sábado, 28 de septiembre de 2019

Sin vergüenza original, no plagiada



Y pensar que este iletrado, sin vergüenza y plagiador de tesis puede ser Presidente del Gobierno de España. Hace falta tener la cara más dura que el hormigón armado con redondos de diámetro 32 para hacer estas declaraciones y no meterse en una ciénaga para hacer penitencia el resto de su vida.
Sociatas… ¿qué más se puede decir? Nada. Son unos miserables oportunistas a los que no les importa traicionar sus principios por alcanzar el poder. Perdón, he dicho principios, pero, ¿sabrá un sociata lo que son principios? Esta gente no tiene de eso. Cuando hablamos del PSOE hay que sustituir la palabra ‘principios’ por ‘interés’ y ‘ambición’.
Dialéctica e ideológicamente hablando no tienen, hablando en lenguaje popular, ni media hostia.
Si alguien que se cree socialista tiene un mínimo de dignidad y vergüenza no debería votar jamás al PSOE; pero, a veces, la coherencia y la política no van unidas.

martes, 24 de septiembre de 2019

Rayuela, Gotan Project


Y no puedo dejar de escucharla...




sábado, 21 de septiembre de 2019

Sólo para Dulcinea...



Un antiguo compañero con el que compartí pupitre y piso tenía la teoría que las chicas más se le acercaban cuando tenía novia, como si las féminas tuvieran un sexto sentido para obligarlo a hacer cosas que él no quería. Su flaqueza de espíritu siempre solía triunfar; solamente le faltaba tener la voz de Sandro Giacobbe y cantar ‘Jardín Prohibido’ para dar explicaciones.
Quien ha tenido o tiene compromisos con otras personas… allá con su libertad y, sobre todo, con su conciencia.
Don Quijote, en el palacio de los duques, también fue tentado por Altisidora cuando esta, en una burla trazada, le declara su amor en forma de canción debajo de la ventana de la habitación del andante caballero. Don Quijote cree que todo es cierto, pero su respeto, lealtad, fidelidad y amor hacia aquella a la que había hecho dueña de su corazón estaba a prueba de cualquier tentación que pudiera surgir. Para él ya no existía más mujer que su Dulcinea. No hacen falta más palabras. Lo que digo siempre, hay que leer el Quijote.

[…]
Aquí dio fin el canto de la malferida Altisidora y comenzó el asombro del requirido don Quijote, el cual, dando un gran suspiro, dijo entre sí: «¡Que tengo de ser tan desdichado andante que no ha de haber doncella que me mire que de mí no se enamore! ¡Que tenga de ser tan corta de ventura la sin par Dulcinea del Toboso que no la han de dejar a solas gozar de la incomparable firmeza mía! ¿Qué la queréis, reinas? ¿A qué la perseguís, emperatrices? ¿Para qué la acosáis, doncellas de a catorce a quince años? Dejad, dejad a la miserable que triunfe, se goce y ufane con la suerte que Amor quiso darle en rendirle mi corazón y entregarle mi alma. Mirad, caterva enamorada, que para sola Dulcinea soy de masa y de alfenique, y para todas las demás soy de pedernal; para ella soy miel, y para vosotras acíbar; para mí sola Dulcinea es la hermosa, la discreta, la honesta, la gallarda y la bien nacida, y las demás, las feas, las necias, las livianas y las de peor linaje; para ser yo suyo, y no de otra alguna, me arrojó la naturaleza al mundo. Llore o cante Altisidora, desespérese Madama, por quien me aporrearon en el castillo del moro encantado, que yo tengo de ser de Dulcinea, cocido o asado, limpio, bien criado y honesto, a pesar de todas las potestades hechiceras de la tierra»”.
[…]

sábado, 14 de septiembre de 2019

Capítulo III. Entre naranjos



[…]
Pero hablemos de usted, ilustre orador..., más bien dicho, de ti, porque nosotros creo que aún somos amigos.
–Sí, amigos, Leonora... Yo no he podido olvidarte.
Pero el entusiasmo con que dijo estas palabras se desvaneció ante la fría sonrisa de la artista.
–Amigos, eso es –dijo ella con lentitud–; amigos nada más. Entre nosotros hay un muerto que nos impide aproximarnos.
–¿Un muerto? –preguntó Rafael, no comprendiendo a la artista.
–Sí; aquel amor que mataste... Amigos nada más; camaradas unidos con la complicidad del crimen.
[…]

Capítulo III. Entre naranjos

martes, 10 de septiembre de 2019

Caminar de tu mano


Apostaría la mitad derecha de mi sonrisa que nadie se ha parado a pensar en lo fácil que resulta perder la cordura y lo complicado que es recuperarla.
Te pasas la vida intentando caminar con paso firme, como si en lugar de zapatillas de tela se llevasen un par de botas de plomo que marcan un paso lento.
Te pasas la vida planificando el día a día, para que nada se escape por una rendija llamada casualidad.
Te pasas la vida controlando emociones y sentimientos, ocultándolos tras una máscara irreverente hacia los demás.
Te pasas la vida siendo antipático, borde, incluso rozando el sarcasmo.
Y de repente un día, el más inesperado, el que menos te puedes esperar…
Llega un arrebato de locura que termina por barrer toda la cordura acumulada desde el primer al último paso.
Tropiezas y los planes se esfuman, escapando la situación a tu control.
La casualidad pasa a normalizarse en tu mundo.
La inocencia te mira a los ojos y los sentimientos brotan sin que puedas hacer nada por evitarlo, desperdigándose como confeti lanzado al aire.
La antipatía se esfuma y el aire sale de los pulmones con un ritmo silencioso y continuo.

