sábado, 24 de diciembre de 2022

Una noche distinta



Esta es la misma entrada que puse hace un año, dos, tres, cuatro, cinco… y la misma que puse en esta fecha desde que comencé en el maravilloso mundo bloguero, allá por el cada vez más lejano enero de 2008. El día es el mismo, por eso creo que sirve.
Un año más y los motivos son los mismos, como lo serán al año que viene y al siguiente, y al siguiente, y al siguiente… Sólo eso, al fin y al cabo, aunque no participe del folclore navideño, sí que creo que es una noche distinta.
Desde el año 97, el día de Nochebuena, siempre hago lo mismo; a las 8 de la tarde subo a la terraza de la casa de mis padres y enciendo una vela. No soy muy amante de la Navidad, pero sí que creo que esa es una noche especial. Tengo la suerte de haberla celebrado siempre en compañía de mi familia, por ello me siento afortunado, por poder estar con la gente que quiero. Pero también surgen otros sentimientos inevitables, como son el acordarme de mis seres queridos que ya no están. Por eso necesito un momento para acordarme de ellos en soledad. Justo es el momento en el que enciendo la vela. Me acuerdo, especialmente, de ellos y no puedo evitar la melancolía, esa que solamente se puede sentir en privado... y es que algunas cosas nunca cambiarán.
Después del primer recuerdo dedico mi luz a más gente; primero a personas que conozco y que comparten cualquier tipo de relación conmigo y después, muy especialmente, a gente que no conozco pero que existen. Y pienso en todos los que están lejos de casa por motivos de trabajo y esta noche no estarán con sus familiares, en aquellos que tienen que pasar la noche en un hospital, que tienen que dormir en un cajero, en un banco o en cualquier contenedor. En esas madres que desde sus países pensarán en sus hijos, lejos de casa; en aquellos lejos de sus países por cualquier motivo; en los que están de viaje; en aquellos que esta noche cenarán solos en casa porque no tienen familia u otros que, sencillamente, no podrán cenar; en todos aquellos que acabaron sus días lejos del hogar… como mi admirado poeta y en tantos más que se nos podrían ocurrir y que no por no nombrarlos están ausentes. Por todos ellos también enciendo la vela, para que su luz, al menos esta noche, no les haga sentirse tan solos. Que sepan que alguien, desde la distancia, se acuerda de ellos y sabe que existen. Nunca se sabe, quizá, alguna vez, tal noche como esta, yo pueda estar en alguna de esas situaciones y no tener a nadie cerca para poder compartirla.
Este año, como los anteriores, también les dedico esta canción y mientras enciendo la vela suena de fondo. Un canto a la paz y a la libertad nunca igualado, igual que os la dedico a todos los que pasáis por aquí.

Que paséis una buena noche.




martes, 19 de abril de 2022

Pausa


Siempre me he dicho que nunca dejaría de escribir en el blog, ya que es algo que considero muy propio, algo que yo parí. Aquí hay cosas mías muy personales que de otra forma no hubiera podido contar.
Desde que comencé en el maravilloso mundo bloguero (enero de 2008) todos los meses he colocado, como mínimo, un artículo; para no romper la tradición, aunque sea un simple punto, al menos una vez al mes lo seguiré haciendo.
Desde hace un tiempo, por razones que no vienen al caso, no encuentro motivaciones para escribir y por ello, siguiendo con aquello que me prometí, no voy a cerrarlo, simplemente le daré una pausa indeterminada hasta que los hados vuelvan de nuevo o las circunstancias cambien. Poco más. Gracias a todos lo que habitualmente pasáis por aquí o a los que lo habéis hecho alguna vez. Nos leeremos en el futuro, seguro.

sábado, 9 de abril de 2022

¿Y quién es uno?



¿Y quién es uno? Pues no se sabe muy bien. Porque como uno se va haciendo a lo largo de la vida, va cambiando de una manera o de otra. Pero en el interior de cada uno, siempre que se haya aprendido a pensar libremente, hay una especie de brújula que, si bien muchas veces no nos dice lo que tenemos que hacer, casi siempre nos dice lo que no tenemos que hacer. Y esa voz interior hay que saber escucharla. Uno va andando, vacilando, dice: voy a ir por aquí, y se encuentra con que la brújula le dice que no. Y así, titubeando, llega uno a los 96 años. A mí me preguntan, ¿qué piensa usted de usted mismo? Pues que he llegado a ser un aprendiz de mí mismo bastante bueno. Me parezco bastante a lo que yo quería hacer con José Luis Sampedro. No es una gran cosa, ni mucho menos, pero para mí significa mucho llegar a ser lo más parecido a lo que quería ser.

José Luis Sampedro

martes, 5 de abril de 2022

Reflexión de Pablo Motos


A veces, en ciertas situaciones no hay que pedir ayuda. Quien te rodea ya lo sabe… ya sabe cómo estás y cómo te puede ayudar; es como estar con alguien en un río, tú te metes y el otro se queda en la orilla y de repente comienzas a chapotear y a hundirte; no hace falta gritar “ayúdame que me ahogo”, quien está contigo ya sabe que te tiene que ayudar sin que tú digas nada.
El inmolarse (metafóricamente hablando) y hacerse a un lado dejándote a tu suerte, excusándose en que ‘lo hago por tu bien’, no es más que una prueba de egoísmo. Por eso lo mejor es marcharse a tiempo (de ciertas personas) o que se marchen ellas mismas. Ante ciertas situaciones se demuestran las cosas.



sábado, 2 de abril de 2022

Entrevista a Edurne Pasaban



Excelente entrevista a Edurne Pasaban. Me quedo con la frase: “La ansiedad, el malestar... Llega un momento en el que es tanto tu dolor que solo buscas la forma de hacerle frente, quitándote la vida. Solo quieres acabar con eso. Siempre digo que la gente que llega a ese extremo, casi toda, no quiere el resultado de la muerte. Pero no encontramos el camino de cómo salir de ahí”

***

Ha estado literalmente en la cima del mundo, pero no siempre se ha sentido tan fuerte. «Pasé de jugarme la vida escalando montañas a un hospital psiquiátrico haciendo punto de cruz. Era surrealista». Cuando la alpinista tolosarra Edurne Pasaban rescata uno de los episodios más trágicos y angustiosos de su vida, aún sorprende cómo una persona con tanta fortaleza y determinación pudo llegar a esa situación de querer quitarse la vida. «Cuando tienes una depresión muy grande no controlas tu mente y hasta los mayores edificios caen. Le puede pasar a cualquiera», subraya Pasaban, que compartió este lunes su experiencia en una conferencia organizada por Agifes en San Sebastián, en el marco de unas jornadas para visibilizar la depresión y el suicidio, que finalizan este miércoles.

- ¿Cómo una persona que ha tocado la cima de catorce 'ochomiles' acaba sumida en una depresión?
- Es algo que me lo decía muchísima gente, hasta en el hospital donde estuve ingresada. No lo entendían. Pero es que esto le puede pasar a cualquiera y hasta los mayores edificios caen. La mente es algo que no controlas. Yo puedo tener muchísima fuerza para enfrentarme a montañas como las que he escalado pero luego no tener fuerzas para enfrentarme a la vida real. Miraba en internet cómo se podía hacer sin sufrir... pero no lo comentaba con nadie. En ese momento en el que lo vas a hacer no tienes el control de ti mismo.

