martes, 30 de noviembre de 2010

Sueños de papel


Hemos vuelto a vernos. De la forma más insospechada, de la forma más casual… sin saberlo.

Yo bajaba las escaleras de un edificio, a la derecha estaba el ascensor. Llegando, al ir acercándome, veo que las puertas se abren y al pasar, de soslayo, veo una figura que al salir da un paso atrás y se queda quieta. Es posible que sí, pero no giro la cabeza para asegurarme. No creo en imposibles.

Salgo del edificio y a pocos metros pasas por mi lado, rozándome, caminas con paso acelerado. Estoy seguro que tú sabes que soy yo. De repente pronuncio tu nombre y te detienes sin darte la vuelta. Ahora tengo la certeza que me habías visto.

Camino unos pasos hasta alcanzarte y te miro. Tú me sonríes. Yo te sonrío. Ambos en silencio.

"Estás especialmente hermosa". – Es lo único que me atrevo a decir.

Continuamos sin decir nada, solamente mirándonos, e instintivamente nos damos un abrazo.

Pero algo pasa. Me voy separando de ti mientras tú te quedas quieta. Oigo un ruido atronador que me aleja hasta que desapareces. Mi mano se posa sobre la mesita y apaga el despertador. Trato de volver pero ya no estás, has desaparecido. Al menos me quedo con eso. Sabía que volvería a verte, que aquella no sería la última vez.

Me levanté, me duché y continué el día pensando. Haciéndome preguntas cuya respuesta no quisiera conocer. Ha pasado mucho tiempo y como dijo Neruda:

"Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos".

Yo continuaré haciendo barcos de papel.


sábado, 27 de noviembre de 2010

Ana



Me decía mi amiga Ana, residente en la misma ciudad que el Padrino Fabra, que nunca le había escrito nada, que nunca le había dedicado un escrito. Claro, hay veces que cuando te pillan en una falta, sabiendo que es verdad, no sabes cómo salir del paso y tratas de darle la vuelta a las cosas, dudando mucho que la otra persona se lo crea; cosa lógica por otra parte, porque no te lo crees ni tú mismo.

El otro día me lo volvió a decir, y yo, que últimamente parece que mis musas hayan emigrado en busca de mentes más cálidas, le prometí que lo haría. Lo primero que pensé, mientras asumía mi compromiso, era acordarme de Lope de Vega:

Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tal aprieto...


Así que pensando y pensando creo que este escrito puede suplir mi falta y mi descuido que, por otra parte, no es ni mucho menos intencionado. Estoy seguro que ella lo sabe.

Tiene ese puntito agudo que me preocupa, me desconcierta y es una derrota de mi ego porque me comprende, quizá, como nadie. En ocasiones me siento como un caballero sin su armadura y ella, supongo que sabiéndolo, responde con una risa evidenciando su enésimo triunfo hacia mi coraza. Pero esto yo nunca se lo reconoceré mirándola a los ojos. Siempre queda algo de orgullo como último bastión.

Podemos estar tiempo sin hablar y volver a hacerlo en el mismo punto que lo habíamos dejado, como si hubiera sido un hasta mañana.

Ahora, quizá, no esté pasando por sus mejores momentos personales, la pérdida de una madre siempre es un duro golpe. Pero, aún así, estoy seguro que pronto volverá a relucir su maravillosa sonrisa, porque no la ha perdido, solamente la tiene aparcada durante un tiempo.

Y yo, seguiré su consejo y me portaré bien. No entraré en provocaciones infantiles donde el afán de protagonismo va acompañado de ignorancia. En ocasiones como esa yo diría, emulando a los dioses griegos, en una mezcla de arrogancia desmedida y ego descontrolado: “Sería una muestra insignificante de mi poder”. Y ella me contestaría: “Es que, cuando tú das, das”. Además, tengo otros motivos para hacerle caso, me ha prometido que me hará una bufanda para el frío invierno que se avecina. Ahora, es ella la que está en deuda conmigo.

martes, 23 de noviembre de 2010

Pajaritos

Me ha hecho gracia este corto de Pixar que vi el otro día.


martes, 16 de noviembre de 2010

La Dolores




Se funde la leyenda con la realidad. Es difícil conocer que parte pertenece a cada cual, puesto que apenas hay datos lo suficientemente claros como para poder establecer un paralelismo entre ambas situaciones.

