martes, 30 de septiembre de 2014

‘Sociatas’ y ‘peperos’



En la anterior entrada, al hablar de ‘sociealisteadores’ y ‘pepeadores’, apuntaba que no había que confundirlos con ‘sociatas’ y ‘peperos’, respectivamente. Nada que ver. 
Para entender las diferencias creo que es mejor hacerlo de forma gráfica y, para ello, el mejor ejemplo que se me ocurre es el de los personajes del Tiñoso y el Canijo, de la serie ‘Érase una vez… el hombre’.
Seguro que todos lo recuerdan. El Tiñoso representaba la fuerza, pero sólo eso, sin ingenio. Hacía lo que le decía el Canijo, que era un chismoso que alentaba a su amigo para que hiciera cosas valiéndose de sus músculos. Pues bien, visto así, los ‘sociatas’/‘peperos’ representarían al Canijo y los ‘socialisteadores’/‘pepeadores’ al Tiñoso.
La conclusión es fácil… la masa no piensa, no toma decisiones por sí misma y necesita que alguien la azuce para actuar, para embestir. En este caso los papeles se cumplen: un pequeño (pocos) espolea a un grande (muchos) siempre buscando un beneficio propio.
Dicho de otra forma, los ‘sociatas’/‘peperos’ serían gente del partido, afiliados y simpatizantes que sacan un beneficio… casi siempre económico. En este grupo entrarían todos los enchufados, ya sea en el propio partido o de funcionarios. Casi todos suelen estar cortados por el mismo patrón: nivel cultural medio bajo que acabaron la EGB y que a duras penas pudieron acabar el instituto, pero que se afiliaron al partido antes de los veinte o al poco de haberlos cumplido y de eso han hecho su forma de vida, repito, mediante el enchufismo, casi siempre en la Administración Pública, o en el propio partido. En nuestro país tenemos casos de políticos que no se les conoce ningún tipo de actividad laboral fuera de la política.
¿Y cuál es su discurso? Como buenos instigadores tienen que tener muy preparado lo que dicen, de lo contrario no causaría el efecto deseado y se verían abandonados por sus acólitos (cosa muy difícil).
El discurso de los ‘sociatas’ es fácil. Erigirse en representantes de la izquierda. Un ‘sociata’ siempre saca pecho otorgándose los logros sociales de este país; no es raro que un ‘sociata’ diga eso de: “nuestros padres y abuelos lucharon por lo que tenemos ahora”. Claro que uno escucha a hablar a un ‘sociata’ y es para echarse las manos a la cabeza. Por lo visto, en la antigua Grecia ya había sociatas luchando contra los ejércitos de Jerjes; el inventor de la rueda sería ‘sociata’ y, por supuesto, también el descubridor del fuego. Es decir, parece que todo lo bueno de la humanidad estuviera hecho por ‘sociatas’.
En cuanto a los ‘peperos’… estos van de buenos. Un ‘pepero’, para defender las atrocidades que hace su partido estando en el poder siempre tendrá la palabra democracia en la boca aludiendo que el pueblo los ha elegido… y es verdad, es un argumento indiscutible, a la par de triste.
Los ‘peperos’ parece que tengan una coronita encima de la cabeza, como los santos, cada vez que hablan, ya que ponen ojitos de cordero degollado y cada dos frases dicen eso de: “pero respétame, que yo respeto tu opinión”. Por supuesto no quieren oír hablar del pasado y se escabullen con frases como “hay que mirar al futuro. No hay que remover el pasado”. Si una palabra los define sería cinismo. Son cínicos hasta cuando no quieren serlo. Siendo de derechas son conservadores y tradicionales… de cara al exterior están contra el aborto pero lo practican. En cuanto a la condición sexual lo mismo… en contra del matrimonio homosexual, mientras que muchos de sus dirigentes, ocupando cargos de importancia, son gays o lesbianas… Eso sí, procesión religiosa no se pierden ninguna, a pesar de la posición de la Iglesia al respecto… pero estos son otros que hay que echarles de comer aparte.
Continuar hablando de unos y otros daría para un libro, pero tampoco merecen más atención por mi parte. Resumiendo, para mí, tanto ‘sociatas’ como ‘peperos’, no son más que gente que viven y están enchufados a costa del partido sacando un beneficio, por supuesto, económico. De vez en cuando, especialmente cuando se acercan elecciones, salen a espolear a los ‘socialisteadores’ y ‘pepeadores’, respectivamente, para que les voten y continuar manteniéndose en su posición, viviendo de la ignorancia de aquellos que se han creído sus mentiras. Creo que la viñeta del Canijo y el Tiñoso es el mejor ejemplo de ello.

