martes, 31 de marzo de 2015

El Cristo de las Tres Manos, Teruel



Por la semana en la que nos encontramos creo que esta entrada es apropiada, no tanto vista desde un punto de vista religioso como curioso.
En la iglesia del Salvador, en Teruel, se venera un Cristo que se le llama el Cristo de las Tres Manos. La razón es porque tiene una tercera mano en el lado izquierdo. No he podido averiguar el origen de esta figura, ni su autor ni la época en la que se modeló aunque, por algunas características, podría tratarse de una transición entre el románico y el gótico, pudiera ser del siglo XII.
Respecto a su llegada a Teruel cuenta la leyenda que apareció flotando por las aguas del río Guadalaviar, que llegaba desbordado debido al deshielo de la nieve. La imagen se paró frente a las murallas de la ciudad y al rescatarlo los lugareños y llevarlo a la iglesia en la que se encuentra actualmente sucedió un milagro y las aguas descendieron.
En cuanto a su tercera mano hay un par de versiones. Una, la más conocida y extendida, dice que el Cristo pertenecía a un conjunto escultórico que se ha perdido, probablemente era un descendimiento, porque no lleva una corona de espinas, sino de gloria; la tercera mano sería de alguna figura de ese supuesto conjunto. La segunda versión apunta a que se trata de la mano de un ladrón que trató de robar el Cristo y se le quedó pegada.


Hay un hecho curioso y es que un obispo, aludiendo la falta de belleza del Cristo, quiso destruirlo, cosa que evidentemente no ocurrió.
Sea lo que sea y mezclando realidad con leyenda, se trata del Cristo más venerado de Teruel y prueba de la devoción que le profesan es la Hermandad del Cristo de las Tres Manos, que se constituyó en 1639 y todavía hoy sigue vigente.
La iglesia en la que se encuentra, al lado de la torre del Salvador, no es destacable desde el punto de vista arquitectónico y tampoco está abierta para visitas turísticas, por lo que la imagen solamente se puede ver en horas de culto y al final de cada oficio el párroco siempre deja unos minutos para mirar el Cristo y sacar alguna fotografía sin problemas.
Este Cristo, tan desconocido como enigmático, es uno más de los motivos por los que merece la pena visitar Teruel. Estos días veremos por televisión imágenes de procesiones en las mismas ciudades de siempre (cada cual ya sabe cuáles son), pero seguro que no vemos nada de Teruel. Pues sí, aunque parezca mentira Teruel existe… pero hay que descubrirlo.

sábado, 28 de marzo de 2015

martes, 24 de marzo de 2015

Desenmascarando a Montoro


Un vídeo en el que mi admirado Federico Jiménez Losantos (aunque ideológicamente esté en las antípodas con él) define muy bien al Ministro de Economía Cristobal Montoro y la relación con un despacho de economía que creó hace algunos años. Dice cosas tan interesantes como: “La corrupción al mayor nivel que puede establecerse en un país. Que el Ministerio de Hacienda tenga un despacho particular donde cobra a entidades públicas y privadas a cambio de protección fiscal”.



