martes, 26 de enero de 2010

Benito Soto, el último pirata



El de hoy es un personaje que por una de esas casualidades descubrí hace unos meses ojeando una enciclopedia en una biblioteca. Siguiendo mi costumbre de publicar entradas los martes y sábados, cuando haya algo que publicar, he esperado al día de hoy para hacerlo, la razón es sencilla. Ayer se cumplieron 180 años de la muerte del, que podríamos considerar, último pirata del Atlántico. Poco se sabe de su vida, apenas nada, y ese poco puede que sea mezcla de leyenda y realidad. Se llamaba Benito Soto, nacido en Pontevedra en un entrono de pobreza, y no llegó a los 25 años (22 de marzo de 1805, 25 de enero de 1830).
Benito era el séptimo hijo de una familia de catorce. Jamás aprendió a leer, pero se convirtió en un espabilado contrabandista al que, a los dieciocho años de edad, semejaron quedarle estrechas para sus correrías las aguas de la costa gallega. Embarcado rumbo a Cuba, en ese momento se pierde la vista de sus andanzas hasta su reaparición, poco después, a bordo del "Defensor de Pedro". A partir de entonces hay dos versiones de la vida de Benito Soto: en la primera la de que se trató siempre de un honrado marinero que por la necesidad y las circunstancias acabó combatiendo a corsarios enemigos, y, en la segunda, que directamente actuó en barcos corsarios españoles contra buques de las repúblicas americanas. En cualquier caso, se da por seguro que navegó en buques negreros y tuvo más de un enfrentamiento armado, lo que le otorgó una notable experiencia en combates en el mar.
El hecho es que, a finales de 1827, con sólo 23 años de edad, figura ya como segundo contramaestre del "Defensor de Pedro", un bergantín de bandera brasileña con destino a África que tenía "patente de corso" para ejercer la piratería contra toda aquella embarcación que se considerase enemiga del gobierno que lo había contratado. Esto significa que, aparte de la licencia corsaria, se trataba de un barco negrero, cuya misión principal es embarcar esclavos en el continente negro para trasladarlos a América.
El 3 de enero de 1828, el "Defensor de Pedro" fondea en el Cabo de San Pablo y el capitán, Pedro Mariz de Sousa Sarmento, y algunos miembros de confianza de su tripulación, abandonan el buque intuyendo que, a bordo, se estaba gestando un motín. Asume la responsabilidad del mando el teniente de la Armada portuguesa, Antonio Rodrigues, quien el 26 de febrero se enfrenta a una rebelión encabezada por Benito Soto: la lucha acaba con la expulsión de los tripulantes considerados no válidos y, al grito de ¡Abajo los portugueses!, Soto encierra primero y ordena asesinar después a su principal cómplice y, a la par, rival en la revuelta, tomando "de facto" y de manera unipersonal el poder a abordo.

A partir de esos sucesos, podemos considerar que el "Defensor de Pedro" ya no era un buque con patente de corso, sino un barco pirata que navegaba bajo ninguna patria y bajo ningún dios como no fuesen la codicia de sus marineros y las órdenes de Soto. Incluso fue rebautizado como “Burla negra”.

Deciden partir con rumbo a las Azores. A su paso fueron abordados la "Morning Star", la "Topaz", el "Unicorne" (que logró escapar), el "Cessnock", la "Ermelinda" y el "New Prospect" y en casi todos los casos se trató de unos asaltos en verdad sanguinarios y que hablan muy poco bien de cómo se las gastaba Benito Soto en alta mar.

El asalto a la "Morning Star" devino en toda una matanza. Al no querer que hubiese testigos de su fechoría y después de matar a los tripulantes que aún resistían, Soto ordenó que se hundiese la fragata inglesa y se eliminase a todo su pasaje.

No corrieron mejor suerte los veintidós tripulantes de la fragata norteamericana "Topaz", pasada por las armas, un golpe que le proporcionó a Soto el que probablemente fuese su mayor botín en joyas, piedras preciosas, relojes de oro, sedas de China y la India, y monedas. Con aquel tesoro en sus bodegas, el pirata comunicó a sus hombres que ya era hora de volver a casa, poniendo la "Burla negra” proa a Galicia.