La Dolores es, posiblemente, la más famosa jota que existe, la que al mismo tiempo le da fama a la ciudad en la que transcurre la acción, Calatayud.

La Dolores, ciertamente fue un personaje real. Su nombre verdadero era María de los Dolores Peinador Narvión. Hija de un militar gallego (D. Blas) y una distinguida bilbilitana (Dª Delfina Manuela), nació un 13 de mayo de 1.819.

Cuando Dolores tenía seis años, su padre fue nombrado alcalde de Daroca y dos años más tarde (1.827) murió su madre, dejando una fabulosa herencia a sus hijos que administró su viudo.
D. Blas se volvió a casar y continuando con su carrera política fue nombrado alcalde de Gerona, para pasar a ser juez de primera instancia. Parece ser que con tanto ajetreo político, la herencia que había dejado su mujer no salía de sus bolsillos.

Cuando Dolores cumplió 20 años, era una hermosa mujer que atraía a paisanos más distinguidos. Sin embargo esta decidió casarse en secreto (San Miguel de los Navarros, Zaragoza, iglesia que todavía existe) con Esteban Tova, un andaluz que acababa de dejar el ejército y que lo que, por lo visto, más le gustaba de su mujer era la herencia que no había recibido.

Como pasaba el tiempo y la herencia no llegaba, decidieron meterse en largos pleitos hasta que, por fin, la herencia va a sus beneficiarios.

Se ha calculado que hoy en día serían más de 60 millones de euros y sin embargo, entre los numerosos gastos del andaluz y la ayuda de la aragonesa quedaron arruinados.

La fama de La Dolores comenzó a tomar cuerpo en Calatayud, en donde vivieron hasta mediados de siglo con los cuatro hijos que nacieron en esta población. Después se fueron a vivir a la calle de la Ballesta (Madrid), teniendo dos hijos más hasta que a la edad de 71 años y viuda se traslada a pasar los últimos años de su vida a la calle Jardines. El 12 de agosto de 1.894 falleció, reposando en el cementerio de la Almudena.

Esta es la que podríamos definir como la verdadera historia de La Dolores. La parte de leyenda es una copla anónima que cuenta las aventuras de una joven honesta y caritativa que sirve en un mesón de Calatayud. Seducida por un barbero llamado Melchor, es pretendida, a la vez, por Patricio, un rico mercader y por un sargento petulante llamado Rojas. De la muchacha se enamora locamente el seminarista Lázaro, sobrino de la mesonera. La historia termina con la muerte de Melchor al recibir una puñalada de manos de Lázaro.

¿De dónde surge la copla?

¿Qué fundamento tiene?

Son preguntas de muy difícil respuesta, que posiblemente nunca se sepan. Sea lo que sea es indiscutible que fue una mujer de gran relevancia que no dejó indiferente a sus coetáneos.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Frankenstein, de Mary Shelley



En esta ocasión podría decirse que la ficción supera la realidad. Siendo ambas ficción pero una que podríamos denominar auténtica y otra falsa. La obra maestra de Mary Shelley, Frankenstein, es una de esas extrañas sorpresas que te llevas cuando piensas leer una cosa y acabas con otra. El mito del moderno Prometeo está muy arraigado por esa película que interpretara en los años 30 el gran maestro del terror, Boris Karloff.

Sin embargo, en nuestra realidad, nada tiene que ver. La criatura (me niego a llamarla monstruo) es un ser del que se puede llegar a sentir compasión. Su creador, el doctor Víctor Frankenstein, es el responsable de todo, de forma involuntaria es una causa efecto. El destino de ambos está unido y luchan por cambiarlo. Llega un momento en que se sienten admiración; uno por ser el creador y el otro por ser creado.

