sábado, 28 de diciembre de 2013

Y al final... siempre hay un final


No sé si este será mi último post del año, depende de las ganas que tenga de escribir o de dónde esté el próximo martes. Por si acaso, aprovecho para desear, como todos los años, que volvamos a encontrarnos en este mundo virtual sin que falte nadie, aunque, por desgracia, en este mundo bloguero cada vez quedemos menos. El resto de deseos son los típicos que ya van aparejados a éste y seguro que se repetirán muchas veces en estos días.
Parece que en vísperas a la defunción del año en vigor haya que añadir la coletilla “la última vez de este año que…” para a los pocos segundos decir eso de “año nuevo vida nueva”. En mi caso, aunque suene típico, así es.
Llega un momento en que hay que romper, es necesario alejarse y correr en la dirección opuesta rompiendo los lazos que uno mismo se había creado. Desnudarse de una forma física y moral… sentarse… sentirse… sólo así podemos adquirir la suficiente perspectiva para ver que lo que duele y turba no depende realmente del contexto en el que se encuentre, si no del contexto en el que haya decidido encontrarse.
Recuerdo una serie de los años 80 titulada ‘Autopista hacia el cielo’. En ella, Michael Landon era un ángel que adoptaba la forma humana, ayudaba a la gente y cuando consideraba que ya había hecho su trabajo se iba, desaparecía… ya no tenía ningún sentido. Es fácil imaginar el dolor que producía a aquellos que había ayudado cuando tenía que despedirse, pero creo que nadie se ponía en la piel del ángel y comprendía su dolor por hacerlo.
El prolongar las situaciones mucho más tiempo del debido es algo innecesario, ya que alguien puede salir dañado. Cuando se toma una decisión tiene que ser firme; levantarse y caminar es decisión propia, de nadie más, sólo uno mismo.
En ocasiones me han tachado de hierático. No creo que sea cierto, simplemente soy una persona, creo, que piensa bien las cosas, analiza los pros y los contras y no se lanza a la aventura por el simple hecho de tener un subidón de adrenalina. El vivir aquí y el ahora no debe ir reñido con pensar las cosas y ver las posibles consecuencia de los actos. Es posible que me cueste tomar decisiones, pero cuando lo hago acepto las consecuencias sin rechistar… tiempo he tenido para pensar. Es una dicotomía que te obliga. ¿A quién le hago caso a la cabeza o al corazón? Soy racional y, por tanto, casi siempre acaba imponiéndose lo que tengo sobre mis hombros y el interior de mi pecho izquierdo sufriendo. No sé lo que pasaría si fuera al revés... es algo que nunca sabré. Ahora, la cabeza aplaca al corazón y éste no puede evitar huir y crearse una realidad paralela o, mejor dicho, una realidad que es ficticia. En favor de mi cabeza tengo que decir que si alguna vez el corazón ha impuesto su ley los posibles daños han sido mayores.
Por todo ello, decido comenzar una nueva vida y dejar atrás otras cosas; otras que incluyen a gente que si bien han formado y siguen formando una parte muy importante de mi vida, hoy por hoy, creo que mi presencia en sus vidas puede suponer, precisamente, todo lo contrario de lo que decía antes, es decir, continuar, en cierta forma, atado a algo que impide levantarse y caminar por uno mismo, con todas las consecuencias; quién sabe si algún día, después de mucho tiempo, lo caminos vuelven a converger…
En la partida no se puede mirar atrás. Los recuerdos forman parte del presente.
Al final, quizá sea cierto que hay una autopista, aunque no sea hacia el cielo, pero llega un momento en que se acaba. Llega un momento en que hay que caminar solo. Así es y tiene que ser. Es lo mejor. Si no fuera así, si todo diera igual nada tendría sentido y a mí también me duelen las cosas, siento y padezco. Si ciertas cosas no me importasen creo que viviría sumido en la falsedad. En ocasiones, el acertar las cosas no es sinónimo de algo bueno. Con el tiempo seremos algo más que recuerdos. Os deseo mucha suerte y felicidad, no sólo en este año nuevo, sino para siempre.



Esta última línea es para ti. Así te digo adiós y mi conciencia quedará más tranquila.

martes, 24 de diciembre de 2013

Una noche distinta



Esta es la misma entrada que puse hace un año y, también, la misma de hace dos, tres, cuatro… y cinco. El día es el mismo, por eso creo que sirve. Un año más y los motivos son los mismos, como lo serán al año que viene y al siguiente, y al siguiente, y al siguiente… Sólo eso, al fin y al cabo, aunque no participe del folclore navideño, sí que creo que es una noche distinta.
Desde hace quince años, el Día de Nochebuena, suelo hacer siempre lo mismo; a las 8 de la tarde subo a la terraza de la casa de mis padres y enciendo una vela. No soy muy amante de la Navidad, pero sí que creo que esa es una noche especial. Tengo la suerte de haberla celebrado siempre en compañía de mi familia, por ello me siento afortunado, por poder estar con la gente que quiero. Pero también surgen otros sentimientos inevitables, como son el acordarme de mis seres queridos que ya no están. Por eso necesito un momento para acordarme de ellos en soledad. Justo es el momento en el que enciendo la vela. Me acuerdo, especialmente, de los familiares que no están y no puedo evitar la melancolía, esa que solamente se puede sentir en privado y es que algunas cosas nunca cambiarán.
En esos momentos, después del primer recuerdo, dedico mi luz a más gente; primero a gente que conozco y que comparten culaquier tipo de relación conmigo y después, muy especialmente, a gente que no conozco pero que existen. Y pienso en todos los que están lejos de casa por motivos de trabajo y esta noche no estarán con sus familiares, en aquellos que tienen que pasar la noche en un hospital, que tienen que dormir en un cajero, en un banco o en cualquier contenedor. En esas madres que desde sus países pensarán en sus hijos, lejos de casa; en aquellos lejos de sus países por cualquier motivo; en los que están de viaje; en aquellos que esta noche cenarán solos en casa porque no tienen familia u otros que sencillamente no podrán cenar; en todos aquellos que acabaron sus días lejos del hogar… como mi admirado poeta y en tantos más que se nos podrían ocurrir y que no por no nombrarlos están ausentes. Por todos ellos también enciendo la vela, para que su luz, al menos esta noche, no les haga sentirse tan solos. Que sepan que alguien, desde la distancia, se acuerda de ellos y sabe que existen. Nunca se sabe, quizá, al año que viene, tal noche como esta, yo pueda estar en alguna de esas situaciones.
Este año, como los anteriores, también les dedico esta canción. Un canto a la paz y a la libertad nunca igualado, igual que os la dedico a todos los que pasáis por aquí.

Que paséis una buena noche.