- ¿Cuándo se dio cuenta de que algo no marchaba bien?
- Por aquel entonces estaba metida en un reto deportivo muy grande, como era escalar los catorce 'ochomiles', pero tampoco me dedicaba profesionalmente a eso, porque paralelamente trabajaba en el restaurante y a los 31 años me empecé a hacer muchas preguntas: qué estaba haciendo con mi vida, no tenía un trabajo estable como mis amigas, además se estaban empezando a casar y tener hijos, tampoco me dedicaba profesionalmente a lo que había estudiado (Ingeniería)... A todo eso se unió una rotura sentimental y al final caí en una enfermedad, porque no encontraba respuestas a lo que estaba haciendo con mi vida. A finales de 2005 me empecé a encontrar muy mal, sentía mucha angustia, ansiedad… El problema es que al ser una enfermedad tan desconocida tampoco sabes detectar muy bien lo que te pasa, tú mismo no sabes diferenciar entre tristeza y depresión, y cada vez estaba peor. Había caído en el agujero más negro. Un día exploté y les dije a mis padres que me ayudaran.

- ¿Cómo reaccionaron sus familiares?
- Decidieron, gracias a un médico de familia de confianza, ingresarme en un hospital psiquiátrico. Al principio reaccionaron con sorpresa; no es fácil dejar a tu hija allí para que se trate. Además, como el tema es tan desconocido es difícil identificarlo. Ellos veían que su hija estaba triste, que no me quería levantar de la cama... pero se dejaron aconsejar por los médicos. Había que ingresar. Estuve primero dos meses. Me dieron el alta y de nuevo volví a ingresar y entre los ingresos fue cuando ocurrió el intento de suicidio.

- ¿Qué es lo que le llevó a hacerlo?
- La ansiedad, el malestar... Llega un momento en el que es tanto tu dolor que solo buscas la forma de hacerle frente, quitándote la vida. Solo quieres acabar con eso. Siempre digo que la gente que llega a ese extremo, casi toda, no quiere el resultado de la muerte. Pero no encontramos el camino de cómo salir de ahí. Por eso es tan importante hablar, podemos ayudar a mucha gente a que pida ayuda.

- ¿Cómo fueron aquellos meses de ingreso?
- Surrealistas. Yo ingresé el 6 de enero de 2006, después de haber pasado todas las Navidades escalando en hielo en los Alpes, con mi primo Asier. Y de repente llegué a casa, volví a la realidad y me puse muy mal. Dos días después de estar escalando en situaciones extremas me encontré en la sala de un hospital haciendo punto de cruz. No sabía si llorar, gritar... No sabía lo que me estaba pasando.

- Después del intento de suicidio, ¿cómo se sentía?
- Avergonzada de tener que pasar por un hospital a que te hagan un lavado de estómago. Avergonzada de haberlo hecho.

- Pero consiguió armar una salida. ¿Qué le ayudó a hacerlo? 
- Los especialistas, la medicación, que ayuda un montón, es imprescindible, y mi familia y amigos que me comprendieron, me acompañaron y ayudaron a encontrar mi camino. Tuve mucha suerte. Una vez que empecé a encontrarme mejor, me ayudó mucho el deporte y volver a la montaña.

- ¿Cómo se encuentra ahora? ¿Ha salido fortalecida de aquel episodio?
- No me siento más fuerte, lo que sí he cambiado ha sido la forma de valorar algunas cosas. Pero es que yo ya he visto la muerte en otros sitios y he perdido a muchos amigos. La muerte es algo que en mi vida está muy cerca y muy interiorizada. Todo lo que he vivido, la depresión, los intentos de suicidio, la pérdida de amigos en la montaña... sí que me han hecho cambiar. Hay que vivir el momento. Ahora me encuentro muy bien, se puede salir del agujero más oscuro pero esto no quita que jamás vaya a sufrirlo.

- ¿Cuáles son las señales que pueden volver a encender la alarma?
- La ventaja que tengo yo es que ahora me conozco mucho mejor y cuando el semáforo se pone en ámbar sé que algo está pasando, porque no duermo o tengo ansiedad, y estoy alerta. Por eso es tan importante que se hable de ello, que se conozca la enfermedad.

- ¿Por qué decidió contarlo?
- Pienso que puedo ayudar a otras personas que están pasando o han pasado por lo mismo. El que tiene una enfermedad mental piensa que solo la tiene él y no es así. Yo conozco mucha gente que parece que está en lo más alto y lo está pasando mal. Si quitamos ese estigma y hacemos ver que esto le puede pasar a cualquiera y que es una enfermedad como todas las demás creo que podemos ayudar a muchos jóvenes a que llamen a las puertas, que no se avergüencen y pidan ayuda. Las enfermedades mentales están matando a mucha gente.

- La depresión es una enfermedad que afecta a mucha gente. Sin embargo sigue siendo un tema tabú...
- Se habla muy poco de ello. Existe mucho miedo a decir que tenemos una depresión. La palabra enfermo mental se relaciona con la locura. También nos avergonzamos de tomar un antidepresivo, pero es como tomar una pastilla para el azúcar o la tiroides. Mi mensaje es que de esto se puede salir, por eso hay que buscar apoyo. Lo que no ayuda nada son las típicas frases de 'Lo tienes todo', 'Tienes la mejor vida del mundo...' Sabes que quizá sea cierto pero eso no te saca de donde estás metido.

- Ahora que es madre, ¿cómo ha cambiado su forma de ver las cosas?
- Disfruto de la montaña a otro ritmo, en parte lo echo de menos pero soy muy feliz. Además, el riesgo lo mido diferente. El año pasado estuve en una montaña de 7.000 metros, las condiciones no estaban bien y yo decía: que le den, paso de todo esto, por miedo a que me pasara algo por mi hijo. En otro tiempo no habría sido así. También doy charlas de motivación y liderazgo en empresas, sobre todo de España y Latinoamérica y sigo con la Fundación Montañeros por el Himalaya by Edurne Pasaban.

martes, 29 de marzo de 2022

El viento a favor


Pertenece al álbum ‘Pequeño’, del año 1999… ¿y quién si no la podía cantar? No podía ser otro: Enrique Bunbury. El autor de la banda sonora para cada momento de mi vida.
¡Cuántos recuerdos me trae esta canción!
La escuchaba hace como unos veinte años (¿tanto?). Por aquella época se cerraba una parte importante de mi vida, probablemente la más influyente; acababa mis estudios y era el momento de tomar decisiones que marcarían mi futuro; evidentemente eran cuestiones que no dependían de mí. Un sí o un no (como así ocurrió) lo podían cambiar todo.
Esos momentos en lo que creías que habías tocado fondo y que nada podía cambiar, ya que no tenías ganas de nada y te metías en un mundo de cristal. Es en esos momentos cuando necesitabas palabras de aliento y una esperanza que te advirtiese que desde un punto de inflexión cualquier cosa que pasase sólo podía significar que todo iría mejor.
Esta canción sonaba una y otra vez desde mi ordenador (internet quedaba un poco lejos todavía). Todavía guardo aquel CD.
Hoy, como entonces, es la que mejor puede sonar.

