martes, 29 de marzo de 2022

El viento a favor


Pertenece al álbum ‘Pequeño’, del año 1999… ¿y quién si no la podía cantar? No podía ser otro: Enrique Bunbury. El autor de la banda sonora para cada momento de mi vida.
¡Cuántos recuerdos me trae esta canción!
La escuchaba hace como unos veinte años (¿tanto?). Por aquella época se cerraba una parte importante de mi vida, probablemente la más influyente; acababa mis estudios y era el momento de tomar decisiones que marcarían mi futuro; evidentemente eran cuestiones que no dependían de mí. Un sí o un no (como así ocurrió) lo podían cambiar todo.
Esos momentos en lo que creías que habías tocado fondo y que nada podía cambiar, ya que no tenías ganas de nada y te metías en un mundo de cristal. Es en esos momentos cuando necesitabas palabras de aliento y una esperanza que te advirtiese que desde un punto de inflexión cualquier cosa que pasase sólo podía significar que todo iría mejor.
Esta canción sonaba una y otra vez desde mi ordenador (internet quedaba un poco lejos todavía). Todavía guardo aquel CD.
Hoy, como entonces, es la que mejor puede sonar.

Si ya no puede ir peor,
haz un último esfuerzo,
espera que sople el viento a favor.
Si sólo puede ir mejor
y está cerca el momento,
espera que sople el viento a favor.



sábado, 26 de marzo de 2022

El hilo rojo


Escribí hace tiempo sobre el hilo rojo. Ese que nos une a otra persona y que puede estirarse y enredarse, pero nunca romperse.
Hace unos días vi la película que trata la leyenda y para mí escenifica lo que significa la leyenda. No se trata de hacer un spoiler de la misma, pero el final le da todo el sentido. No hay que quedarse en lo que ocurre, si no en lo que es, en lo que significa. Para mí es sólo la primera parte; en la segunda se cumple la leyenda.

Un hilo rojo nos conecta…
No importa el tiempo…
No importa el lugar…
Se puede estirar…
Tensar o enredar…
Pero nunca romper.



martes, 22 de marzo de 2022

Teruel, la leyenda sigue viva...



Hay una leyenda que dice que Teruel nació sobre el monte en el que se divisó a un toro que buscaba alcanzar la primera estrella del anochecer. Todo esto sucedió en el siglo XIII, cuando aún el linaje y la nobleza determinaban el destino de los turolenses. Caprichoso y hostil destino, a menudo.
Y ahí, bajo los inviernos fríos de la villa del toro y el repicar de las campanas de la Iglesia de San Pedro, se esconde una verdadera historia de amor, la de los amantes de Teruel, Isabel de Segura y Juan (aunque por culpa de Lope de Vega es más conocido como Diego) Martínez de Marcilla, dos adolescentes enamorados pero condenados al desamor. Cinco años de espera, un beso rechazado, una muerte de tristeza y otra de culpa.
Este año, excepcionalmente durante el mes de febrero, la ciudad de Teruel revive la tragedia de Los Amantes. En sus calles se recrea el ambiente medieval de la época, así como las distintas escenas de la historia de Los Amantes convirtiendo a la ciudad en una fiesta que sumerge al visitante en el Siglo XIII.
Y de eso ya hace más 800 años… Y allí están, para toda la eternidad, pero sin llegar a tocarse… un amor imposible… o quizá no tanto, porque más de 8 siglos después siguen juntos.




sábado, 19 de marzo de 2022

Me canso


Me canso de caminar con pasos sin sentido y que mis pies sigan un recorrido desconocido.
Me canso de que los latidos de mi corazón suenen como el rugido de un león enjaulado.
Me canso de que mi sonrisa sea un simple acto reflejo forzado.
Me canso de que mis ojos sigan abiertos cuando la pesadez de mis parpados suplica lo contrario.
Me canso de las palabras, de las conversaciones y de las frases sin sentido.
Me canso de la gente con la que tengo que tropezar.
Me canso de pagar por favores que no me han hecho, que no he pedido.
Me canso de no ver llegar las decepciones y fingir que no pasa nada.
Me canso de amistades disfrazadas.
Me canso de hablar, de callar, de tener que sacar palabras forzadas y silencios encarcelados.
Me canso de las cicatrices que no tuvieron que nacer de una herida.
Me canso de las confianzas traicionadas.
Me canso de excusas injustificables.
Me canso de lo que no me cansaba.
Me canso y eso me lleva al me he cansado.
Me he cansado…
Me he cansado…
Me he cansado…
Me paro… que el mundo siga girando.

martes, 15 de marzo de 2022

Las razones y las sinrazones de Rusia (y de los otros)



