martes, 29 de diciembre de 2015

Otro más...


Dada mi costumbre de publicar los martes y los sábados, por lógica, esta será la última entrada de este año.
Suele ser habitual durante las últimas horas del año que la gente haga balance o decir eso de ‘año nuevo, vida nueva’. No creo que sea necesario ni una cosa ni otra. Mi vida será la misma cuando llegue el 1 de enero, el 2, 3, 4… Puede que cambie a lo largo del año porque tenga que hacerlo, pero no será ni el 1 de enero ni por ser otro año distinto. Y, del mismo modo, hacer balance de lo que he hecho o he dejado de hacer sería una especie de discurso borbónico durante la Nochebuena y, sinceramente, no le veo ningún sentido. ¿Por qué aparece la testa coronada delante de las cámaras durante un cuarto de hora solamente esa noche? ¿Por qué no el resto del año? Por eso digo que de nada sirve ver en un instante o día determinado lo que se ha hecho bien y mal, ya que cualquier momento del año es bueno para hacer una retrospección.
Pero supongo que es inevitable no acordarse de cosas y mientras escribo estas líneas retrocedo con la memoria y pienso en todo lo ocurrido durante este año. Ha sido un año ‘raro’ en el que alguna gente, por distintos motivos, ha desparecido de mi vida para siempre… otra ha aparecido… y otra ha reaparecido. Quizá quedó algo por pensar, decir o hacer… ahora ya no importa; como decían los berserkers antes de entrar en batalla.

Por todo lo que debimos pensar y no pensamos.
Por todo lo que debimos decir y no dijimos.
Por todo lo que debimos hacer y no hicimos”. 

Nos leemos en unos días.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Una noche distinta



Esta es la misma entrada que puse hace un año y, también, la misma de hace dos, tres, cuatro, cinco, seis… y siete. El día es el mismo, por eso creo que sirve. Un año más y los motivos son los mismos, como lo serán al año que viene y al siguiente, y al siguiente, y al siguiente… Sólo eso, al fin y al cabo, aunque no participe del folclore navideño, sí que creo que es una noche distinta.
Desde el año 97, el Día de Nochebuena, suelo hacer siempre lo mismo; a las 8 de la tarde subo a la terraza de la casa de mis padres y enciendo una vela. No soy muy amante de la Navidad, pero sí que creo que esa es una noche especial. Tengo la suerte de haberla celebrado siempre en compañía de mi familia, por ello me siento afortunado, por poder estar con la gente que quiero. Pero también surgen otros sentimientos inevitables, como son el acordarme de mis seres queridos que ya no están. Por eso necesito un momento para acordarme de ellos en soledad. Justo es el momento en el que enciendo la vela. Me acuerdo, especialmente, de ellos y no puedo evitar la melancolía, esa que solamente se puede sentir en privado... y es que algunas cosas nunca cambiarán.
Después del primer recuerdo, dedico mi luz a más gente; primero a personas que conozco y que comparten culaquier tipo de relación conmigo y después, muy especialmente, a gente que no conozco pero que existen. Y pienso en todos los que están lejos de casa por motivos de trabajo y esta noche no estarán con sus familiares, en aquellos que tienen que pasar la noche en un hospital, que tienen que dormir en un cajero, en un banco o en cualquier contenedor. En esas madres que desde sus países pensarán en sus hijos, lejos de casa; en aquellos lejos de sus países por cualquier motivo; en los que están de viaje; en aquellos que esta noche cenarán solos en casa porque no tienen familia u otros que, sencillamente, no podrán cenar; en todos aquellos que acabaron sus días lejos del hogar… como mi admirado poeta y en tantos más que se nos podrían ocurrir y que no por no nombrarlos están ausentes. Por todos ellos también enciendo la vela, para que su luz, al menos esta noche, no les haga sentirse tan solos. Que sepan que alguien, desde la distancia, se acuerda de ellos y sabe que existen. Nunca se sabe, quizá, al año que viene, tal noche como esta, yo pueda estar en alguna de esas situaciones.
Este año, como los anteriores, también les dedico esta canción. Un canto a la paz y a la libertad nunca igualado, igual que os la dedico a todos los que pasáis por aquí.

Que paséis una buena noche.