Si ya no puede ir peor,
haz un último esfuerzo,
espera que sople el viento a favor.
Si sólo puede ir mejor
y está cerca el momento,
espera que sople el viento a favor.



sábado, 26 de marzo de 2022

El hilo rojo


Escribí hace tiempo sobre el hilo rojo. Ese que nos une a otra persona y que puede estirarse y enredarse, pero nunca romperse.
Hace unos días vi la película que trata la leyenda y para mí escenifica lo que significa la leyenda. No se trata de hacer un spoiler de la misma, pero el final le da todo el sentido. No hay que quedarse en lo que ocurre, si no en lo que es, en lo que significa. Para mí es sólo la primera parte; en la segunda se cumple la leyenda.

Un hilo rojo nos conecta…
No importa el tiempo…
No importa el lugar…
Se puede estirar…
Tensar o enredar…
Pero nunca romper.



martes, 22 de marzo de 2022

Teruel, la leyenda sigue viva...



Hay una leyenda que dice que Teruel nació sobre el monte en el que se divisó a un toro que buscaba alcanzar la primera estrella del anochecer. Todo esto sucedió en el siglo XIII, cuando aún el linaje y la nobleza determinaban el destino de los turolenses. Caprichoso y hostil destino, a menudo.
Y ahí, bajo los inviernos fríos de la villa del toro y el repicar de las campanas de la Iglesia de San Pedro, se esconde una verdadera historia de amor, la de los amantes de Teruel, Isabel de Segura y Juan (aunque por culpa de Lope de Vega es más conocido como Diego) Martínez de Marcilla, dos adolescentes enamorados pero condenados al desamor. Cinco años de espera, un beso rechazado, una muerte de tristeza y otra de culpa.
Este año, excepcionalmente durante el mes de febrero, la ciudad de Teruel revive la tragedia de Los Amantes. En sus calles se recrea el ambiente medieval de la época, así como las distintas escenas de la historia de Los Amantes convirtiendo a la ciudad en una fiesta que sumerge al visitante en el Siglo XIII.
Y de eso ya hace más 800 años… Y allí están, para toda la eternidad, pero sin llegar a tocarse… un amor imposible… o quizá no tanto, porque más de 8 siglos después siguen juntos.




sábado, 19 de marzo de 2022

Me canso


Me canso de caminar con pasos sin sentido y que mis pies sigan un recorrido desconocido.
Me canso de que los latidos de mi corazón suenen como el rugido de un león enjaulado.
Me canso de que mi sonrisa sea un simple acto reflejo forzado.
Me canso de que mis ojos sigan abiertos cuando la pesadez de mis parpados suplica lo contrario.
Me canso de las palabras, de las conversaciones y de las frases sin sentido.
Me canso de la gente con la que tengo que tropezar.
Me canso de pagar por favores que no me han hecho, que no he pedido.
Me canso de no ver llegar las decepciones y fingir que no pasa nada.
Me canso de amistades disfrazadas.
Me canso de hablar, de callar, de tener que sacar palabras forzadas y silencios encarcelados.
Me canso de las cicatrices que no tuvieron que nacer de una herida.
Me canso de las confianzas traicionadas.
Me canso de excusas injustificables.
Me canso de lo que no me cansaba.
Me canso y eso me lleva al me he cansado.
Me he cansado…
Me he cansado…
Me he cansado…
Me paro… que el mundo siga girando.

martes, 15 de marzo de 2022

Las razones y las sinrazones de Rusia (y de los otros)



Desde que comenzó el conflicto de Rusia y Ucrania he tratado informarme sobre los verdaderos motivos de esta guerra. Es ahí cuando uno se da cuenta de que no todo es como se lo han contado y, sin tratar de justificar las acciones rusas, tener una opinión propia. En una guerra siempre hay dos bandos y, sin ser partidista, es bueno conocer ambas posturas.
La actual tensión bélica en torno de Ucrania está motivada por el temor ruso a que se integre en la OTAN o que, sin llegar a tanto, se convierta en una especie de portaaviones repleto de armas occidentales apuntando hacia Moscú. Eso constituiría un riesgo existencial que Rusia nunca va a permitir. Pero siendo eso cierto, la realidad es que las apetencias rusas sobre Ucrania son más antiguas.
En primer lugar, la historia de Rusia y de Ucrania, el granero tradicional de Rusia y la cuna de los cosacos, están estrechamente ligadas desde el siglo IX, pues los rusos se reclaman herederos de la federación de tribus eslavas conocidas como los Rus de Kiev. Son lazos muy antiguos.
En segundo lugar, Putin considera la desaparición de la URSS en 1991 como ‘la mayor tragedia’ del siglo XX, porque privó a Moscú del control de 2 millones de kilómetros cuadrados, y Rusia dejó de ser una superpotencia a la que el mismo Obama despreciaba cuando la calificó de “una potencia regional” (hace falta ser imbécil para decir eso). Son muchos los rusos que aún hoy no comprenden que Bielorrusia, o Ucrania, o Estonia, Letonia y Lituania sean países independientes y que no toleran haber perdido el puerto de Riga, que era la salida natural de Rusia al mar Báltico.
En tercer lugar, es un error de occidente cuando en 1991 trató a Rusia como un país derrotado; cuando con la desaparición de la URSS quien fue derrotado fue el comunismo. Por ello, inconscientemente, se aisló a Rusia y no se la integró en el nuevo marco político en que estaba quedando Europa.
En cuarto lugar, Moscú afirma que, cuando la URSS se deshizo y con ella el Pacto de Varsovia, recibió garantías de que la OTAN no se acercaría a sus fronteras. Ahora nadie recuerda ese ‘compromiso’, que no está escrito en ningún lugar y que además violaría la soberanía de países independientes al coartar su derecho a decidir su libremente futuro.
En quinto lugar, la OTAN hizo en 1997 una gran ampliación hacia el este acogiendo en su seno nada menos que a doce países que antes habían estado en la órbita soviética como Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania, etc. Esto provocó un gran disgusto en el Kremlin, que desde entonces siente que la soga de la OTAN se aprieta en torno a su cuello. Y no le gusta esa sensación de asfixia.
En sexto lugar, no contenta con ello, en 2008 la OTAN ofreció el ingreso también a Georgia y a Ucrania. Fue un poco frívolo por su parte, porque no tenía intención real de admitir a esos dos países –como sigue sin tenerla hoy–, pero hizo correr otro escalofrío por la ya escaldada espalda de Rusia, que aprovechó el momento para intervenir en las regiones georgianas de Osetia del Sur y Abjasia.
Y cuando el presidente pro-ruso de Ucrania, Víktor Yanukóvich, vetó un acuerdo comercial con la Unión Europea, la gente se hartó, salió a la calle y le derrocó en las revueltas conocidas como Euromaidán, en las que el Kremlin siempre vio la larga mano de Europa. Rusia entendió que se había violado otra línea roja y reaccionó invadiendo Crimea con soldados sin distintivos y luego anexionándola sin mayores miramientos. Moscú no cree haber obrado mal, porque Crimea fue conquistada al Imperio otomano por Catalina la Grande y Potemkin. Fue rusa desde entonces y sólo pasó a pertenecer a la soberanía ucraniana cuando Kruschev se la regaló a Kiev, desde luego sin poder imaginar que un día Ucrania sería un país independiente. Moscú piensa que lo único que ha hecho es poner las cosas nuevamente en su sitio. Fue una decisión aplaudida por el pueblo ruso, que ha aceptado las sanciones que le ha impuesto la comunidad internacional y que considera injustas.
En Moscú se piensa que si se puede romper Serbia, como hicieron los EEUU en 2008 para crear la república de Kosovo, o si se deja a Israel anexionarse los Altos del Golán y partes de Cisjordania, y a Marruecos anexionarse el Sáhara Occidental, no hay razón para impedir que Rusia haga lo mismo en Crimea, o ahora quizás en Donbass. Y más aún cuando considera en peligro su seguridad.
La política exterior imperial de Putin no es en esto diferente de la que hubiera hecho la Rusia imperial zarista o la Rusia imperial comunista, porque las tres habrían estado hoy de acuerdo en la necesitad vital de rediseñar la arquitectura de seguridad europea para hacer retroceder el reloj hasta 1997, exigir la anulación de la ampliación de la OTAN al Este o al menos de sus efectos, crear un glacis de seguridad en torno de sus fronteras o, lo que es lo mismo, volver a dividir Europa para asegurarle a Rusia una zona de influencia como en su día tuvo la URSS.
Y si para eso tiene que pagar un precio está dispuesto a hacerlo y esa es la gran diferencia, porque Moscú parece dispuesto a poner muertos encima de la mesa para lograr sus objetivos y la OTAN no; Europa habla de responder con sanciones económicas (que es lo que está haciendo), porque Ucrania no es miembro de la Alianza Atlántica. Putin lo sabe y además Biden lo dejó también muy claro hace pocos días. Los soldados que ahora EEUU ha puesto en alerta no están destinados a defender a Ucrania, sino a tranquilizar a los países Bálticos y a Polonia. Imagino que Putin ha elegido el momento perfecto, ya que EEUU no está en el mejor momento de tomar la iniciativa después de haber salido de malas maneras de Afganistán, además, creo que le preocupa más el auge de China que el de Rusia. Francia tiene elecciones este año y Macron no tiene garantizada la reelección y en el Reino Unido Boris Johnson se ve acosado y puede caer por su frivolidad de hacer frecuentes fiestas en su residencia oficial mientras el resto del país estaba confinado por la pandemia. El resto –e incluyo a la UE como bloque– no contamos.
Pero si Putin tiene esas razones no tiene razón, porque lo que hace va en contra del Derecho Internacional. En 2022 no es admisible que se use el chantaje y la amenaza para tratar de doblegar la voluntad soberana de un país. Menos aún usar la fuerza para alterar las fronteras de Europa y aún menos para establecer una nueva división del continente y una nueva zona de influencia sometida a los dictados de Moscú. Es la seguridad de Europa entera la que está en juego, porque mirar ahora para otro lado probablemente animará a futuras agresiones en otros lugares y con otras excusas.
El problema es que aquí todos han ido muy lejos y ceder no es fácil. Putin no puede volver a meter en los cuarteles a los cien mil soldados desplegados junto a las fronteras de Ucrania y regresar a casa con las manos vacías. Y Estados Unidos –y Europa– tampoco pueden ceder porque tienen de su parte el derecho internacional, porque es la seguridad de nuestro continente la que está en juego y porque saben que China está siguiendo con mucha atención lo que ocurre en el escenario europeo y extraerá consecuencias que podrá poner en práctica con su propia reclamación sobre Taiwán.
Ojalá se imponga el sentido común porque si Rusia ahora se equivoca e invade –aunque sea parcialmente– Ucrania, le impondremos sanciones económicas muy fuertes que le harán mucho daño, que probablemente excitarán más el nacionalismo de una población que se sentirá injustamente tratada (tenemos el caso de Kosovo, el Sáhara, etc.) y eso contribuirá a empujar a Rusia a los brazos de China, cosa que tampoco interesa. Lo que a Europa le interesa es una buena relación con Rusia, pero no podemos construirla bajo el chantaje de las bayonetas.
Por todo ello sí que creo que Rusia tiene motivos para hacer lo que está haciendo; han estado provocándola, quizá para ver hasta dónde sería capaz de llegar, aunque probablemente no tenga razón por todo lo que supone. La solución no es fácil.

