martes, 23 de julio de 2013

Pepiño ha vuelto



Si se dice que los tontos tienen suerte es fácil entender porqué ‘Pepiño’ Blanco ha sido absuelto (‘asuelto’ diría él) en el caso Campeón. Yo creo, sinceramente, que no hay nadie con tanta suerte en el espectro político actual como este personaje. Un tío que empezó a estudiar Derecho y que solamente aprobó dos asignaturas de primero, es decir, no acabó la carrera, llegue a ministro de Fomento; el ministerio que más dinero invierte dirigido por alguien al que su coeficiente intelectual no le llega siquiera para aprobar primero de carrera, un analfabeto para el cargo que desempeñaba y que le tocó la lotería el día que se afilió a las tropas sociatas y fue trepando hasta llegar donde llegó. Viendo este ejemplo uno se pregunta para qué sirve estudiar; con quince años ya está el futuro asegurado si te afilias a un partido político de primera fila y te conviertes en un trepa.
Pues sí, como decía antes, el ínclito Pepiño es inocente. Los hechos son los siguientes: en diciembre de 2010, un empresario amigo de Blanco, José Antonio Orozco, le pidió al entonces ministro de Fomento que influyera ante el alcalde de Sant Boi, Jaume Bosch, del PSC, para conseguir que le concedieran una licencia para construir una nave, ya que anteriormente a este empresario le habían denegado el permiso.
En ese momento, Pepiño puso en marcha la maquinaria y movió los hilos necesarios para que el alcalde se reuniera con el empresario y, de paso, subsanara unos errores en el expediente que anteriormente había sido desfavorable a su amigo.
Resumiendo… el alcalde acabó reuniéndose con este empresario amigo de Pepiño y acabaron concediéndole la licencia de construcción.
La sentencia del caso dice, entre otras cosas, que “mediar para convenir una entrevista entre un alcalde y un particular que actúa en interés propio de una empresa, sin sugerir no ofrecer una alteración de la resolución, no cubre la tipicidad del delito de tráfico de influencias” y que “la causalidad entre la gestión de la entrevista y la modificación” que se obró después en los informes municipales para la concesión de la licencia “carece de soporte probatorio”. Es decir, que no se puede probar que todo un ministro haga saber a un alcalde de su partido que quiere que éste se reúna con un amigo suyo, por segunda vez, para ver si le podrían conceder una licencia para construir unas naves industriales, ya que la primera vez se la denegaron.
A principios de mes me pusieron una multa por hablar con el móvil mientras conducía. Me planteé recurrir y decir que el policía no me vio, que yo iba con el brazo apoyado o rascándome la oreja, incluso decir que no tengo móvil… quién sabe, tal y como está la justicia en este país a lo mejor cuela… ¿no ha colado lo de Pepiño, lo de la infanta o lo de Mato, por poner algunos ejemplos? Cosas veredes, amigo Sancho.

