sábado, 11 de junio de 2016

Aquellos junios


Estos días de junio tienen algo extraño, nostálgico más bien, y me hacen retroceder entre quince y veinte años, a mi etapa de estudiante.
Era un mes en el que el frío había desaparecido y el calor comenzaba a apretar. Las clases habían acabado a finales de mayo o muy a primeros de junio, pero quedaba lo más duro... quedaba la convocatoria de junio que comenzaba a partir del 25 y nunca acababa antes del 10 julio. Así pues, había que darlo todo, ya que, casi con toda seguridad, esa convocatoria era la que iba a decidir lo que podía suceder el siguiente curso; porque aunque quedase septiembre, seamos serios, estudiar más de dos asignaturas durante las vacaciones requería de un esfuerzo hercúleo... y luego aprobarlas ya no dependía de uno mismo.
Bien es cierto que en mi caso (y en el de los compañeros que vivían conmigo), nos poníamos a estudiar en plan maratoniano al comenzar abril y al llegar este mes (junio) ya teníamos bastante avanzado, pero ello no eximía de tener que dedicarle más tiempo y... no era fácil. Por las noches, aunque íbamos en calzoncillos por el piso, el calor era infernal. Nos poníamos a estudiar en la habitación con las ventanas abiertas, con el peligro manifiesto de los mosquitos, y aunque cada uno tenía un ventilador en su habitación (bien comprado o bien traído de casa) tampoco resultaba muy cómodo, ya que había que colocarlo de manera estratégica y estar pendiente de que no se volasen los folios; o al fumar tener que apagarlo y al encenderlo salía volando la ceniza y las colillas del cenicero. Aunque hiciese un sol de justicia no había que ir con pantalón corto, ya que no quedaba demasiado correcto ir a la universidad a recoger apuntes o asistir a alguna tutoría en plan playero... Sí, reconozco que era un mes duro por el calor y por la tensión de los futuros exámenes.
Pero también nos merecíamos un homenaje de vez en cuando y los sábados por la tarde, a eso de las 20:00 horas, nos íbamos a ‘La taberna del sirio’, un bar de vinos que estaba regentado por Gasim. Él había salido de Siria por problemas políticos y, aunque era dentista, al llegar a España pensó que lo más sencillo sería tener un bar... y así llevaba más de veinte años. Era un personaje peculiar, siempre estaba en una esquina de la barra con un vaso de vino y si había algo que le sacaba de los nervios era hablar de Israel y de los EEUU... con lo del 11-S creo que estuvo una semana borracho; eso sí, era discreto y no hablaba de ello con cualquiera.
Fuera de su bar tenía una terraza sobre la que caía una buena sombra gracias a unas enredaderas. Todos nos reuníamos allí con la intención de tomar un par de cervezas antes de cenar... pero siempre acabábamos tomándonos la última antes de que cerraran la discoteca. Supongo que nos lo merecíamos, eso sí, el domingo estábamos para el arrastre, pero el lunes, a las 6:00 horas, como nuevos.
Quizá, este sábado podría ser uno de aquellos y esta una de las canciones que sonaban por entonces y... y podría seguir, pero las “copas de recuerdos e historias...” ya me las beberé en otra ocasión...


3 comentarios:

Leo dijo...

Si me permites la observación pienso que estás demasiado sumergido en el pasado. No se trata de no recordar, sino, de que tus quimeras se perciben en un tiempo atrás.
Mis viejos tiempos fueron algo parecido a lo que cuentas pero el futuro está lleno de nuevas sensaciones, a veces, por la madurez más complicadas aunque no menos prometedoras.
Si algo debe volver al presente arrastralo, sino, recuerdalo junto a tus sueños del futuro pero, siempre entre risas e ilusiones del momento, de nuevo, presente.

Feliz mes de junio.

Marino Baler dijo...

Leo: escribo del pasado porque es lo que he vivido, si supiera lo que me iba a pasar en 2020 no te quepa duda que lo comentaría.
Aquella época fue intensa, mágica, especial... hay una frase en una película titulada 'Cuenta conmigo' en la que el protagonista, recordando su infancia dice: "No he vuelto a tener amigos como los que tuve cuando tenía once años. ¡Dios mío! ¿Los tiene alguien?"... pues eso.

Anónimo dijo...

“Así es Marino” el futuro no lo hemos vivido pero el pasado si. Realmente todo el mundo tiene ese momento especial en donde ha sido muy feliz y siempre se recuerda con cariño. El mío son las vacaciones en el apartamento de mis tíos en Calpe y con una amiga muy especial. Fueron varios años increíbles, cuando tienes más o menos 15 años es un recuerdo que no se olvida nunca.