Desde que comenzó el conflicto de Rusia y Ucrania he tratado informarme sobre los verdaderos motivos de esta guerra. Es ahí cuando uno se da cuenta de que no todo es como se lo han contado y, sin tratar de justificar las acciones rusas, tener una opinión propia. En una guerra siempre hay dos bandos y, sin ser partidista, es bueno conocer ambas posturas.
La actual tensión bélica en torno de Ucrania está motivada por el temor ruso a que se integre en la OTAN o que, sin llegar a tanto, se convierta en una especie de portaaviones repleto de armas occidentales apuntando hacia Moscú. Eso constituiría un riesgo existencial que Rusia nunca va a permitir. Pero siendo eso cierto, la realidad es que las apetencias rusas sobre Ucrania son más antiguas.
En primer lugar, la historia de Rusia y de Ucrania, el granero tradicional de Rusia y la cuna de los cosacos, están estrechamente ligadas desde el siglo IX, pues los rusos se reclaman herederos de la federación de tribus eslavas conocidas como los Rus de Kiev. Son lazos muy antiguos.
En segundo lugar, Putin considera la desaparición de la URSS en 1991 como ‘la mayor tragedia’ del siglo XX, porque privó a Moscú del control de 2 millones de kilómetros cuadrados, y Rusia dejó de ser una superpotencia a la que el mismo Obama despreciaba cuando la calificó de “una potencia regional” (hace falta ser imbécil para decir eso). Son muchos los rusos que aún hoy no comprenden que Bielorrusia, o Ucrania, o Estonia, Letonia y Lituania sean países independientes y que no toleran haber perdido el puerto de Riga, que era la salida natural de Rusia al mar Báltico.
En tercer lugar, es un error de occidente cuando en 1991 trató a Rusia como un país derrotado; cuando con la desaparición de la URSS quien fue derrotado fue el comunismo. Por ello, inconscientemente, se aisló a Rusia y no se la integró en el nuevo marco político en que estaba quedando Europa.
En cuarto lugar, Moscú afirma que, cuando la URSS se deshizo y con ella el Pacto de Varsovia, recibió garantías de que la OTAN no se acercaría a sus fronteras. Ahora nadie recuerda ese ‘compromiso’, que no está escrito en ningún lugar y que además violaría la soberanía de países independientes al coartar su derecho a decidir su libremente futuro.
En quinto lugar, la OTAN hizo en 1997 una gran ampliación hacia el este acogiendo en su seno nada menos que a doce países que antes habían estado en la órbita soviética como Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania, etc. Esto provocó un gran disgusto en el Kremlin, que desde entonces siente que la soga de la OTAN se aprieta en torno a su cuello. Y no le gusta esa sensación de asfixia.
En sexto lugar, no contenta con ello, en 2008 la OTAN ofreció el ingreso también a Georgia y a Ucrania. Fue un poco frívolo por su parte, porque no tenía intención real de admitir a esos dos países –como sigue sin tenerla hoy–, pero hizo correr otro escalofrío por la ya escaldada espalda de Rusia, que aprovechó el momento para intervenir en las regiones georgianas de Osetia del Sur y Abjasia.
Y cuando el presidente pro-ruso de Ucrania, Víktor Yanukóvich, vetó un acuerdo comercial con la Unión Europea, la gente se hartó, salió a la calle y le derrocó en las revueltas conocidas como Euromaidán, en las que el Kremlin siempre vio la larga mano de Europa. Rusia entendió que se había violado otra línea roja y reaccionó invadiendo Crimea con soldados sin distintivos y luego anexionándola sin mayores miramientos. Moscú no cree haber obrado mal, porque Crimea fue conquistada al Imperio otomano por Catalina la Grande y Potemkin. Fue rusa desde entonces y sólo pasó a pertenecer a la soberanía ucraniana cuando Kruschev se la regaló a Kiev, desde luego sin poder imaginar que un día Ucrania sería un país independiente. Moscú piensa que lo único que ha hecho es poner las cosas nuevamente en su sitio. Fue una decisión aplaudida por el pueblo ruso, que ha aceptado las sanciones que le ha impuesto la comunidad internacional y que considera injustas.
En Moscú se piensa que si se puede romper Serbia, como hicieron los EEUU en 2008 para crear la república de Kosovo, o si se deja a Israel anexionarse los Altos del Golán y partes de Cisjordania, y a Marruecos anexionarse el Sáhara Occidental, no hay razón para impedir que Rusia haga lo mismo en Crimea, o ahora quizás en Donbass. Y más aún cuando considera en peligro su seguridad.
La política exterior imperial de Putin no es en esto diferente de la que hubiera hecho la Rusia imperial zarista o la Rusia imperial comunista, porque las tres habrían estado hoy de acuerdo en la necesitad vital de rediseñar la arquitectura de seguridad europea para hacer retroceder el reloj hasta 1997, exigir la anulación de la ampliación de la OTAN al Este o al menos de sus efectos, crear un glacis de seguridad en torno de sus fronteras o, lo que es lo mismo, volver a dividir Europa para asegurarle a Rusia una zona de influencia como en su día tuvo la URSS.
Y si para eso tiene que pagar un precio está dispuesto a hacerlo y esa es la gran diferencia, porque Moscú parece dispuesto a poner muertos encima de la mesa para lograr sus objetivos y la OTAN no; Europa habla de responder con sanciones económicas (que es lo que está haciendo), porque Ucrania no es miembro de la Alianza Atlántica. Putin lo sabe y además Biden lo dejó también muy claro hace pocos días. Los soldados que ahora EEUU ha puesto en alerta no están destinados a defender a Ucrania, sino a tranquilizar a los países Bálticos y a Polonia. Imagino que Putin ha elegido el momento perfecto, ya que EEUU no está en el mejor momento de tomar la iniciativa después de haber salido de malas maneras de Afganistán, además, creo que le preocupa más el auge de China que el de Rusia. Francia tiene elecciones este año y Macron no tiene garantizada la reelección y en el Reino Unido Boris Johnson se ve acosado y puede caer por su frivolidad de hacer frecuentes fiestas en su residencia oficial mientras el resto del país estaba confinado por la pandemia. El resto –e incluyo a la UE como bloque– no contamos.
Pero si Putin tiene esas razones no tiene razón, porque lo que hace va en contra del Derecho Internacional. En 2022 no es admisible que se use el chantaje y la amenaza para tratar de doblegar la voluntad soberana de un país. Menos aún usar la fuerza para alterar las fronteras de Europa y aún menos para establecer una nueva división del continente y una nueva zona de influencia sometida a los dictados de Moscú. Es la seguridad de Europa entera la que está en juego, porque mirar ahora para otro lado probablemente animará a futuras agresiones en otros lugares y con otras excusas.
El problema es que aquí todos han ido muy lejos y ceder no es fácil. Putin no puede volver a meter en los cuarteles a los cien mil soldados desplegados junto a las fronteras de Ucrania y regresar a casa con las manos vacías. Y Estados Unidos –y Europa– tampoco pueden ceder porque tienen de su parte el derecho internacional, porque es la seguridad de nuestro continente la que está en juego y porque saben que China está siguiendo con mucha atención lo que ocurre en el escenario europeo y extraerá consecuencias que podrá poner en práctica con su propia reclamación sobre Taiwán.
Ojalá se imponga el sentido común porque si Rusia ahora se equivoca e invade –aunque sea parcialmente– Ucrania, le impondremos sanciones económicas muy fuertes que le harán mucho daño, que probablemente excitarán más el nacionalismo de una población que se sentirá injustamente tratada (tenemos el caso de Kosovo, el Sáhara, etc.) y eso contribuirá a empujar a Rusia a los brazos de China, cosa que tampoco interesa. Lo que a Europa le interesa es una buena relación con Rusia, pero no podemos construirla bajo el chantaje de las bayonetas.
Por todo ello sí que creo que Rusia tiene motivos para hacer lo que está haciendo; han estado provocándola, quizá para ver hasta dónde sería capaz de llegar, aunque probablemente no tenga razón por todo lo que supone. La solución no es fácil.