sábado, 20 de julio de 2013

Mi opinión sobre la derecha



Hace unas semanas, Benja, del blog Patria Valenciana, hacía una entrada en lo que para él es la izquierda. Entré en diálogo con él en los comentarios, pero llegados a un punto le dije que prefería contestarle mediante una entrada y darle mi visión de lo que es la derecha, ya que en los comentarios la respuesta hubiera sido excesivamente larga. Antes que nada, quiero matizar que él, a pesar de ser derechas, es una persona con la que se puede mantener una conversación de política sin llegar nunca a la falta de respeto. Lo conozco virtualmente hace algunos años, por haber coincidido en algunos foros de internet (hoy, por desgracia, casi desparecidos), y aunque haya divergencias políticas es, probablemente, la única persona de derechas con la que me sentaría a charlar del tema sabiendo que al levantarme habría disfrutado de una buena charla.
Probablemente, si alguien de derechas lee esta entrada lo más seguro es que diga que no se ve identificado (ya aseguro que en su interior es lo que pensará); por lo tanto, la primera pista para adivinar que estamos ante uno de derechas es la hipocresía y el cinismo.
Una persona de derechas, aunque abiertamente no lo digan, siente vergüenza de sus ideas y de su pasado político. Probablemente esta vergüenza se pueda traducir en una falta de argumentos para defender sus ideas. En España tenemos un claro ejemplo de ello. Cuando se habla de la Guerra Civil y la dictadura franquista siempre esgrimen el mismo argumento: “no hay que mirar atrás…”, “hay que dejar el pasado…” o, incluso los que se atrevan a discutir sobre el tema lo justificarán satanizando a la II República tirando de manual hablando de la quema de iglesias; asesinatos de católicos, curas y monjas; el comunismo; Paracuellos y demás cantinelas que no demuestran más que su ignorancia. Sí, en este país, la derecha no ha condenado el alzamiento nacional del 18 de julio que, por otra parte, me parece normal en ellos, ya que sería condenar su propia historia… aunque tampoco se atreven a justificarlo excusándose en lo que anteriormente he citado. Este podría ser el ejemplo más claro de hipocresía y cinismo.
Por otra parte, en lo referente a lo social también se aprecian diferencias notables. La derecha prefiere la caridad frente a la justicia y la igualdad. Es impensable movilizaciones de gente de derechas contra la corrupción, los privilegios políticos o a favor de la sanidad y educación públicas. Ellos, conservadores, que se creen que su estatus les viene por ser una especie de elegidos por alguien (de esto hablaré más adelante), procurarán afianzar, todavía más, su posición y luego ya veremos. Solamente tenemos que ver cómo está el país, ¿alguien se imagina a los de Nuevas Generaciones (o Degeneraciones) del PP saliendo en la calle manifestándose contra la corrupción o contra la nueva subida de tasas universitarias para el próximo curso? Yo, sinceramente, no lo imagino.
En cuanto a creencias religiosas, ¿qué decir? Este podría ser, junto al tema de la Guerra Civil, el mayor ejemplo de hipocresía y cinismo del que hacen gala. Muchos aspiran en ir al cielo y estar con Dios… pero cuanto más tarde mejor, mientras tanto los paraísos que más les gustan son los fiscales, por supuesto. Supongo que les tiene que dar un ‘gustirrinín’ especial salir en procesiones al lado del eclesiástico de turno luciendo su sonrisa y dando muestras de su fervor, así como asistir a cuantos actos religiosos sean necesarios; por desgracia Jesús solamente expulsó a los mercaderes del templo una sola vez. Si tuvieran vergüenza, dignidad o un mínimo sentido religioso no participarían de eso saraos. Esto daría para otro artículo sobre aquellos que se autoproclaman creyentes pero hacen la religión a la carta. La Iglesia, por poner un ejemplo, es clara respecto a la homosexualidad y, ¿cuántos hay de derechas que son gays y lesbianas y le besan la mano al obispo? Incluso políticos… pero claro, el salir del armario es algo que no está bien visto entre esta gente, ¿cuántos de derechas usan métodos anticonceptivos o abortan? Como he dicho anteriormente, cinismo e hipocresía.
La derecha tradicional siempre ha gozado de una buena posición económica que le ha permitido vivir sin tener que preocuparse del día a día. Mientras que otros salían al extranjero a ganarse la vida, ellos lo hacían para tumbarse en alguna playa caribeña.
Por supuesto, la educación y la sanidad no son problemas. Lo tienen claro: el que pueda que se la pague y el que no que se joda. Lo que estamos padeciendo en España desde que están en el poder el PP no tiene precedentes. Un ataque brutal a las clases medias y bajas. Aparte de amnistías fiscales para amiguetes, eso sí, el pobre currante que no piense en engañar a hacienda (que se supone que somos todos).
En fin, más o menos esto es lo que pienso, en líneas generales de lo que es la derecha. Podría profundizar y poner más ejemplos, pero creo que sería redundar.
La segunda parte de este post sería “¿Por qué soy de izquierdas?”, pero es algo que dejo para otro día. Esta entrada estaría inconclusa si doy una opinión sobre unas ideas contrarias a las mías sin justificar las mías propias.

