martes, 8 de diciembre de 2020

La batalla de Empel



Algunos lo atribuyen a un golpe de suerte y otros a una intervención divina. El caso es que el ‘Milagro de Empel’ o la ‘Batalla de Empel’ ocurrió los días 7 y 8 de diciembre de 1585, hoy hace 415 años, durante la Guerra de los Ochenta Años, en la que un tercio del ejército español, el Tercio Viejo de Zamora, comandado por el maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla, se enfrentó y derrotó en condiciones muy adversas a una flota de diez navíos de los rebeldes de los Estados Generales de los Países Bajos, bajo mando del almirante Felipe de Hohenlohe-Neuenstein.
En España la tradición católica ha considerado que la victoria fue gracias a la intercesión de la Inmaculada Concepción y por ello fue proclamada patrona de los Tercios Españoles, actual Infantería Española y es fiesta nacional en España el día 8 de diciembre. 
De acuerdo con las crónicas, el 7 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla, compuesta por unos cinco mil hombres, combatía en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal, bloqueada por completo por la escuadra del almirante Felipe van Hohenlohe-Neuenstein. La situación era desesperada para los españoles, pues, además del estrechamiento del cerco, había que sumarle la escasez de víveres y ropas secas. 
El jefe enemigo propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara: “Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos”. Ante tal respuesta, los holandeses recurrieron a un método utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio. 
En ese crítico momento un soldado del Tercio cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. 
Anunciado el hallazgo colocaron la imagen en un improvisado altar y el maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada. 
Esa noche se desató un viento completamente inusual e intensamente frío que heló las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante enemigo llegó a decir: “Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro”. 
Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia. 
No cabe duda que los españoles de la época no perdían ocasión para ver la intercesión divina en cualquier cosa… La batalla fue real y la victoria de los tercios también… referente a los motivos que pudieron influir en esa victoria cada cual que piense lo que quiera... yo los tengo claros. 


2 comentarios:

Benja dijo...

En aquella época los españoles éramos algo y encima nos hacíamos respetar. Y para los que se juegan la vida como aquellos españoles, era importante creer que había alguien o algo muy por encima del ser humano a quien podían pedir protección. Y hoy lo seguimos haciendo porque al final es un acto de fe, creer en algo que no ves pero sientes que está ahí.

En las batallas por el control Manila, tres galeones, una galera y cuatro bergantines, neutralizaron el ataque de una flota neerlandesa muy superior en efectivos, compuesta por diecinueve buques de guerra, divididos en tres escuadrones. La flota holandesa sufrió graves daños durante el ataque, lo que les obligó a retirarse con muchas bajas, y abandonar el plan de invadir Filipinas.
La victoria contra los invasores neerlandeses se atribuye tradicionalmente en Filipinas a la intercesión de la Virgen María dando lugar al nombre de Nuestra Señora de La Naval de Manila. El 9 de abril de 1652, las victorias en las cinco batallas navales fueron declaradas un milagro por la Archidiócesis de Manila después de una minuciosa investigación canónica, resultando en las centenarias festividades de Nuestra Señora de La Naval de Manila.

Marino Baler dijo...

Y la hazaña de Blas de Lezo o la de 'los últimos de Filipinas'... Episodios dignos de ser conocidos y de los que cualquier país se sentiría orgulloso como parte de su historia.
La que comentas la desconocía, buscaré sobre ella.