martes, 26 de noviembre de 2013

Veinte


Y dime Plácido, ¿cómo recuerdas aquello?
Es curioso, pero me da la impresión que no lo he vivido. Quizá, por tantas veces que lo he recordado los recuerdos se han ido gastando en el tiempo y solamente queda la esencia de lo que fue. Simplemente momentos puntuales. Probablemente podría relatarlos en mi memoria como si volviesen a ocurrir, pero casi siempre recuerdo momentos puntuales.
Ya han pasado muchos años. Es curioso, pero, en ocasiones, se mide el paso del tiempo no por lo que vives sino por lo que has vivido. – le dije yo.
Sí, así es. Han pasado veinte años, casi la mitad de nuestras vidas.

Me había reencontrado con Plácido después de mucho tiempo sin hablar con él. Me llamó para charlar y recordar ese tipo de cosas que recuerdan dos viejos amigos. Llegados a un punto siempre se habla de lo mismo, pero la conversación no se hace aburrida. Se recuerdan cosas que han marcado, ¿quién no podría hablar de las suyas? Creo que hay cosas que solamente se pueden hablar con alguna gente en concreto, por los motivos que sea. Creo que eso es lo que le pasaba; él necesitaba hablar más que yo. Siempre salen temas inevitables.

¿Sabes? El otro día estuve mirando fotografías. Ella aparece en algunas pero apenas se percibe su cara; no recuerdo quién las echó pero están todas borrosas. Pero, no sé, es un sentimiento contradictorio.
¿Por qué dices eso? – le pregunté.
Porque quizá, esas fotografías eran premonitorias de lo que iba a suceder. Paradojas de la vida, nuestro futuro estaba borroso. Por una parte me gusta verlas, pero por otra puedes suponer el dolor.
¿Y por qué lo haces?
¿Por qué lo hago? No sé. Supongo que es porque fue el primer gran golpe que tuve y por eso dolió tanto. Supongo que será porque soy así, me gusta recordar. Pero no va más allá de un recuerdo, no se trata de rasgarme las vestiduras. Fue algo tan intenso que de vez en cuando resuena en mi memoria produciendo una especie de eco.
Lo recuerdo. Quizá, al revés, ella lo estaría haciendo ahora, o no, quién sabe, pero estoy seguro que no te olvidaría. – dije yo.
No es algo que lo haga porque ella lo hiciera, simplemente es algo que está ahí. – contestó Plácido con cara de resignación.

En ese momento sonó mi móvil y Plácido calló. Al cortar nos pusimos a hablar de política y la conversación mantenida quedó aparcada. En el ambiente flotaban palabras y recuerdos. Creo que a mi amigo le vino bien la conversación que tuvimos. Al despedirnos me giré para verlo alejarse e iba caminando lentamente, mirando el suelo, lo que pensaba o lo que hizo sólo él lo sabe.

Y en el silencio rompió el llanto,
las lágrimas no tienen consuelo,
no hay motivo para contenerlo.
Nunca una mañana fue tan negra,
ni una noche tan larga.
Igual que nos buscaremos en el silencio
y en la confianza de nuestras miradas perdidas,
porque siempre fue así,
el silencio no te olvida.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Universo intermitente


Habita en lo más profundo de un sentimiento que para mí guardo.
Nació al refugio de dos titanes que te encuentran con una mirada, dos faros que muestran la salida en un laberinto.
En ese momento se clavó en lo más profundo rellenando carencias, supliendo ausencias que perdí hace tiempo.
Respirar su aliento, frío, que te quema por dentro, sólo en ese momento sientes que estás allí con ella.
En ese momento te sientes parte de ella, sientes que siempre has estado, le perteneces y ya estás perdido.
Nada te recuerda otras cosas porque todo es mentira, solamente existe ese momento, el resto forma parte de un sueño que olvidas al despertar.
Dibujas sensaciones para ese universo que se forma, allí quedan.
No hace falta nada más, simplemente estar.
Imposibles que se han hecho silencios admirados.
Estoy allí, contigo, descubriéndote una y mil veces.
Una estrella es poco, que sean nuestros firmamentos.


