martes, 10 de marzo de 2015

Agustina de Aragón



El pasado fin de semana me entró un ataque de curiosidad y me puse a ver una película histórica, Agustina de Aragón; aunque la había visto de pequeño, creo que con siete u ocho años, no la recordaba, salvo la típica imagen de Agustina, interpretada por Aurora Bautista, con una antorcha en la mano para prender la mecha de un cañón gritando a los franceses eso de “no tomaréis Zaragoza”.
Es una película que no se puede tomar como ejemplo fidedigno de lo que fueron los sitios de Zaragoza y, ni mucho menos, del papel desempeñado por la heroína nacida en Barcelona. Hay que tener en cuenta que estamos en una película del año 1950, en el cenit del franquismo más oscuro, y todo el cine patrio de la época tenía un exaltado sentimiento nacionalista español.
Dejando de un lado la calidad cinematográfica de la cinta, me sorprendió la imagen es la que se da del pueblo español que, quizá, no distase mucho de la realidad: un pueblo torpe, paleto e inculto pero muy defensor de lo suyo.
Si nos metemos en el espacio histórico, los finales del siglo XVIII y principios del XIX fueron muy convulsos en el país, pero tampoco se trata de profundizar demasiado en la época.
Lo que me hizo pensar, y aquí viene mi reflexión, cómo es posible que los franceses no consiguieran su objetivo en este país. Supongo que algo de culpa (nótese la ironía) tendrá este bendito pueblo español.
Lo francés tenían grandes simpatías entre lo que podríamos llamar progresistas, aunque ese término no existía aún, y lo que en la época se llamaba ‘afrancesado’. El absolutismo que reinaba en España había intentado poner barreras a las influencias de la Revolución Francesa, pero las nuevas ideas de libertad se habían contagiado a este lado de los Pirineos. José I, antes incluso de entrar en España, dio la primera Constitución limitando los poderes regios, la llamada de Bayona, que abolía la Inquisición y la tortura legal. Para los afrancesados, llegaban las libertades a España. Las ideas de Rousseau, Voltare y Diderot habían contagiado a la clase intelectual de este país. Hay un cuadro que refleja muy bien lo que era la España de aquel país… ‘Duelo a garrotazos’ pintado por Francisco de Goya; su nombre no deja lugar a dudas. Eso era España, eso era la sociedad… eso es lo que se encontraron los franceses. Un pueblo retrasado, servil y religioso.


¿Cómo es posible que se impusiera el oscurantismo y el servilismo frente a los aires de libertad que llegaban de Francia? Habría mucho que hablar sobre ello.
Los franceses se retiraron y con ellos las grandes ideas ilustradas, para volver al absolutismo más acérrimo personalizado en la figura de Fernando VII.
Pero, como he dicho antes, no se trata de hablar de historia, más bien hacer una reflexión sobre la idiosincrasia del pueblo español.
Ha habido más oportunidades para cambiar este país y, quizá, las vuelva a haber… pero en España ‘habemos gente pa tó’. Una pena.

No hay comentarios: