Las acepciones que tiene la RAE para la palabra problema son las siguientes:
1. m. Cuestión que se trata de aclarar.
2. m. Proposición o dificultad de solución dudosa.
3. m. Conjunto de hechos o circunstancias que dificultan la consecución de algún fin.
4. m. Disgusto, preocupación.
4. m. Disgusto, preocupación.
5. m. Planteamiento de una situación cuya respuesta desconocida debe obtenerse a través de métodos científicos.
Siempre he creído que los problemas son contratiempos que ocurren en el transcurso natural de las cosas.
Cuando era un niño mis problemas eran hacer los deberes, arreglar el pinchazo de la bicicleta o que el matón de la clase no la tomase conmigo.
En el instituto variaron; seguía con el tema de los estudios agudizado con que las materias se complicaban, no las entendía y debía buscarme la vida para tratar de entenderlas; uno bastante recurrente era tratar de convencer a mis padres que me dejasen llegar más tarde a casa.
En la universidad, a pesar de que para mí fue la mejor época, era aprobar las asignaturas, por lo civil o por lo criminal y, en el segundo caso, que el profesor no te pillase. Sí, básicamente ese era mi mayor problema, que no era poco.
Luego, cuando acabé de estudiar y me incorporé a la vida laboral entré en la vorágine de la vida… es entonces cuando entendí algunas conversaciones de mis padres que escuchaba de pequeño y conceptos como contribución, impuestos, bancos, préstamos, facturas y seguros pasaron a formar parte de mi vocabulario habitual.
La vida va avanzando y hay que hacerlo con ella si no quieres quedarte estancado; yo no quería pasarme toda la vida en el mismo sitio hasta que me jubilase apretando el mismo tornillo (metáfora) como hacían algunos de mis compañeros de estudios que quedaron en el camino y se pusieron a trabajar en fábricas.
Y poco a poco te vas metiendo en una vorágine de la que ya no puedes salir… y las cosas van medianamente bien y te da para permitirte algunos caprichos que de otra forma no se podría.
Pero entonces surgen los problemas en forma de crisis económica, como la de 2008, y debes parar. Y si has hecho las cosas con cierta coherencia no te afectan demasiado, pero, de una u otra forma, tu vida se estanca. Cuando todo pasa vuelves a empezar, no de cero, pero sí con cierto retraso de lo que podría haber sido el curso vital de la vida… pero consigues llegar al punto en el que lo habías dejado y vuelves a subirte al tren del que no deberías haberte bajado.
Cuando ya estás en marcha vuelven otra vez los contratiempos. A los trenes no se le pinchan las ruedas, pero se les estropea la maquinaria, y, de nuevo, los planes se trastocan y toca parar un poco.
Es un poco la situación actual que estamos viviendo en todo el mundo. Pero el problema se agudiza porque ya no eres tú sólo… dependen de ti más personas, trabajadores cuya única fuente de ingresos que entra en sus familias es el trabajo que realizan y que ahora no pueden hacerlo… a eso se une el vocabulario que he citado anteriormente que aprendí en el momento en el que cobré mi primera nómina (contribución, impuestos, bancos, préstamos, facturas, seguros…).
Sí, a cosas de estas son las que yo llamo problemas y que podrían encajar en alguna o algunas de las cinco definiciones de la RAE.
Pero todo depende del cristal con el que se mire. Imagino que el Marino del colegio, del instituto o de la universidad también podrían sentirse, salvando las distancias, como el Marino actual. La palabra problema es un común denominador en la vida de todo ser humano... Y, sí, cada uno tendrá los suyos y cada cual le parecerán un mundo lo que para otros puede ser una tontería; creo que no hay grandes o pequeños problemas, aunque a veces se ponga el adjetivo delante para enfatizar o minimizar la cuestión, simplemente hay problemas.
Pero todo esto me lleva a otro punto… ¿y la satisfacción que da cuando se sale victorioso? No queda otra que seguir caminando en busca del triunfo.