sábado, 29 de diciembre de 2018

Micro XIX


¿Por qué la gente siempre pregunta ‘cómo estás’? ¿Por qué nunca preguntan ‘cómo te sientes’?

lunes, 24 de diciembre de 2018

Una noche distinta



Esta es la misma entrada que puse hace un año, dos, tres, cuatro, cinco… y la misma que puse en esta fecha desde que comecé en el maravilloso mundo bloguero. El día es el mismo, por eso creo que sirve. Un año más y los motivos son los mismos, como lo serán al año que viene y al siguiente, y al siguiente, y al siguiente… Sólo eso, al fin y al cabo, aunque no participe del folclore navideño, sí que creo que es una noche distinta.
Desde el año 97, el día de Nochebuena, suelo hacer siempre lo mismo; a las 8 de la tarde subo a la terraza de la casa de mis padres y enciendo una vela. No soy muy amante de la Navidad, pero sí que creo que esa es una noche especial. Tengo la suerte de haberla celebrado siempre en compañía de mi familia, por ello me siento afortunado, por poder estar con la gente que quiero. Pero también surgen otros sentimientos inevitables, como son el acordarme de mis seres queridos que ya no están. Por eso necesito un momento para acordarme de ellos en soledad. Justo es el momento en el que enciendo la vela. Me acuerdo, especialmente, de ellos y no puedo evitar la melancolía, esa que solamente se puede sentir en privado... y es que algunas cosas nunca cambiarán.
Después del primer recuerdo, dedico mi luz a más gente; primero a personas que conozco y que comparten culaquier tipo de relación conmigo y después, muy especialmente, a gente que no conozco pero que existen. Y pienso en todos los que están lejos de casa por motivos de trabajo y esta noche no estarán con sus familiares, en aquellos que tienen que pasar la noche en un hospital, que tienen que dormir en un cajero, en un banco o en cualquier contenedor. En esas madres que desde sus países pensarán en sus hijos, lejos de casa; en aquellos lejos de sus países por cualquier motivo; en los que están de viaje; en aquellos que esta noche cenarán solos en casa porque no tienen familia u otros que, sencillamente, no podrán cenar; en todos aquellos que acabaron sus días lejos del hogar… como mi admirado poeta y en tantos más que se nos podrían ocurrir y que no por no nombrarlos están ausentes. Por todos ellos también enciendo la vela, para que su luz, al menos esta noche, no les haga sentirse tan solos. Que sepan que alguien, desde la distancia, se acuerda de ellos y sabe que existen. Nunca se sabe, quizá, al año que viene, tal noche como esta, yo pueda estar en alguna de esas situaciones.
Este año, como los anteriores, también les dedico esta canción. Un canto a la paz y a la libertad nunca igualado, igual que os la dedico a todos los que pasáis por aquí.

Que paséis una buena noche.



sábado, 22 de diciembre de 2018

De belenes navideños



Es innegable que una de las cosas típicas de estas fechas son los belenes navideños. Imagino que primero comenzarían representando el nacimiento de Jesús, con pocas figuras, y con el paso de los años se fueron ampliando hasta lo que son hoy en día, algunos parecen pequeñas poblaciones, con un centenar de figuras.
En los belenes ocurre algo peculiar. Cuanto mayor es su tamaño, mayor error. Esto es algo evidente en cualquier ámbito y en los belenes se acentúa. Si un belén quiere representar escenas reales es fundamental que respete la proporcionalidad. Este factor es importante para que sea algo admirable. Quizá sea por formación profesional, pero es en lo primero que me fijo cuando veo un belén. Es ridículo colocar un castillo y dos soldados a la puerta cuya altura llega a las almenas, o un agricultor delante de una vivienda y se ve claramente que esa figura no cabría por la puerta… y así muchos ejemplos. Como se habrá podido adivinar, al hablar de proporcionalidad me refiero a las figuras respecto a las construcciones. Un belén, al fin y al cabo, no deja de ser un elemento en el que se usa la arquitectura y la arquitectura deber ser proporcionalidad. Ya lo dijo Vitrubio, la arquitectura es “firmitas, utilitas, venustas” y esto no se aplica en los belenes; partiendo de esa base, son representaciones grotescas y ridículas.
Es por ello que no me gustan los belenes, porque, no son proporcionales, no son reales ni creíbles, ya no representan nada; la gran mayoría están montados para hinchar el ego de sus montadores; me refiero, especialmente, a aquellos que se colocan en lugares públicos o escaparates comerciales a la vista de todos.
Procuro no ir, al menos acompañado, a ver belenes. Si hiciera la reflexión que aquí he expuesto delante de uno, con más visitantes, es posible, que no fuera bien recibido. No siempre la intención es la que cuenta.

