sábado, 30 de enero de 2021

Carmen Machado, el último verso del exilio español



Antonio Machado (a la izquierda) con su hermano José y la mujer de éste, Matea Monedero; las tres hijas de ambos, Carmen, María y Eulalia, y la madre de los Machado, Ana Ruiz. Madrid hacia 1933

El pasado sábado falleció Carmen Machado, sobrina de mi admirado poeta Antonio Machado, hija de su hermano José y de su cuñada Matea. Probablemente la última familiar del poeta que tuvo contacto directo con él y que quedaba con vida. Este es el artículo de El País que habla de la noticia.

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Carmen Machado, el último verso del exilio español

En el trágico historial de pérdidas y exilios que los Machado vivieron como consecuencia de la Guerra Civil, doloroso e inacabable, las mujeres de la familia de los poetas Antonio y Manuel jugaron un papel determinante para que “el desastre no hubiera sido infinitamente mayor de lo que fue”. Lo sostiene el estudioso machadiano Antonio Rodríguez Almodóvar (Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, 2005), para quien la saga femenina que ha portado uno de los apellidos más enjundiosos de las letras españolas merece “un homenaje aparte”. La ocasión podría hacerse coincidir ahora con el fallecimiento, esta pasada semana, de Carmen Machado Monedero (Madrid, 1931 - Santiago de Chile, 2021), la última sobrina viva de los poetas, con cuyo tío Antonio compartió los avatares de un exilio terrible, pero que “supo representar hasta el último momento de su vida la tradición de las mujeres de la familia Machado, recogiendo un testigo de conciliación y concordia”, asegura el profesor.
Carmen Machado Monedero era la menor de las sobrinas carnales de Antonio y Manuel, hija de José Machado Ruiz y Matea Monedero. Nacida en Madrid en 1931, con siete años emprende un periplo que le obliga a huir de la capital española, siguiendo el rastro del Gobierno de la República, junto a sus hermanas Eulalia y María, sus padres, su tío don Antonio Machado y su abuela Ana Ruiz. Al llegar al paso fronterizo de La Junquera, en 1938, los adultos continúan hacia Francia, donde se produce el dramático desenlace de la muerte consecutiva de don Antonio y su madre, apenas con tres días de diferencia, en la localidad costera de Collioure. Fue precisamente el padre de Carmen Machado, José, quien encontró en el bolsillo del gabán de su hermano Antonio dos papeles arrugados. En uno de ellos el poeta recordaba a Guiomar. En el otro dejó un apunte transido de nostalgia que compendia, en apenas un verso, toda la literatura del exilio español: ‘Estos días azules y este sol de la infancia’.
A pesar de este relato, paradigma de la derrota y el sufrimiento de la contienda nacional, el paradero de las sobrinas de don Antonio no fue más afortunado. Las niñas fueron enviadas solas a Moscú gracias a la mediación de un secretario de la Institución Libre de Enseñanza que se había ofrecido a hacer de enlace con la familia. José y Matea, los padres, consiguen en 1940 escapar a Chile a bordo del barco Formosa, que logra salir desde Francia gracias a las gestiones del entonces embajador Pablo Neruda. Sin embargo, el estallido de la II Guerra Mundial el año anterior prolongó nueve años la separación con sus hijas. Carmen ya había terminado el colegio y aspiraba a estudiar Medicina cuando por fin se produce la posibilidad de viajar a Chile y lograr la reagrupación familiar. Así que de nuevo le hace un regate al destino, se deshace de la idea y embarca a Santiago, “con la misma alegría y empatía con la que siempre la recordaremos”, incide Rodríguez Almodóvar, que coincidió con Carmen Machado en Sevilla en 2011, con motivo de un homenaje celebrado en la ciudad natal de los poetas. “Tenía muy buen recuerdo de Rusia, y siempre se sintió más cerca de su tío Antonio. Ella era aún pequeña, pero fue él quien le enseña a leer, a preocuparse por su educación, durante la estancia de la familia en Rocafort, tras salir de Madrid”, recuerda el profesor.
Desde Cipriana Álvarez, abuela de Antonio y Manuel, a su madre Ana Ruiz —“¿Hemos llegado ya a Sevilla?”, le pregunta desorientada y enferma a su hijo al llegar a Collioure, en otra muestra de dolor insoportable—, las mujeres de los Machado “fueron siempre el centro de gravedad de la familia, la clave sobre la que orbita ese ejemplo de conciliación, ideario social e integridad moral” sobre el que se ha construido la memoria del poeta de Soledades, incide Rodríguez Almodóvar.
Ya en Chile, y hasta su reciente pérdida, Carmen Machado ha desarrollado una actividad profesional de notable trascendencia social. Mujer de letras, periodista, fue directora de la revista femenina Eva, así como colaboradora en diversos suplementos de El Mercurio. El 31 de enero hubiera cumplido 90 años y quienes la conocen —deja dos hijos y tres nietos― aseguran que lo celebraría, como siempre, con una fiesta española, en la que “seguramente no habría cabida para reproches políticos”, insiste Rodríguez Almodóvar. “Somos una familia unida a la que la guerra no pudo separar”, dijo Carmen Machado en Sevilla, según recogieron las crónicas del homenaje sevillano en aquel 2011, probablemente un día de sol, de cielo nítidamente azul, como la imagen que alivió a Antonio Machado sus últimos días en Collioure.

