Hace semanas escribí sobre un trabajo que estaba haciendo. Se trataba de una memoria justificativa en una piscina y en una terraza. En ambos elementos se iban a realizar una serie de actuaciones que modificaban su estado actual y, por ello, hacía falta un informe que justificase que los nuevos trabajos no afectasen estructuralmente la edificación existente.
A priori se trataba de un trabajo sencillo. La piscina, con forma de riñón, tiene dos alturas, en su parte más profunda 1’80 metros y la menos 1’60, y se quiere que en lugar de 1’60 tenga 0’40 m. Para ello, más o menos por la mitad, la intervención sería un murete perimetral, un forjado aligerado encima y partiendo del forjado siete escalones hacia la parte profunda. Sobre la terraza habría que arrancar el solado colocar uno nuevo y construir en una esquina una cocina y una barra americana.
En principio, los cálculos no tienen mayor problema. El trabajo sería ver, con los planos originales, lo que está construido, calcular lo que se va a construir y ver si lo que hay ahora aguantaría. Nada más. Como he dicho antes una simple memoria.
Pues bien… llevo más de dos meses con los puñeteros cálculos por culpa de un ingeniero de caminos que me está tocando las narices. Él es quien tiene que dar el visto bueno, ya que las instalaciones están en un puerto de mar y eso pertenece a no sé qué delegación o ministerio. Todos los cálculos se hacen con un programa llamado CYPE. Se van poniendo datos y el programa da los resultados.
Lo que voy a contar ahora entra dentro de un aspecto más técnico y quizá haya palabras que no se entiendan. A lo que iba. Hice los cálculos en la piscina, se los envié y me respondió con un correo que parecía un testamento. Pedía cosas como el estado límite de fisuración, tracción en tramos cóncavos en el vaso de la piscina, transiciones entre soleras y algunas cosas más que no tenía ni idea y que en el cálculo de una piscina no se hacen y no porque lo diga yo, porque pregunté a amigos arquitectos y estos, por lo curioso de las peticiones, preguntaban a otros y nadie sabía lo que pedía este tío. Yo le recalculaba lo que podía, pero siempre había alguna pega, llegando incluso a dudar de mi competencia respondiendo que “lo relevante es que un técnico competente realice un cálculo justificativo ajustado a la realidad”, cosa que me tocó, y bastante, los cojones (hablando claro).
El siguiente correo que le envíe fue tirante. Le hice la justificación que eso no se iba a caer, que si lo que quería era un proyecto de ingeniería que buscase a otra persona, pero lo que a mí se me había pedido era la justificación de que lo que se iba a hacer era seguro, nada más, ni proyecto constructivo ni nada y recordando lo de “un técnico competente”, le señalé que las piscinas las calculan los arquitectos y que éstas no se hundían, jamás había escuchado una noticia en la que dijese que una noticia se había hundido; sin embargo, los puentes y carreteras son calculados por ingenieros de caminos y es habitual escuchar noticias de puentes y carreteras colapsados con, incluso, caso de muerte. Todo eso dicho con educación. Ya no puso más pegas a la piscina.
Ahora quedaba la terraza. Lo mismo que antes. Necesitaba todos los planos de estructura para saber lo que hay y si lo que hay aguantaría la nueva intervención. Mi sorpresa fue que al ver el plano de cimentación, ésta está construida con zapatas, algo muy, muy extraño, ya que la tensión admisible del terreno es de 0’05 MPa y el Código Técnico de la Edificación (CTE) recomienda (muy seriamente) que cuando sea inferior a 0’1 MPa se construya con losa, por una cuestión de seguridad. Yo calculaba la cimentación con 0’05 MPa y, lógicamente, el programa me daba como resultados que había que reforzar la cimentación (eso es un pastón), pero el ingeniero me respondía que reforzar la cimentación era algo inviable. Incluso parecía que dudaba de los cálculos del programa (CYPE es lo que usa a nivel nacional y en algunos países del extranjero para el cálculo de estructuras. No se trata de un programa cualquiera). Según él, sí o sí, la cimentación tenía que cumplir haciendo que las vigas de atado entre zapatas trabajasen como vigas centradoras para, así, que el momento producido se reparta a otras zapatas y que el axil quedase centrado en la zapata. Le respondí que la superficie de las zapatas es insuficiente para repartir las cargas del terreno y que las vigas de atado, aunque tuviesen un canto muy grande, no evitan que se supere la tensión admisible del terreno, porque las cargas son las mismas, haya o no vigas de atado. Como he dicho antes, utilizaría lenguaje técnico, pero esto último lo explicaré con un ejemplo muy sencillo. Una persona sobre una superficie de 30 cm de nieve se hunde, porque la nieve no aguanta el peso. Si esa persona está cogida de la mano de otra se hunden ambas, porque entre ellas se arrastran. La misma persona en la misma superficie de nieve, con esquís o raquetas en los pies no se hunde, porque el peso queda repartido en una superficie mayor. Si esa persona está cogida de la mano de otra que no lleva esquís ni raquetas ambas se hundirían, porque la segunda tiraría de la primera. Si ambas llevasen esquís o raquetas no se hundirían, aunque se cogiesen de la mano, porque el peso queda repartido. Esta es la explicación más sencilla que se me ocurre e idéntica al diálogo con el ingeniero.