Sin embargo, más allá de la novela, se pueden sacar unas conclusiones que resultan paradójicas. La criatura, es totalmente inocente y no se le puede hacer responsable de sus actos. Los actos que comete son involuntarios, movido por la ignorancia. No tuvo a nadie que le enseñaran, tenía sentimientos, sí, pero no sabía distinguir entre el bien y el mal. Nadie se preocupó por ello, por enseñarle. Posiblemente un ser excepcional, con cualidades pero, como pasa siempre, se suele prestar más atención a la presencia que al fondo. Una interesante moraleja de la realidad actual, de la relación padres e hijos y la responsabilidad que tienen los primeros con los segundos.

A la criatura se le llega a coger cariño y, en un acto de bondad, es posible que alguien se solidarice con ella. Aunque, como he dicho al principio, la película de los años 30 creó un mito cuya etiqueta será muy difícil eliminar.

Sin duda alguna, la representación más fiel de esta novela gótica es la del año 1.994, cuyos protagonistas son Robert De Niro, en el papel de la criatura y Kenneth Branagh haciendo de Víctor Frankenstein. Una película que os recomiendo. Ese será mi plan para la noche del sábado.





Argumento: 5
Ambientación: 5
Personajes: 5
Capacidad para seducir al lector: 6

sábado, 6 de noviembre de 2010

El precio de la felicidad



¿Y qué es la felicidad? Sin duda es algo complicado de definir. Tenemos un concepto abstracto de esa palabra, pero llegamos a desconocer su verdadero ser. Es curioso que siendo así, todos traten de alcanzarla, sin duda alguna pocos lo consiguen. Solemos anhelar lo que no tenemos y eso hace que nuestra vida sea una completa búsqueda, casi siempre estéril.

Quizá, quien mejor se acerque a este concepto sea el budismo. Según esta filosofía (yo no la definiría religión), eliminando el deseo eliminamos el sufrimiento. Pero ello conlleva un trabajo que no es fácil.

Solemos tener una concepción equivocada si comparamos nuestra vida con otros que tienen lo que nos falta, ¿quién no ha pensado nunca, por ejemplo, que sería feliz si tuviera dinero? Luego viene el consuelo de los tontos, el dinero no hace la felicidad.

Sí, es posible que así sea, el dinero no concede la felicidad, simplemente ayuda a tenerla. Pero ello no significa que se consiga. Una persona con una buena posición económica, sin problemas aparentes, una vida cómoda y con sin preocupaciones, no tiene porque ser feliz, ¿alguien le ha preguntado si lo es? Posiblemente no haría falta esa pregunta, a ojos delos demás lo es.

Pero la felicidad no viene por arte de magia, hay que buscarla, hay que arriesgarse y, en ocasiones, renunciar a lo que se tiene. El precio no importa.

Me viene a la cabeza la Reina Critina de Suecia, que renunció a su trono porque una reina católica no podía reinar en un país protestante. No es el único caso, ¿cuántos han renunciado a lo que tenían por hacer realmente lo que querían? Salir del armario no es solamente en el ámbiro sexual. Es un precio que se tiene que pagar, pero más que pagar se compra con gusto.

Se tienen conceptos equivocados sobre estatus sociales ¿Podría un cirujano dejar su trabajo e irse a un huerto a vivir? ¿Y un rico banquero dejar sus finanzas e irse de anacoreta a una cueva? ¿Y una arquitecto dejar su depacho e irse a contar historias de la gente? Sí, sin duda. El tener un sueldo respetable y una posición no implica que sea lo que esa persona quiera, simplemente lo que le ha tocado vivir. Al fin y al cabo hay cosas que el dinero no puede comprar.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Manuel Azaña, 70 aniversario de su muerte



Hoy se cumplen 70 años de la muerte de D. Manuel Azaña. No es simplemente un político un político de la II República, que lo fue, ni es alguien que sufrió las consecuencias de una terrible, que también. Se trata del último jefe de estado elegido democráticamente por las urnas. Después de él, Franco y el rey, ¿qué gran diferencia, verdad?