martes, 16 de julio de 2013

Camarón de la Isla


Hace unos días vi la película ‘Camarón’, en la que se cuenta la vida del cantante José Monge Cruz, más conocido como Camarón de la Isla.
No entiendo nada de flamenco. Cuando me han hablado sobre el tema no entendía nada; soy un auténtico profano. No distingo que son bulerías, fandangos, fandanguillos, alegrías o cualquiera de los distintos ‘palos del flamenco’ que existen.
Sin embargo, sí que sé quien fue Camarón. A pesar de no haberlo escuchado ni visto demasiado (por no decir nada) lo represento sentado en una silla, acompañado por Tomatito a la guitarra. Camarón toca las palmas lentamente mientras canta inclinándose un poco hacia un micrófono, en ocasiones con un pañuelo en el cuello, traje, una melena rizada que le llega a los hombros y barba. Esto es lo que me viene a la cabeza cuando pienso en él.
Según me han contado, es muy difícil decir si ha sido el más grande del cante, pero lo que no se puede discutir es que tenía un don, era un genio, un innovador, un revolucionario del flamenco al que su temprana muerte por cáncer de pulmón, a los 42 años, lo elevó a la categoría de mito.
Haya sido o no el más grande, lo que parece claro es que todavía no ha surgido una figura que llene su hueco en el cante flamenco.

sábado, 13 de julio de 2013

Puentes y carreteras


 

-¿Qué hay, Sancho amigo? ¿Podré señalar este día con piedra blanca, o con negra?
-Mejor será -respondió Sancho- que vuesa merced le señale con almagre, como rétulos de cátedras, porque le echen bien de ver los que le vieren.

Ya está, ya pasó, se acabó todo. Se acabaron las noches en vela y los madrugones. Se nota la capacidad de estudiar a medida que pasan los años. Me metí en ITOP (Ingeniería Técnica de Obras Públicas) porque siempre me había llamado la atención la edificación civil; la construcción y el diseño desde un punto de vista distinto al de un arquitecto; me picaba la curiosidad y me parecía una carrera bonita; de hecho, lo estudiado, me parece muy interesante y no estoy nada arrepentido de haber tomado en su día la decisión de intentarlo. Además se unía la ventaja de que me convalidaban algunas asignaturas. Ahora, que todo ha terminado, la frase que más me repito a mí mismo es: “se acabó. Ya no vuelvo a estudiar en mi vida”. No sé si lo cumpliré, lo que tengo claro es que pasará mucho tiempo hasta que vuelva a tener que someterme al juicio inexorable de un juez que juzgue si tengo unos conocimientos suficientes dependiendo de unas preguntas elegidas al azar. No, me niego; cierro un ciclo a largo plazo.
La primera vez, en la veintena, era una forma de vida, era lo que tenía que hacer. Mis tiempos en la universidad han sido los mejores; creo que todo aquel que haya pasado por la universidad sabrá a lo que me estoy refiriendo.
Esta vez ha sido, supongo, por probarme a mí mismo; por saciar una curiosidad y por quitarme esa espina que me pinchaba preguntando, “¿serás capaz de hacerlo? Inténtalo porque es atractiva”.
Estos días he estado haciendo limpieza. Tenía la costumbre de cada vez que aprobaba una asignatura guardarme los apuntes que me compraba en reprografía o bien todos aquellos que me parecían interesantes. El resto, tal como ejercicios en folios, resúmenes, esquemas, etc. todo iba a la basura. Reconozco que no soy/era muy bueno haciendo esquemas. No me entretenía en hacerlo con mil colores y subrayando con regla; opino que un esquema o resumen se hace para ganar tiempo y no es posible entretenerse en ciertas cosas.
Ahora tengo otra buena colección de ficheros sumados a los que ya tenía. Los anteriores no me han hecho falta y estos nuevos no creo que tampoco los utilice.
¿Lo que viene? Se acerca un futuro de grandes expectativas; hacia él me dirijo.