El respeto que tenemos que tener a la muerte de Rita Barberá no es justificante para el panegírico a su figura política ni para todos los honores que le están rindiendo. No viene a qué. Lo que merecía es un juicio que ya no se celebrará para que explicase su implicación en la trama de blanqueo y financiación del PP, pero no se merece ningún elogio ni respeto institucional quien ha dirigido una alcaldía en la que todos sus miembros han sido imputados. La muerte no hace mejor a nadie, simplemente mata.
Y en su partido, como siempre, con cinismo. Fueron sus propios compañeros los que la obligaron a que se apartara del PP y la habían convertido en una apestada; tanto que ni siquiera se atrevían a acercarse a ella el día del comienzo de la legislatura. Ahora la convierten en poco menos que Isabel la Católica. Algo bueno puede tener la muerte de Rita, no servirá para blanquearla a ella, pero servirá para que algunos blanqueen su mala conciencia. Aunque algunos son tan zotes que ni siquiera saben lo que es la vergüenza, con un diccionario en las manos comenzarían por la primera palabra hasta encontrar esa palabra. Hace falta ser muy sinvergüenza para acusar del fallecimiento de Barberá a los periodistas que han publicado sus presuntas corruptelas y probados despilfarros.
Ha sido su propio partido el que la ha abandonado y ahora buscan culpabilizarnos a todos; pero la única responsable de su situación ha sido la propia Rita.
Fue ella quien despilfarraba el dinero público y cargaba gastos de partido a las arcas de la alcaldía, quien aceptaba bolsos de Louis Vuitton, quien abandonó su coche en el garaje del ayuntamiento durante años como si fuera su casa, quien gastó una millonada en coches oficiales, quien se pasó 54 días sin pisar el Senado (pero cobrando como si fuera) donde la aforó Rajoy o quien dirigía el PP de Valencia mientras se ‘pitufeaba’ para financiar el partido en B. Piden respeto para quien no lo tuvo con los ciudadanos. El respeto no lo da la muerte, se gana en vida.
Por eso ha sido improcedente dedicarle un minuto de silencio en el Congreso. En el Parlamento, donde se les ha negado a otros, como a Labordeta, y es muy poco habitual. El minuto de silencio a Barberá era un homenaje que no merecía, no necesitaba e interesado. El problema no es que Unidos Podemos se haya ausentado, el problema es utilizar las instituciones de este país para distinguir a políticos que las han deshonrado. España debe dejar de dignificar a quienes representan el despilfarro y la corrupción.
Hay que reconocer que ha llevado el aforamiento hasta sus últimas consecuencias. Por ese privilegio de no poder ser juzgada por un tribunal ordinario, ahora solamente Dios podrá juzgarla sometiéndola al juicio divino… paradojas de la vida. El PP ha empezado su canonización. La han hecho mártir, la han ascendido a los cielos y acabarán subiéndola a los altares: Santa Rita mártir, patrona de la corrupción. No seré yo quien le quite en su muerte nada de lo que fue en su vida, un ejemplo de lo que no debiera ser nunca la política.
Ha sido su propio partido el que la ha abandonado y ahora buscan culpabilizarnos a todos; pero la única responsable de su situación ha sido la propia Rita.
Fue ella quien despilfarraba el dinero público y cargaba gastos de partido a las arcas de la alcaldía, quien aceptaba bolsos de Louis Vuitton, quien abandonó su coche en el garaje del ayuntamiento durante años como si fuera su casa, quien gastó una millonada en coches oficiales, quien se pasó 54 días sin pisar el Senado (pero cobrando como si fuera) donde la aforó Rajoy o quien dirigía el PP de Valencia mientras se ‘pitufeaba’ para financiar el partido en B. Piden respeto para quien no lo tuvo con los ciudadanos. El respeto no lo da la muerte, se gana en vida.
Por eso ha sido improcedente dedicarle un minuto de silencio en el Congreso. En el Parlamento, donde se les ha negado a otros, como a Labordeta, y es muy poco habitual. El minuto de silencio a Barberá era un homenaje que no merecía, no necesitaba e interesado. El problema no es que Unidos Podemos se haya ausentado, el problema es utilizar las instituciones de este país para distinguir a políticos que las han deshonrado. España debe dejar de dignificar a quienes representan el despilfarro y la corrupción.
Hay que reconocer que ha llevado el aforamiento hasta sus últimas consecuencias. Por ese privilegio de no poder ser juzgada por un tribunal ordinario, ahora solamente Dios podrá juzgarla sometiéndola al juicio divino… paradojas de la vida. El PP ha empezado su canonización. La han hecho mártir, la han ascendido a los cielos y acabarán subiéndola a los altares: Santa Rita mártir, patrona de la corrupción. No seré yo quien le quite en su muerte nada de lo que fue en su vida, un ejemplo de lo que no debiera ser nunca la política.