sábado, 31 de mayo de 2014

Ahora


Silencio, todo está oscuro solamente iluminado por la luz de la luna que apenas está llena. Aparece una silueta entre la penumbra que lentamente acercándose me rodea con sus brazos y lentamente comenzamos a bailar, flotando en la oscuridad.
Infinito instante en el que la música suena al compás del corazón cuyos latidos escucho, cuyos latidos me escucha.
Lentamente, con la parte exterior de la palma de mi mano, le acaricio la cara y con la misma lentitud ladea su cabeza para besar mis dedos.
Volamos envueltos en caricias.
Imposible imaginar un escenario distinto en esa noche en la que el tiempo esperado se ha condensado entre sus brazos… tanto tiempo.
Ahora, desde la lejanía, en modo acróstico he vuelto a recordar el momento, su nombre… todo eso y más rodea esta canción, ahora sigue siendo siempre. Yo no tengo duda... es un ángel.

 

martes, 27 de mayo de 2014

Ojalá Pudiéramos



Dice el refranero español que “es bueno que hablen de uno aunque sea mal”. Si esto es cierto, sin duda alguna hay un nombre que estos días está en boca de todos y no es otro que Pablo Iglesias, el líder de Podemos. Para bien o para mal todo el país está hablando de él.
Los que hablan bien de él puedo entenderlos y los que hablan mal también. Pero viendo quienes son unos y otros llego a la conclusión que entre todos lo único que hacen es darle una importancia que posiblemente no necesita. Sinceramente, si yo fuera Iglesias estaría feliz.
Parece ser que la derecha se ha puesto un poquito nerviosa con algo que no esperaba, que este partido sacase cinco eurodiputados. Sinceramente estoy disfrutando; disfrutando de ver como gente como Floriano (de rima fácil) dice cosas como: “Me preocupa el auge de esos a los que la ley les importa poco” o que el éxito de Podemos es “el resurgimiento de la extrema izquierda”… por no mencionar a los Marhuenda, Rojo, Tomás, etc. es decir, la voz mediática de la ultra derecha, que ya ha puesto la maquinaria en marcha para demonizar a este partido aventurando que España será como Cuba, Venezuela y no sé cuántas profecías más.
Esto ya lo hemos vivido antes. Recuerdo hace años, que ese rapsoda de la política que fue Felipe González ganaba las elecciones al grito de “¡que viene la derechaaaaa!”; eran otros tiempos. Ahora sucede lo mismo, pero al revés, y la derecha nos advierte a todos voceando “¡que viene la izquierdaaaaaaa!”.
Todo esto me hace plantearme una cuestión. Si tan acojonados están, si tanto miedo tienen, ¿por qué no se largan del país? Evidentemente que no lo harían como lo hicieron en otros tiempos tantos y tantos miles de españoles, es decir, por la frontera, a pie y con una maleta de madera donde cabían todas sus pertenencias porque el hispanicida, al que la actual derecha respeta, los hubiera masacrado. No, si la derecha se fuera del país, asustada por esta izquierda de la que tratan de advertirnos, lo haría en vuelos de primera clase o en coches de lujo… probablemente camino de Suiza o de cualquier otro paraíso fiscal para ver cómo están sus cuentas y poder vivir de rentas el resto de sus días gracias a todo lo que han robado durante todos estos años atrás.
Pero no, no soy tan optimista para que eso ocurra y creo que no tendrán la dignidad ni la decencia de irse… en otros países, si hicieran lo mismo que aquí, acabarían en una mazmorra, por lo tanto, ¿dónde iban a estar mejor que aquí?
Y es que nunca llueve a gusto de todos. Lo único que lamento es que las preocupaciones de Floriano, y por ende de la ultra derecha, no se hagan realidad. Lástima. 

sábado, 17 de mayo de 2014

Los tres cerditos


Nunca he sabido qué pasaba con el lobo.


martes, 13 de mayo de 2014

Mi opción, Alternativa Republicana


Yo lo tengo claro… es probable que no ganemos, pero quiero acostarme por las noches teniendo la conciencia tranquila.


Hace años que conozco a Ramiro, coincidimos en un congreso de Izquierda Republicana celebrado Madrid en 2007. Volvimos a coincidir hace menos de un año en Segorbe, Castellón, probablemente el último bastión republicano de España. Es de los pocos políticos por los que pondría la mano en el fuego.

sábado, 10 de mayo de 2014

Y más cositas del 'guasap'...