sábado, 16 de noviembre de 2013

Las ferias medievales



Habría que hacerse una pregunta respecto a las ferias medievales, ¿son una manera de conmemorar el pasado o únicamente sirven de pretexto para obtener beneficios? Yo me decantaría más por lo segundo que por lo primero.
La gente únicamente asiste a estas ferias para comer, hablar y comprar algún chorizo, queso, dulces u objetos de artesanía que poco o nada tienen que ver con el contexto histórico que la propia feria está celebrando. A la gente, en la actualidad, no le interesa una feria de estas características porque le interese aprender sobre el pasado o con aquello que se relacione con lo medieval. Si fuera este el objetivo de las personas es posible que no asistieran a una feria para aprender; más bien se dirigirían a museos o bibliotecas para buscar información, leer, documentarse, resumido en una palabra, ‘aprender’.
Por ello podemos sacar la conclusión que una feria medieval es sinónimo de un acto popular relacionado con una fiesta local, de barrio o cualquier otra excusa. Eso es aprovechado por los Ayuntamientos que apuestan sobre seguro en aquello que no tendrá apenas pérdidas y que producirá beneficios.
Este tipo de actos producen un gran impacto en las gentes y ese es el motivo por el que abunden tanto. Supongo que el ver a la gente disfrazada o un ambiente distinto es atrayente. Podríamos entrar en el debate de la estética, de si los disfraces son adecuados o en cualquier lugar se puede hacer una recreación medieval, pero esto ya sería un debate más concreto sobre este tipo de actos. Quizá, si pudiésemos traer a través del tiempo a alguien que haya vivido durante la Edad Media, probablemente, este tipo de actos le resultarían tan extraños como el mundo actual.
Pero las ferias no son las únicas que se aprovechan del pasado para obtener beneficios. El otro gran coloso en este aspecto es el cine. Su impacto económico es ilimitado. Siempre que sale una película ambientada en un contexto histórico, con hechos aproximados a la realidad, suelen aparecer las críticas sobre el ajuste real, las partes inventadas, que cuenta muchas mentiras, etc. Muchas veces me pregunto ¿realmente estas películas están hechas con un objetivo didáctico?, ¿de verdad quieren ajustarse totalmente a la realidad? Personalmente creo que no, simplemente se trata de obtener beneficios basándose en la historia (como las ferias), si no fuera así la gente las calificaría de documentales y para eso es preciso la manipulación, para obtener clientes.
Actualmente la sociedad usa el pasado como herramienta para obtener beneficios. No siempre el pasado es motivo de esta comercialización y hay excepciones. Soy de la opinión que hay más historia en cualquier piedra de cualquier iglesia que se nos ocurra que en este tipo de ferias, por mucha etiqueta medievalista que lleven. Por eso me cabreo tanto cuando veo una mala intervención restauradora y se cargan la historia y la arquitectura, pero esto es otro tema del que hablaré en un futuro.
Cualquiera que lea este texto podrá decir que exagero, pero yo lanzo una pregunta al aire: ¿cuántos han salido de una feria de estas sabiendo más historia de la que sabían antes de entrar?