sábado, 12 de marzo de 2022

La función de teatro




¿Alguien recuerda cuando hubo una epidemia global por culpa de un virus llamado covid – 19?
¿Y alguien recuerda a aquel volcán de La Palma que arrasó media isla con miles de millones de daños?
Parece que no. Ahora no se habla de ello. En estos momentos lo que importa es la guerra entre Ucrania y Rusia.
Me parece algo complejo hablar del tema. A veces, no estar a favor de la opinión pública puede ser un tanto estigmatizante.
La guerra esta no empezó el 24 de febrero… comenzó mucho antes, décadas antes, justo desde la desmembración de la URSS. Desde ese día hasta que Putin decidió invadir al país vecino han ocurrido muchas cosas que no se han dicho. Pero llegados a este punto lo más sencillo es apoyar a Ucrania y criticar a Rusia.
Como dice el refrán, ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos. A partir de aquí, cada cual que piense lo que quiera.
Nosotros somos simples espectadores que vamos a una función de teatro y los actores deciden como nos quieren contar la obra… en nosotros está el decidir si nos gusta o no lo que vemos. A eso se llama ser críticos.

martes, 8 de marzo de 2022

Sácame de aquí


Agotado y cansado… sin ideas… Sácame de aquí.


sábado, 5 de marzo de 2022

Micro XXXI


El amor que hace daño no es amor. El amor que duele es el verdadero.

sábado, 26 de febrero de 2022

Las últimas soledades



Antonio y Manuel Machado no pudieron despedirse cuando el primero tomó el camino del exilio para citarse con la muerte en Colliure el 22 de febrero de 1939. Antonio murió con el corazón helado y partido por las dos Españas. Manuel acabaría escribiendo elogiosos versos a Franco y Queipo de Llano, aunque, según Ian Gibson, “nunca se sabrá si lo hizo con una pistola apuntándole a la nuca”.
En Burgos, un corresponsal de guerra extranjero escuchó que Antonio Machado había muerto muy cerca de la frontera francesa. El caso es que la noticia llegó hasta su hermano Manuel, que logró hacerse con los salvoconductos necesarios para poder viajar y atravesar un país en ruinas que salía de una guerra demasiado larga y sangrienta. Cuando llegó al pueblecito francés descubrió que también su madre había muerto.
Se sabe que se reunió con su hermano José, pero ninguno de los dos dejó testimonio escrito de todo aquello. No se sabe nada de las conversaciones pero hay que suponer que fueron tensas, emotivas y tal vez coléricas ya que José, resueltamente antifascista, ni menciona la llegada de Manuel y su mujer a Colliure en ‘Las últimas soledades del poeta Antonio Machado’. Lo que sí se sabe es que Manuel pasó dos días en el cementerio acompañando las tumbas de su hermano y su madre. Igualmente se hizo cargo de los gastos de su familia en la pensión antes de emprender viaje de vuelta a Burgos.
En su equipaje de vuelta, Manuel se llevaba el pasaporte de su hermano, su bastón y un papelito que había sido encontrado en el bolsillo de su gabán. En él, Antonio Machado había escrito el célebre inicio del monólogo de ‘Hamlet’ ‘Ser o no ser’. En la segunda anotación se leía ‘Estos días azules y este sol de la infancia’. En la tercera, recuperaba unos versos dedicados a Guiomar: ‘Y te daré mi canción:/ Se canta lo que se pierde/ con un papagayo verde/ que la diga en tu balcón’. El papelito nunca volvió a ser visto.
José y Manuel nunca más volvieron a verse.

martes, 22 de febrero de 2022

Gracias... merci beaucoup


Lo he leído tantas veces que lo sé de memoria. La primera vez fue en 2006, en la magnífica biografía titulada ‘Ligero de equipaje’ que escribió Ian Gibson sobre el poeta.