sábado, 23 de enero de 2021

Con Ll de castellano (I)



Decía Albert Einstein: “Hay dos cosas que son infinitas, el universo y la estupidez humana… y de la primera no estoy seguro”. La estupidez es hacer cosas sin sentido y que no llevan a ninguna conclusión por el simple hecho de querer distinguirse por algún motivo innecesario. 
Esta semana recibí un correo de un constructor de Valencia al que le hago proyectos. Se trataba de unos requerimientos de la delegación de Urbanismo de El Ferrol, porque hace unos meses hice un proyecto de una lavandería y reclaman unas modificaciones y aportar otra documentación. Hasta aquí nada nuevo, suele ser habitual que para cualquier tontería un ayuntamiento toque las narices cuando se solicita una licencia. 
Pero lo que más me cabreó es que el requerimiento estaba escrito en gallego. Ese idioma no es complicado y se entiende bastante bien, pero, sinceramente, por ahí no paso. Tengo una amiga gallega que trabaja de profesora en un pueblo de Pontevedra, se lo comenté y a la media hora me había enviado el texto traducido. Pero, repito, por ahí no paso; así que al día siguiente llamé al ayuntamiento de El Ferrol, les expuse el tema y les dije que lo enviasen de nuevo en castellano. Si ya me parecía surrealista tener que llamar, más me pareció todavía el que me dijeran que si lo quería así tenía que solicitarlo por escrito. 
Lo que les dije, más o menos, fue que lo lógico y correcto es que lo hubiesen enviado en castellano, por cuestiones evidentes, y, además, iba dirigido a una empresa de Valencia y, hasta donde llegan mis conocimientos, Galicia sólo está compuesta por cuatro provincias y Valencia no pertenece a ella. Finalmente les comenté que a mí no se me hubiera ocurrido enviarles un proyecto escrito en valenciano. La persona que me atendió notó mi malestar y la conversación fue bastante tensa, pero yo tampoco tenía ganas de mucho jaleo. De momento estamos esperando. 
Sinceramente, estoy harto de los nacionalismos que utilizan el idioma para creerse superiores. En Valencia, por desgracia, ocurre prácticamente lo mismo. Desde que Compromís tiene poder en los ayuntamientos se ha establecido una dictadura que me asquea con esto del idioma. Hablo a nivel local. En mi pueblo el concejal de cultura cada por tres haciendo campañitas, evidentemente con dinero público, para que la gente hable valenciano o refiriéndose a la cultura valenciana solamente a escritores y cantantes que lo hagan en valenciano, discriminando de una forma sectaria a gente de la talla de Miguel Hernández o Vicente Blasco Ibáñez. 
Es curioso, pero muchos iletrados han descubierto en el saber hablar o escribir en valenciano una forma de ganarse la vida (sin tener necesidad de pisar una universidad) para enchufarse en Compromís y caer en alguna concejalía importante (en mi pueblo hay algunos)... aunque esto ya ocurría con otros partidos, siempre ha habido trepas y sinvergüenzas cuyo único fin en la vida ha sido trabajar bajo el paraguas de un partido político.
A mí, sinceramente, que me impongan las cosas me irrita. Que tenga que venir un tío para decir lo que es cultura valenciana y lo que no es algo que no soporto. Que con cualquier excusa ya monten saraos en valenciano (insisto, con dinero público, porque estos de su bolsillo no sacan nada) y, sin embargo, no ofrezcan alternativas en castellano es algo que me parece repugnante como, por ejemplo, celebrar concursos de literatura en valenciano y el 23 de abril, Día del Libro, pasar totalmente olvidado. Y cuando no tienen nada que hacer sacan el falso victimismo de que el valenciano ha estado perseguido durante 300 años, desde la batalla de Almansa (1707). 
Es por ello, que yo he reducido el valenciano al ámbito familiar y de amistades próximas, pero para el resto utilizo el castellano; así lo hago (o hacía, porque hace meses que no voy) cuando en Alzira voy a una cafetería, tienda o cualquier establecimiento y no por ello soy menos alzireño o valenciano, simplemente que no me da la gana; han conseguido que me rebele ante esos que pretenden imponer una lengua que a 80 km (Requena, Ayora, Utiel… las zonas del interior colindantes a Castilla La Mancha o el sur a Murcia) ya no se usa. 
Parece que lo que ocurre en Valencia ocurre en otras zonas. Se utiliza el idioma autóctono como intento de superioridad discriminando a la lengua oficial en todo el estado español, repito, lengua oficial en todo el estado español, esto es, el castellano. Y ya, lo que me pasó hace unos meses en un pueblo de Lérida en el que estuve trabajando es para no volver, pero eso, quizá, lo cuente otro día.