sábado, 9 de noviembre de 2013

Hasta nunca Canal 9



Puede que haya sido la gran noticia de la semana: el gobierno de la Generalitat cierra RTVV, es decir, la radio y la televisión pública valenciana. Una noticia que no ha dejado indiferente a nadie y de la que todos, o la mayoría, han dicho algo.
Mi opinión puede que sea demasiado romántica. Para mí, tanto los trabajadores como los políticos, eran como una pareja de novios; pero novios de conveniencia, es decir, una pareja en la que si tuviera que asignar papeles la parte masculina serían los políticos y la parte femenina los trabajadores. Pero no por nada en concreto, también podría hacerlo al revés y no pasaría nada, el resultado sería el mismo.
Veamos el ejemplo. Un chico y una chica tienen un largo noviazgo. Él le compra regalos, la lleva a cenar, de viaje y todos los caprichos que ella quiere; ambos son la pareja perfecta (aparentemente). Pero llega un día en el que el chico le dice que no puede continuar siendo tan espléndido y decide dejarla. Entonces ella se coge un cabreo como una mona y comienza a despotricar contra su ex. En ese momento se sabe que la relación no era tan idílica como parecía. Ella, despechada, comienza a largar intimidades de la pareja: “las cosas no iban bien”, “era mala persona”, “bebía mucho”, “me engañaba con otras mujeres”… y todo tipo de barrabasadas que se nos ocurran. Claro que, visto desde fuera, uno podría pensar ¿y por qué no te lo dejaste? La respuesta es sencilla, por comodidad, mientras pagaba todo iba bien, pero en el momento en que se cansó de hacerlo y decidió terminar todo era un infierno.
A lo largo de la semana he leído que han salido antiguos trabajadores hablando de lo que era su trabajo en esta televisión pública. La carta siguiente, escrita por Iolanda Mármol, titulada ‘Mis mentiras en Canal 9’, quizá sea la más significativa.

Recuerdo cuando nos exigían grabar a Eduardo Zaplana de su perfil bueno. Y la oda que me encargaron sobre él cuando dejó la presidencia de la Generalitat Valenciana para ser ministro. También recuerdo la bronca y los gritos que me dedicaron cuando en ese video de retrospectiva Zaplana aparecía en una imagen con la tránsfuga que le había permitido hacerse con la alcaldía de Benidorm. Recuerdo poco después, cuando de ser el Elegido, paso a ser en Innombrable. Cómo nos prohibieron que apareciera en los planos. Cómo buscaba perífrasis absurdas cuando no podía nombrarle en mis directos en los leones, a pesar de ser el portavoz del PP en el Congreso. Cuando Camps impuso su ley en Canal 9. Cuando nos dieron la orden de dejar de llamarle Francesc para que fuese llamado Francisco, coincidiendo con la época en que se postulaba como posible sucesor de Rajoy. Cuando trataron de prohibirme que contase que Zaplana dejaba su escaño en el Congreso. Cuando me prohibieron decir que Zapatero había anunciado el cheque-bebé, como si de este modo los valencianos no fuesen a conocer la noticia. Cuando escribías 'fracaso estrepitoso' y te lo cambiaban por 'éxito discreto'. Cuando nos desplegaron para loar las maravillas de Terra Mítica en su inauguración y no podíamos decir que no había ni una sombra. Cuando me reñían porque me salía el acento catalán ‘y eso molesta a los blaveros’. También recuerdo cómo corría el cava en las plantas de dirección de Canal 9 en Burjassot las noches electorales de mayorías del PP, mientras que los redactores comíamos bocatas de salami. Cuando se pagaban directos millonarios para que Camps saliese hablando en directo en pleno Amazonas. Y los millones de veces en las que no me dejaron poner declaraciones de la oposición. O de cualquier ciudadano que criticase al PP, o a la Generalitat. Y recuerdo también cuando nos prohibieron decir 'recortes'. Tampoco pude decir que miles de manifestantes gritaban contra el gobierno. Los manifestantes no ‘colapsaban’ el Paseo del Prado, la manifestación 'transcurría por'. Y no poníamos pancartas explícitas contra Rajoy, ni contra el PP. Y fueron tantas, tantas, que un día empiezas a sentir vergüenza de trabajar para ellos. Ahora se termina. Injustamente. Pero lo ganaron a pulso”.