La casualidad hizo que en un mes fuese a Collioure por primera vez y estuviese allí, delante de la tumba de Machado y su madre, con ese libro apoyado en el pecho. Era el 9 de julio. No sé si fue suerte o casualidad, pero cuando entré al cementerio no había nadie y tuve la fortuna de estar solo, unos diez minutos, hasta que entraron unos visitantes. Durante ese tiempo pude allí, de pie, frente a la tumba del poeta, recitar en silencio, llorar, trasladarme a Soria, su amada Soria... los sentimientos de aquel día cada vez que llega el 22 de febrero son los mismos; los mismos que tengo mientras escribo esta entrada.
Colliure, 1939. En la noche del 22 al 23 de febrero, las manos de Juliette Figuères se afanan en coser una bandera tricolor: la bandera republicana española que ha de cubrir, al día siguiente, el cuerpo sin vida de un hombre, Antonio Machado, que acaba de fallecer, a las 15:30 horas, después de unos días de agonía, tal día como hoy de 1939. Juliette, que en ese momento tiene 41 años, había sido una de las primeras personas que ayudaron al difunto y su familia cuando arribaron a este hermoso pueblo costero de los Pirineos Orientales franceses, sin que nadie reconociera al famoso poeta.
Machado había llegado a Collioure en tren, procedente de Cerbère. Atrás quedaba un largo periplo desde una Barcelona asediada por el ejército sublevado, abandonado el vehículo que les había conducido hasta Port Bou y el grueso de los equipajes. Al poeta le acompañaban su madre, Ana Ruiz, de 84 años, su hermano José y la esposa de éste, Matea Monedero, así como el escritor y amigo Corpus Barga. Todos extenuados, hambrientos y tiritando de frío, venían de pasar su primera noche en tierras francesas en un vagón abandonado en una vía muerta.
La primera persona a la que se dirigieron se llamaba Jacques Baills, era jefe de estación suplente en Collioure y contaba 27 años.

Jacques Baills

Baills recordaría siempre cómo José se dirigió a él para preguntarle por algún hotel en el pueblo que pudiera acogerles, “y yo les indiqué el único que estaba bien entonces y en el que yo mismo estaba hospedado”, afirmaba. Años más tarde recordaría ese momento que jamás olvidaría.


Corpus Barga recordaría también la dificultad con que avanzaba la familia y cómo él tomó en brazos a la madre de Machado y le oyó decir, en su delirio, la famosa frase: “¿Llegamos pronto a Sevilla?”.
Sin embargo, no se dirigieron directamente al hotel. La avenida de la estación culmina en una plazoleta con plátanos, la Place Géneral Leclerc, donde hoy los vecinos juegan a la petanca y toman el sol. Desde allí se ve el Douy, un riachuelo que por lo general es apenas un cauce seco, al otro lado del cual se yergue el hotel del que había hablado Baills, el Bougnol-Quintana. Y en la plaza se encontraba la mercería de artículos de punto regentada por Juliette Figueres.
No cabe más que destacar la extraordinaria generosidad de unas personas que carecían de referencias sobre los inesperados visitantes, para ellas eran sólo seres humanos que escapaban desesperados de las bombas y de las penurias de la Guerra Civil Española. Ninguna conocía a los Machado, de ahí el valor de su altruismo para con aquella familia a la deriva, como todos los que llegaron aquel día a Collioure, en un tren abarrotado de gentes de toda laya. Gente que huía de la entrada del ejército franquista a Barcelona, último reducto republicano.
Estaban helados y calados hasta los huesos por la lluvia, pidieron entrar un momento en la mercería para descansar. Figuères asintió y les ofreció café con leche para reanimarlos.

Juliette Figuères

En ese momento pudo hablar un poco en francés con Corpus Barga y Antonio y con Matea en español. Allí permanecieron la media hora que tardó un coche en recogerlos y llevarlos al hotel, que estaba enfrente, pero para llegar al mismo había que rodear el Douy, que precisamente ese día llevaba agua. Por fin llegaron al Bougnol-Quintana y pudieron descansar, sin cenar siquiera.

Pauline Quintana 

El primero que reconoció a Machado fue Baills, el ferroviario, que ayudaba a madame Quintana con la contabilidad del hotel. Cuando llega aquella noche pregunta si están allí los españoles con quienes había hablado en la estación. Le dice que sí y que se habían acostado sin cenar. Al leer la lista de la gente que se había registrado vio el nombre de Antonio Machado, que se había presentado como profesor. Eso le hizo reflexionar y recordó que cuando hacía tiempo iba a clases de español había aprendido poesías de Antonio Machado y se asombraba ahora de tener ante sí al autor en persona. Desde entonces, después de las comidas, acompañaba un rato a Antonio y José en el hotel, surgiendo entre ellos una amistad que Baills siempre atesoraría en su memoria.

Inscripción de Antonio Machado en el hotel Bougnol-Quintana

Antonio también visitó un par de veces en su tienda a madame Figuères. Hablaban de lo que estaba ocurriendo en España junto con el marido de Juliette, Sebastian Figuères. Machado les confesó que sentía más haber perdido los libros que la ropa, así como que estaba enfermo, que tenía asma. Cuando le explicó al matrimonio que no podían escribir a sus sobrinas, que estaban en Rusia, porque no tenían dinero, los Figuères les prestaron papel y sellos.


Ya entonces Baills, por mediación de madame Quintana, les había hecho saber que aquel no era un refugiado cualquiera, sino un poeta, acaso el más grande de las letras españolas del momento.
Con esa misma humanidad cosió la señora Figuères la bandera con la que Machado fue enterrado unos días después. Un médico llamado Cazabens fue el primero en percatarse de que la salud del poeta había empeorado mucho, entre el asma y sus males de corazón. Junto a Machado agonizaba también su madre, los dos en la misma habitación. Baills les llevó una botella de champán para mojarles los labios y Machado lo agradeció con una sonrisa.
Machado había dicho siempre que “para enterrar a una persona, con envolverla en una sábana es suficiente”. Un fotógrafo conocido como señor Sánchez retrató a Machado en la cama, cubierto con la bandera. La madre, Ana Ruiz, moría tres días después, justo el día en que habría cumplido 85 años; cumplió su promesa, “estoy dispuesta a vivir tanto como mi hijo Antonio”, había dicho meses antes en Rocafort.