sábado, 21 de marzo de 2015

La gran farsa de la derecha



Hace años, cuando aún no estaba en política y Podemos ni siquiera era un proyecto realizable, un tal Juan Carlos Monedero realizó en su esfera privada una serie de trabajos propios de su especialidad profesional, para determinados países sudamericanos, como han hecho un sinfín de catedráticos y profesores universitarios en las últimas décadas. Como las cosas funcionan como funcionan, tardó años en percibir su remuneración y decidió crear una sociedad unipersonal para facturarlos. No olvidemos que en este país existen miles de sociedades unipersonales o familiares creadas con el único fin de tributar a la Agencia Tributaria, recomendadas por los propios asesores fiscales, y nadie se rasga las vestiduras por ello.
Si Monedero no fuese en la actualidad un destacado activista político de un partido que aspira a gobernar nuestro país, que se ha convertido en la principal oposición al Partido Popular, no hubiese pasado nada, o a lo sumo Hacienda le habría remitido una declaración paralela, de entender que tributaba indebidamente, lo que podría ser discutido incluso ante los Tribunales, dadas la diversas interpretaciones existentes en situaciones similares. Lo que es evidente es que declaró sus ingresos y cuando se cuestionó públicamente si era o no correcto hacerlo a través de una sociedad unipersonal decidió aplicarse para sí mismo el criterio más exigente y presentar una declaración complementaria, por lo que en estos momentos está al día con Hacienda, e incluso se le debe un dinero ingresado en exceso.
Lo que sí resulta escandaloso y delictivo es que el Gobierno, a través de Cristóbal Montoro, o allegados a éste, filtre a la prensa, por motivaciones políticas y partidistas, un documento secreto de la Agencia Tributaria, como es la declaración de un particular, con la única finalidad de construir un escándalo político. Es el mismo Gobierno que se negó a publicar las listas de los mayores defraudadores de este país, y que alegó motivos de confidencialidad para ocultar las personas que se acogieron a la amnistía fiscal. Pero Juan Carlos Monedero es la excepción, por cuanto es preciso destruir y desprestigiar a un movimiento político que aspira a expulsar del poder al partido más corrupto de la historia de la democracia.
La Vicepresidenta del Gobierno llegó a afirmar que “si todos los españoles hicieran lo que hace Monedero a ver cómo íbamos a pagar los Servicios Públicos, la Sanidad o la Educación”. ¿Le damos la vuelta? “Si todos los españoles hicieran lo que ha hecho Monedero, declarando sus ingresos, haciéndolo en España y presentando su declaración complementaria ante las dudas surgidas podríamos haber evitado los recortes en los Servicios Públicos, la Sanidad o la Educación”.
En el fondo todo esto es un burdo montaje de una derecha que no tiene escrúpulos para mentir, difamar, engañar y tratar de manipularnos a todos. ¿De qué va a dar esta gentuza lecciones? La hipocresía, el cinismo y el fariseísmo nos gobiernan. Su única intención es tapar sus vergüenzas, aunque se conforman con que pensemos que los demás son tan sinvergüenzas como ellos.

martes, 17 de marzo de 2015

Si fuese un pitufo...



Me encantaría ser el pitufo gruñón.

sábado, 14 de marzo de 2015

El tiempo es relativo



Cinco horas, ¿son muchas o pocas? Que se lo pregunten a Carmen.
Catorce horas, ¿son muchas o pocas? Depende para qué o para quién.
¿Una semana? Siete días… ciento sesenta y ocho horas… diez mil ochenta minutos… seiscientos cuatro mil ochocientos segundos…
Bueno… el sitio es perfecto y siempre está la excusa de que hay muchas cosas que ver; eso o colgarse de las manijas de un reloj, como Harold Lloyd, pretendiendo que el tiempo pase más deprisa. Paciencia, por algo la llaman ‘Semana de Pasión’.
Pero seré respetuoso y no me reiré, aunque una ligera sonrisa pueda delatar mis pensamientos. (¿Os habéis fijado lo que engancha comer pipas? ¡Es increíble!).

