martes, 26 de octubre de 2010

Momificación en el antiguo Egipto


Los antiguos egipcios creían en la vida después de la muerte. Pensaban que el alma del difunto viajaba al Más Allá. Cuando una persona moría en el Antiguo Egipto, su cuerpo se conservaba por medio del proceso de la momificación.

Pero sólo los egipcios más ricos, además del faraón y su familia, podían encargar su momificación, ya que era un proceso muy costoso, además de largo: la momificación tardaba 70 días en ser finalizada.

El proceso de momificación se llevaba a cabo dos o tres días después de la muerte. El cuerpo era llevado a los embalsamadores, quienes trabajaban a orillas del Nilo, ya que se necesita agua en abundancia. Se colocaba al difunto sobre una mesa de piedra o de madera, e incluso de alabastro, cuyas patas y su decoración tomaban la forma de león. También se empleaban otras más pequeñas para depositar los órganos del difunto.


Mesa de embalsamar para el tratamiento de los cuerpos, en el proceso de la momificación.




Herramientas empleadas en la extracción de los órganos del difunto para proceder a su momificación.




Se lavaba el cuerpo y se procedía a la extracción del cerebro. Se hurgaba con un hierro al rojo vivo por la nariz hasta que el cerebro se “derretía” y se iba extrayendo poco a poco.

A continuación, los órganos internos: el estómago, los intestinos, los pulmones y el hígado. Estos se extraían a través de un pequeño corte que se hacía en el costado. Hay que tener en cuenta que eran verdaderos conocedores de la anatomía humana los que realizaban estas labores.

Una vez extraídos, los envolvían en un paño de lino y se introducían dentro de los cuatro vasos canopos bajo la protección de cuatro dioses especiales, llamados “hijos de Horus”. En esos vasos se colocaba el estómago, intestinos, pulmones e hígados. El corazón se dejaba dentro del cuerpo porque no debía separarse de su cuerpo, pues era el lugar donde residían los sentimientos, la conciencia y la vida.

A continuación el cuerpo era cubierto con natrón, una sal que lo desecaba. Hay que decir que el secreto de la momificación es la sal. No hay otro y, especialmente, la sal del Nilo. Es una sal especial que tiene dos isótopos más que la sal normal, por ello el resultado era perfecto, al absorber más agua. Este tratamiento duraba entre 35 y 40 días, de forma que el cuerpo al estar totalmente deshidratado, ya no se descomponía.

El cuerpo se rellenaba utilizando limo o serrín procedentes del Nilo o especias. Después se cosía, y a veces, lo cerraban con lino, una placa de cera o tratándose de un rey, con una chapa de oro. Se lavaba con agua del Nilo y se ungía con bálsamos aromáticos. Y ya se podía vestir al difunto.

Una vez realizados todos estos pasos anteriores, el cuerpo se envolvía en vendas de lino impregnadas a veces en resina, mediante un ritual muy estricto.

Mientras se realizaba este proceso un sacerdote que portaba una máscara del dios Anubis recitaba las fórmulas de encantamiento correspondientes.

Los vendajes aplicados a las momias se untaban con resina para una mejor sujeción conservación. Se empezaba vendando los dedos uno por uno, las extremidades y por último el resto del cuerpo. Los brazos podían ponerse estirados a lo largo del cuerpo, o se cruzaban en el pecho en posición osiriaca. Se terminaba con la cabeza.

Entre los vendajes se introducían amuletos y tiras de lino que recogían textos del Libro de los Muertos. Sobre el pecho se colocaban un escarabajo alado y las imágenes de los cuatro hijos de Horus, los dioses protectores de los órganos internos.




La cabeza de la momia se cubría con una máscara pintada, y en el caso de momias reales, la máscara funeraria podía ser de oro, como la encontrada en la momia de Tutankhamon.

Finalmente, la momia se introducía en uno o varios sarcófagos de madera o de piedra que se encaban unos con otros y se entregaba a la familia para comenzar con los ritos funerarios.

sábado, 23 de octubre de 2010

De lo que se entera uno...



Un profesor que tuve en la E.G.B. decía “piensa mal y acertarás”. Pues bien, uno como es muy mal pensado es lo que hace. Simplemente me voy a limitar a exponer los hechos sin lanzar el dedo acusador, cada cual que saque sus propias conclusiones.

El caso es muy sencillo de entender. En mi pueblo gobierna el PP, con mayoría absoluta, sí, es una vergüenza más para los alzireños, pero los valencianos somos así, no aprendemos ni a base de corrupción. Resulta que hay una universidad, la Universidad Católica San Vicente Martir de Valencia, la cual imparte una o dos carreras (es tan poco el éxito que tiene que ni sé cuál, o cuáles, pueden ser).

Hace un par de meses, más o menos, se empezó a construir un centro sociocultural cerca de dicha universidad, con dinero del Plan E, este que ha concedido ZP. Pues bien el coste es de casi un millón de euros, concretamente 955.000 €. Hasta aquí todo claro.

Pero donde empiezan la rarezas es cuando la concejal de educación, Anabel Juárez, dice a micrófono cerrado que el destino de dicho edificio no está muy claro, pero que si la universidad lo necesita el Ayuntamiento está dispuesto a ceder alguna sala a los profesores de esta institución. Blanco y en botella. La cosa está clara, con dinero público hacen un edificio para uso y disfrute privado (y encima católico).

Así, de esta forma tan despótica actúa el PP de mi pueblo, pasándose por el forro lo público para favorecer a lo privado.

Pero no, aquí no acaba la cosa. En el ayuntamiento de Alzira hay un tal José Vicente Morote Sarrión que actúa de asesor de urbanismo. La verdad que nadie sabe si hace algo o no, porque la oposición dice que no aparece por allí, el PP calla y el tío se embolsa 3.000 € mensuales por un supuesto asesoramiento. En fin, uno de los cientos de chanchullos que hay en los ayuntamientos donde, cuando la honradez y transparencia no son bandera, todo se convierte en la casa de tócame Roque.

Y aquí lo enlazo al principio y no diré lo que pienso puesto que no tengo pruebas, simplemente me limito a contar hechos, las conclusiones me las guardo. Da la casualidad que este Morote es miembro del Consejo de Gobierno de la Universidad Católica San Vicente Martir de Valencia. Y no solo él, también su hermano. Ello me lleva a lanzar una pregunta que, posiblemente, sea retórica:

¿Casualidad que el Ayuntamiento de Alzira se gaste un millón de euros de dinero público para una entidad privada y que el asesor de urbanismo del Ayuntamiento pertenezca al equipo de gobierno de dicha entidad?

Cada cual que piense lo que quiera. Yo, desde la lejanía y a pesar de no estar en mi pueblo, siento la vergüenza de actos como este.

martes, 19 de octubre de 2010

William Martin, el soldado desconocido



Esta es una de esas noticias que pasan desapercibidas para la mayoría de la gente pero que, sin embargo, cambian la historia de acontecimientos en un momento determinado.

Conocí la historia hace tiempo. Me la contaron siendo totalmente desconocida para mí. Un hecho apasionante que merece la pena conocer, de gente anónima que pasan a la posteridad sin pretenderlo. Esta es la historia de alguien que, sin saberlo, escribió un episodio importante en la II Guerra Mundial.

A las 7:30 horas del día 30 de Abril de 1943, en plena guerra mundial, el pescador portugués José Antonio Rey María encuentra un cadáver junto a los restos de una balsa neumática, mientras pescaba en la Playa del Portil (Huelva). Atado a su brazo lleva un maletín...

El pescador traslada el cuerpo hacia el puerto, y se informa a las autoridades españolas de la existencia del cadáver. Rápidamente se descubre que se trata de un militar inglés de alta graduación por el uniforme que viste y la “Abwehr” local (el servicio militar de espionaje de los nazis que por aquel entonces eran aliados de Franco) representada en la provincia de Huelva por Adolf Klauss, hijo del consulado alemán en Huelva, tiene conocimiento inmediato de la existencia del cuerpo aparecido muerto, haciéndose con la cartera que éste llevaba.