Antonio Machado cubierto con la bandera republicana

Tras correrse la voz de que había muerto Machado, el hotel Bougnol-Quintana se llenó de gente. Desde París, el poeta Jean Cassou se ofreció para trasladar el cuerpo a la capital francesa. “Es un deber para nosotros, escritores franceses, encargarnos de las cenizas del gran Antonio Machado, caído aquí, en tierra francesa donde había buscado y creído encontrar refugio”. Sin embargo, José Machado declinó amablemente el ofrecimiento y el féretro fue llevado finalmente al cementerio de Collioure por milicianos de la Segunda Brigada de Caballería ‘Andalucía’.
Hubo una última benefactora, Marie Deboher, amiga de madame Quintana, que prestó un espacio en su panteón familiar para que reposaran en él, de forma provisional, los restos de Antonio Machado, mientras que la madre fue sepultada en tierra, en una zona destinada a la gente sin recursos. Todos estaban convencidos en Francia de que España reclamaría el cuerpo de tan insigne creador, pero llegó el momento en que madame Deboher necesitó el panteón y se abrió una suscripción que recibió aportaciones del mundo entero hasta sumar 413.472 francos. Con ellos fue costeada la tumba donde reposan madre e hijo, y que hoy es lugar de peregrinación de los devotos machadianos y de los interesados en la memoria republicana en el exilio.
Apenas he podido encontrar nada de la vida estos personajes después de este triste acontecimiento y que tan desinteresadamente ayudaron al poeta y su familia a la llegada a Collioure, solamente unos valiosísimos audios y un par de fotografías de cada uno de ellos.
José Machado, desde su exilio en Chile, continuó teniendo relación epistolar con ellos hasta su muerte, ocurrida en 1958.
Sus nombres han quedado vinculados para siempre a la figura de Antonio Machado como un ejemplo de humanidad, de esa humanidad que desprendía el poeta. No pueden ser olvidados.
Juliette Figuères murió en 1989, su marido en 1960; Pauline Quintana en 1972 y Jacques Baills en 1983.
Merci, merci beaucoup monsieur Bails, madame Figuères et madame Quintana.

sábado, 19 de febrero de 2022

La fotografía más icónica


Probablemente sea la fotografía más icónica del poeta Antonio Machado. Fue tomada el 8 de diciembre de 1933, en el café de las Salesas. Se aprecian las mesas de mármol, los espejos en sus paredes en las que se reflejan las columnas y lámparas del local, un teléfono de campanillas, un calendario marcando la fecha y la imagen discreta reflejada de Braulio, el camarero.


Sin embargo, esta no es la fotografía original, ya que, sin conocer el motivo fue recortada. En la original el poeta aparece sentado con la periodista Rosario del Olmo, que había concertado una entrevista para el periódico ‘La Libertad’. Salió publicada el día 12 de enero del año siguiente. Su título era ‘Deberes del arte en el momento actual’. Fue la única vez que se pudo ver completa la magnífica fotografía tomada por el fotógrafo Alfonso Sánchez.


Del Olmo, una mujer con una biografía apasionante, cayó en el olvido hasta que el Ministerio de Cultura, en 2001, muerto ya Sánchez y sus archivos pasaron a patrimonio del Estado, aumentó el interés por la fotografía y la mujer eliminada.
El destino hizo que se encontrara hace años en el Rastro de Madrid una copia original hecha por el propio fotógrafo.


martes, 15 de febrero de 2022

Discurso de Antonio Machado en su homenaje en Soria



Son bastantes los escritos que, durante muchos años, nos hicieron creer que Antonio Machado fue proclamado hijo predilecto de Soria en 1932, en la plaza llamada ‘El Rincón del Poeta’. Sin embargo, aquél acto tan solo fue un homenaje a su persona y a su labor en la capital del Duero. Al parecer no se encontraron documentos en el consistorio soriano que avalaran dicho ahijamiento. Pero Soria no quería, ni podía, renunciar al honor de tener a don Antonio como hijo y lo resolvió en 2013. Tan sólo era cuestión de papeles, no de ánimos ni sentimientos. El poeta siempre fue hijo de Soria.
Discurso de Antonio Machado en el homenaje que se le dio en Soria el 5 de octubre de 1932, en la plazoleta de San Saturio, llamada ‘Rincón del poeta’

Con su plena luna amoratada sobre la plomiza sierra de Santana, en una tarde de septiembre de 1907, se alza en mi recuerdo la pequeña y alta Soria. Soria pura, dice su blasón, y ¡qué bien le va ese adjetivo!
…Soria, sobre un paisaje mineral, planetario, telúrico. Soria, la del viento redondo con nieve menuda que siempre nos da en la cara, junto al Duero adolescente, casi niño, es pura… y nada más.
Soria es una ciudad para poetas. Porque la lengua de Castilla, la lengua imperial de todas las Españas, parece tener su propio y más limpio manantial. Gustavo Adolfo Becquer, aquel poeta sin retórica, aquel puro lírico, debió amarla tanto como a su natal Sevilla; acaso más, que a su admirable Toledo. Un poeta de las Asturias, de Santillana, Gerardo Diego, rompió a cantar en romance nuevo a las puertas de Soria:

Río Duero, río Duero
nadie a acompañarte baja,
nadie se detiene a oir
tu eterna estrofa de agua.

Y hombres de otras tierras que cruzaron sus páramos no han podido olvidarla. Soria es, acaso, lo más espiritual de esa espiritual Castilla, espíritu a su vez, de España entera. Nada hay en ella que asombre o que brille y truene. Todo es sencillo, modesto, llano. Contra el espíritu redundante y barroco que sólo aspira a exhibición y a efecto, buen antídoto es Soria, maestra de castellanía, que siempre nos invita a ser lo que somos y nada más. ¿No es esto bastante?
Hay un breve aforismo castellano; yo lo oí en Soria por primera vez, que dice así: ‘nadie es más que nadie’. Cuando recuerdo las tierras de Soria olvido algunas veces a Numancia, pesadilla de Roma, y a Mio Cid Campeador, que las cruzó en su destierro y al glorioso juglar de la sublime gesta que bien pudo nacer en ellas, pero nunca olvido al viejo pastor de cuyos labios oí ese magnífico proverbio donde a mi juicio se condensa todo el alma de Castilla; su gran orgullo y su gran humildad, su experiencia de siglos y el sentido imperial de su pobreza. Esa magnífica frase que yo me complazco en traducir así: ‘por mucho que valga un hombre nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre’. Soria es una escuela admirable de humanismo, de democracia y de dignidad.
Por estas y otras muchas razones, queridos amigos, con toda el alma agradezco a ustedes su iniciativa y al altísimo honor que recibo de esta querida ciudad. Nada me debe Soria, creo yo. Y si algo me debiera, sería muy poco en proporción a lo que yo le debo: el haber aprendido en ella a sentir a Castilla que es la manera más directa y mejor de sentir a España. Para aceptar tan desmedido homenaje sólo me anima esta consideración: el hijo adoptivo de vuestra ciudad hace muchos años que ha adoptado Soria como patria ideal. Perdónenme si ahora sólo puedo decirles ¡gracias de todo corazón!

sábado, 12 de febrero de 2022

Soria, mi Arcadia



Soria, Soria y mil veces Soria… ¡Ay, cuánto echo de menos esa ‘mi’ tierra castellana! La visité por primera vez, cuando era un incipiente universitario de primer curso, una fría tarde de un martes de invierno. Desde entonces, sin saber porqué, quedé conectado a ella… Soria, sin yo saberlo, era tantas cosas para mí… Un abuelo contándole a su nieto que hubo un poeta que se llamaba Antonio Machado… y le hablaba de él y le leía sus poesías… y le contaba que hubo una niña llamada Leonor que luego se convirtió en su esposa… y que esa historia de amor tuvo un final trágico…
Y allí estaba yo por primera vez… con ese abuelo, ese nieto, ese poeta, esa esposa y esa triste historia de amor.
Sentí un fogonazo en el corazón e hice mías las estrofas que ese poeta escribió.

