sábado, 13 de marzo de 2021

José Lino Vaamonde, arquitectura y principios



Hace como quince años, en un curso que hice en el Colegio de Arquitectos de Zaragoza, descubrí un libro muy interesante, ‘La conservación del patrimonio español durante la II República (1931-1939)’, del arquitecto valenciano Julián Esteban Chapapría. Eran tiempos en los que mi sentimiento republicano, ese que sigo teniendo pero que a día de hoy se mantiene en un segundo plano, estaba a flor de piel. Para mí era el libro perfecto, tanto en lo profesional como en lo ideológico y, evidentemente, no podía dejar pasar la oportunidad de comprarlo.
Allí descubrí un nombre desconocido, pero que se ganó mi admiración por la situación que vivió y el compromiso que tenía con sus ideas. Se trataba de José Lino Vaamonde Valencia (1900), un nombre que se ha perdido en las páginas del olvido.
Vaamonde Valencia fue un arquitecto orensano que obtuvo el título de arquitecto por la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid en 1927, durante la dictadura de Primo de Rivera y bajo el reinado de Alfonso XIII. En 1934 obtuvo el título de aparejador, ya que, como él mismo decía: “quería tener un título firmado por el Presidente de la República española y no por SM el rey D. Alfonso XIII”. Esto fue lo que me cautivó de este personaje, lo que me identificó con él. Cuando yo finalicé mis estudios y me dieron el diploma me negué a ponerle un marco y colgarlo de la pared (aunque en mi entorno me insistieron); la razón era que yo me negaba a tener un cuadro en el que pusiera en grande (cito de memoria algo parecido): “Juan Carlos I, Rey de España y en su nombre el rector de la Universidad Politécnica…”. Sólo faltaba eso, que yo tuviera que ver todos los días el nombre del Rey colgado de una pared y, en cierta forma, ‘agradeciéndole’ la concesión de un título que yo me había ganado. De hecho, no he colgado ningún diploma que lleve el nombre del Rey y los tengo guardados en un cajón en casa de mis padres. Sin duda alguna José Lino representa para mí en un ejemplo de integridad.
Pero si por algo es conocido este arquitecto es por haber sido el salvador del tesoro artístico español. Republicano convencido y admirador de D. Manuel Azaña se afilió a Izquierda Republicana en diciembre de 1935 y desde entonces se entabló una estrecha relación personal con el futuro presidente, tal es así que al comiendo de la guerra civil, Azaña le encarga el traslado de las obras del Prado ante el peligro que podían correr. D. Manuel, se dirigía a él como ‘mi buen amigo’.
En 1938 es nombrado secretario general de propaganda del Ministerio de Presidencia, pero sufre un accidente y por indicaciones de Azaña es trasladado a París para su recuperación y allí es nombrado vocal del Comité Nacional de Ayuda a la España Republicana en sustitución, ni más ni menos, de mi admirada Victoria Kent.
Al finalizar la guerra se exilió a Venezuela, donde desarrollaría los trabajos más importantes de su carrera profesional. Sus comienzos no fueron fáciles, comenzando en trabajos de venta a domicilio de libros y haber montado en la ciudad de Valencia el bar restaurante Madrid. En 1946 fue contratado por la compañía Shell Caribean Petroleum Company, con sede en Caracas, y organiza los servicios de arquitectura, de la que sería nombrado en poco tiempo arquitector asesor, el mayor rango dentro del servicio.
Sus trabajos en Venezuela ya forman parte de la curiosidad que uno pueda tener por profundizar en su biografía.
Como anécdota es importante resaltar que durante los años 1926 – 27 fue secretario de la junta directiva del Real Madrid y que en una gira por América que hizo el equipo en 1952 fue invitado por el presidente del club Santiago Bernabeu a presenciar un partido en Caracas contra el Millonarios de Bogotá. El presidente blanco quería fichar a Adolfo Pedernera, un jugador del equipo colombiano en el que se había fijado, pero Vaamonde le insistió y convenció para que al que tenía que fichar era a Alfredo Di Stefano, como así sucedió.
José Lino Vaamonde Valencia… un ejemplo de integridad personal, superación y profesionalidad. Falleció en Caracas en 1986.

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