Hay más testimonios, por ejemplo un artículo en Levante-EMV de otro extrabajador. Esto es un ejemplo de lo que antes decía. Uno lee esto y piensa que una parte es buena buenísima y otra mala malísima.
Siendo realistas y dejando el sarcasmo de un lado mi opinión es que eran tal para cual, unos y otros. Los mismos trabajadores eran conscientes que estaban haciendo una televisión mangoneada y manipulada. Lo que se supone que son profesionales de la información faltaban a la ética que tienen que tener quienes se dedican a contar lo que ocurre. Hay cosas que nunca, nunca jamás pueden acabar bien.
La televisión pública valenciana tiene una deuda pública que se escapa al entendimiento humano. En esa cadena se ha despilfarrado lo que no está en los escritos, basta con decir que el PSOE la dejó en el año 95 con una deuda de 18 millones de euros y el PP ha multiplicado esa deuda por 86; cuestión de números.
Tenía más trabajadores que, por ejemplo, Telecinco; como ya no había sitio para tanto enchufado crearon otra cadena de televisión, algo así parecido a la 2 de TVE, llamada Punt 2; crearon, a parte de la emisora de radio, Radio Nou, otra emisora llamada Sí Radio. En fin, podemos hacernos una idea. Si la palabra enchufismo, amiguismo y corrupción se quieren aplicar a un concepto físico sin duda es a la televisión pública valenciana.
¿Qué hacían ante esta situación los trabajadores de RTVV? Nada, callaban. Ahora la cierran, Alberto Fabra, el presidente de la Generalitat dice que cierra el chiringuito y que se acabó.
¿Qué hacen ante esta situación los trabajadores de RTVV? Indignarse y denunciar la corrupción de aquellos a los que no hace mucho peloteaban para, según ellos, que los valencianos continúen teniendo una televisión en valenciano. Es decir, un acto de patriotismo valenciano que para sí quisiera el Palleter, un personaje famoso por su lucha contra los franceses.
Algunos dirán, “¿qué podían hacer? Si hablaban los echaban”. Yo pienso, estamos en el siglo XXI, ¿esos que ahora rajan no podían haberlo hecho antes? Si cuando empezó ese desmadre ‘todos’ los trabajadores denuncian la situación, ¿los hubieran echado a todos? El escándalo hubiera sido descomunal. Al final, el tiempo pone las cosas en su sitio. Aquí podría aplicarse el refrán ese de que ‘entre todos la mataron y ella sola se murió’.
Ahora la otra parte, los políticos. No me cansaré de decir que el PP ha hecho de la Comunidad Valenciana una comunidad irreconocible. Desde que este partido está en el poder han convertido a esa comunidad en ejemplo de corrupción, despilfarro, malversación de dinero público, amiguismo y cualquier tropelía por el estilo; pero no solamente en España, sino en Europa. Cualquier valenciano que resida fuera de su tierra se avergüenza de serlo; esta gentuza ha hecho que nos avergoncemos de ello.
El presidente Fabra, ese que está en el cargo de rebote y que no es capaz de decir tres palabras seguidas sin pararse, en un ejercicio de demagogia dice que “No cerraré un colegio o un hospital para mantener la televisión autonómica”. Este tío nos toma por imbéciles. Cuando, por ejemplo, la Comunidad Valenciana es ejemplo de privatización sanitaria con el famoso Modelo Alzira (para vergüenza de los alzireños); hay colegios que son barracones; otros en los que se recomendaba a los alumnos ir con mantas porque no había dinero para calefacción o el caso de unas madres de alumnos del pequeño pueblo de Montserrat que el año pasado tuvieron que hacer un calendario erótico, porque la Generalitat les había quitado el servicio de autobús escolar a sus hijos (niños que no tenían ni diez años).
No me extenderé más sobre el PP. Si me pongo a decir todo lo que pienso podría ser querellable y si esta entrada la lee alguien que no deba podría meterme en un lío, no vengo de familia real y lo tendría jodido.
Pero sí, todo esto, si no fuera porque viene de una situación corrupta sería para reírse. Esos que ahora defienden que la televisión le da identidad a la comunidad, insisto, son los mismos que antes tapaban toda la corrupción. Bonita defensa, ¡sí señor! Qué será ahora de lo valenciano y del valenciano, se preguntan. La Comunidad Valenciana, su idiosincrasia y su historia existían antes de Canal 9; ni empiezan ni acaban con este ente público; es que parece ser que algunos se creen que antes existía la nada, se hizo la luz y ahora volverá de nuevo la nada. Yo, al igual que algunos millones más, hablaba en valenciano antes de que existiera RTVV y lo seguiré haciendo cuando desaparezca. Tirar de patriotismo cuando se ha callado que lo público era un lupanar, en sentido metafórico, no queda demasiado bien. Algunos deberían esconderse en un agujero antes de decir según qué cosas. Ya lo dijo Samuel Johnson, “el patriotismo es el último refugio de los canallas”.
Mi conclusión es que todos son igualmente culpables y lo mejor que podía pasar es lo que ha pasado. Evidentemente, los trabajadores serán los más perjudicados por lo que supone quedarse sin un trabajo. Los otros, los políticos, ¿alguien cree que los responsables serán juzgados como deberían? ¿Alguien cree que se depuraran responsabilidades por tantos años de despilfarro y mangoneo? Estos a lo suyo. Aguantarán el chaparrón durante una temporada y luego a lo suyo. Si yo fuera como la infame tocaya del melífluo presidente de la Generalitat diría eso de “que se jodan”, tanto unos como otros, pero me lo ahorraré, no lo merecen, bastante tienen con lo suyo.
No creo que haga falta una televisión pública. Evidentemente no con estos trabajadores que estaban metidos y callados como momias egipcias ante la corrupción y, por otra parte, la clase política no está preparada para que haya un ente público. Nuestros políticos son demasiado corruptos y la historia se repetiría. Pero ellos no tienen la culpa. Si tenemos políticos corruptos es porque alguien los pone: nosotros.
Quizá no seamos lo suficientemente maduros como sociedad, pero esto sería otro debate más extenso.