sábado, 27 de septiembre de 2014

‘Socialistear’ y ‘pepear’



Se suele decir que el castellano es uno de los idiomas que más variedad pueden tener. Me estoy refiriendo a la riqueza de formas, sonidos, estructura… con total certeza que un filólogo lo explicaría mejor que yo, pero creo que queda claro lo que quiero decir. 
Una de las enormes ventajas que tiene es que pueden surgir nuevas palabras y eso hace que puede evolucionar y mantenerse al mismo tiempo, siempre actual. Por ejemplo, el hecho de que usemos la expresión ‘castellano antiguo’ es prueba de ello. Este castellano que hablamos en nuestros días no tiene nada que ver con el del siglo XV, pero no deja de ser el mismo idioma.
La RAE adopta palabras que la población va usando habitualmente, de manera continuada. Sin ir más lejos, palabras como ‘tuit’ o ‘tuitero’ forman parte de nuestro léxico habitual ¡quién lo hubiera dicho hace cinco años!
Pues bien, hay palabras que deberían haber sido aceptadas, como mínimo, hace un par de décadas. Me estoy refiriendo a dos verbos con los que definir a los seguidores o votantes de los dos principales partidos políticos de España. Así pues, creo que para definir a los del PSOE se podría usar el verbo ‘socialistear’ y para definir a los del PP sería ‘pepear’.
Veamos que significa ‘socialistear’. Podría decirse que los que ‘socialistean’ son aquellos fieles al PSOE, lo defienden cuando la ocasión lo requiere y, por supuesto, lo votan, de manera sistemática, elección tras elección. ¿Por qué digo esto? Muy sencillo. Porque un socialista de verdad jamás votaría al PSOE. Por eso hay que distinguir entre socialistas y ‘socialisteadores’.
Distinguir a un ‘socialisteador’ es muy sencillo. El rasgo principal es que cree que el PSOE es el único partido verdaderamente de izquierdas que puede hacer frente a la derecha. Principalmente es gente que vota al PSOE porque en su casa siempre se votó a ese partido y la tradición ha continuado, no hay más. También suelen tener la idea de que el PSOE es de gente pobre, humilde y trabajadores y el PP de ricos.
Estas personas (las que ‘socialistean’) se suelen definir como republicanas y hablan de la II República como algo grandioso; sin embargo, les importa una mierda (con perdón) que el PSOE apoye de manera rastrera a la actual Monarquía… ellos seguirán ‘socialisteando’, es decir, votando y defendiendo al PSOE.
En los actuales tiempos, en los que el PSOE y el PP andan a la par en cuanto a corrupción, la justificarán de dos maneras: 1) que todos los partidos son iguales y 2) que los demás roban más. Quizá podamos encontrarnos con un ‘socialisteador’ más crítico diciendo que hay que hacer una regeneración en el PSOE, pero que lo esencial no se puede tocar porque es un partido fuerte, es decir, un pequeño lavado de cara.