sábado, 21 de diciembre de 2013

El PP sí que cumple



Ahora nadie podrá decir que el Partido Popular no cumple con lo prometido. A fe que es cierto, con la Ley del Aborto que ha aprobado el Gobierno de Mariano Rajoy se materializa, aunque sea difícil de creer, una de las promesas electorales del PP.
Sólo se podrá interrumpir el embarazo en dos supuestos: violación, hasta las 12 semanas, y grave peligro para la salud física o psíquica de la madre, hasta las 22 semanas y siempre y cuando lo acrediten dos especialistas ajenos a la clínica en la que se practique el aborto. Por lo tanto, no se permitirá, como ocurre ahora, en caso grave de malformación del feto, a excepción de que esa malformación sea incompatible con la vida y, al mismo tiempo, un grave riesgo para la salud psíquica de la madre (sí, un poco retorcido).
El derecho a abortar se puede considerar como una de las grandes conquistas de las mujeres, si las tratamos a estas como colectivo. Es decir, el papel de la mujer, en tiempos pasados, siempre ha estado subyugado a decisiones masculinas y esta opción de interrumpir el embarazo ha sido un gran avance en la ruptura de sus cadenas. Repito, hablo de derecho, no de obligación. Que exista una Ley del Aborto no obliga a las mujeres; simplemente les da la opción de decidir. Con esta nueva ley, bajo mi punto de vista totalmente misógina, que ha aprobado el PP, eso no ocurre.
Personalmente creo que hay muchas razones para que una mujer decida abortar y tras todas esas razones lo que hay latente es una planificación de su futuro. Podremos estar de acuerdo o no con esas razones, pero son suyas y, por tanto, su decisión.
La posición política y moral de la derecha es bastante caprichosa. Su mensaje ‘pro-vida’ es contradictorio con su práctica ‘pro-muerte’ en un país donde casi una cuarta parte (el 21’6 % de la población) se encuentra por debajo del umbral de la pobreza. Por ejemplo, un Gobierno que aprueba el ‘medicamentazo’, ¿qué defensa hace de la vida? Ninguna, simplemente elige quien tiene más posibilidades de vivir y quien no, en este caso aquellos que puedan pagarlo.
Pero lo más contradictorio de todo es que obliguen a las mujeres a tener descendencia en caso de malformaciones físicas o psíquicas y, al mismo tiempo, estén recortando en Sanidad y, lo que es más execrable, retirando las ayudas de la Ley de la Dependencia al mismo tiempo que obligan a parir futuros dependientes.
El aborto es un derecho y eso es, precisamente, lo que la Iglesia tradicional y esta derecha retrógrada no han podido soportar.
Sin duda alguna es un paso atrás. Las mujeres que tengan recursos económicos podrán abortar con total libertad en el extranjero, tal y como ocurría en los tiempos del franquismo. Las mujeres que no puedan costeárselo se tendrán que ver obligadas a interrumpir su embarazo en la clandestinidad, con todos los riesgos que ello pueda suponer.
Así pues, el Gobierno adquiere el derecho de obligar a dar a luz a todas aquellas mujeres que no cumplan los supuestos autorizados, aunque no compartan esa opinión.
Acabo igual que empiezo. La derecha está cumpliendo con su ideario político. Empezaron con la Ley de Seguridad Ciudadana, que cercena la libertad de expresión e información. Ahora le ha tocado a la Ley del Aborto, que prácticamente elimina el derecho de la mujer a decidir. ¿Qué vendrá luego? ¿La persecución de la homosexualidad? Aquí que vayan con cuidado, porque incluso ‘sus propios armarios están llenos’. Para adivinar el siguiente paso habrá que hacer retrospectiva histórica de lo que ha sido tradicionalmente la derecha en este país.
Espero que no se cumpla el poema de Niemöller y cuando vengan a por mí… no sea tarde.

martes, 17 de diciembre de 2013

Cosas de la democracia



Me repugna una palabra, la palabra ‘democracia’ cuando es nombrada por los políticos. No hace falta decirlo en un tono más alto ni más alterado. Una palabra ultrajada y continuamente prostituida, todo ello para hacernos creer que sus actos están justificados por el bien común.
La democracia, tal y como su nombre indica, significa ‘poder del pueblo’ y es aquí, precisamente, donde se desvirtúa y se malinterpreta. Podríamos decir que ya nace errada desde el momento en que se pretende aplicar. Cuando se dice “poder del pueblo”, ¿a qué pueblo nos referimos? Evidentemente a cualquier persona física que forme parte de ese conjunto. Ahora bien, ¿es eso lo deseable? ¿Es provechoso y beneficioso que cualquiera pueda optar al poder?
Si dicen que los gobernantes son el reflejo del pueblo es que hay algo que va mal, muy mal en esta sociedad. En nuestra sociedad, nuestros políticos son mediocres y en muchas ocasiones faltos de un currículum académico y profesional que les capacite para el cargo que ejercen. Pero… esa es la democracia que tenemos. Quizá a nivel local se ve mucho más claro que a nivel provincial. En muchas ocasiones, tenemos en nuestros pueblos y ciudades alcaldes y concejales que no saben escribir, no saben hablar, no han pasado de la EGB o del BUP… pero que ocupan un cargo público con responsabilidad por el simple hecho de haber tenido la magnífica idea de un día afiliarse a un partido político y hacer la pelota al cabeza de lista para que lo incluya en las próximas elecciones. Duro o no esa es la realidad política que tenemos.
Primero fue Platón y luego Ortega y Gasset quienes plantearon un ‘Gobierno de aristócratas’, pero no aristócratas con el concepto que podamos tener, ellos abogaban por un gobierno de ‘aristoi’, es decir, los mejores. Los mejores en cada cargo que fueran elegidos para las tareas de gobierno. Estar gobernados por gente preparada y capaz que sepa tomar decisiones… y eso, también es democracia. Por ello, habría que regular los mecanismos de control democrático y las vías de participación ciudadana en los entresijos del poder, o sea, un gobierno de tecnócratas (gente especialista en materias que van a legislar) que nos e perpetúe en el poder y que democráticamente podamos elegir a otros.

Una vez, al plantearle esto a una persona me preguntó – entonces, si yo no tengo estudios, ¿no podría dedicarme a la política?
Mi respuesta fue rotunda – no.
Y volvió a insistirme – ¿Y qué tipo de democracia es esa? ¿Qué tipo de sistema es ese que no deja que cualquiera pueda acceder a gobernar?
Yo le contesté – Imaginemos que yo no he terminado la EGB porque no me ha gustado estudiar, pero me afilio a un partido político y después de unas elecciones en las que mi partido gana me asignan el cargo de director de hospital. Ahora imaginemos que he terminado la carrera de Medicina, me he afiliado a un partido político y después de unas elecciones en las que mi partido gana me asignan el cargo de director de hospital. ¿Cuál de los dos casos preferirías?
El segundo, evidentemente – me contestó sin dudar –
¿Por qué – le pregunté – si ambos han sido elegidos democráticamente?
Sí, pero no es lo mismo. El segundo está más preparado – me respondió.
Veo, que lo has entendido, creo que no hacen falta más explicaciones – concluí.

Lo que quiero decir es que no todo vale en democracia y no cualquiera vale en democracia para gobernar. Mientras estemos gobernados por iletrados con un expediente académico que avergonzaría a cualquiera no podremos hacer nada. En mi pueblo hay varios concejales de esos; verdaderos indigentes culturales que los oyes hablar y te avergüenzas de ellos… pero es lo que tiene esta democracia; cualquier inútil (es decir, no útil para un cargo) puede ocuparlo; a cualquiera le llaman hoy en día ‘don’. Mientras algunos nos lo hemos tenido que ganar por el esfuerzo de los años y tenemos una certificación que lo acredita otros se lo han ganado por pagar una cuota a un partido. Cosas de la democracia.