Al final decidió que la cimentación la obviase, justificándolo en que si eso había aguantado 20 años, la nueva intervención iba a ser similar a la existente, incluso se aligeraban cargas, por lo tanto no había peligro. No obstante, me dijo una cosa que me dejó alucinado: “Diga lo que diga el CTE, no hay problema en usar zapatas con una tensión admisible de 0,05 MPa, siempre que sea una solución económica”. Es decir, que el CTE se puede torear. Para hacernos una idea, imaginemos a un juez diciendo “diga lo que diga la Constitución” o a un profesor de autoescuela “diga lo que diga el Código de Circulación”… ¡para echar a correr! Por no hablar de lo de “solución económica”; a mí me grabaron a fuego la frase “del lado de la seguridad”. Para diseñar un proyecto, lo más importante es estar del lado de la seguridad y el lado económico es secundario, ¿quién firmaría una estructura económica pero que no cumpla los requisitos del CTE? Sólo un loco.
Resumiendo. Esta semana visé la memoria en el Colegio. Una vez en el despacho, antes de enviárselo ya visado, lo revisé y me di cuenta que me había equivocado. Había puesto correctamente los cálculos de la piscina, pero los de la terraza eran otros cálculos anteriores con la cimentación calculada… mi cabreo y juramentos fueron de los que hacen historia; así que tuve que volver al colegio al día siguiente, pedir disculpas por mi error y que me quitasen la parte errónea y me adjuntasen la buena. No me pusieron ningún problema y envié la memoria correcta visada. No me ha contestado todavía, pero lo que tengo claro es que ya no hago nada más. Paso, paso, paso.
He quedado tan harto de la puñetera memoria que me he prometido a mí mismo que este verano no me voy a meter en ninguna piscina… y la playa no me gusta, así que a base de duchas me refrescaré. Aunque si alguien me invita a las islas Seychelles quizá me lo piense.
A priori se trataba de un trabajo sencillo. La piscina, con forma de riñón, tiene dos alturas, en su parte más profunda 1’80 metros y la menos 1’60, y se quiere que en lugar de 1’60 tenga 0’40 m. Para ello, más o menos por la mitad, la intervención sería un murete perimetral, un forjado aligerado encima y partiendo del forjado siete escalones hacia la parte profunda. Sobre la terraza habría que arrancar el solado colocar uno nuevo y construir en una esquina una cocina y una barra americana.
En principio, los cálculos no tienen mayor problema. El trabajo sería ver, con los planos originales, lo que está construido, calcular lo que se va a construir y ver si lo que hay ahora aguantaría. Nada más. Como he dicho antes una simple memoria.
Pues bien… llevo más de dos meses con los puñeteros cálculos por culpa de un ingeniero de caminos que me está tocando las narices. Él es quien tiene que dar el visto bueno, ya que las instalaciones están en un puerto de mar y eso pertenece a no sé qué delegación o ministerio. Todos los cálculos se hacen con un programa llamado CYPE. Se van poniendo datos y el programa da los resultados.
Lo que voy a contar ahora entra dentro de un aspecto más técnico y quizá haya palabras que no se entiendan. A lo que iba. Hice los cálculos en la piscina, se los envié y me respondió con un correo que parecía un testamento. Pedía cosas como el estado límite de fisuración, tracción en tramos cóncavos en el vaso de la piscina, transiciones entre soleras y algunas cosas más que no tenía ni idea y que en el cálculo de una piscina no se hacen y no porque lo diga yo, porque pregunté a amigos arquitectos y estos, por lo curioso de las peticiones, preguntaban a otros y nadie sabía lo que pedía este tío. Yo le recalculaba lo que podía, pero siempre había alguna pega, llegando incluso a dudar de mi competencia respondiendo que “lo relevante es que un técnico competente realice un cálculo justificativo ajustado a la realidad”, cosa que me tocó, y bastante, los cojones (hablando claro).