Seguro que con estas características todos podríamos pensar en gente que ‘socialistea’… incluso puede que nosotros mismo los hagamos, aunque no lo reconozcamos. Yo tengo que confesar que sí, ‘socialistee’ durante mucho tiempo, concretamente hasta que Zapatero retiró las tropas de Irak en el año 2004 y lo vi en un Telediario con otros generales brindando por el Rey y por España. Para un republicano convencido como yo eso era lo que necesitaba para darme cuenta que el PSOE nunca traería la república. En ese momento me di cuenta que, elección tras elección, había estado perdiendo el tiempo… y más me reafirmo cuando en los últimos meses he escuchado hablar a Felipe González y pienso, ¿a ese tío yo le he dado mi voto? Pero bueno, más vale tarde que nunca.
Por otra parte, está el ‘pepear’. Para mí es muy difícil definir este término, ya que yo, como ‘exsocialisteador’, sí que sé lo que me hizo votar al PSOE, pero como nunca he sido votante de derechas es bastante complicado definir a un ‘pepeador’. No obstante lo voy intentar.
Yo creo que los ‘pepeadores’ son más básicos que los ‘socialisteadores’. Es decir, uno que ‘socialistea’ puede tener ciertos principios, como que en su familia siempre han sido, presumiblemente, de izquierdas, mientras que un ‘pepeador’ no tiene esa manera de pensar, es más actual. Por ejemplo… cuando gobierne el PSOE, el ‘pepeador’ siempre dirá que todo es un desastre y que hay que cambiar las cosas; pero cuando gobierne el PP siempre justificará los errores de su partido a “la mala situación heredada de los socialistas”. Resumiendo, se creen la solución a todos los males, pero nunca tienen la culpa de nada.
Otro rasgo característico de los que ‘pepean’ es que no les gusta hablar del pasado. Cuando alguien discute sobre la dictadura suelen contestar que “no hay que mirar el pasado… que lo que importa es el futuro…” y si alguno entra en debate no fallan expresiones como “los dos bandos cometieron atrocidades” y lo que es el colmo es cuando dicen “yo no entiendo de política, pero sé que con los socilistas (refiriéndose al PSOE) las cosas no iban bien”. Lo dicho, cortitos.
En lo referente a la corrupción del PP suelen decir que “no todos los del PP son iguales” y que “los socialistas roban más”.
Pero así, a rasgos generales, yo diría que el ‘pepeador’ es gente trabajadora (entiéndase el sentido en el que digo ‘trabajadora’), de un nivel cultural medio bajo y que no le gusta lo que ve y vota a la opción contraria. ¿Por qué llego a esta conclusión? Muy sencillo… un cabreado con el PSOE que tenga un mínimo de sentido político jamás votaría al PP, se abstendría o buscaría otras opciones. En este sentido puede que no sea tan estúpido... supongo que será eso que se dice que ‘no hay nada más ignorante que un trabajador de derechas’.
Podría seguir extendiéndome en las descripciones, tanto de unos como de otros, pero tampoco pretendo hacer esta entrada excesivamente larga y creo que tiempo habrá para tratar el tema. Una cosa muy importante, hay que diferenciar entre el ‘sociata’ y el que ‘socialistea’ o entre el ‘pepero’ y el ‘pepeador’, ¡ojo!, son distintos, no tienen nada que ver. Pero no quiero extenderme más en explicar las diferencias, ya que no es la intención de esta entrada, eso ya lo haré en una próxima y explicaré, bajo mi punto de vista, la diferencia entre ‘sociata’ y ‘pepero’. La idea de este post trata de justificar el porqué creo que dos nuevos verbos, ‘socialistear’ y ‘pepear’, deberían ser tenidos en cuenta por la RAE. Incluso conjugados suenan bien.