De don Manuel se han dicho muchas cosas, casi todas infectadas por la dictadura o por aquellos que querían aprovecharse de su legado, incluso Zapatero tuvo la poca vergüenza, la desfachatez, de decir que "esta era la España que más se parece a la que había soñado Azaña". Las cosas son así, es lo que tienen los buenos hombres, que todos, para bien o para mal, quieren tener algo que ver con ellos.

Del hombre poco se sabe, se sabe del político. Poca gente sabe que fue Premio Nacional de Literatura en 1.926 por la obra La vida de Juan Valera, que llegó al poder casi por casualidad porque su verdadera pasión era escribir, como queda demostrado en tiempos de guerra con su última obra La velada de Benicarló.

Alguien excesivamente crítico con la España de su tiempo, la que le tocó vivir y que quería realizar una profunda catarsis, creía en ella. Esa condición de superación le llevó a pronunciar frases como "Si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar", o esta otra de gran significado en los albores de una naciente república, "La república no hace felices a los hombres, los hace sencillamente hombres".

Pero si hay una frase que lo persiguió hasta sus días fue "España ha dejado de ser católica", algo que sus más acérrimos enemigos clericales nunca le perdonaron y lo que quería decir era la separación entre iglesia y estado que proclamaba la República.

El que fue, sin lugar a dudas, el mejor orador de la Europa de su tiempo pronunció su último discurso en Barcelona, el 18 de julio de 1.938, cuando la guerra ya estaba agotada y la república perdida. Terminó el mismo con unas palabras que quedarán para la historia: "Paz, piedad y perdón". Hubo paz, sí, pero los vencidos no obtuvieron ni piedad ni perdón.

Azaña, el intelectual y el político, es el mayor exponente de una impotencia, de un fracaso histórico que, tras la derrota republicana, sumió al país en la etapa más terrible de su historia contemporánea.

Dimitió en febrero del 36, cuando Francia e Inglaterra reconocieron a Franco como Jefe de Estado. Se exilió a Francia, al igual que el poeta lo había hecho un mes antes, al igual que miles de españoles que huían de la barbarie de aquellos que iban a salvar a España. Fue escondiéndose de pueblo en pueblo, perseguido por la Gestapo puesto que su nombre figuraba el primero de la lista que los franquistas habían entregado a los nazis para su captura. No es difícil averiguar su fin si hubiera sido capturado.

Su última parada fue en Montauban, donde la llegada de un grupo de falangistas que le iban pisando los talones, puso en alerta al embajador mejicano, Luís Ignacio rodríguez Taboada, quién alquiló un par de habitaciones bajo su protección para él y su séquito. D. Manuel ya estaba muy enfermo y después de diversos ataques cerebrales que le privaron de movimiento y habla murió el 3 de noviembre de 1.940 a los 60 años de edad.

El entierro fue dos días más tarde en el cementerio de dicha ciudad. El mariscal Pétain, colaboracionista nazi, prohibió que se le enterrara con honores de jefe de estado y que la única bandera que se colocara sobre su féretro fuera la rojigualda de Franco. El embajador mejicano se negó a ello y le dijo al prefecto francés que ería enterrado con la bandera de Méjico. En sus memorias le explicó lo siguiente al prefecto:

"Lo cubrirá con orgullo la bandera de México. Para nosotros será un privilegio, para los republicanos una esperanza, y para ustedes, una dolorosa lección".

Hace poco falleció el embajador y, fue enterrado con la bandera tricolor por expreso deseo suyo. Supongo que nunca olvidaría aquellos días.

Hoy, Azaña, permanece en el mismo cementerio. Posiblemente un Jefe de Estado se merezca más, pero es lo que tenemos los españoles, tendemos a ensalzar la mediocridad y a devaluar la excelencia.




Yo, soy partidario que allí siga, para vergüenza de aquellos que lo empujaron y de aquellos que hoy ocupan su lugar.




Un día triste. Estoy afiliado desde hace cuatro años al partido que él fundó, Izquierda Republicana. Hay valores, cosas y sentimientos que valen más que unos votos.

Con respeto y admiración hacia un hombre que no pudo llevar a cabo su idea de España, D. Manuel Azaña Díaz.

Salud y III República.