martes, 10 de diciembre de 2013

Regalitos



Estamos en diciembre y se acerca la Navidad, mes de regalos por tradición; probablemente todo un problemón.
Creo que muchas veces los regalos se hacen bajo una cierta presión de tener la obligación de regalar algo. Ejemplo: es el cumpleaños de alguien y hay que regalarle algo, pero el qué. Se acerca Navidad o Día de Reyes y también, ¿qué se puede regalar?
Lo bueno que tienen los regalos es que quien los recibe siempre es correcto, es decir, esboza una sonrisa, dice que le gusta y luego da las gracias. No falla, eso ya viene de fábrica. Por lo tanto, el que regala siempre quedará bien, al menos aparentemente. Porque, seamos sinceros, a todos nos gusta que nos regalen algo más que la intención, ya que no es solamente lo que cuenta.
Así, a bote pronto, se me ocurre el regalo más absurdo que me ha hecho. Fue hace años y era un despertador con forma de gallo. La primera impresión fue que era original, la alarma era un ‘kikiriki’ que sería capaz de despertar a mis vecinos del tercero (y yo vivía en el primero). Pero el puñetero gallo tenía un problema y es que hacía un ruido impresionante al pasar el segundero y yo necesito silencio absoluto cuando voy a dormir. Lo tuve encendido dos noches, ya que a la tercera le quité las pilas y lo guardé en su cajita (que tenía forma de gallinero). Cuando la persona que me lo regaló venía a mi casa yo buscaba una excusa para ir a la habitación sacar el gallo, ponerle las pilas y dejarlo en la mesilla de noche. Sí, un regalo absurdo, aquí era todo intención. Al final el puñetero gallo murió (no de afonía), me cayó al suelo y la cresta fue por un lado, el pico por otro y las patas más allá. Menos mal...
Yo, para recibir regalos soy muy simple, me sirve cualquier versión del libro de don Quijote (comparado con el gallo hay un abismo); cualquier otro libro me sirve, pero con el Quijote es como comprar el número de lotería sabiendo que te va a tocar. Para regalar yo a alguien… pues no sé; creo que si un regalo se hace fuera de fechas siempre es más efectivo que si se hace porque se tenga que hacer. Además, eso de regalar porque te hayan regalado suele ser un desastre.
Así pues, este es mi regalo para todos los que pasáis por aquí habitualmente. Lo que hay dentro solamente vosotros y yo lo sabemos y si no os gusta… siempre quedará la intención.

martes, 26 de noviembre de 2013

Veinte


Y dime Plácido, ¿cómo recuerdas aquello?
Es curioso, pero me da la impresión que no lo he vivido. Quizá, por tantas veces que lo he recordado los recuerdos se han ido gastando en el tiempo y solamente queda la esencia de lo que fue. Simplemente momentos puntuales. Probablemente podría relatarlos en mi memoria como si volviesen a ocurrir, pero casi siempre recuerdo momentos puntuales.
Ya han pasado muchos años. Es curioso, pero, en ocasiones, se mide el paso del tiempo no por lo que vives sino por lo que has vivido. – le dije yo.
Sí, así es. Han pasado veinte años, casi la mitad de nuestras vidas.

Me había reencontrado con Plácido después de mucho tiempo sin hablar con él. Me llamó para charlar y recordar ese tipo de cosas que recuerdan dos viejos amigos. Llegados a un punto siempre se habla de lo mismo, pero la conversación no se hace aburrida. Se recuerdan cosas que han marcado, ¿quién no podría hablar de las suyas? Creo que hay cosas que solamente se pueden hablar con alguna gente en concreto, por los motivos que sea. Creo que eso es lo que le pasaba; él necesitaba hablar más que yo. Siempre salen temas inevitables.

¿Sabes? El otro día estuve mirando fotografías. Ella aparece en algunas pero apenas se percibe su cara; no recuerdo quién las echó pero están todas borrosas. Pero, no sé, es un sentimiento contradictorio.
¿Por qué dices eso? – le pregunté.
Porque quizá, esas fotografías eran premonitorias de lo que iba a suceder. Paradojas de la vida, nuestro futuro estaba borroso. Por una parte me gusta verlas, pero por otra puedes suponer el dolor.
¿Y por qué lo haces?
¿Por qué lo hago? No sé. Supongo que es porque fue el primer gran golpe que tuve y por eso dolió tanto. Supongo que será porque soy así, me gusta recordar. Pero no va más allá de un recuerdo, no se trata de rasgarme las vestiduras. Fue algo tan intenso que de vez en cuando resuena en mi memoria produciendo una especie de eco.
Lo recuerdo. Quizá, al revés, ella lo estaría haciendo ahora, o no, quién sabe, pero estoy seguro que no te olvidaría. – dije yo.
No es algo que lo haga porque ella lo hiciera, simplemente es algo que está ahí. – contestó Plácido con cara de resignación.

En ese momento sonó mi móvil y Plácido calló. Al cortar nos pusimos a hablar de política y la conversación mantenida quedó aparcada. En el ambiente flotaban palabras y recuerdos. Creo que a mi amigo le vino bien la conversación que tuvimos. Al despedirnos me giré para verlo alejarse e iba caminando lentamente, mirando el suelo, lo que pensaba o lo que hizo sólo él lo sabe.

Y en el silencio rompió el llanto,
las lágrimas no tienen consuelo,
no hay motivo para contenerlo.
Nunca una mañana fue tan negra,
ni una noche tan larga.
Igual que nos buscaremos en el silencio
y en la confianza de nuestras miradas perdidas,
porque siempre fue así,
el silencio no te olvida.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Universo intermitente


Habita en lo más profundo de un sentimiento que para mí guardo.
Nació al refugio de dos titanes que te encuentran con una mirada, dos faros que muestran la salida en un laberinto.
En ese momento se clavó en lo más profundo rellenando carencias, supliendo ausencias que perdí hace tiempo.
Respirar su aliento, frío, que te quema por dentro, sólo en ese momento sientes que estás allí con ella.
En ese momento te sientes parte de ella, sientes que siempre has estado, le perteneces y ya estás perdido.
Nada te recuerda otras cosas porque todo es mentira, solamente existe ese momento, el resto forma parte de un sueño que olvidas al despertar.
Dibujas sensaciones para ese universo que se forma, allí quedan.
No hace falta nada más, simplemente estar.
Imposibles que se han hecho silencios admirados.
Estoy allí, contigo, descubriéndote una y mil veces.
Una estrella es poco, que sean nuestros firmamentos.


sábado, 16 de noviembre de 2013

Las ferias medievales



Habría que hacerse una pregunta respecto a las ferias medievales, ¿son una manera de conmemorar el pasado o únicamente sirven de pretexto para obtener beneficios? Yo me decantaría más por lo segundo que por lo primero.
La gente únicamente asiste a estas ferias para comer, hablar y comprar algún chorizo, queso, dulces u objetos de artesanía que poco o nada tienen que ver con el contexto histórico que la propia feria está celebrando. A la gente, en la actualidad, no le interesa una feria de estas características porque le interese aprender sobre el pasado o con aquello que se relacione con lo medieval. Si fuera este el objetivo de las personas es posible que no asistieran a una feria para aprender; más bien se dirigirían a museos o bibliotecas para buscar información, leer, documentarse, resumido en una palabra, ‘aprender’.
Por ello podemos sacar la conclusión que una feria medieval es sinónimo de un acto popular relacionado con una fiesta local, de barrio o cualquier otra excusa. Eso es aprovechado por los Ayuntamientos que apuestan sobre seguro en aquello que no tendrá apenas pérdidas y que producirá beneficios.
Este tipo de actos producen un gran impacto en las gentes y ese es el motivo por el que abunden tanto. Supongo que el ver a la gente disfrazada o un ambiente distinto es atrayente. Podríamos entrar en el debate de la estética, de si los disfraces son adecuados o en cualquier lugar se puede hacer una recreación medieval, pero esto ya sería un debate más concreto sobre este tipo de actos. Quizá, si pudiésemos traer a través del tiempo a alguien que haya vivido durante la Edad Media, probablemente, este tipo de actos le resultarían tan extraños como el mundo actual.
Pero las ferias no son las únicas que se aprovechan del pasado para obtener beneficios. El otro gran coloso en este aspecto es el cine. Su impacto económico es ilimitado. Siempre que sale una película ambientada en un contexto histórico, con hechos aproximados a la realidad, suelen aparecer las críticas sobre el ajuste real, las partes inventadas, que cuenta muchas mentiras, etc. Muchas veces me pregunto ¿realmente estas películas están hechas con un objetivo didáctico?, ¿de verdad quieren ajustarse totalmente a la realidad? Personalmente creo que no, simplemente se trata de obtener beneficios basándose en la historia (como las ferias), si no fuera así la gente las calificaría de documentales y para eso es preciso la manipulación, para obtener clientes.
Actualmente la sociedad usa el pasado como herramienta para obtener beneficios. No siempre el pasado es motivo de esta comercialización y hay excepciones. Soy de la opinión que hay más historia en cualquier piedra de cualquier iglesia que se nos ocurra que en este tipo de ferias, por mucha etiqueta medievalista que lleven. Por eso me cabreo tanto cuando veo una mala intervención restauradora y se cargan la historia y la arquitectura, pero esto es otro tema del que hablaré en un futuro.
Cualquiera que lea este texto podrá decir que exagero, pero yo lanzo una pregunta al aire: ¿cuántos han salido de una feria de estas sabiendo más historia de la que sabían antes de entrar?