PD. La leyenda que acompaña a la fotografía es: “El reino del terror de Canal Nou ha acabado: el Consell cierra RTVV”. No deja lugar a dudas.

martes, 5 de noviembre de 2013

Corocotta



Hace ya algunos años que descubrí a Corocotta. Fue gracias a un amigo que jugaba a un juego de ordenador y al monigote que manejaba le había puesto ese nombre. Me hizo gracia y me contó la historia. Desde ese momento sentí curiosidad por tal personaje.
Se trataba de alguien de carne y hueso que había mantenido en jaque al ejército invasor romano en las montañas cántabras. Alguien comparable a Viriato, Indortas, Indíbil o Mandonio que habían luchado contra los invasores cartagineses y romanos por defender su territorio.
Sí, Corocotta es el Astérix hispano. Un personaje que existió durante las guerras cántabras en la Hispania prerromana. Pero por lo que ha pasado a la historia es por una única cita que el historiador Dión Casio dejó anotada durante sus crónicas. El texto dice lo siguiente:

Irritóse tanto (Augusto) al principio contra un tal Corocotta, bandolero español muy poderoso, que hizo pregonar una recompensa de 200.000 sestercios a quien lo apresase; pero más tarde, como se le presentó espontáneamente, no sólo no le hizo ningún daño, sino que encima le regaló aquella suma”.