Ya escribí hace un tiempo sobre ello en esta entrada. Me reafirmo: NO ME GUSTA EL WASSAP.
No lo entiendo, no entiendo como hay gente siempre pegada a esa aplicación para, cuando te ven en línea, bombardearte con mensajitos estúpidos e insulsos.
No lo entiendo, no entiendo como hay gente que sea capaz de contar cualquier cosa ante la que, después de leer, piensas: ¿y a mí qué me importa? ¿Y qué se supone que tengo que contestar?
No lo entiendo, no entiendo como hay gente que te obligue a mantener una conversación y si no le contestas, por cualquier motivo, se molesta diciendo cosas como: “ya veo que no te interesa” o “quizá no te apetezca hablar”.
No lo entiendo, no entiendo como hay gente que es capaz de contar su vida obra y milagros, estar una hora con mensajitos y no pueda hablar cinco minutos.
No lo entiendo, no entiendo como hay gente que no sabe que a cierta hora no se pueden mandar mensajes.
Ya he tenido que cambiar el sonido de los mensajitos cuatro veces porque era algo insoportable. El otro día me llegaron ¡17 mensajes a la vez! Cuatro personas coincidieron… ¡ni una alineación astral!
Desde luego que este mundo es injusto, muy injusto. Pagamos por medicinas y educación, que se supone que son imprescindibles, sin embargo los wassap los tenemos gratis… si no lo fueran sería una hecatombe para algunos ¡Hay que joderse!
¿Y por qué no te lo quitas?” Podría decir alguien; porque para lo que yo lo uso me sirve, para mandar dos, tres o cuatro mensajes, como mucho, cada vez… ¡pero no una docena!
Bueno, a lo mejor, el raro y el que no sabe usar el wassap soy yo. Con lo bien que viviría en una cueva…

sábado, 3 de mayo de 2014

Shigeru Ban, otra forma de entender la arquitectura




Entrevista a Shigeru Ban, ganador del Premio Pritzker 2014, publicada en arq.com.mx.
Otra forma de entender la arquitectura.


Shigeru Ban entiende a la arquitectura como un recurso para solucionar problemas sociales. Utilizando tubos de cartón, el arquitecto japonés ha revolucionado la idea de temporalidad en la disciplina: “Cuando la gente ama un edificio, y se siente identificada con él, se convierte en permanente”.


Me parece interesante tu postura respecto a la arquitectura del poder dirigida por el dinero. Por ello quiero comenzar esta entrevista preguntándote sobre estas prácticas comunes, pero no exclusivas de la arquitectura contemporánea.
No soy partidario de trabajar solamente en proyectos lucrativos y de negocios; mi principal deseo es hacerlo para la gente, incluso para las personas que han sido afectadas por desastres naturales y que inesperadamente pierden sus casas. La arquitectura no es una práctica destinada exclusivamente a los ricos, es también una herramienta para apoyar a los menos favorecidos. Trabajar para corporativos, por ejemplo, es relativamente fácil porque te proporcionan los recursos necesarios -tanto humanos como económicos- para la construcción. Por el contrario, los proyectos de emergencia representan un reto mayor: hay que ingeniárselas para conseguir el capital.

Un tema común pero inevitable son los materiales de tu arquitectura, especialmente en relación a los refugios, ¿cómo surgió la idea de trabajar con tubos de cartón?
Suelo utilizar y combinar diferentes materiales de acuerdo a las particularidades de cada proyecto. Prefiero los tubos de cartón porque son muy baratos y se pueden conseguir prácticamente en cualquier parte del mundo, sin embargo, son difíciles de usar. No utilizo la totalidad de su estructura; además, a diferencia de otros materiales que te permiten conseguir cualquier forma, los tubos de cartón son mucho menos flexible; tienes que ser más creativo para lograr la composición ideal.
La primera vez que trabajé con cartón fue en 1986, cuando diseñé una instalación para una exposición de Alvar Aalto, uno de mis arquitectos favoritos. Quería hacer algo espectacular, pero no tenía los recursos suficientes para utilizar tanta madera como él solía hacerlo. No sabía cómo resolver ese problema, así que visité algunas fábricas para inspirarme, pero fue en mi estudio donde encontré el cartón y se me ocurrió utilizarlo. Después me di cuenta que es muy barato. La gente suele pensar que comencé a usarlo por una postura ambientalista, no obstante, también tiene que ver con una cuestión económica. 

En tu trabajo la noción de permanencia está relacionada con la temporalidad de las construcciones, ¿cómo se vinculan los edificios de cartón con esta idea?
La permanencia o temporalidad de la arquitectura no depende de los materiales. Si los edificios son construidos para hacer dinero, como sucede en la mayoría de los casos, pueden ser efímeros aunque estén hechos de concreto. Por el contrario, los edificios construidos con tubos de papel pueden ser permanentes.
El papel es muy resistente. Cuando la gente ama un edificio y se siente identificada con él se convierte en permanente, independientemente de sus materiales, incluso si se trata de un refugio temporal. Un edificio de concreto puede considerarse efímero en tanto desperdicia sus materiales. Los tubos de cartón, en cambio, pueden reciclarse.

¿Cuáles son los principales retos a los que te has enfrentado al trabajar con un material poco convencional, incluso considerado poco fiable?
El verdadero reto tiene que ver con las ideas que la gente tiene. Independientemente de su posición económica o de su cultura, la gente suele pensar que las casas de papel o los materiales con los que usualmente trabajo son muy débiles. Cuando diseñé los refugios para una exposición en Hanover las personas no tenían idea de las posibilidades del material. Lo más difícil no es lidiar con las cuestiones técnicas, sino con los prejuicios y la desconfianza que las personas suelen tener de algo que no han visto antes.

¿Cómo surgió el interés por realizar proyectos que reconstruyeran zonas devastadas por desastres naturales?
En 1984, cuando visité las oficinas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ellos me invitaron a mejorar el diseño y el funcionamiento de sus refugios. Así me convertí en consultor de esta organización y, posteriormente, surgió la idea de trabajar en arquitectura de emergencia.
No soy el tipo de arquitecto al que le gusta trabajar para la gente privilegiada. Me gusta hacerlo para la gente en general. Ésa es la razón principal por la que decidí diseñar estructuras que fueran útiles para personas afectadas por desastres naturales. 

Has trabajado en diferentes ciudades afectadas seriamente por desastres naturales como Ruanda, Byumba, Kobe, Puerto Príncipe y, recientemente, Christchurch, ¿a qué retos te has enfrentado al trabajar en contextos sociales y culturales tan diferentes?
Cada región tiene sus propias características y como arquitecto no puedo diseñar una estructura sin tomar en cuenta las particularidades del contexto. Es importante respetar y tomar en cuenta las condiciones climáticas, por ejemplo, pero también las económicas.
Generalmente yo trabajo en pequeñas comunidades que se involucran con el desarrollo de sus propias ciudades, como sucedió recientemente en Christchurch, con una catedral que era muy importante para la vida cotidiana de los locatarios. Por otro lado, en las grandes sociedades es común que la mayoría de las personas estén protegidas por el gobierno. Pero lo que realmente me interesa es ayudar a los grupos pequeños que tienen problemas especiales. 

Además de idear refugios, también has diseñado proyectos de vivienda, como los sistemas de casas prefabricadas, o culturales, como el Centre Pompidou Metz, ¿cuáles son las diferencias al trabajar en este tipo de proyectos?
Disfruto diseñar casas, museos, pabellones o edificios. Los arquitectos experimentamos con distintos proyectos. Las diferencias tienen que ver con las necesidades específicas de cada trabajo y sus soluciones arquitectónicas.
En las casas prefabricadas inventé un sistema al que llamé Casas Mueble, que consistía en recuperar muebles producidos en serie para soportar la estructura central. El concepto nació como una alternativa a las estrechas calles de Japón, por donde es muy complicado transportar materiales.
Respecto al Centre Pompidou Metz, lo más difícil fue trabajar con una compañía constructora; quedé muy satisfecho porque yo estuve a cargo del diseño del edificio. Pero no fui muy feliz respecto a la pureza de la construcción. En general, los proyectos que selecciono deben ser muy significativos. La elección del cliente es muy importante, pero no en relación al financiamiento. 

En algunas ocasiones has mencionado la arquitectura de Alvar Aalto como una referencia.
Estoy muy conectado con su obra. Me impresiona la forma en que su arquitectura respeta el contexto y los materiales locales. Trato de retomar estos elementos, siempre busco estar al tanto de las condiciones y las necesidades del lugar donde voy a trabajar. 

En tus obras colaboras con estudiantes y voluntarios, ¿cuál es tu experiencia al trabajar con jóvenes en formación?
Es una estrategia. Por un lado, los voluntarios son convocados en su propia localidad, conocen su espacio y trabajan por él; por el otro, los estudiantes ofrecen mano de obra gratuita a cambio de aprender. En ambos casos se ahorran recursos. 

Algunos arquitectos encuentran en la tecnología la oportunidad de crear edificios espectaculares e ‘inteligentes’ que, sin embargo, terminan por ser obsoletos, ¿qué piensas al respecto?
No me interesa la innovación en lo absoluto, de lo contrario tendría que seguir los elementos que están de moda y que cambian constantemente. La tecnología, reciente o tradicional, es algo que no puedes evitar, pero no quiero determinar mi trabajo por ella. Por eso me identifico con Alvar Aalto: si encuentras tus propios materiales y tu propio sistema de construcción entonces no tienes por qué responder a las modas.
Se pueden crear arquitecturas innovadoras, aun cuando propongan estructuras opuestas a las predominantes. Estoy interesado en crear usando materiales diferentes a los que se utilizan típicamente para la construcción.