sábado, 9 de noviembre de 2013

Hasta nunca Canal 9



Puede que haya sido la gran noticia de la semana: el gobierno de la Generalitat cierra RTVV, es decir, la radio y la televisión pública valenciana. Una noticia que no ha dejado indiferente a nadie y de la que todos, o la mayoría, han dicho algo.
Mi opinión puede que sea demasiado romántica. Para mí, tanto los trabajadores como los políticos, eran como una pareja de novios; pero novios de conveniencia, es decir, una pareja en la que si tuviera que asignar papeles la parte masculina serían los políticos y la parte femenina los trabajadores. Pero no por nada en concreto, también podría hacerlo al revés y no pasaría nada, el resultado sería el mismo.
Veamos el ejemplo. Un chico y una chica tienen un largo noviazgo. Él le compra regalos, la lleva a cenar, de viaje y todos los caprichos que ella quiere; ambos son la pareja perfecta (aparentemente). Pero llega un día en el que el chico le dice que no puede continuar siendo tan espléndido y decide dejarla. Entonces ella se coge un cabreo como una mona y comienza a despotricar contra su ex. En ese momento se sabe que la relación no era tan idílica como parecía. Ella, despechada, comienza a largar intimidades de la pareja: “las cosas no iban bien”, “era mala persona”, “bebía mucho”, “me engañaba con otras mujeres”… y todo tipo de barrabasadas que se nos ocurran. Claro que, visto desde fuera, uno podría pensar ¿y por qué no te lo dejaste? La respuesta es sencilla, por comodidad, mientras pagaba todo iba bien, pero en el momento en que se cansó de hacerlo y decidió terminar todo era un infierno.
A lo largo de la semana he leído que han salido antiguos trabajadores hablando de lo que era su trabajo en esta televisión pública. La carta siguiente, escrita por Iolanda Mármol, titulada ‘Mis mentiras en Canal 9’, quizá sea la más significativa.

Recuerdo cuando nos exigían grabar a Eduardo Zaplana de su perfil bueno. Y la oda que me encargaron sobre él cuando dejó la presidencia de la Generalitat Valenciana para ser ministro. También recuerdo la bronca y los gritos que me dedicaron cuando en ese video de retrospectiva Zaplana aparecía en una imagen con la tránsfuga que le había permitido hacerse con la alcaldía de Benidorm. Recuerdo poco después, cuando de ser el Elegido, paso a ser en Innombrable. Cómo nos prohibieron que apareciera en los planos. Cómo buscaba perífrasis absurdas cuando no podía nombrarle en mis directos en los leones, a pesar de ser el portavoz del PP en el Congreso. Cuando Camps impuso su ley en Canal 9. Cuando nos dieron la orden de dejar de llamarle Francesc para que fuese llamado Francisco, coincidiendo con la época en que se postulaba como posible sucesor de Rajoy. Cuando trataron de prohibirme que contase que Zaplana dejaba su escaño en el Congreso. Cuando me prohibieron decir que Zapatero había anunciado el cheque-bebé, como si de este modo los valencianos no fuesen a conocer la noticia. Cuando escribías 'fracaso estrepitoso' y te lo cambiaban por 'éxito discreto'. Cuando nos desplegaron para loar las maravillas de Terra Mítica en su inauguración y no podíamos decir que no había ni una sombra. Cuando me reñían porque me salía el acento catalán ‘y eso molesta a los blaveros’. También recuerdo cómo corría el cava en las plantas de dirección de Canal 9 en Burjassot las noches electorales de mayorías del PP, mientras que los redactores comíamos bocatas de salami. Cuando se pagaban directos millonarios para que Camps saliese hablando en directo en pleno Amazonas. Y los millones de veces en las que no me dejaron poner declaraciones de la oposición. O de cualquier ciudadano que criticase al PP, o a la Generalitat. Y recuerdo también cuando nos prohibieron decir 'recortes'. Tampoco pude decir que miles de manifestantes gritaban contra el gobierno. Los manifestantes no ‘colapsaban’ el Paseo del Prado, la manifestación 'transcurría por'. Y no poníamos pancartas explícitas contra Rajoy, ni contra el PP. Y fueron tantas, tantas, que un día empiezas a sentir vergüenza de trabajar para ellos. Ahora se termina. Injustamente. Pero lo ganaron a pulso”.