¡Oh, sí! Conmigo vais, campos de Soria,
tardes tranquilas, montes de violeta,
alamedas del río, verde sueño
del suelo gris y de la parda tierra,
agria melancolía
de la ciudad decrépita.

Me habéis llegado al alma,
¿o acaso estabais en el fondo de ella?

Desde aquel día Soria siempre ha sido y sigue siendo mi Arcadia. 
Desde aquel día he vuelto docenas de veces... pero siempre es la primera vez que lo hago, porque en cada ocasión lo que siento es nuevo e irrepetible.
El 22 de este mes es el aniversario de la muerte del poeta. Desde que comencé con el blog siempre he procurado que febrero sea el mes de Antonio Machado recordando su vida y obra. Él lo merece.

martes, 8 de febrero de 2022

sábado, 5 de febrero de 2022

martes, 1 de febrero de 2022

A orillas del río Piedra me senté y lloré



Este libro tiene algo. Me lo presentaron hace tantos años que ya no recuerdo ni quién ni cuándo. Ya escribí sobre él en esta entrada hace casi trece años (¿tanto tiempo?) y hace unos días, no recuerdo el motivo, volvió de nuevo a mi mente.
‘A orillas del río Piedra me senté y lloré’ es un libro especial. Se podría leer en momentos de abatimiento, cuando consideras que todo está perdido pero, sin embargo, esas situaciones amargas sólo están en nuestra mente.
Es un libro al que leer a alguien en cualquier momento. Una voz leyendo y unos oídos escuchando.
Es un libro para recordar… que atrae desde la primera página… para releer de vez en cuando… para creer…
Soria… Zaragoza… el río Piedra y su monasterio…
Es un libro en el que cualquiera podría ser protagonista…
Su primera página tiene el poder de que una vez la has leído quieres saber cómo acaba…

A orillas del río Piedra me senté y lloré. Cuenta una leyenda que todo lo que cae en las aguas de este río —las hojas, los insectos, las plumas de las aves— se transforma en las piedras de su lecho. Ah, si pudiera arrancarme el corazón del pecho y tirarlo a la corriente; así no habría más dolor, ni nostalgia, ni recuerdos.
A orillas del río Piedra me senté y lloré. El frío del invierno me hacía sentir las lágrimas en el rostro, que se mezclaban con las aguas heladas que pasaban por delante de mí. En algún lugar ese río se junta con otro, después con otro, hasta que —lejos de mis ojos y de mi corazón— todas esas aguas se confunden con el mar.
Que mis lágrimas corran así bien lejos, para que mi amor nunca sepa que un día lloré por él. Que mis lágrimas corran bien lejos, así olvidaré el río Piedra, el monasterio, la iglesia en los Pirineos, la bruma, los caminos que recorrimos juntos.
Olvidaré los caminos, las montañas y los campos de mis sueños, sueños que eran míos y que yo no conocía.
Me acuerdo de mi instante mágico, de aquel momento en el que un «sí» o un «no» puede cambiar toda nuestra existencia. Parece que no sucedió hace tanto tiempo y, sin embargo, hace apenas una semana que reencontré a mi amado y lo perdí.
A orillas del río Piedra escribí esta historia. Las manos se me helaban, las piernas se me entumecían a causa del frío y de la postura, y tenía que descansar continuamente.
— Procura vivir. Deja los recuerdos para los viejos —decía él.
Quizá el amor nos hace envejecer antes de tiempo, y nos vuelve más jóvenes cuando pasa la juventud. Pero ¿cómo no recordar aquellos momentos? Por eso escribía, para transformar la tristeza en nostalgia, la soledad en recuerdos. Para que, cuando acabara de contarme a mí misma esta historia, pudiese jugar en el Piedra; eso me había dicho la mujer que me acogió. Así —recordando las palabras de una santa— las aguas apagarían lo que el fuego escribió.
Todas las historias de amor son iguales.
Habíamos pasado la infancia y la adolescencia juntos. Él se fue, como todos los muchachos de las ciudades pequeñas. Dijo que quería conocer el mundo, que sus sueños iban más allá de los campos de Soria.
Estuve algunos años sin noticias. De vez en cuando, recibía alguna carta, pero eso era todo, porque él nunca volvió a los bosques y a las calles de nuestra infancia.
Cuando terminé los estudios, me mudé a Zaragoza, y descubrí que él tenía razón. Soria era una ciudad pequeña y su único poeta famoso había dicho que se hace camino al andar. Entré en la facultad y encontré novio. Comencé a estudiar para unas oposiciones que no se celebraron nunca. Trabajé como dependienta, me pagué los estudios, me suspendieron en las oposiciones, rompí con mi novio. Sus cartas, mientras tanto, empezaron a llegar con más frecuencia, y al ver los sellos de diversos países sentía envidia. Él era mi más viejo amigo, que lo sabía todo, recorría el mundo, se dejaba crecer las alas mientras yo trataba de echar raíces.


Lo que sigue hay que leerlo…

sábado, 29 de enero de 2022

¡Que inventen ellos!



¿Qué pensaría hoy, en 2022, D. Miguel de Unamuno de la situación de España? A principios del siglo pasado, en 1906, escribió una carta dirigida a Ortega y Gasset con una frase lapidaria; hastiado del inmovilismo de la sociedad y del pasotismo de la gente ante la situación que vivía el país (pérdida de los últimos territorios del imperio de ultramar: Cuba, Filipinas, Puerto Rico, Islas Guam e Islas Marianas; las guerras africanistas; el analfabetismo español; la influencia de la Iglesia en todos los estamentos y, finalmente, el poco interés por el desarrollo científico y tecnológico del país). Probablemente, en un momento de enajenación o de enfado, se dejó arrastrar por el pasotismo y escribió refiriéndose ante los avances tecnológicos que llegaban de Europa:

Que inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones. Pues confío y espero en que estarás convencido, como yo lo estoy, de que la luz eléctrica alumbra aquí tan bien como allí donde se inventó”.