En ruta hacia el Noroeste de España, el bergantín pirata no dudó en atacar a aquellos barcos que se le cruzaron en el camino y, así, fueron cayendo, entre otros, la fragata portuguesa "Ermelinda" y el "New Prospect". Cuando, ya en la mismísima bahía de Marín (Pontevedra), Benito Soto se creía rico y a salvo de cualquier contratiempo, se produjo un, para él, hecho inesperado. Ocurrió que se encontró con más dificultades de las previstas para vender la mercancía, de modo que se dirigió al Sur de la Península, recalando varado, debido a un error del timonel que confundió Punta Tarifa con la Isla de León, a tan sólo cuatro kilómetros del puerto de Cádiz, es decir, al alcance tanto de las autoridades españolas como británicas, las cuales procedieron a la detención de los bandidos.

Tras la confusión inicial por lo sucedido, los piratas decidieron huir, pero poco a poco fueron capturados. El capitán Soto llegó casi hasta Gibraltar pero fue capturado.

La sentencia de muerte de Benito Soto fue dictada por un tribunal inglés porque a manos británicas fue cedido por expresa voluntad del rey Fernando VII quien, sin embargo, se encargó de que la mayoría de la tripulación del bergantín "Burla negra" fuese juzgada y sentenciada a muerte por una magistratura militar española.

Esto es un hecho bastante curioso. Realmente aquellos piratas no habían hecho daño a España, ni atacaban sus intereses, solamente atacaban barcos bajo otra bandera, pero para el nefasto Fernando VII, la ciudad de Cádiz era especialmente aborrecible por ser cuna de los liberales; el monarca entendió que la mejor forma de infundir el terror entre sus habitantes y salvaguardar su patético reinado era reunir a los condenados y proceder a su ahorcamiento en público, ante las Puertas de Tierra, y en dos jornadas consecutivas, las del 12 y el 13 de enero de 1830. No satisfecho con ello, el rey ordenó descuartizar los cadáveres y exhibir sus cabezas durante varios días en distintos lugares de la ciudad.

La ejecución de Benito Soto, el 25 de enero de 1830, resultó especialmente cruel. El verdugo colocó la cuerda demasiado alta, pero Soto lo ayudó subiéndose al ataúd para meter bien la cabeza en el lazo y, tras gritar al público ¡Adiós a todos, la función ha terminado! saltó al vacío, pero los pies tocaban el suelo y no acabó de ahogarse -para satisfacción del público- hasta que el verdugo, con una pala, quitó algo de tierra bajo sus pies y el pirata finalmente murió.

Podríamos pensar que era una persona cruel y sanguinaria. Pero en su favor diré que, hay que hay que tener en cuenta que él se cría en un ambiente en el que durante muchísimos años se gritó “muerte al inglés”, fueron dos o tres siglos en el que España rivalizaba por la conquista de los mares con Inglaterra y ese era un grito habitual. Después, en época de paz y de alianza con los ingleses, había mucha gente que seguía con esa espina clavada; también estaba el tema de Gibraltar, el de la esclavitud, de los negreros, etc., y Benito Soto fue un poco un retrasado en su tiempo, porque si lo que hizo lo hubiese hecho cien, o doscientos, años antes tendría una estatua en cada plaza. Sin duda alguna, de haber nacido en la época que le hubiera correspondido, su fama podría ser comparable a los grandes corsarios como Francis Drake o Henry Morgan, al servicio de Inglaterra o Barbarroja, al servicio del Imperio Otomano.

Como anécdota diré que el poema “La canción del pirata” de José de Espronceda está dedicada a Benito Soto, de cuya figura era admirador el célebre poeta.

13 comentarios:

tag dijo...

Pues hay que ver como le cundieron esos 25 años.Menuda biografía.

Y pensar que actualmente un joven de esa edad lo más arriesgado que ha hecho en su vida es ir de botellón y fumarse algo prohibido.

Como inspirador de la Canción del Pirata, debería ser más conocida su historia y sus circunstancias.
Gracias a ti por contarnosla.