Hay más testimonios, por ejemplo un artículo en Levante-EMV de otro extrabajador. Esto es un ejemplo de lo que antes decía. Uno lee esto y piensa que una parte es buena buenísima y otra mala malísima.
Siendo realistas y dejando el sarcasmo de un lado mi opinión es que eran tal para cual, unos y otros. Los mismos trabajadores eran conscientes que estaban haciendo una televisión mangoneada y manipulada. Lo que se supone que son profesionales de la información faltaban a la ética que tienen que tener quienes se dedican a contar lo que ocurre. Hay cosas que nunca, nunca jamás pueden acabar bien.
La televisión pública valenciana tiene una deuda pública que se escapa al entendimiento humano. En esa cadena se ha despilfarrado lo que no está en los escritos, basta con decir que el PSOE la dejó en el año 95 con una deuda de 18 millones de euros y el PP ha multiplicado esa deuda por 86; cuestión de números.
Tenía más trabajadores que, por ejemplo, Telecinco; como ya no había sitio para tanto enchufado crearon otra cadena de televisión, algo así parecido a la 2 de TVE, llamada Punt 2; crearon, a parte de la emisora de radio, Radio Nou, otra emisora llamada Sí Radio. En fin, podemos hacernos una idea. Si la palabra enchufismo, amiguismo y corrupción se quieren aplicar a un concepto físico sin duda es a la televisión pública valenciana.
¿Qué hacían ante esta situación los trabajadores de RTVV? Nada, callaban. Ahora la cierran, Alberto Fabra, el presidente de la Generalitat dice que cierra el chiringuito y que se acabó.
¿Qué hacen ante esta situación los trabajadores de RTVV? Indignarse y denunciar la corrupción de aquellos a los que no hace mucho peloteaban para, según ellos, que los valencianos continúen teniendo una televisión en valenciano. Es decir, un acto de patriotismo valenciano que para sí quisiera el Palleter, un personaje famoso por su lucha contra los franceses.
Algunos dirán, “¿qué podían hacer? Si hablaban los echaban”. Yo pienso, estamos en el siglo XXI, ¿esos que ahora rajan no podían haberlo hecho antes? Si cuando empezó ese desmadre ‘todos’ los trabajadores denuncian la situación, ¿los hubieran echado a todos? El escándalo hubiera sido descomunal. Al final, el tiempo pone las cosas en su sitio. Aquí podría aplicarse el refrán ese de que ‘entre todos la mataron y ella sola se murió’.
Ahora la otra parte, los políticos. No me cansaré de decir que el PP ha hecho de la Comunidad Valenciana una comunidad irreconocible. Desde que este partido está en el poder han convertido a esa comunidad en ejemplo de corrupción, despilfarro, malversación de dinero público, amiguismo y cualquier tropelía por el estilo; pero no solamente en España, sino en Europa. Cualquier valenciano que resida fuera de su tierra se avergüenza de serlo; esta gentuza ha hecho que nos avergoncemos de ello.
El presidente Fabra, ese que está en el cargo de rebote y que no es capaz de decir tres palabras seguidas sin pararse, en un ejercicio de demagogia dice que “No cerraré un colegio o un hospital para mantener la televisión autonómica”. Este tío nos toma por imbéciles. Cuando, por ejemplo, la Comunidad Valenciana es ejemplo de privatización sanitaria con el famoso Modelo Alzira (para vergüenza de los alzireños); hay colegios que son barracones; otros en los que se recomendaba a los alumnos ir con mantas porque no había dinero para calefacción o el caso de unas madres de alumnos del pequeño pueblo de Montserrat que el año pasado tuvieron que hacer un calendario erótico, porque la Generalitat les había quitado el servicio de autobús escolar a sus hijos (niños que no tenían ni diez años).
No me extenderé más sobre el PP. Si me pongo a decir todo lo que pienso podría ser querellable y si esta entrada la lee alguien que no deba podría meterme en un lío, no vengo de familia real y lo tendría jodido.
Pero sí, todo esto, si no fuera porque viene de una situación corrupta sería para reírse. Esos que ahora defienden que la televisión le da identidad a la comunidad, insisto, son los mismos que antes tapaban toda la corrupción. Bonita defensa, ¡sí señor! Qué será ahora de lo valenciano y del valenciano, se preguntan. La Comunidad Valenciana, su idiosincrasia y su historia existían antes de Canal 9; ni empiezan ni acaban con este ente público; es que parece ser que algunos se creen que antes existía la nada, se hizo la luz y ahora volverá de nuevo la nada. Yo, al igual que algunos millones más, hablaba en valenciano antes de que existiera RTVV y lo seguiré haciendo cuando desaparezca. Tirar de patriotismo cuando se ha callado que lo público era un lupanar, en sentido metafórico, no queda demasiado bien. Algunos deberían esconderse en un agujero antes de decir según qué cosas. Ya lo dijo Samuel Johnson, “el patriotismo es el último refugio de los canallas”.
Mi conclusión es que todos son igualmente culpables y lo mejor que podía pasar es lo que ha pasado. Evidentemente, los trabajadores serán los más perjudicados por lo que supone quedarse sin un trabajo. Los otros, los políticos, ¿alguien cree que los responsables serán juzgados como deberían? ¿Alguien cree que se depuraran responsabilidades por tantos años de despilfarro y mangoneo? Estos a lo suyo. Aguantarán el chaparrón durante una temporada y luego a lo suyo. Si yo fuera como la infame tocaya del melífluo presidente de la Generalitat diría eso de “que se jodan”, tanto unos como otros, pero me lo ahorraré, no lo merecen, bastante tienen con lo suyo.
No creo que haga falta una televisión pública. Evidentemente no con estos trabajadores que estaban metidos y callados como momias egipcias ante la corrupción y, por otra parte, la clase política no está preparada para que haya un ente público. Nuestros políticos son demasiado corruptos y la historia se repetiría. Pero ellos no tienen la culpa. Si tenemos políticos corruptos es porque alguien los pone: nosotros.
Quizá no seamos lo suficientemente maduros como sociedad, pero esto sería otro debate más extenso.


PD. La leyenda que acompaña a la fotografía es: “El reino del terror de Canal Nou ha acabado: el Consell cierra RTVV”. No deja lugar a dudas.

martes, 5 de noviembre de 2013

Corocotta



Hace ya algunos años que descubrí a Corocotta. Fue gracias a un amigo que jugaba a un juego de ordenador y al monigote que manejaba le había puesto ese nombre. Me hizo gracia y me contó la historia. Desde ese momento sentí curiosidad por tal personaje.
Se trataba de alguien de carne y hueso que había mantenido en jaque al ejército invasor romano en las montañas cántabras. Alguien comparable a Viriato, Indortas, Indíbil o Mandonio que habían luchado contra los invasores cartagineses y romanos por defender su territorio.
Sí, Corocotta es el Astérix hispano. Un personaje que existió durante las guerras cántabras en la Hispania prerromana. Pero por lo que ha pasado a la historia es por una única cita que el historiador Dión Casio dejó anotada durante sus crónicas. El texto dice lo siguiente:

Irritóse tanto (Augusto) al principio contra un tal Corocotta, bandolero español muy poderoso, que hizo pregonar una recompensa de 200.000 sestercios a quien lo apresase; pero más tarde, como se le presentó espontáneamente, no sólo no le hizo ningún daño, sino que encima le regaló aquella suma”.

El hecho audaz y temerario de que ese desconocido Corocotta se presentara ante el divino Augusto para cobrar la recompensa que ofrecían por su cabeza me admiró y aumentó mi curiosidad hacia su figura.
Pero algo raro ocurría alrededor de este caudillo cántabro; apenas hay referencias sobre su persona y todas cuentan la misma anécdota con el emperador romano. Supongo que eso forma parte de nuestra idiosincrasia como pueblo. Tenemos a un héroe y nadie se ha ocupado de él. No es la primera vez que esto sucede, ya que nuestra historia está llena de personajes y acontecimientos importantes que han sido olvidados. Por ejemplo Blas de Lezo, el Papa Luna, los últimos de Filipinas… Este caso no iba a ser distinto, ni una triste biografía, ni un relato o una leyenda más allá de lo escrito por Dión. ¿Desidia o inexistencia absoluta de evidencias? ¿Qué hubieran hecho los británicos, los franceses o los alemanes de haber contado en su pasado con un personaje tan fascinante? ¿Lo hubieran dejado caer en el olvido?
Por lo que respecta al protagonista, Corocotta, es probable que éste no fuera su verdadero nombre, sino más bien un apodo guerrero que podría haber obtenido tras cruentas batallas y hechos de armas que le destacaron entre sus compatriotas. Algunos expertos se atreven, incluso, a darle una traducción, pues opinan que este nombre es la combinación de otros dos cuyo origen sería celta -Coro y Cotta- y que significarían, respectivamente, jefe y veterano.
Entre los muchos detalles que se ignoran sobre él está el de su origen. Cántabro era casi seguro (hay versiones que dicen que era norteafricano, aunque creo que esto es poco probable), pero nadie puede decir si Corocotta era vadiniense, orgenomesco, concano o de cualquier otro de los más de diez pueblos que componían la antigua Cantabria. Sin duda alguna, todos ellos pueblos con una historia muy interesante que, insisto, ha quedado casi olvidada como la de todos los pueblos prerromanos. Así pues tenemos a los propios cántabros, íberos, turdetanos, vetones, lusitanos, celtíberos, edetanos, carpetanos y otros muchos que me dejo por citar. Sí, antes de los romanos nuestra península ya estaba habitada por otros pueblos.
Probablemente, Corocotta fue un bandolero. La expresión de bandolero fue siempre usada por los historiadores y cronistas romanos para calificar a cuantos se oponían a sus conquistas. Esto no quiere decir que fuera un líder político o el representante de su nación. Tal vez ni siquiera lo fue de su propio pueblo. Los pueblos cántabros eran independientes entre sí y, que se sepa, al contrario que los astures o los vascones -cuyas capitales eran las de Lancia y Pompaelo-, no tenían una capital común, aunque sí diversos lugares sagrados -las Fuentes Tamáricas, por ejemplo- donde ocasionalmente se reunían. Por tanto, nada más lejos que pretender convertirle en un individuo con conciencia social o con ‘visión de Estado’. Pero debió ser, eso sí, un hombre de valor extraordinario, un líder, un estratega y un guerrero de los pies a la cabeza.
No se sabe nada de lo que le sucedió a Corocotta después de aquel encuentro con el hombre más poderoso de su tiempo, Augusto. La guerra concluyó en el 19 a.C. y los últimos hispanos irredentos no salieron bien parados, quizá este caudillo muriese en alguna refriega; así relata Dion Casio el resultado final de las guerras cántabras:

De los cántabros no se cogieron muchos prisioneros; pues cuando desesperaron de su libertad no quisieron soportar más la vida, sino que incendiaron antes sus murallas, unos se degollaron, otros quisieron perecer en las mismas llamas, otros ingirieron un veneno de común acuerdo, de modo que la mayor y más belicosa parte de ellos pereció. Los astures, tan pronto como fueron rechazados de un lugar que asediaban, y vencidos después en batalla, no resistieron más y se sometieron en seguida”.