El siguiente correo que le envíe fue tirante. Le hice la justificación que eso no se iba a caer, que si lo que quería era un proyecto de ingeniería que buscase a otra persona, pero lo que a mí se me había pedido era la justificación de que lo que se iba a hacer era seguro, nada más, ni proyecto constructivo ni nada y recordando lo de “un técnico competente”, le señalé que las piscinas las calculan los arquitectos y que éstas no se hundían, jamás había escuchado una noticia en la que dijese que una noticia se había hundido; sin embargo, los puentes y carreteras son calculados por ingenieros de caminos y es habitual escuchar noticias de puentes y carreteras colapsados con, incluso, caso de muerte. Todo eso dicho con educación. Ya no puso más pegas a la piscina.
Ahora quedaba la terraza. Lo mismo que antes. Necesitaba todos los planos de estructura para saber lo que hay y si lo que hay aguantaría la nueva intervención. Mi sorpresa fue que al ver el plano de cimentación, ésta está construida con zapatas, algo muy, muy extraño, ya que la tensión admisible del terreno es de 0’05 MPa y el Código Técnico de la Edificación (CTE) recomienda (muy seriamente) que cuando sea inferior a 0’1 MPa se construya con losa, por una cuestión de seguridad. Yo calculaba la cimentación con 0’05 MPa y, lógicamente, el programa me daba como resultados que había que reforzar la cimentación (eso es un pastón), pero el ingeniero me respondía que reforzar la cimentación era algo inviable. Incluso parecía que dudaba de los cálculos del programa (CYPE es lo que usa a nivel nacional y en algunos países del extranjero para el cálculo de estructuras. No se trata de un programa cualquiera). Según él, sí o sí, la cimentación tenía que cumplir haciendo que las vigas de atado entre zapatas trabajasen como vigas centradoras para, así, que el momento producido se reparta a otras zapatas y que el axil quedase centrado en la zapata. Le respondí que la superficie de las zapatas es insuficiente para repartir las cargas del terreno y que las vigas de atado, aunque tuviesen un canto muy grande, no evitan que se supere la tensión admisible del terreno, porque las cargas son las mismas, haya o no vigas de atado. Como he dicho antes, utilizaría lenguaje técnico, pero esto último lo explicaré con un ejemplo muy sencillo. Una persona sobre una superficie de 30 cm de nieve se hunde, porque la nieve no aguanta el peso. Si esa persona está cogida de la mano de otra se hunden ambas, porque entre ellas se arrastran. La misma persona en la misma superficie de nieve, con esquís o raquetas en los pies no se hunde, porque el peso queda repartido en una superficie mayor. Si esa persona está cogida de la mano de otra que no lleva esquís ni raquetas ambas se hundirían, porque la segunda tiraría de la primera. Si ambas llevasen esquís o raquetas no se hundirían, aunque se cogiesen de la mano, porque el peso queda repartido. Esta es la explicación más sencilla que se me ocurre e idéntica al diálogo con el ingeniero.
Al final decidió que la cimentación la obviase, justificándolo en que si eso había aguantado 20 años, la nueva intervención iba a ser similar a la existente, incluso se aligeraban cargas, por lo tanto no había peligro. No obstante, me dijo una cosa que me dejó alucinado: “Diga lo que diga el CTE, no hay problema en usar zapatas con una tensión admisible de 0,05 MPa, siempre que sea una solución económica”. Es decir, que el CTE se puede torear. Para hacernos una idea, imaginemos a un juez diciendo “diga lo que diga la Constitución” o a un profesor de autoescuela “diga lo que diga el Código de Circulación”… ¡para echar a correr! Por no hablar de lo de “solución económica”; a mí me grabaron a fuego la frase “del lado de la seguridad”. Para diseñar un proyecto, lo más importante es estar del lado de la seguridad y el lado económico es secundario, ¿quién firmaría una estructura económica pero que no cumpla los requisitos del CTE? Sólo un loco.
Resumiendo. Esta semana visé la memoria en el Colegio. Una vez en el despacho, antes de enviárselo ya visado, lo revisé y me di cuenta que me había equivocado. Había puesto correctamente los cálculos de la piscina, pero los de la terraza eran otros cálculos anteriores con la cimentación calculada… mi cabreo y juramentos fueron de los que hacen historia; así que tuve que volver al colegio al día siguiente, pedir disculpas por mi error y que me quitasen la parte errónea y me adjuntasen la buena. No me pusieron ningún problema y envié la memoria correcta visada. No me ha contestado todavía, pero lo que tengo claro es que ya no hago nada más. Paso, paso, paso.
He quedado tan harto de la puñetera memoria que me he prometido a mí mismo que este verano no me voy a meter en ninguna piscina… y la playa no me gusta, así que a base de duchas me refrescaré. Aunque si alguien me invita a las islas Seychelles quizá me lo piense.
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