martes, 11 de diciembre de 2018

Palencia


Hay lugares que sin saber los motivos nos llaman para que vayamos a conocerlos. Desconozco el motivo. Esto mismo me ocurría con una ciudad con la que jamás he tenido relación, ni siquiera hubiera sabido colocarla en el mapa. Se trata de Palencia. Siempre he tenido el anhelo de conocer esta ciudad y durante el último puente he podido cambiar el anhelo por la realidad.
Es posible que fuera por ese interés que siempre me han despertado aquellos lugares de los que no se habla, que nunca salen en los medios y que están ahí, esperando que alguien los descubra. Eso mismo me ha pasado con Teruel, Soria y, ahora, Palencia.
A diferencia de Teruel y Soria, que sí que sabía lo que había y lo que iba a ver, en esta ocasión iba totalmente a ciegas. ¿Palencia? ¿Qué puede haber en Palencia?
Al llegar a una ciudad desconocida con interés de conocerla se siente la necesidad de marcar un itinerario que sea el que guie. No obstante, hay veces que las casualidades se imponen y es innecesario. Cuando te pierdes con el coche por la ciudad y sin saber cómo te encuentras de frente con la iglesia de San Miguel y su majestuosa torre, donde, según la tradición, se casó el Cid con doña Jimena, es evidente que no se puede programar una ruta. ¿Cuándo hubiera descubierto este edificio? ¿Al decirlo un plano? Ante ciertas joyas arquitectónicas no cabe ser metódico, hay que improvisar.


En Palencia toda la vida de la ciudad gira en torno a la calle Mayor. Una vía peatonal, con los típicos soportales castellanos, que alberga la mayoría de monumentos civiles. A lo largo de la vía se pueden encontrar edificios modernistas con otros más eclécticos que no desentonan con el urbanismo.
Descubrí a Victorio Macho, un escultor local, fallecido hace más de 50 años, que está muy presente en la ciudad. Destaca su obra el Cristo del Otero, un cristo de más de 20 m. de altura, a pocos kilómetros de Palencia y cuya figura es una seña de identidad de la ciudad.


Tengo la sensación que Palencia es una ciudad acomplejada, que no acaba de creerse el potencial que tiene. Al igual que hace unas entradas comentaba que Santiago no cuida su patrimonio porque no lo necesita para ser lo que es; creo que Palencia no le da la importancia a su patrimonio porque piensa que no tiene interés, como he dicho al principio, ¿qué puede haber en Palencia? Y eso mismo pensarán los palentinos.
Es una ciudad para descubrirla, sin que nadie marque un rumbo, porque en cualquier momento podemos encontrarnos con un edificio que nos haga detenernos para observarlo e incitarnos a entrar. Es una ciudad en la que hay que estar preparados para la sorpresa y ante la sorpresa estamos desarmados, simplemente tenemos que dejarnos llevar y disfrutar.
No obstante, no sólo la ciudad es merecedora de ser descubierta. Hay dos lugares más que no pueden dejar de visitarse. Jamás he llorado cuando he estado delante de un edificio arquitectónico y ha tenido que ser en la provincia de Palencia donde se me han saltado las lágrimas al estar delante de ellos. Sthendal sintió por mí. Pero eso lo dejo para otras entradas.