Guerrero o mercenario lo que es innegable es que su nombre ha perdurado más de 2.000 años, que fue un hombre que consiguió vencer en numerosas ocasiones a un enemigo muy superior y que, como colofón de su apasionante vida, tuvo la osadía o la desfachatez, de presentarse él mismo a cobrar la recompensa que por él daba el ser más poderoso del mundo. Debió ser alguien muy especial. Alguien que se ganó el derecho a que contaran su historia.
 

martes, 29 de octubre de 2013

El origen de la calabaza de Halloween



Se acerca el Día de los Difuntos o, tal y como lo llaman muchos en la actualidad, ‘Halloween’.
Confieso que los días previos a esta celebración me gustan; supongo que será porque en televisión ponen películas de miedo y a mí, aunque reconozco que tengo más miedo que un perrito pequeño, me gusta verlas (aunque luego, para ir al baño por la noche tenga que encender doscientas luces).
No es que para mí sea una fecha especial para acordarme de los seres queridos que no están; me acuerdo de ellos en cualquier hora o día sin tener que ser por algún motivo y voy al cementerio cuando tengo ocasión. 
El sentido que le damos a la muerte es distinto en todas las culturas pero, quizá, por la influencia estadounidense que tenemos parece que en los últimos años se está extendiendo lo que se llama ‘Halloween’; recuerdo haber oído a mi abuela decir ‘la Noche de las Ánimas’.
Lo más característico de esta noche son los disfraces, cosa que no entiendo, ya que se supone que es para recordar a los seres queridos ausentes y hay que tenerles un respeto. Pero lo que me parece curioso es lo de la calabaza, ¿quién no ha visto la típica calabaza de Halloween? Pues bien, esta tradición ni proviene de Estados Unidos ni era una calabaza en sus orígenes.
Según una antigua leyenda irlandesa, hace muchos años, en ‘la Noche de Brujas’, un hombre conocido como Jack ‘el Tacaño’ tuvo la mala fortuna de encontrarse cara a cara en una taberna con el mismísimo diablo. Jack, como siempre, había bebido durante toda la noche, pero aún así pudo engañar al diablo ofreciéndole su alma a cambio de un último trago y de que pagara las bebidas. El diablo aceptó y se convirtió en una moneda para pagar al camarero. Jack decidió rápidamente quedarse la moneda guardándola en su bolsillo junto a una cruz de plata y así impedir que el diablo se liberara y que adoptase de nuevo su forma original hasta que prometiera no pedir su alma en diez años. El diablo, para quedar libre, no tuvo más remedio que aceptar.
A los diez años, el diablo fue a buscar a Jack para saldar su deuda y se encontraron en un bosque. El diablo estaba dispuesto a llevarse consigo su alma, pero Jack pensó rápido y dijo: “Como último deseo... por favor, ¿podrías bajarme aquella manzana de ese árbol?”. El diablo pensó que no perdía nada y de un salto llegó a la copa del árbol, pero antes de que este se diese cuenta Jack marcó rápidamente una cruz en la corteza del árbol y, entonces, el no pudo bajar. Jack le obligó, una vez más, a prometer que jamás le pediría su alma nuevamente. El diablo no tuvo más remedio que aceptar.
Jack murió unos años más tarde, pero no pudo entrar en el paraíso, ya que durante su vida había sido un borracho y un estafador. Pero cuando intentó entrar en el infierno el diablo lo reconoció y lo envió de vuelta por no faltar a la promesa de no tomar su alma. “¿Adónde iré ahora?”, preguntó Jack, y el diablo le contestó: “Vuelve por donde viniste”. El camino de regreso era oscuro y frío, no se podía ver nada. El diablo, a modo de burla o quizá compadeciéndose del pobre Jack, le lanzó un carbón encendido desde el mismísimo infierno para que pudiera guiarse en la oscuridad. Jack lo puso en un nabo que había vaciado para que no se apagara con el viento.
Cuenta la leyenda que ahora Jack continúa vagando sin rumbo con su linterna para toda la eternidad.
Los irlandeses solían utilizar nabos para fabricar sus ‘faroles de Jack’, pero cuando los inmigrantes llegaron a Estados Unidos advirtieron que las calabazas eran más abundantes que los nabos. Por ese motivo surgió la costumbre de tallar calabazas para la noche de Halloween y transformarlas en faroles introduciendo una brasa o una vela en su interior. El farol no tenía como objetivo convocar espíritus malignos sino mantenerlos alejados de las personas y sus hogares.
¡Qué cosas más curiosas! En ocasiones hacemos las cosas sin saber por qué. Me parece una leyenda entrañable. Quizá existan más versiones, pero esta es la primera que leí hace algunos años y aunque sea ficción sirve para explicar esta tradición; al fin y al cabo muchas creencias y tradiciones están basadas en leyendas y mitología.

sábado, 26 de octubre de 2013

Quelqu’un m’a dit


Creo que cuando vio que había que atravesar dos puertas para entrar no se extrañó. Fuera hacía frío, mucho frío (supongo que era normal) acompañado de una llovizna que no molestaba, al contrario.
Al entrar ocupamos la primera mesa a la izquierda. Los asientos eran un banco con cojines corrido a lo largo de toda la pared. Cuando ya nos habíamos quitado los abrigos y entrado un poco en calor fui a la barra a pedir. Un bombón con hielo para mí y un cortado para ella.
La cafetería estaba oscura, solamente se iluminaba con pequeñas bombillas en el techo y por las luces que tenía el camarero en la barra. Sonaba música de fondo no demasiado alta, lo que hacía que la conversación pudiera ser agradable.
Nosotros hablábamos; hablábamos de aquellas cosas que en otro contexto, quizá, no tendrían importancia o no hablaríamos, pero allí sí. Conversábamos con la tranquilidad que daba el saber que el tiempo no importaba, daba igual.
Me levantaba y pedía dejándome llevar por los consejos del camarero que nos recomendó varios cócteles; sin saber sus ingredientes me parece que el sabor vuelve a mis papilas.
De vez en cuando ella apoyaba sus piernas en las mías o bien yo doblaba una pierna encima del asiento. Continuábamos hablando enlazando temas. Son esos momentos en los que el mundo se reduce a un metro cuadrado.
Acababa de sonar algo, probablemente de Maná, y cuando volvió a empezar la música me dijo: “Escucha esta canción”. Nos quedamos en silencio, no nos mirábamos, simplemente escuchábamos hasta que terminó.