martes, 22 de diciembre de 2015

Resaca electoral


Nunca he entendido eso de que cuando le preguntas a alguien a quién ha votado responda con la gilipollez de “el voto es secreto”. Yo entiendo que la gente quiera esconder sus vergüenzas y se puedan sonrojar por decirlo, pero prometo que esa no es mi intención, ya que yo no voy preguntando eso a cualquiera, simplemente a gente con la que considero que tengo un grado de afinidad para hacerlo. Pero vamos, allá cada cual. Por cierto, yo no me avergüenzo de decir que he votado a Podemos.
Parece ser que al peperío, ciudadanerío y facherío en toda su extensión, no les ha sentado demasiado bien que la formación de Pablo Iglesias sacase 69 diputados; no sé si será por el número, pero yo desde el domingo estoy en un continuo ‘orgasmo de satisfacción’ (como decía mi profesor de autoescuela). Pero volviendo al tema del resultado electoral, unos dicen que Podemos no puede llevar a cabo su programa, tendrán una bola de cristal para saberlo; otros dicen que España será un desastre, teniendo en cuenta que en los últimos cuarenta años quienes más han gobernado han sido el PP-PSOE y nos han llevado a la situación en la que estamos, a lo mejor es que los que esgrimen este argumento les ha ido bien, van tirando billetes y tienen miedo de perder su excepcional estatus; los hay que aluden a Venezuela, pero curiosamente no saben decir el nombre de tres ciudades de aquel país, algún río, montaña o contar algo de su historia general… en fin, los hay de todos los gustos y colores, aunque mayoritariamente sean azules y naranjas. Es más, cuando se ponen a decir lo primero que se les ocurre para a atacar a Podemos o a la izquierda, haciendo un paralelismo temporal, me recuerdan a esta vieja del vídeo.


Pero lo curioso es que, en ocasiones, cuando he defendido mi postura me han llamado, entre otras cosas, por poner una, intransigente. No sé… un servidor no es que sea una lumbrera, pero cuando discuto sobre ciertas cosas me gusta saber de lo que hablo, más que nada para que mi interlocutor no me dé la razón por aburrimiento o que pueda empeorar la opinión que tenga de mí.
A pesar del resultado de las elecciones, que me perece bueno (lástima que no hubiera durado una semana más la campaña, porque podría haber sido mejor), tengo una sensación agridulce y no puedo más que preguntarme, tal y como hizo en su día Pedro Castro, “¿por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha?”

sábado, 19 de diciembre de 2015

Alea iacta est



Frente a las políticas reaccionarias de un Mariano Rajoy caduco y manchado por la corrupción, frente a la sonrisa artificial de una Albert Rivera que propugna más de lo mismo, frente a la mediocridad de un Pedro Sánchez que nada nuevo puede aportar a nuestro futuro, surge la figura de un Pablo Iglesias muy cercano, pletórico y con ganas de dar un giro profundo a nuestro futuro inmediato. Muchos llevamos años votando al menos malo y ahora tenemos la posibilidad de recuperar de nuevo la ilusión y apoyar a alguien que nos inspira confianza, no debemos perder esta oportunidad.

Alea iacta est

martes, 15 de diciembre de 2015

En un lugar de la galaxia de cuyo nombre no quiero acordarme…


Hace meses que me enteré de esta iniciativa y desde entonces estaba bastante pendiente de las votaciones, aunque tengo que confesar que he votado varias veces.
Por algo el Quijote es más que un libro… cualquiera no está en el firmamento.


