‘De molinero cambiarás, pero de ladrón no escaparás’, proverbio español que en la zona manchega de molinos conocen y aplican muy bien. Lo mismo se podría decir del PP. Pablo Casado es el líder populista de extrema derecha que todos estaban esperando. Ocupa un lugar que parecía destinado a Albert Rivera y Ciudadanos. No sabría decir si los naranjitos llegaron muy tarde o muy tarde, el caso es que no acabaron de ubicarse.
Casado es, como buen pepero, cínico y sin vergüenza. ¿Por qué digo esto? El nuevo presidente del PP es el elemento que dijo que “los de izquierdas están todo el día con la guerra del abuelo, con las fosas de no sé quién”, pero que cerró su discurso de investidura en el aquelarre pepero citando, ni más ni menos, que a Antonio Machado.
Con Casado gana la desmemoria y los del brazo incorrupto de Santa Teresa; los que humillan a las víctimas hablando de la guerra del abuelo y de quienes luchan por sacar a los asesinados de las fosas, citando a Machado, un republicano confeso perseguido por los que Casado representa: “ni está el mañana ni el ayer escrito”, concluyó. El poema completo es…
“¡Qué importa un día!
Está el ayer alerto
al mañana, mañana al infinito,
hombres de España, ni el pasado ha muerto,
ni está el mañana –ni el ayer− escrito”
Que no olvide Casado que él y su partido tienen pasado.
Es posible que lo único que un pepero, esos que pertenecen a la ‘España que ha de helarte el corazón’, los ‘de cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María’, pueda citar del gran poeta.
Leer a Ian Gibson, la biografía de Antonio Machado, Ligero de equipaje, como salió de España, cruzó los Pirineos, llegó a Collioure, murió y fue enterrado ha sido, sin lugar a dudas, la lectura más emocionante de mi vida. Estar delante de la tumba del poeta con ese libro en mis manos uno de los momentos que jamás olvidaré.
Escuchar al poeta en boca de Casado es una de las mayores repugnancias.
Escuchar al poeta en boca de Casado es una de las mayores repugnancias.