Para el que no lo haya entendido, en lenguaje actual, sería: “Que hagan lo que les salga de los cojones, a mí ya me da todo igual. Es inútil seguir luchando”.
Desgraciadamente, el ‘buenismo’ que caracteriza a nuestro actual Gobierno no hace más que adoptar decisiones que acaba provocando que muchos españoles se apunten al ‘¡Que se esfuercen ellos!’ Son muchos los ejemplos.
En el plano educativo, el ‘buenismo’ ha decretado que, para pasar al curso siguiente, ya no es necesario aprobar el anterior. Es decir, en lugar de buscar y premiar la excelencia, para igualarlos a todos se rasura por debajo. Contemplando a aquellos de sus compañeros que consumen días y horas en la hermosa tarea del aprendizaje, no serán pocos los estudiantes que gritarán ‘¡Que se esfuercen ellos!’
Está claro que poco más se podía esperar de una concepción educativa que vincula el fracaso escolar con la exigencia de un mínimo de conocimientos para pasar de curso. Se lo han puesto muy fácil a los profesores y centros de educación, pues para alcanzar el éxito tan sólo tienen que conceder siempre el aprobado general. Así no hay fracaso.
En el ámbito de la Administración Pública, el Gobierno ‘buenista’ anunció hace meses que convertiría en funcionarios vitalicios a 800.000 interinos en la elefantiásica burocracia nacional, que, sin haber pasado las pruebas de mérito y capacidad, tampoco deberán pasarlas ahora.
‘¡Que se esfuercen ellos!’ exclamarán los afortunados refiriéndose a los sufridos opositores que no tuvieron la fortuna de acceder digitalmente a un puesto de funcionario. Se argumentaba que de este modo se reducirá la temporalidad en el empleo público, pero olvidan decirnos que también podría reducirse estableciendo las pertinentes pruebas para el tránsito de interino a funcionario vitalicio.
En la órbita laboral, la instauración del Ingreso Mínimo Vital, que se añade a otro sinfín de subsidios ya existentes, determina que el incentivo para aceptar un empleo con las obligaciones que conlleva se haya reducido considerablemente. Observando a sus vecinos, amigos, y/o familiares que han de madrugar, desplazarse a su centro de trabajo y cumplir con su jornada laboral, los numerosos subsidiados dirán: ‘¡Que se esfuercen ellos!’ que a mí el Estado ya me da la paga que otros obtienen con su sacrificio diario.
En el campo empresarial, el conjunto de subvenciones y coimas concedidos con dinero público a los amigos y amiguetes –el Ministerio llamado de Igualdad es un paradigma– , constituye una práctica lacerante para el conjunto de pequeños empresarios que se dejan diariamente la piel y arriesgan el patrimonio familiar para llevar adelante su empresa. Contemplando su quehacer diario y el riesgo que asumen, el ingente ejército de subvencionados manifestará ‘¡Que se esfuercen ellos!’, que a mí me lo regalan los ‘buenistas’.
El repaso realizado es breve, pues existen muchos otros casos de este ‘buenismo’ que desincentiva el esfuerzo y el sacrificio personal.
La reflexión es inevitable: estamos construyendo un país de pandereta, que se dirige de manera inexorable a ser granja de vagos, enchufados, subsidiados y subvencionados.
Finalmente quiero destacar un factor importante a la par que desolador: cada uno de esos vagos, enchufados, subsidiados y subvencionados también dispone de una papeleta electoral.

sábado, 22 de enero de 2022

Vivimos siempre juntos


Hace unos días estaba en un centro comercial y sonó ‘Vivimos siempre juntos’.
No recordaba esa canción, ya que había quedado en algún rincón de mi memoria. En ese mismo instante comenzaron a llegar los recuerdos a mi mente, aquellos que se generaron en el cada vez más lejano 96 ó 97.
Yo era un jovenzuelo de veintidós o veintitrés años que estaba estudiando; alguna vez he dicho que los años de la universidad fueron los mejores de mi vida.
Lo que más recuerdo es que el video y la canción cambiaron mi estilismo desde entonces y en los años sucesivos. A partir de ahí descubrí que por las noches también podía ponerme gafas de sol, cuando los jueves o los sábados salía con mis compañeros de piso; me dejé el pelo largo, aproximadamente por los hombros que, en ocasiones, recogía en una pequeña coleta con un par de mechones sueltos a cada lado de la cara. Cuando sonaba la canción me ponía las gafas, me soltaba el cabello y comenzaba a mover la cabeza al igual que Nacho Cano en el vídeo.
Este fue el comienzo.
Luego llegó Bunbury cantando en solitario, mi gran ídolo, y me dio por ponerme un pendiente en la oreja izquierda (yo no era de aro, simplemente un pequeño diamante blanco) y pintarme las uñas de color negro durante una temporada.
No me hice un tatuaje porque mis padres eran contrarios a ello (en mis tiempos a los padres, aunque fueras mayor de edad, se les respetaba)… bastante suerte tuve que nunca se fijaran en el agujero que tenía en la oreja, ya que tres o cuatro días antes de ir a casa me quitaba el pendiente. Pero todo pasa. Ahora me veo entonces y me resulta extraño recordar que yo podía vestir así.
Era a finales del siglo pasado y principios de este; por cuestiones temporales no tenía teléfono móvil para poder dejar constancia gráfica de aquello… todavía no se había inventado la palabra ‘selfie’.
Es inevitable no escuchar la canción mientras escribo esta entrada y que, cómo entonces, las ganas de moverme no se apoderen de mí al mismo tiempo que tarareo la letra.

Vivimos siempre juntos y moriremos juntos,
allá donde vayamos seguirán nuestros asuntos.
No te sueltes la mano que el viaje es infinito
y yo cuido que el viento no despeine tu flequillo.
Y llegará el momento que las almas se confundan en un mismo corazón.


Las cosas se complican si el afecto se limita a los momentos de pasión.


martes, 18 de enero de 2022

Micro XXX


Hablan de ‘la luz al final del túnel’… ¿a qué luz se refieren? ¿Y si se viaja de noche?

sábado, 15 de enero de 2022

Monsterbox



martes, 11 de enero de 2022

Plagas



Y hablan de las siete plagas de Egipto…
En este país tenemos dos que valen por todas las siete y puede que las superen: la pandemia y el Gobierno (o la clase política en general).
Aquí lo dejo. Escribir sobre ello simplemente serviría para encenderme más y no creo que haya suficiente agua a mi alrededor para apagarme.

sábado, 8 de enero de 2022

El desconsolado


Cuando estaba en el instituto, a principios de 3º de BUP, acordamos que el viaje de fin de curso sería a Italia. Para ello, a lo largo del año, vendíamos camisetas, lotería y hacíamos rifas en las que la papeleta era el típico calendario de bolsillo.
He recordado que yo vendí uno que era muy gracioso. Era un dibujo de un hombre subido a una silla con una cuerda alrededor del cuello y al pie de la silla una nota en la que explicaba los motivos de su suicidio.
Aunque no recordaba las palabras concretas nunca olvidé aquel texto que tan difícil me resultaba de entender.
Hace unos días lo encontré de nuevo después de tantos años. A ver si leyéndolo con calma, esta vez, logro entenderlo.


Verá señor juez:

Tuve la desgracia de casarme con una viuda; de haberlo sabido no me hubiese casado, porque ésta tenía una hija. Mi padre, que era viudo, para mayor desgracia se enamoró de la hija de mi mujer, de manera que mi esposa era suegra de mi padre y, al mismo tiempo, era mi yerno.
Al poco tiempo mi madre trajo al mundo un varón, que era mi hermano, pero era nieto de mi mujer, de manera que yo era abuelo de mi hermano.
Al correr el tiempo mi mujer trajo al mundo un varón y como era hermano de mi madre era cuñado de mi padre y tío de su hijo, mi mujer era suegra de su propia hija, yo, en cambio, soy padre de mi madre, mi padre y su mujer son mis hijos y además yo soy mi propio abuelo.
Ya ve señor Juez, me despido del mundo porque no sé quién soy.

El desconsolado

martes, 4 de enero de 2022

Hacia el 22



He empezado este año con un buen trancazo. Sí, simplemente es eso, mucha tos y malestar… nada de la enfermedad de moda, que parece que ahora todo sea coronavirus, incluso una rotura de muñeca.
En estos primeros días del mes, del año, estoy, como se dice, engrasando las máquinas. Poco a poco. Hasta coger velocidad de crucero pasarán unos tres o cuatro meses, después, la fuerza de la inercia será la que siga con todo… Tengo la esperanza que este 2022 será un buen año, lo intuyo, no sé porqué… pero, por si acaso, cautela. Tengo todo un año para averiguarlo.