martes, 4 de diciembre de 2018

Tipical Spalucia



Lo que ha pasado en Andalucía era algo que se podía adivinar. España es un país que no se ha quitado sociológicamente la idea del franquismo (o fascismo, valga la redundancia). Un violador no es célibe de un día a otro, un ladrón no se vuelve honrado de un día para otro y un franquista no se vuelve demócrata de un día para otro. El sentimiento fascista estaba adormecido y el separatismo catalán ha sido la mecha para despertarlo. La derecha ha echado leña al fuego y la izquierda no ha sabido como apagarlo.
Las elecciones andaluzas no han sido para elegir el gobierno de la Junta, han sido unas elecciones en clave nacional. Un factor, creo que importante, es el de que en Cataluña hay mucho emigrante andaluz (lo que allí llaman charnego) y que quizá el tema independentista ni les va ni les viene, es más, quizá se sientan ‘marginados’ y ‘señalados’ por los independentistas y cuando han tenido la ocasión de devolver el golpe a ciertos catalanes (entiéndase la metáfora) han votado que ellos son más españoles que nadie y el que viva España. Ha ganado la “España de balcones” que defendía Casado (como si poner colgado un trapo rojigualdo fuera a solucionar todos los problemas), la España que se pone la camiseta de la Selección Española y la España que despide a la Guardia Civil de los cuarteles al grito “a por ellos”.
Hace años, en una de las visitas que hice a Collioure para visitar la tumba de Machado, paré a echar gasoil en la última área de servicio que hay antes de pisar suelo francés. Fue la primera y la última vez. Allí vendían figuras de bailaoras flamencas, toreros, guitarritas, sombreros cordobeses, un portarretratos de Lola Flores, abanicos… todos sobre un pequeño pedestal con una plaquita que se podía leer ‘España’. Sí, eso es lo primero que se encuentra (o se encontraba) un europeo al cruzar la frontera y entrar en este país. Todos los españoles somos eso, esa es la imagen que damos. ¡Claro! Cuando eso está en peligro sale el machito ibérico (o no sé si llamarlo, por extensión, machito andaluz) y dice que de eso nada, que somos muy españoles… y entonces es cuando pasa lo que pasa.
‘Andaluces levantaos’, dice el himno andaluz. No haré un chiste fácil, pero si es para esto más vale que continúen sentados.
Ahora bien. Del PP no se puede esperar nada, nada bueno, quiero decir. No tienen vergüenza porque es algo que no se podía robar en la caja del dinero público. Y Ciudadanos pues más o menos lo mismo, aunque no se puede decir que, comparados con los peperos, hayan metido la mano en la caja. Pero como el machito ibérico (o, insisto, machito andaluz) sólo se mueve por las testosterona, tengo curiosidad por ver si en los próximos días, de la misma forma que llaman a Podemos partido de extrema izquierda (sinceramente, a mí eso me pone), tienen cojones para llamar a VOX partido de extrema derecha.
Pero en todo esto hay una nota cómica. Javier Maroto (como lo definiría un verdadero macho ibérico, o macho andaluz), ‘un maricón’, del PP, haciéndole guiños a VOX diciendo que “Lo mejor que les puede pasar a los hispanoamericanos es que su hija se case con un español” o que “Lo que no puede pretender es que ellos sí puedan pactar con independentistas como el señor Torra y los batasunos, y yo no pueda pactar con el partido donde milita Ortega Lara”. Este (como lo definiría un verdadero macho ibérico, o macho andaluz) ‘maricón’ que se pudo casar con su marido (otro día habrá que hablar de la doble moral de los conservadores), gracias a que un Gobierno del PSOE aprobó una ley de matrimonio homosexual, ahora flirtea con un partido que se quiere cargar esa ley… ¿este tío podrá dormir por las noches?
Si es que, visto lo visto, no me extraña que los catalanes quieran separarse de ‘Espalucía’ ¡y quién no!

sábado, 1 de diciembre de 2018

Cosas del sábado


Los sábados ya no los marca sólo el bombón con hielo y el periódico a las 12:00.