Yo socialisteo                                          Yo pepereo
 Tú socialisteas                                         Tú peperéas
Él socialistea                                            Él peperea
Nosotros socialisteamos                             Nosotros pepereamos
Vosotros socialisteais                              Vosotros pepereais
Ellos socialistean                                   Ellos peperean

No suenan mal, ¿verdad? Solamente pongo el presente de indicativo… pero caben todos los tiempos verbales… hacer la prueba.


PD. La fotografía que encabeza este artículo, ¿sería un ‘socialisteador’ o un ‘pepeador’?

martes, 23 de septiembre de 2014

De viñeta




No se puede decir tanto con tan poco.

martes, 16 de septiembre de 2014

Y así pasó



De repente se dio cuenta.
Vivía los últimos instantes de su existir.
Y fue un niño jugando en un patio del colegio.
Y fue primer beso, de esos que erizan la piel y alborotan el alma.
Y fue amor y desamor a partes iguales.
Y fue lágrima y caricia.
Y fue felicidad y desdicha y lo contrario de ambas.
Y fue padre sin haberlo sido.
Y abuelo de unos nietos nonatos.
Y fue dolor.
Y fue nada.
Recuerdo y olvido, sombra… Soledad eterna.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Título de la entrada



Hay días, como el de hoy, en los que me encuentro apático, sin ganas de nada y sin que haya un motivo para ello. Me gustaría escribir o hacer cosas… pero hay algo que irremediablemente tira de mí hacia la desgana.
Me cuesta un mundo escribir estas líneas, incluso no sé qué título ponerle a esta entrada, tampoco me calentaré demasiado la sesera. Mis dedos me pesan y no van a la par de lo que me gustaría expresar. Es inútil esforzarme más… estoy tan desganado que ni siquiera me apetece hablar. Ahora mismo acaba de sonar mi móvil y no he cogido la llamada, “hola... sí... no... vale...” es lo máximo que hubiera podido articular, tampoco me apetece más... ya me inventaré cualquier excusa.
Ahora no me atrevo a decir lo que no haré, sé lo que haré: nada.
Sí, paradójicamente no hacer nada ya es hacer algo. Así lo dejó escrito Lao Tse en el Tao Te King.

Treinta radios de rueda rodean el eje, del vacío depende el movimiento del carro.
Se recoge barro y se moldea, del vacío depende la utilidad de la vasija.
Se instalan puertas y ventanas para la habitación, pero del vacío interior depende su utilidad.
Por ello lo que es sirve de posesión, lo que no es sirve de obra 

Otro día hablaré de ello… hoy no me apetece. Vuelvo a mi burbuja.

sábado, 6 de septiembre de 2014

A partir de cero



La diferencia entre 0 y 1, 1 y 2, 2 y 3… es mucho mayor de lo que aparenta ser. También lo es en sentido negativo empezando desde cero (0). Este número representa la neutralidad, la ausencia… en él ni empiezan ni acaban las cosas, es a partir de él.
Podríamos decir, usando los dígitos, qué importancia tienen las personas que nos rodean. Sería la típica pregunta que supongo que nos han hecho a todos de: “Del 1 al 10, ¿cuánto… (lo que sea)?”
A veces es difícil responder. Como he dicho antes, la diferencia entre unidades es mucho mayor de lo que pueda parecer. Por ejemplo, entre el 0 y el 1 tenemos infinitos números que todos comienzan por 0 y van seguidos de una coma (’). Quizá el 1 nunca llegue.
Todo esto que he explicado anteriormente es para defender mi postura de que no creo que del amor al odio haya un paso (y viceversa). Una persona puede estar en una puntuación positiva y empezar a descender hasta aproximarse al 0… y seguir descendiendo. Pero, para ello, antes tiene que pasar por infinitos números; supongo que es eso que llaman ‘tiempo’ y que no es más que un descenso paulatino en la escala numérica.
El odio es cuando se pasa a la izquierda del 0, el primer número que nos encontremos, y cuanto más nos alejemos de él más odiaremos a esa persona. En mi caso, así, a bote pronto y haciendo memoria, podría decir que no odio a nadie; simplemente me he quedado en el 0 y he colocado en él a aquellas personas que por uno u otro motivo merecen estar ahí. Decir si son muchas o pocas tampoco es importante; como he dicho antes, el 0 es la indiferencia.
Si alguien me preguntase, ¿del 1 al 10 cuánto me quieres? Si contestase 1, quizá se lo tomaría mal; pero… visto lo visto, ¿es tan fácil llegar al 1? Lo que en matemáticas se llama ‘límites de una función’ lim f(x). Lo dicho… entre dos números consecutivos hay mayor distancia de la que parece.

martes, 2 de septiembre de 2014

Los hombres de las cavernas


¿Eran ‘todos’ tan primitivos como creemos?