martes, 19 de enero de 2021

Snack Attack



martes, 12 de enero de 2021

Gusanos de seda


Me relaja ver este vídeo… 
Yo, de pequeño, también tuve… ¿qué niño no los tuvo? 
En estos tiempos creo que los niños ya no saben que hace años nuestros gusanos de seda eran algo muy importante para nosotros. 
Hemos pasado de los gusanos de seda a los pokemon… dicen que el mundo avanza. 


sábado, 9 de enero de 2021

12 pruebas de la inexistencia de Dios



Era un niño cuando mi tío me habló de este libro, ‘Las 12 pruebas de la inexistencia de Dios’, del francés Sébastien Faure. 
Hablar de religión con alguien que tenga argumentos es algo que me gusta, ya que es uno de los debates que me parecen más interesantes si son tratados desde una óptica respetuosa. 
Me gusta la duda; creo que dudar de cosas es bueno para llegar a una posible verdad. Por ello, de la misma forma que se puede discutir la no existencia de Dios, se puede discutir su existencia; habrá argumentos a favor y en contra y conocerlos es lo que da para tener una opinión propia, sin influencias de la educación o del entorno.
El libro es corto y se puede leer en un momento. Copiaré el título de los capítulos y colocaré aquí el enlace al libro por si a alguien le interesa leerlo, a partir de aquí, cada uno podrá tener razones argumentadas, distintas o no a sus propias creencias. Todo puede tener un sí o un no si se argumenta con fundamento. 


12 pruebas de la inexistencia de Dios

1. El gesto creador es inadmisible
2. El ‘espíritu puro’ no puede haber determinado el universo
3. Lo perfecto no puede producir lo imperfecto
4. El ser eterno, activo, necesario, no puede en momento alguno, haber estado inactivo o inútil
5. El ser inmutable no puede haber creado
6. Dios no puede haber creado sin motivo; suponiendo eso, es imposible discernir uno solo
7. El gobernador niega al creador
8. La multiplicidad de los dioses demuestra que no existe ninguno.
9. Dios no es infinitamente bueno; el infierno lo demuestra
10. El problema del mal
11. Irresponsable, el hombre no puede ser ni castigado ni recompensado
12. Dios viola las leyes fundamentales de la equidad

sábado, 2 de enero de 2021

Moneda al aire



¿Seguir o no seguir? 
¿Continuar o parar? 
La vida se compone de decisiones que tenemos que tomar. Las decisiones del hoy son las consecuencias del mañana. 
Es como una moneda en el aire, que caiga cara o cruz, según lo decidido y, para bien o para mal, vivir con ello. 
Ante determinadas opciones sólo caben dos resultados: 
a) Tener mucho que ganar y nada que perder. 
b) Tener mucho que perder y nada que ganar.
No me caracterizo por ser alguien impulsivo; analizo y medito todas las opciones ante un camino que tomar. Cuando he decidido ya puedo intuir los inconvenientes y las ventajas. Los asumo… al fin y al cabo las decisiones tomadas pueden suponer una victoria que te lleve al cielo o una derrota que te hunda en el infierno. Soy consecuente con ello. 
A lo largo de mi vida he tomado decisiones que me han pesado, pero no he podido hacer nada, ¡cuántas veces hubiera querido que el tiempo volviese atrás! Pero para bien o para mal me han llevado al lugar en el que me encuentro; no sé si podría haber sido mejor o peor haber cambiado de parecer… el caso es que ahora, a estas alturas, no sirve de nada y hay que vivir con ello. 
Otras decisiones han sido acertadas, aunque ello no quiere decir que no fueran dolorosas… pero el tiempo ha acabado por mostrarme que fue lo mejor que pude hacer. 
Reflexiones, dudas, más reflexiones y más dudas. 
Ya lo dijo Hamlet, “ser o no ser, esa es la cuestión”. 
La moneda siempre está en el aire, ¿será cara o será cruz? 
Da igual lo que sea, al final podemos hacerle caso o no.
El destino no está escrito, lo escribimos nosotros.