso para él su traslado a Madrid a tan pronta edad? ¿habría sido una persona diferente si hubiese seguido en Sevilla? 
Fue con su hermano Manuel y con su abuelo, los tres tenían una gran amistad y esto no supuso ninguna cuestión negativa para él. De hecho, todo lo contrario: le aporta el conocimiento de una nueva dimensión muy distinta a Andalucía y Sevilla, que son lugares con características muy propias. Se acostumbraron muy fácilmente a Madrid. La capital le abrió los ojos a una nueva realidad más interna, con características muy singulares y muy distinta a su patio de Sevilla. Si hubiese seguido en Sevilla habría sido un poeta absolutamente distinto. 

Cuando Machado era joven no existían aficiones como Netflix, el trap ni TikTok... ¿cómo se divertía el autor cuando era un adolescente? 
Su entretenimiento era sobre todo cultural. Su abuelo, que había sido rector de la Universidad de Sevilla, era paisajista. De aquí viene su amor hacia la naturaleza. Era un aficionado a los libros ilustrados y le gustaba leerlos, y contemplarlos. Imágenes del agua, la naturaleza, las fuentes, etcétera. Precisamente eso es lo que le hace seguir y llegar a publicar una obra como ‘Campos de Castilla’, en 1912. 

Tengo entendido que también le gustaba mucho el teatro. De hecho, él hizo sus pinitos como actor…
Sí, sobre todo con su hermano Manuel. La afición por esta disciplina hizo que al final ambos, juntos, escribiesen varias obras de teatro, también muy relevantes para la literatura. Machado apreciaba toda la cultura, también el teatro, el escenario, ver moverse a los artistas. Pero hizo poco como actor, era muy introvertido. Eso le gustaba más a Manuel. Machado era muy ‘desde adentro hacia afuera’. Por eso también le gustó Castilla, porque las gentes aquí no exteriorizaban mucho sus emociones. No son muy efusivas, pero sus sentimientos son muy fuertes por dentro. 

A Machado le conceden una cátedra para ser profesor de francés en el, ahora, Instituto Antonio Machado. En esa época, Soria seguía siendo la capital más pequeña de España. Tenía 7.000 habitantes. Viniendo de sitios como Paris o la Madrid bohemia, lugares con tanta vitalidad y tan cosmopolitas, ¿por qué elige Soria como destino? 
Él solicitó varios destinos y uno de ellos, el menos solicitado, era Soria. No lo hizo por ningún motivo en especial. Fue el que le tocó para venir a dar clase. Además, como comentas, la plaza era para dar clases de francés. No de literatura, que era lo suyo. 
Francia para él fue muy importante y también la cultura francesa. En realidad, Soria fue la lotería de su vida. El descubrimiento de un paisaje y un paisanaje nuevo. El Duero sobre el que tanto escribió y cómo no, encontrar el amor de Leonor. 

Pasar de un estilo de vida en un sitio como Madrid o París, a un Soria del 1900, cuyo entretenimiento se reducía a pasear, debe suponer un cambio abismal en el estilo de vida del poeta, ¿cómo le afecta? 
Sí, efectivamente ese cambio de vida, de tertulias en Madrid, de estar con gente más cercana, se redujo a pasear. Pero a él le apasionaba. Le entusiasmaban sus paseos solitarios, porque es cuando podía observar con detenimiento a las personas y a la madre naturaleza. Hay que tener en cuenta que es el único poeta que escribe un libro dedicado a la naturaleza en verso (‘Campos de Castilla’). El único. El poeta, desde lo local, desde los campos de Soria, intenta hablar de la naturaleza como un concepto más global. Una naturaleza que también habla de las personas que viven en ella y que la sufren, pero a su vez también la protegen. 

Por otro lado, su ideología era muy distinta a la que había mayoritariamente en Soria. Era feminista y, en palabras del autor, “detestaba al clero”. 
Sí, Machado rompe los esquemas que había en Soria y en Castilla. Él solía decir que reconocía la superioridad de las tierras pobres del Alto Duero que ‘en lo bueno y en lo malo supera a las demás gentes’. En Soria había una cerrazón y Machado venía de una cultura muy abierta. Él rompió con lo que era la provincia, totalmente. Él respetaba profundamente a la mujer y era una persona laica. Aunque no era antirreligioso, era un librepensador. 

