sábado, 29 de enero de 2022

¡Que inventen ellos!



¿Qué pensaría hoy, en 2022, D. Miguel de Unamuno de la situación de España? A principios del siglo pasado, en 1906, escribió una carta dirigida a Ortega y Gasset con una frase lapidaria; hastiado del inmovilismo de la sociedad y del pasotismo de la gente ante la situación que vivía el país (pérdida de los últimos territorios del imperio de ultramar: Cuba, Filipinas, Puerto Rico, Islas Guam e Islas Marianas; las guerras africanistas; el analfabetismo español; la influencia de la Iglesia en todos los estamentos y, finalmente, el poco interés por el desarrollo científico y tecnológico del país). Probablemente, en un momento de enajenación o de enfado, se dejó arrastrar por el pasotismo y escribió refiriéndose ante los avances tecnológicos que llegaban de Europa:

Que inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones. Pues confío y espero en que estarás convencido, como yo lo estoy, de que la luz eléctrica alumbra aquí tan bien como allí donde se inventó”.

Para el que no lo haya entendido, en lenguaje actual, sería: “Que hagan lo que les salga de los cojones, a mí ya me da todo igual. Es inútil seguir luchando”.
Desgraciadamente, el ‘buenismo’ que caracteriza a nuestro actual Gobierno no hace más que adoptar decisiones que acaba provocando que muchos españoles se apunten al ‘¡Que se esfuercen ellos!’ Son muchos los ejemplos.
En el plano educativo, el ‘buenismo’ ha decretado que, para pasar al curso siguiente, ya no es necesario aprobar el anterior. Es decir, en lugar de buscar y premiar la excelencia, para igualarlos a todos se rasura por debajo. Contemplando a aquellos de sus compañeros que consumen días y horas en la hermosa tarea del aprendizaje, no serán pocos los estudiantes que gritarán ‘¡Que se esfuercen ellos!’
Está claro que poco más se podía esperar de una concepción educativa que vincula el fracaso escolar con la exigencia de un mínimo de conocimientos para pasar de curso. Se lo han puesto muy fácil a los profesores y centros de educación, pues para alcanzar el éxito tan sólo tienen que conceder siempre el aprobado general. Así no hay fracaso.
En el ámbito de la Administración Pública, el Gobierno ‘buenista’ anunció hace meses que convertiría en funcionarios vitalicios a 800.000 interinos en la elefantiásica burocracia nacional, que, sin haber pasado las pruebas de mérito y capacidad, tampoco deberán pasarlas ahora.
‘¡Que se esfuercen ellos!’ exclamarán los afortunados refiriéndose a los sufridos opositores que no tuvieron la fortuna de acceder digitalmente a un puesto de funcionario. Se argumentaba que de este modo se reducirá la temporalidad en el empleo público, pero olvidan decirnos que también podría reducirse estableciendo las pertinentes pruebas para el tránsito de interino a funcionario vitalicio.
En la órbita laboral, la instauración del Ingreso Mínimo Vital, que se añade a otro sinfín de subsidios ya existentes, determina que el incentivo para aceptar un empleo con las obligaciones que conlleva se haya reducido considerablemente. Observando a sus vecinos, amigos, y/o familiares que han de madrugar, desplazarse a su centro de trabajo y cumplir con su jornada laboral, los numerosos subsidiados dirán: ‘¡Que se esfuercen ellos!’ que a mí el Estado ya me da la paga que otros obtienen con su sacrificio diario.
En el campo empresarial, el conjunto de subvenciones y coimas concedidos con dinero público a los amigos y amiguetes –el Ministerio llamado de Igualdad es un paradigma– , constituye una práctica lacerante para el conjunto de pequeños empresarios que se dejan diariamente la piel y arriesgan el patrimonio familiar para llevar adelante su empresa. Contemplando su quehacer diario y el riesgo que asumen, el ingente ejército de subvencionados manifestará ‘¡Que se esfuercen ellos!’, que a mí me lo regalan los ‘buenistas’.
El repaso realizado es breve, pues existen muchos otros casos de este ‘buenismo’ que desincentiva el esfuerzo y el sacrificio personal.
La reflexión es inevitable: estamos construyendo un país de pandereta, que se dirige de manera inexorable a ser granja de vagos, enchufados, subsidiados y subvencionados.
Finalmente quiero destacar un factor importante a la par que desolador: cada uno de esos vagos, enchufados, subsidiados y subvencionados también dispone de una papeleta electoral.

2 comentarios:

Benja dijo...

Lo has clavado Marino, estoy totalmente de acuerdo contigo. Todos los partidos y políticos son la misma mierda con diferente color. Y lo que están haciendo es un hundir este país hasta un punto de no retorno. Su mala gestión económica nos pone a los ciudadanos en una situación insostenible, solo saben subir la edad de jubilación y subir impuestos. Además 100.000 mil millones de déficit de la Seguridad Social nos colocan en una situación muy delicada. Mientras no cambiemos el sistema electoral a unas listas abiertas no tenemos nada que hacer, esta es una Democracia ultrajada y con un pueblo aborregado el futuro se nos presenta muy negro.

Benja dijo...

Lo que pasa en España es de traca. Hoy se ha aprobado la reforma laboral por un voto de un Diputado del PP qué se ha equivocado. Qué nivel tienen nuestros políticos que ni saben votar.