sábado, 12 de diciembre de 2015

La duda de los cínicos



Ya en el origen de la palabra son cínicos. Derecha, del latín dextra, es decir, diestra, recta y correcta; izquierda del latín sinistra, es decir, siniestra, aviesa y malintencionada. Ya en la Biblia se habla de un Dios que en el Juicio Final coloca a los justos a su derecha y a los pecadores a su izquierda. Por ello, en las portadas románicas, a la derecha del Pantocrátor están los salvados y a la izquierda los condenados. La influencia cristiana en nuestra cultura explica que, hasta hace poco, el que un niño escribiera con la izquierda se consideraba malo per se, por lo que el maestro con castigos trataba de corregirlo, afortunadamente esta circunstancia hoy ya no se tiene en cuenta. Por otra parte, la denominación derecha e izquierda, desde el punto de vista político, surge en la Revolución Francesa de acuerdo con el lugar que ocupaban las diferentes fuerzas políticas en la Asamblea Nacional Constituyente. Hechas estas disquisiciones introductorias, quiero ahondar en mi visión sobre la derecha española, algo que ya he hecho en algunas ocasiones, pero que por mi última entrada parece ser que he herido alguna sensibilidad… y es que la derecha tiene la piel muy fina.
La derecha es egoísta, quiere privilegios, cree que su manera de comportarse debe ser seguida por los demás y carente de empatía e insolidaria hacia los débiles. Es prepotente, se cree superior, en la misma proporción que su ignorancia. Es cínica, no duda en criticar la bolsa o la banca a pesar de que se beneficia de ellas y en despotricar de las subvenciones públicas, pero no de las que recibe su propia empresa. Es partidaria del sálvese quien pueda, por lo que está en contra del Estado de bienestar. Demoniza la alternativa, por ello habla de ‘experimentos con gaseosa’. Tiene una concepción antropológica pesimista, por lo que considera al hombre como un lobo para el hombre.
Siendo la que se beneficia de la crisis monopoliza el descontento popular con rebuscados argumentos, lo que menos importa es que sean verdad. No tolera que gobiernen los otros, cuando es así, para desalojarlos y lleguen los suyos, se sirve del ‘todo vale’. Necesita siempre un enemigo, que es la izquierda aviesa y canalla. La corrupción solo la ve en el ojo ajeno, pero cuando la propia es incuestionable la tolera sin grandes problemas. Y por encima de todo, es patriota hasta la médula, aunque es un patriotismo de cartón piedra, de envolverse en la bandera y besarla con pasión, de entonar el Himno Nacional, de festejar la fiesta del 12 de octubre -sin saber qué se celebra, si es la Fiesta de la Hispanidad, la de la Raza, de España, de la Virgen del Pilar-, de presenciar desfiles militares -cuando lo hace la Legión con el macho cabrío es ya el éxtasis--, o descorchar botellas de champán con el triunfo de ‘la Roja’. El verdadero patriotismo es querer los mejores hospitales, colegios, asilos y autopistas para tus conciudadanos, lo que se consigue pagando los impuestos y no depositando el capital en los paraísos fiscales.
Lo anterior son calificaciones generales. Es decir, el manual del buen facha. Ahora bien, dentro de las derechas hay varios especímenes. La derecha comodona, la que se considera de rancio abolengo, esa que dice que ‘nadie le ha regalado nada’. La que defiende a machaca martillo a la familia, a la Iglesia y a la Nación; aunque pasan de la familia, lo que diga la Iglesia se lo pasan por el forro y la Nación se la sopla. Otra derecha sería la capitalista, la oportunista, la que está porque en algún sitio tendría que estar, la que tuvo antes el carné del partido que el DNI, la que dependiendo de la intención de votos puede, o no, defender el aborto y la homosexualidad, consumir drogas y cree que la competitividad es la medida de la justicia social.
Finalmente está la derecha que reza. Aquí abunda la hipocresía. Esta derecha, de misa, comunión, Jornadas Mundiales de Juventud, misas multitudinarias, de lujosos trajes en las procesiones, envía sus hijas a abortar a Londres, admite en sus medios de comunicación los anuncios de contactos sexuales, visita burdeles, tiene negocios de preservativos y, por supuesto, monopoliza el discurso de la moral auténtica.
Por todo ello, no es difícil entender porqué nadie dice que es de derechas; alguien de izquierdas nunca se esconderá por definirse así, mientras que la derecha siempre dirá que ‘es de centro’ para esconder sus vergüenzas, insisto, cínicos. Aquí es donde entra Ciudadanos… y al que le pique que se rasque. Yo soy de izquierdas y no me avergüenzo por decirlo.

martes, 8 de diciembre de 2015

Yo tampoco olvido


Anoche, cuando terminó el debate entre los tres candidatos a la Presidencia del Gobierno y la escudera de Rajoy, hubo gente que me mandó ‘whatsapps’, podría decirse que algo indignadas, extrañadas porque yo vaya a votar a Podemos, hablando de la chulería y criticando el poco estilo de Pablo Iglesias, esto parecía especialmente importante.
Parece ser que las canas que ya pueblan mi barba han conseguido que gane la templanza y la serenidad de la que en otros tiempos carecía para que no les conteste lo que me hubiera gustado. No, no voy a negar que no me hubiera gustado enzarzarme en una lid dialéctica pero, ¿para qué? Ni me hubieran convencido ni lo hubiera hecho yo. Además, ¿qué se puede dialogar con aquellos que quieren votar al PP, PSOE o Ciudadanos? ¿Con aquellos cuyo máximo argumento para no votar a Podemos es excusarse en Venezuela, a pesar de haber sido toda la vida unos ignorantes que no sabrían colocar ese país en el mapa, ni decir tres ciudades, ríos, montañas y, ni mucho menos, contar algo de su historia antes de la llegada del comandante Chávez? Insisto, ¿qué dialogar con ellos?
Decir, a estas alturas, porque no voy a votar al PP resulta casi ridículo; así que no perderé el tiempo, basta decir que desprecio a las derechas y todo lo que venga de ellas. Lo mismo podría ocurrir con el PSOE; yo, que he sido votante de ese partido, ya lo he explicado en varias ocasiones en este blog. No voy a votar a Ciudadanos porque me parecen una nueva derecha, no tan facha como el PP pero fachas al fin y al cabo. Yo (tal y como pongo en el perfil de este blog) soy de izquierdas hasta para escribir y está claro que no puedo votarlos. Para mí no existe el centro político… o se es de derechas o se es de izquierdas y Ciudadanos, para mí, está en la derecha. Además, ¿alguien con dos dedos de frente se puede fiar de un partido que pacta con el PSOE de los ERES en Andalucía y el PP de la Púnica y Gürtel en Madrid? Ya lo dijo mi admirado poeta: “-Nuestro español bosteza. ¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío? Doctor, ¿tendrá el estómago vacío? -El vacío es más bien en la cabeza”. Pues eso, nada más que añadir.
Podría decir los motivos por los que votaré a Podemos, para ello necesitaría, como mínimo, otro artículo y, además, creo que en anteriores entradas ya lo he explicado. Pero a todas las razones voy a añadirle otra: yo no olvido.


sábado, 5 de diciembre de 2015

Micro VIII


Todo tiene un porqué… pero nada es porque sí.