Esto que he relatado ocurrió un fin de semana, viernes noche, el último de octubre, tal como este, hace diez años… en el Café Hispano… de Soria, donde dicen que el tiempo pasa cadencioso sin pensar y el dolor es fugaz. No hace falta contar más, el resto queda guardado en el cajón de la memoria.
Ha pasado el tiempo, pero si algunos dicen que “veinte años no es nada” menos lo son diez. Quelqu’un m’a ditescucha esta canción”.


sábado, 19 de octubre de 2013

La rehabilitación; una solución frente a la obra nueva



Que vivimos malos tiempos es algo que no escapa a nadie. Que dentro de la atroz crisis que nos azota el sector de la construcción es el más castigado es algo evidente. En este país se han cometido verdaderas atrocidades en el sector constructivo consentidas por los políticos que permitieron que se creara la burbuja inmobiliaria y por aquellos que la continuaron. No voy entrar en detalles.
Corren malos tiempos para la construcción; en términos médicos se diría que está en la UVI y no se sabe cuándo saldrá. Que nadie se haga ilusiones, la edificación de obra nueva no remontará, al igual que no lo hará la obra civil. Se acabó, como mínimo en un lustro, y no volveremos a los tiempos de la burbuja.
Por ello, hay que buscar alternativas al modelo que conocíamos, se imponen tiempos de soluciones y esas soluciones, aunque no son nuevas, adquieren ante la actual perspectiva una fuerza mayor.
Una estas soluciones es la rehabilitación. Digo que no son nuevas porque siempre ha estado ahí, en un segundo plano. Era un pequeño tentempié frente al enorme banquete que suponía la obra nueva, ¿y esto por qué? Quizá porque generalmente son construcciones más complejas, más limitadas a la hora de diseñar y construir y, la más importante, daban menos dinero frente a obras de nueva construcción en tiempos de abundancia.
Es por eso que la rehabilitación no es una opción tan mala frente a la obra nueva. Económicamente, aunque a una escala menor, puede ser tan rentable como la obra nueva. El campo de actuación es enorme; cualquier edificación que se nos ocurra puede ser rehabilitada (otra cosa es que cualquier cosa merezca ser rehabilitada). En estos tiempos, siempre será más asequible para una familia la reforma de su vivienda habitual antes que la compra de una nueva vivienda.
En el caso de la Administración, ya que se trata de dinero público, deberían olvidarse de nuevas construcciones y parece que en este sentido ha sido así. Los dirigentes políticos, aunque tarde, parece ser que se han dado cuenta que no se puede construir por construir. Pero ello no les exime de responsabilidad.
La responsabilidad de tener que rendir cuentas por permitir la construcción de aeropuertos fantasmas, polideportivos y piscinas en pueblos sin apenas habitantes, grandes edificios para eventos multitudinarios, PGOU’s que permitían multiplicar en pocos años la población de una localidad, etc., etc. Todo esto se ha hecho y ningún responsable ha rendido cuentas por permitir semejantes atrocidades.
En estos tiempos, la Administración debe preocuparse por el mantenimiento y conservación de los edificios existentes, hasta hace poco olvidados pero que seguían ‘vivos’.
En este tipo de rehabilitaciones podemos ver un reto a la creatividad con las soluciones que nos ofrece la arquitectura y la ingeniería, ya que al partir de algo ya construido la limitación en cuanto a su actuación es mucho mayor. Esto obliga a una adaptación y a agudizar el ingenio para lograr un resultado que sea económica rentable a la par de eficiente.
Visto así, ¿qué diferencia habría entre una rehabilitación y una obra nueva? Intuyo que sería imperceptible.

martes, 15 de octubre de 2013

El abuelito y el ajedrez


Hay que ser inteligente para reírse de uno mismo.

martes, 8 de octubre de 2013

Corre, corre


Estoy en plan deportista. Llevo ya casi dos semanas corriendo y, la verdad, no sabría decir si lo noto o si no lo noto. Lo que sí que es cierto es que cuando llego a casa estoy hecho polvo.
Nunca he hecho deporte salvo el obligatorio en el colegio y en el instituto, y de eso hace ya algunos días. Reconozco que mi vida, en general, ha sido muy sedentaria.
Siempre me ha dado pereza tomármelo como una obligación. Para mí el deporte se traducía a una pachanga futbolera con los amigos o una partida de frontón de tarde en tarde.
Ahora, no sé por qué, me ha entrado esta ¿costumbre? y todos los días salgo antes de cenar; alterno caminar rápido con pequeñas carreras y así estoy una hora. Veremos si cuando llegue el frío continúo con el mismo entusiasmo. De momento me gusta, me siento bien, aunque de momento no me planteo ningún maratón.
Supongo que tanto correr me llevará a algún sitio, ¿no?

sábado, 5 de octubre de 2013

Somos modernos


Se dice que vivimos en la época de la información, en la que todo lo tenemos al alcance de la mano gracias a internet.
Cualquiera puede consultar lo que quiera con un solo clic. De una u otra forma hemos aprendido a reciclarnos y adaptarnos a los nuevos tiempos de una forma casi natural y ¡ay del que no lo haga!
Palabras como Hotmail, Messenger, Wassap, Line, giga, pen, modem… han tenido que pasar a formar parte de nuestro vocabulario diario si queremos estar al día o, al menos, si no queremos estar anticuados.
Recuerdo hace años, no demasiados, cuando antes de salir de casa tenía que coger las llaves, un paquetito de pañuelos de papel y el monedero. Ahora, desde hace años, no demasiados tampoco, salgo, también, con el móvil. Se ha creado una especie de dependencia, ¿y por qué? No lo sé. Antes vivía muy feliz sin preocuparme quien llamaba a mi casa preguntando por mí; ahora parece ser que tenga la obligación de estar siempre en contacto con alguien.
Me he resistido todo lo que he podido a tener internet en el móvil. Confieso que es una tortura. No me gusta el Wassap y, además, es otra forma de esclavizarte, todavía más, al móvil. Porque, ¿qué hacer mientras esperas a alguien sentado en una cafetería? Pues mirar el móvil y navegar por internet. ¿Realmente eso es necesario? No, pero se ha convertido en una costumbre. En un sustituto de compañía que hace que cuando uno esté solo se sienta menos ridículo y se ponga a perder el tiempo dándole al ‘intro’.
Todavía nosotros, los que vivimos en estos tiempos, estamos en el Pleistoceno de las nuevas tecnologías, ¿qué sucederá cuando lleguemos a la Edad de Piedra? Dicen que la informática avanza a pasos agigantados, pero dudo mucho que me gustase verlo.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Noche de otoño



Acompañado de un buen libro, o mis pensamientos, y una cerveza… poco más puedo pedir en esta noche de otoño.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Allende, Jara y Neruda. El mes en que Chile lloró



Hay fechas que quedan olvidadas y no debería ser así.
Estos días se cumplen cuatro décadas del golpe de estado perpetrado por el genocida chileno Pinochet, concretamente el 11-S. Sin duda una fecha que la mayoría recuerda por otros motivos.
Ese día, el ejército chileno bombardeo el Palacio de la Moneda con el presidente Allende en su interior. Instantes más tarde, un grupo de militares entró con la intención de detener al presidente. Antes de ser detenido, Allende se suicidó pegándose dos tiros en la barbilla.
Durante los días siguientes la represión fue brutal y se produjeron detenciones, torturas y asesinatos por millares. Entre ellos la que, posiblemente, pone cara al sufrimiento del pueblo durante aquellas fechas, la de Víctor Jara. El poeta y cantautor, que pertenecía al partido comunista, fue detenido y encarcelado durante unos días en los que fue torturado varias veces hasta que fue fusilado.
Pocos días después Chile perdía a otro gran intelectual: Pablo Neruda. Víctima de un cáncer, el Nobel de Literatura, de ideología comunista, moría bajo la sospecha de haber sido envenenado por partidarios del régimen regido por Augusto Pinochet.
Septiembre de 1973, sin duda Chile quedó huérfano de muchas cosas pero, sobre todo, de letras, música y democracia.

Último discurso de Salvador Allende, 11 de septiembre de 1973


Víctor Jara - Manifiesto


martes, 10 de septiembre de 2013

Gracias señores del COI



Parece ser que se ha impuesto el sentido común que, según dicen, es el menos común de los sentidos. El Estado debía invertir, todavía, 1.500 millones de euros para acabar las infraestructuras deportivas… sin comentarios.
Pero, ¿dónde iban estos? ¿Cómo le iban a dar las olimpiadas al país más corrupto de Europa (no hace falta extenderme en esto, ya que es conocido por todos)?
Encima Felipe, ese que vivirá a cargo del erario público toda su vida por ser quien es, dijo que: “Hemos puesto todo nuestro corazón ahí”. Por lo visto la filosofía de vida de este tío es que él pone el corazón y el resto de españoles la pasta.
Podría extenderme más pero solamente serviría para cabrearme y, la verdad, no tengo ganas. Espero que esta gente tenga dignidad y no vuelvan a presentarse… al menos hasta el año 2200.
Por cierto, la próxima vez que vaya a Madrid me tomaré un ‘relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor’.
Pero, ¿se puede ser más ridículo? Solamente faltaba Manolo Escobar cantando eso de “que viva España”; la nota folclórica la pongo yo.