En la embajada de Alemania en Madrid se examinan y fotografían cada una de las pertenencias, antes de entregarlas intactas a las autoridades británicas. Por la documentación que lleva, al cadáver se le identifica como el Comandante William Martín. Entre las pertenencias hay un juego de llaves, una reclamación de su banco por un descubierto en una cuenta bancaria, entradas de teatro recientes, una factura de alojamiento de su club de Londres, cartas de amor a su prometida Pamela... pero lo que realmente llama la atención de los alemanes es la carta dirigida a un General Inglés en la que se detallan los planes para invadir Grecia en los meses siguientes por el ejército aliado en la denominada “Operación Husky”, y el abandono de invadir Sicilia.

Enterado de ello, Hitler ante tal hallazgo decide reforzar Córcega y Cerdeña y envía al Mariscal Rommel (probablemente el más brillante de sus militares) hasta Atenas. Los buques patrulleros, minadores y dragaminas asignados a la defensa de Sicilia se mandan a Grecia. Dos divisiones Panzer del frente Ruso también se envían, justo en el momento en el que se estaban preparando para atacar a los rusos en la Batalla de Kursk.

El día 10 de Julio de 1943 los aliados comienzan a invadir Sicilia sin ningún tipo de oposición acelerándose el avance aliado por Italia.

Los alemanes habían caído en la trampa. Los informes que portaba el cadáver aparecido en la playa del Portil pretendían hacer creer a los alemanes que se invadiría Grecia cuando en realidad se atacaría Sicilia.

Para ello se creó una personalidad falsa. La del comandante William Martín, que supuestamente viajaría en avión para reunirse con las tropas del Norte de África portando documentación que el servicio de espionaje nazi no dejaría pasar por alto y la aeronave se estrellaría en el mar.

En el submarino “Seraph” se trasladó al cuerpo dentro de una caja metálica de dos metros, cuyo contenido ficticio se trataba de material óptico con la finalidad de no levantar sospechas entre la propia tripulación. El cadáver se dejó en el agua a las 4:30 horas del día 30 de Abril de 1943.

Lo más difícil de la operación a la que se bautizó con el nombre de “Operación Mincemeat” (“Operación carne picada”) fue la de encontrar un cadáver que pareciera haber muerto de frío por una larga estancia en el mar.


¿Pero cuál era la identidad verdadera del muerto William Martín?

Su verdadero nombre era Glyndwyr Michael. Se trataba de un vagabundo de 34 años que fue rechazado del ejercito “por trastornos mentales”, que según unos autores se suicidó tomando matarratas y que según otros murió de neumonía. El forense que realizó la autopsia facilitó su cadáver a los servicios secretos británicos.

En el epitafio de la tumba 14 del sector San Marcos del cementerio de Nuestra señora de la soledad de Huelva aparece el nombre de William Martín, Comandante de la Marina Inglesa. En el sepulcro se han depositado flores durante todos estos años. Los miembros de una familia de origen inglés residentes en Huelva se han encargado de ello.

martes, 12 de octubre de 2010

Salida de misa de doce del Pilar de Zaragoza (1897)

Su título no deja lugar a dudas.

Se trata de la filmación realizada por Eduardo Jimeno Correas, cineasta zaragozano, durante mucho tiempo la primera película grabada en España. Ahora, algunas investigaciones, entre las cuales una de Sánchez Vidal que demuestran que al final no, que era otra que por lo visto también fue grabada en Zaragoza. La "Salida de Misa de doce del Pilar de Zaragoza (1.897)" fue rodada artesanalmente, en una escalereta y revelada en la cercana Posada de las Almas, la posada (dicen también) más antigua de España, fundada un 3 de Enero de 1705.