PEGASA dijo...

Menos mal que te tenemos a ti para que nos traigas todas sus vivencias y sus aventuras. Cuantas historias se desconocen y nunca saldrían a la luz, si no fuera, por personas como tú. Que nos las traes de tus investigaciones en la biblioteca entre otras.

Un beso

Casteee dijo...

Muy interesante, la verdad que contigo se aprende :)

Es lo que tiene los héroes, tiene una vida intensa y mueren jovenes.

Besos

Felipe Medina dijo...

No conocía nada de nada de este hombre,así como lo de Espronceda

En tu casa se aprende

Gracias y abrazos

LUX AETERNA dijo...

Me gustan los blogs como estos donde uno aprende, muy interesante el post, y es muy cierto temas como la piratería en determinado momento de la historia no estaba tan mal vista. Claro si se era inglés se tenía mas posibilidades todavia.

Marino Baler dijo...

Tag; Realmente eran tiempos muy difícules en los que había que buscarse la vida. La gente de esa edad, hoy en día, no tienen la picaresca que podían tener hace 200 años.

Un besset.

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Pegasa; De todos se puede aprender algo. Personas como yo (como tú dices), no tendrían sentido si no hubieran personas como tú con ganas de aprender. Gracias.

Bessets.

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Casteee; Es cierto, no llegó a cumplir los 25 y con, apenas, 3 años de piratería le dieron para mucho.

Un besset.


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Felipe; Casualidad o no, pero la Canción del Pirata era un poema muy valorado durante el Franquismo, por ese canto al valor, a la lucha... supongo que si Espronceda se inspiró en Soto, era una forma de ensalzarse (durante el régimen) frente a los ingleses.

Un saludo.


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Lux Aeterna; Los ingleses usaron la piratería para entorpecer el comercio de España con América, incluso atacaban puertos españoles como el de La Coruña y el de Cádiz, por Francis Drake que fue nombrado Sir por la reina de inglaterra Isabel I.

Un saludo.

Luis López dijo...

Buena batallita histórica, digna de darla a conocer. Gracias.
¿Qué pasó con la entrada anterior?

Ciberculturalia dijo...

Me ha encantado la historia de Benito Soto por lo que tiene de trágica y de aventurera, del que yo no conocía nada.
Un placer venir por aquí.
Un beso

Esther dijo...

si que hizo cosas con tan sólo 25 años. Era víctima de su entorno y en aquellos tiempos ya se sabe ahorcados y listos...Hoy en día hubiera estado encarcelado y no sé si hubiera cumplido dentro 30 años.

besos

Mnemósine dijo...

yo soy pirata, no se si lo sabias!!! aunque yo sólo defiendo mi barco de los ataques de los demás que lo mio me cuesta!!!

Marino Baler dijo...

Luis; Una historia curiosa, sí.
La entrada anterior es una ironía sobre este país.

Un saludo.

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Ciberculturalia; Es un personaje muy desconocido, incluso tengo amigos gallegos y no lo conocían.

Bessets.

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Esther; Hoy en día posiblemente sería un delincuente famoso que iría de cárcel en cárcel.

Un besset.

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Mnemósine; Si mi código ético no me lo impidiese yo también te abordaría. Por ello prefiero llegar hasta tu tesoro con un mapa antes que a cañonazos y asaltando tu barco con un sable en la boca.

Bessets.

Anónimo dijo...

Lo primero que hice, antes de leer tu crónica, fue ir a la Wikipedia a empaparme para saber a qué atenerme. ¡Y caray si Soto se mandó las partes!

Miras el ajusticiamiento de los piratas como una suerte de escarmiento por parte de Fernando VII...no sé, aunque fuera en la Cochinchina, les iban a matar por esos delitos.

Tú lo has dicho...Soto fue un retrasado para su tiempo; pero por algo nos tocan determinadas etapas. Si me pusiera a escribir en castellano antiguo, pocos me entenderían.

Saludos afectuosos, de corazón.

Anónimo dijo...

le falto decir que dejo su botin en la casa de las campanas ,su casa en pontevedra.