PD. Y pensar que hemos tenido un Siglo de Oro de literatura y dos grandes generaciones de escritores, como son la del 98 y la del 27.

sábado, 7 de septiembre de 2013

No a Madrid 2020



Hoy es el día. Yo no quiero que le otorguen a Madrid los Juegos Olímpicos de 2020. No, no se trata de antipatriotismo ni nada por el estilo; pensaría lo mismo de cualquier otra ciudad española, además, como alguien dijo: “el patriotismo es el refugio de los canallas y cobardes”.
Sinceramente, ver a todo una comitiva que se ha desplazado al otro lado del hemisferio, con todos los gastos pagados a cargo del erario público me toca bastante los cojones (hablemos claro).
Estos días he escuchado en los medios de comunicación a los políticos que decían que “España necesita ilusión”. No, España lo que necesita es terminar con esta crisis, que todos los corruptos devuelvan lo robado y rindan cuentas con la justicia por sus delitos, que los más de seis millones de parados tengan trabajo, que los jóvenes que emigran para desarrollar su talento en otros países no tengan necesidad de hacerlo, que… no hace falta que siga, ¿verdad?
Que un Ayuntamiento como Madrid con más de 7.000 millones de euros de deuda, con un proyecto para privatizar la sanidad, pretendiendo llevar a cabo un proyecto dudoso como Eurovegas, quiera organizar unos juegos olímpicos es una mala broma en estos tiempos que corren.
Esta juerga la pagaremos todos a costa de recortes en la Sanidad, Educación y Políticas Sociales.
Encima, para los valencianos será especialmente ruinoso, ya que aspira a ser la sede en vela para aprovechar el ruinoso campo de regatas que se construyo en tiempos del deleznable Camps con motivo de la America’s Cup.
Si recordamos las últimas sedes olímpicas comprobaremos que para Atenas supuso el inicio de su desastre actual y para Londres no ha supuesto una mejora efectiva.
Aunque mi discurso sea simplista pero, ¿hace falta que España, en nuestra actual situación, se plantee organizar unos juegos olímpicos? Mi respuesta es clara: ¡No a Madrid 2020!

martes, 27 de agosto de 2013

Brandabarbarán de Boliche



Pues no sabría cómo calificar esta lectura. La leí hace tiempo y después de unos años, no sé por qué, he vuelto a releerla.
El título, Brandabarbarán de Boliche, es uno de los caballeros que don Quijote nombra desde lo alto de una loma mientras ve en una explanada acercarse entre ellos dos enormes rebaños de ovejas que para él son dos ejércitos que se van a enfrentar en una batalla.
Lo que ha hecho el autor ha sido coger los principales protagonistas del Quijote y trasladarlos a la niñez, es decir, el propio don Quijote, Sancho Panza, Ginés de Pasamonte, el cura, el barbero, Maritornes, etc. vistos desde su infancia.
Está claro que semejante experimento no podía ser bueno. Es una lectura que yo no recomendaría a nadie, ni siquiera a los peperos y mucho menos a los niños, a los que se supone que dirigida. Creo que los personajes de una obra pertenecen al propio autor que los crea y el resto es falsear la novela y una falta de respeto al novelista y a la novela. Lo mismo me pasó cuando empecé a leer “Al morir don Quijote”, de Andrés Trapiello. Novela en la que el autor pretende suponer lo que habría ocurrido al morir el hidalgo manchego.
A todos aquellos que han perpetrado semejantes anacolutos habría que preguntarles, “¿qué crees que pensaría Cervantes si leyera esto?”.

Argumento: 0
Ambientación: 1
Personajes: 1
Capacidad para seducir al lector: 0

sábado, 10 de agosto de 2013

La tortura del ‘guasap’



No me gusta el WhatsApp. Me parece algo sumamente aburrido, simple y que corta toda comunicación; más que facilitar el contacto creo que lo aleja; no entiendo cómo es posible que haya gente continuamente enganchado a él.
Me saca de quicio tener que mandar más de cuatro o cinco mensajes hablando del mismo tema, por eso, cuando veo que la cosa va para largo prefiero llamar por teléfono y tener una conversación oral antes que estar mensajito va y mensajito viene. Cuando lo uso soy más de, por ejemplo:

Yo: Hola, ¿quedamos a tomar un café?
Él: No, no puedo, en estos momentos estoy ocupado.
Yo: Ah, vale, no te preocupes. Pues nada, otra vez será.
Él: Sí, ya te digo algo y quedamos mañana.
Yo: Vale, cuando quieras. Hasta pronto.
Él: Adiós.

Ya está. Para cosas así, rápidas, quedar con alguien, un recordatorio, etc. y no para que me cuenten su vida con 200 mensajitos. Hace unos días un amigo me contó sus vacaciones letra a letra. Al quinto o sexto lo llamé y me colgó el móvil diciendo que no podía hablar ¡y me tuvo casi media hora diciéndome como se había tostado al sol!
Un ejemplo de conversación que me cabrea es la que voy a escribir a continuación y que prometo que es real:

Él: ¿Cómo estás?
Yo: Bien, estudiando.
Él: Joer macho, ¿no vas a salir a tomar una cerveza?
Él: Simbolito de la jarra de cerveza.
Yo: Sí, más tarde, en una hora o así. Ahora estoy acabando unas cosas.
Él: ¿Dónde vas a ir?

Llegados a este punto ya me estaba saturando, así que decido llamarlo y me cuelga la llamada.

Él: Tío, que no puedo hablar. Estoy en el curro.
Yo: Pues nada, vamos a dejarlo no sea cosa que te pillen con el móvil y tengas problemas.
Aclaración 1: Realmente lo que quiero decirle es: Pues deja de dar por el culo, ponte a currar y cuando salgas me llamas.
Él: No tranqui, el jefe está en otro sitio.
Él: Simbolito con ojos cerrados y sacando la lengua.
Yo: Bueno, pues entonces cuando salgas me das un toque y quedamos, ¿vale?
Él: Ok.
Yo: Venga, hasta luego.

A los dos minutos.

Él: Oye, hazme un favor y ve al estanco y cómprame tabaco.
Él: Simbolito del cigarrito.
Yo: De acuerdo.
Él: Nobel.
Yo: Sí.
Él: Gracias
Él: Simbolito con el dedo levantado.
Él: Díselo a Fernando por si le apetece venir.
Yo: Vale se lo diré.
Aclaración 2: Realmente lo que quiero decirle es: Todo esto se lo podrías haber dicho a él y no darme la tabarra a mí.
Él: Venga tío. Luego te llamo. Voy a currar a ver si acabo.
Yo: Hasta luego.
Él: Ya no te entretengo más.
Yo: Chao.
Aclaración 3: Esto era por educación, ya que mi paciencia estaba al límite. Realmente lo que quiero decirle es: Paso de quedar hoy contigo. Que te den ‘¡pesao!’.

Inmediatamente apago el móvil durante un buen rato no sea cosa que a mi amigo se le haya olvidado decirme algo o haya alguien que se acuerde de mí.
Pues sí. Hay ‘guasap’ y ‘guasaperos’ que se ponen muy pesados. ¡Y ya no digo nada cuando hay dos o tres que te ven ‘en línea’ y te bombardean con mensajitos y simbolitos! A veces la tecnología no siempre es para facilitar la vida.