sábado, 12 de marzo de 2022

La función de teatro




¿Alguien recuerda cuando hubo una epidemia global por culpa de un virus llamado covid – 19?
¿Y alguien recuerda a aquel volcán de La Palma que arrasó media isla con miles de millones de daños?
Parece que no. Ahora no se habla de ello. En estos momentos lo que importa es la guerra entre Ucrania y Rusia.
Me parece algo complejo hablar del tema. A veces, no estar a favor de la opinión pública puede ser un tanto estigmatizante.
La guerra esta no empezó el 24 de febrero… comenzó mucho antes, décadas antes, justo desde la desmembración de la URSS. Desde ese día hasta que Putin decidió invadir al país vecino han ocurrido muchas cosas que no se han dicho. Pero llegados a este punto lo más sencillo es apoyar a Ucrania y criticar a Rusia.
Como dice el refrán, ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos. A partir de aquí, cada cual que piense lo que quiera.
Nosotros somos simples espectadores que vamos a una función de teatro y los actores deciden como nos quieren contar la obra… en nosotros está el decidir si nos gusta o no lo que vemos. A eso se llama ser críticos.

martes, 8 de marzo de 2022

Sácame de aquí


Agotado y cansado… sin ideas… Sácame de aquí.


sábado, 5 de marzo de 2022

Micro XXXI


El amor que hace daño no es amor. El amor que duele es el verdadero.