A día de hoy en Soria nos sentimos orgullosos de la huella del poeta. Sin embargo, en algunos versos de Machado, él mismo reconoce que se le llama “hereje y masón”. ¿A Machado se le quiso en Soria durante su estancia? 
Bueno, digamos que convivía con las personas. Iba mucho a El Casino y hablaba sobre cultura. Pero no recibía rechazo en Soria, como tal. Se le respetaba. Desde sus alumnos en el instituto hasta en la capital, porque él era muy respetuoso. No tuvo ningún enfrentamiento. Siempre intentaba comprender a todas las personas. Era muy abierto y muy plural. Por eso criticaba la mentalidad cerrada de la época en Castilla y Soria. Ese ‘prototipo’ de persona castellana en ese momento, cerrada en sus propias costumbres. Un claro ejemplo era ‘La tierra de Álvargonzález’, el cómo asesinan a su padre. Eso era Soria, era España: por las herencias se mataba. Era terrible y él lo contaba. 

Lo que está claro es que hoy en día se le valora más en la capital de lo que se le valoraba en vida…
Sí, claro, lo que él prefería de Soria era la superioridad espiritual que, como comentábamos antes ‘en lo bueno supera y en lo malo, también’. Naturalmente, para los que vivían en Soria Machado no era el prototipo de persona. No era la persona más importante, ni la más querida. Ni mucho menos. Era alguien que respetaba a todo el mundo, independientemente de su forma de pensar. 
Hubo una polémica cuando él estaba en París, porque redactó unos escritos en la prensa de Soria donde hablaba de las tierras de Castilla. Comentaba que por aquí “pasa la sombra de Caín”. Luego tuvo que rectificar porque se produjo un revuelo en la provincia y su amigo José María Palacio tuvo que explicar que el poeta no estaba hablando de Soria, sino de España. 

Machado conoce a Leonor cuando ella tiene trece años, porque es hija de su patrona en Soria, ¿cómo se enamora de ella? 
Machado nunca se había enamorado y de hecho, solo se enamoró una vez y para toda la vida. Y se enamora de ella porque él sabe ver a las personas. Le llama la atención lo que valen. Era muy coherente. Se fija en la hija de su patrona y la ve como una niña con mucha vitalidad. Algo que a él le faltaba. Leonor para él era la imagen de la vida. Su sonrisa, hablar con ella, su naturalidad… Todas esas virtudes hacen que se enamore de ella. La sublima como poeta. Los valores de Leonor hacen que él se entregue totalmente. 

Pero Leonor, al fin y al cabo, era una niña de 13 años y tenía 15 cuando se casaron, edad que para la época seguía siendo muy joven…
Para él, el amor era una grandiosidad. En sus últimos días de vida reconoce que su corazón ‘está donde ha nacido, no gracias a la vida; sino al amor, cerca del Duero’. Para un poeta el amor es algo sublime y él lo encuentra en una persona a la que respeta y con la que convive. Machado no era una persona ni mediocre ni vulgar. Descubre el amor, que para un poeta como él, va mucho más allá de lo que nosotros podamos entender. 

Se habla también de una relación posterior con la poeta Pilar de Valderrama, conocida como ‘Guiomar’. La llamaba “mi musa” y se presentaba ante sus ojos como “tu poeta”. Al menos, así lo revela su correspondencia encendida, publicada por Concha Espina en los 50 ¿Quién fue el amor de su vida? 
Esos son los infundios que se están describiendo últimamente. No tiene nada que ver. El poeta conoció después a otras personas, pero su amor fue de Leonor y ese sentimiento permanece con él hasta el fin. Leonor hasta el último día. Siempre le fue fiel, aunque conociese a otras personas como ‘Guiomar’, con la que compartía afinidad y sentimientos, pero no amor. 

En este momento en el que el debate de separar al autor de la obra está encima de la mesa, gracias a acontecimientos como el movimiento #Metoo, ¿en el caso de Machado podríamos separar la obra del autor con tanta facilidad? Parece complicado al ser un poeta que bebía tanto de sus vivencias a la hora de escribir
No, en el caso de Machado no se podría separar la obra del autor. Machado es muy consecuente, no engaña nunca en sus hechos y en sus dichos. Lo que escribe es lo que hace. Eso es el poeta. El Machado ejemplo de la plenitud, de una persona llena de coherencia. Eso le cuesta la muerte en Colliure. A Machado no podríamos separarlo nunca de su obra. 

Tras Soria, Machado volvió a Baeza, después Segovia y más tarde se exilia a Francia, donde finalmente muere y encuentran en su bolsillo un papel, con los versos “estos días azules y este sol de la infancia”. Según varios análisis, con esos cielos azules el poeta se está refiriendo al cielo de Soria, al cielo de su vida con Leonor aquí. ¿Usted cree que es lo que quiere plasmar en esos versos? 
No, yo creo que en esos versos Machado se refiere a su vida en Sevilla. Colliure está al lado del mar, es un sitio de sol y agua, hay que conocerlo. Esos versos se refieren a su nacimiento y su infancia. Él va a morir, pero se acuerda de Sevilla.