martes, 10 de marzo de 2015

Agustina de Aragón



El pasado fin de semana me entró un ataque de curiosidad y me puse a ver una película histórica, Agustina de Aragón; aunque la había visto de pequeño, creo que con siete u ocho años, no la recordaba, salvo la típica imagen de Agustina, interpretada por Aurora Bautista, con una antorcha en la mano para prender la mecha de un cañón gritando a los franceses eso de “no tomaréis Zaragoza”.
Es una película que no se puede tomar como ejemplo fidedigno de lo que fueron los sitios de Zaragoza y, ni mucho menos, del papel desempeñado por la heroína nacida en Barcelona. Hay que tener en cuenta que estamos en una película del año 1950, en el cenit del franquismo más oscuro, y todo el cine patrio de la época tenía un exaltado sentimiento nacionalista español.
Dejando de un lado la calidad cinematográfica de la cinta, me sorprendió la imagen es la que se da del pueblo español que, quizá, no distase mucho de la realidad: un pueblo torpe, paleto e inculto pero muy defensor de lo suyo.
Si nos metemos en el espacio histórico, los finales del siglo XVIII y principios del XIX fueron muy convulsos en el país, pero tampoco se trata de profundizar demasiado en la época.
Lo que me hizo pensar, y aquí viene mi reflexión, cómo es posible que los franceses no consiguieran su objetivo en este país. Supongo que algo de culpa (nótese la ironía) tendrá este bendito pueblo español.
Lo francés tenían grandes simpatías entre lo que podríamos llamar progresistas, aunque ese término no existía aún, y lo que en la época se llamaba ‘afrancesado’. El absolutismo que reinaba en España había intentado poner barreras a las influencias de la Revolución Francesa, pero las nuevas ideas de libertad se habían contagiado a este lado de los Pirineos. José I, antes incluso de entrar en España, dio la primera Constitución limitando los poderes regios, la llamada de Bayona, que abolía la Inquisición y la tortura legal. Para los afrancesados, llegaban las libertades a España. Las ideas de Rousseau, Voltare y Diderot habían contagiado a la clase intelectual de este país. Hay un cuadro que refleja muy bien lo que era la España de aquel país… ‘Duelo a garrotazos’ pintado por Francisco de Goya; su nombre no deja lugar a dudas. Eso era España, eso era la sociedad… eso es lo que se encontraron los franceses. Un pueblo retrasado, servil y religioso.


¿Cómo es posible que se impusiera el oscurantismo y el servilismo frente a los aires de libertad que llegaban de Francia? Habría mucho que hablar sobre ello.
Los franceses se retiraron y con ellos las grandes ideas ilustradas, para volver al absolutismo más acérrimo personalizado en la figura de Fernando VII.
Pero, como he dicho antes, no se trata de hablar de historia, más bien hacer una reflexión sobre la idiosincrasia del pueblo español.
Ha habido más oportunidades para cambiar este país y, quizá, las vuelva a haber… pero en España ‘habemos gente pa tó’. Una pena.

martes, 3 de marzo de 2015

Incógnita resuelta



Nunca he sabido si un refrán referido a la enseñanza dice que ‘no hay malos alumnos, hay malos profesores’ o ‘no hay malos profesores, hay malos alumnos’. Sea como sea, tengo que poner en la balanza de mi debe que no tengo paciencia para enseñar… es algo que ya me han dicho en alguna ocasión. Quizá sea debido a que entiendo que hay cosas que se tendrían que saber, de la misma forma que se saben los días de la semana o los meses del año y me encrespa un poco que la gente, en general, no las sepa.
Esa falta de paciencia se acentúa más cuando explico alguna cosa y el receptor no lo entiende. Reconozco que llega un momento en el que interiormente ‘estallo’. Creo que para explicar ciertas cosas se tiene que tener una base, por ejemplo, un alumno no puede calcular un pórtico si antes no tiene nociones de física. Es decir, puedo enseñarle a calcular ese pórtico, ahora bien, partiendo de la base de que ya conoce la Tercera Ley de Newton, porque es algo fundamental; es como si cualquiera de nosotros quisiera aprender a conducir sin haber visto jamás un coche ¡sería imposible!
Dicho lo cual… a ciertos niveles se tiene que tener una base. Ahora bien, ¿qué ocurre en otros niveles? Por ejemplo para enseñar ecuaciones. Si se ha explicado la regla de los signos, se explica cómo actuar cuando hay un paréntesis (si delante hay un signo negativo o un número que lo multiplica, ya sea positivo o negativo), cómo actuar si hay fracciones… una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez… durante meses… haciendo docenas de ecuaciones… y el alumno no lo asimila… ¿qué ocurre? ¿Qué falla? Porque llega un momento que es tal la impotencia, que sabes que, por mucho que lo vuelvas a explicar… sea de la forma que sea… empezando por el principio… con otros ejemplos… para tu frustración, el alumno no lo va a entender.
Llegado a este punto creo que he resuelto la X de mi ecuación: ‘no hay malos alumnos, hay malos profesores’. No todos servimos para ello.