El hecho audaz y temerario de que ese desconocido Corocotta se presentara ante el divino Augusto para cobrar la recompensa que ofrecían por su cabeza me admiró y aumentó mi curiosidad hacia su figura.
Pero algo raro ocurría alrededor de este caudillo cántabro; apenas hay referencias sobre su persona y todas cuentan la misma anécdota con el emperador romano. Supongo que eso forma parte de nuestra idiosincrasia como pueblo. Tenemos a un héroe y nadie se ha ocupado de él. No es la primera vez que esto sucede, ya que nuestra historia está llena de personajes y acontecimientos importantes que han sido olvidados. Por ejemplo Blas de Lezo, el Papa Luna, los últimos de Filipinas… Este caso no iba a ser distinto, ni una triste biografía, ni un relato o una leyenda más allá de lo escrito por Dión. ¿Desidia o inexistencia absoluta de evidencias? ¿Qué hubieran hecho los británicos, los franceses o los alemanes de haber contado en su pasado con un personaje tan fascinante? ¿Lo hubieran dejado caer en el olvido?
Por lo que respecta al protagonista, Corocotta, es probable que éste no fuera su verdadero nombre, sino más bien un apodo guerrero que podría haber obtenido tras cruentas batallas y hechos de armas que le destacaron entre sus compatriotas. Algunos expertos se atreven, incluso, a darle una traducción, pues opinan que este nombre es la combinación de otros dos cuyo origen sería celta -Coro y Cotta- y que significarían, respectivamente, jefe y veterano.
Entre los muchos detalles que se ignoran sobre él está el de su origen. Cántabro era casi seguro (hay versiones que dicen que era norteafricano, aunque creo que esto es poco probable), pero nadie puede decir si Corocotta era vadiniense, orgenomesco, concano o de cualquier otro de los más de diez pueblos que componían la antigua Cantabria. Sin duda alguna, todos ellos pueblos con una historia muy interesante que, insisto, ha quedado casi olvidada como la de todos los pueblos prerromanos. Así pues tenemos a los propios cántabros, íberos, turdetanos, vetones, lusitanos, celtíberos, edetanos, carpetanos y otros muchos que me dejo por citar. Sí, antes de los romanos nuestra península ya estaba habitada por otros pueblos.
Probablemente, Corocotta fue un bandolero. La expresión de bandolero fue siempre usada por los historiadores y cronistas romanos para calificar a cuantos se oponían a sus conquistas. Esto no quiere decir que fuera un líder político o el representante de su nación. Tal vez ni siquiera lo fue de su propio pueblo. Los pueblos cántabros eran independientes entre sí y, que se sepa, al contrario que los astures o los vascones -cuyas capitales eran las de Lancia y Pompaelo-, no tenían una capital común, aunque sí diversos lugares sagrados -las Fuentes Tamáricas, por ejemplo- donde ocasionalmente se reunían. Por tanto, nada más lejos que pretender convertirle en un individuo con conciencia social o con ‘visión de Estado’. Pero debió ser, eso sí, un hombre de valor extraordinario, un líder, un estratega y un guerrero de los pies a la cabeza.
No se sabe nada de lo que le sucedió a Corocotta después de aquel encuentro con el hombre más poderoso de su tiempo, Augusto. La guerra concluyó en el 19 a.C. y los últimos hispanos irredentos no salieron bien parados, quizá este caudillo muriese en alguna refriega; así relata Dion Casio el resultado final de las guerras cántabras:

De los cántabros no se cogieron muchos prisioneros; pues cuando desesperaron de su libertad no quisieron soportar más la vida, sino que incendiaron antes sus murallas, unos se degollaron, otros quisieron perecer en las mismas llamas, otros ingirieron un veneno de común acuerdo, de modo que la mayor y más belicosa parte de ellos pereció. Los astures, tan pronto como fueron rechazados de un lugar que asediaban, y vencidos después en batalla, no resistieron más y se sometieron en seguida”.

Guerrero o mercenario lo que es innegable es que su nombre ha perdurado más de 2.000 años, que fue un hombre que consiguió vencer en numerosas ocasiones a un enemigo muy superior y que, como colofón de su apasionante vida, tuvo la osadía o la desfachatez, de presentarse él mismo a cobrar la recompensa que por él daba el ser más poderoso del mundo. Debió ser alguien muy especial. Alguien que se ganó el derecho a que contaran su historia.