¿Qué ha ocurrido?
Cuando se pasa de un universo a otro tan dispar no hay que pensar mucho… O sí… sentir con la cabeza y pensar con el corazón. Cuando esa conexión ocurre sólo queda dejarse llevar. Todo se ha derrumbado.



sábado, 7 de septiembre de 2019

Palacio, el buen amigo



Escribía en la anterior entrada sobre la carta-poema que Antonio Machado escribió a su amigo José María Palacio. Como apasionado de la figura y obra del poeta siempre había sentido curiosidad por saber quién era esa persona a la que Machado tenía en tan gran estima.
Este oscense nació en 1883 en el pequeño pueblo de Rasal. Cursó estudios de magisterio, aunque su verdadera vocación era el periodismo, ya en 1901 escribía artículos en periódicos aragoneses.
En 1901 fue destinado como funcionario a Soria. Poco después de la llegada de Antonio Machado a la ciudad castellana, Palacio contraerá matrimonio con la sobrina de la dueña de la pensión en la que se hospedaba el poeta, prima carnal, a su vez, de Leonor.
Anudada con lazos de familiaridad, el profesor de francés y el funcionario y periodista trabarán una amistad profunda que perdurará en el tiempo y que quedará fijada para siempre en aquel poema.
Es importante señalar que fue precisamente Palacio el que le habló a Antonio Machado de la Laguna Negra y uno de los que más tarde lo acompañó en el viaje que hizo al lugar y que le serviría de inspiración para escribir ‘La tierra de Alvargonzález’.
Más tarde, en 1912, fundará el periódico El porvenir Castellano, de la mano del poeta. Allí llegará a escribir la necrológica de Leonor, muerta el 1 de agosto de 1912, así como la despedida al amigo que abandona Soria embargado por el dolor. Palacio también dejó a su hija Rosario, de apenas 4 años, en El Espino. Es fácil poder encontrar varios de sus artículos publicados en el diario (disuelto en 1936).
La relación entre el poeta y Palacio siempre fue muy estrecha. En 1924 abandona Soria y es destinado a Valladolid. En 1932 vuelve a Soria para el homenaje que recibirá el poeta.
Palacio siempre guardó en un marco colgado en el comedor de su casa la carta que le escribió su buen amigo. Incluso para dirigirse a él lo hacían con ‘Palacio, buen amigo’.
Poco más sabemos de Palacio, de quien el filósofo Heliodoro Carpintero afirmó que fue la figura más machadiana que trató nunca Machado.
Falleció un 22 de noviembre de 1936, a los 53 años de edad. En su tumba no cabía otro epitafio.


martes, 3 de septiembre de 2019

A José María Palacio


A JOSÉ MARÍA PALACIO

Palacio, buen amigo,
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...

¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?

Aún las acacias estarán desnudas
y nevados los montes de las sierras.

¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
allá, en el cielo de Aragón, tan bella!

¿Hay zarzas florecidas
entré las grises peñas,
y blancas margaritas
entre la fina hierba?

Por esos campanarios
ya habrán ido llegando las cigüeñas.

Habrá trigales verdes,
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardíos
con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarán del tomillo y el romero.

¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?

Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarán. Palacio, buen amigo,

¿tienen ya ruiseñores las riberas?
Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde está su tierra...


Baeza, 29 de abril de 1913


Siempre me ha parecido uno de los poemas más vibrantes y emotivos de la poesía machadiana, aunque se presente en forma de carta.
Comienza con un saludo “Palacio, buen amigo” y, a continuación, pregunta por la llegada de la primavera, aunque solamente se trata de un pretexto que le sirve al poeta para describir desde la distancia a Soria y sus campos, hasta el imponente Moncayo vigilando desde la lejanía y, finalmente, un emotivo recuerdo a su amada.
Está datado un 29 de abril de 1913, en la lejana Baeza, no hace ni un año de la muerte de Leonor y en la primera primavera sin ella le asalta sin contemplaciones un recuerdo dolorido.
Comienza nombrando al amigo, señal inequívoca de íntima amistad y continúa enunciando mediante preguntas retóricas todo el paisaje de sus felices años sorianos.
La última estrofa es radicalmente distinta. De forma imperativa le pide a su amigo que, con los primeros lirios y rosas, se acerque a El Espino, donde está su tierra. Eso nos pone sobre la pista que es el cementerio en el que reposa Leonor, fallecida pocos meses antes. Cambia totalmente el poema. No es una descripción del paisaje soriano, es una súplica a Palacio para que coloque unas flores en la tumba de su joven esposa. Toda la evocación de la naturaleza soriana se vuelve dolorosa a su recuerdo. Aunque Machado evita nombrarla, sólo la alusión al cementerio soriano nos permite comprender que ella late en su corazón y se hace perenne en su memoria.
Toda la descripción de Soria hace que Machado pueda mitigar el dolor del verdadero fin de esta carta.
Los puntos suspensivos finales aumentan el dramatismo. Todo queda abierto, como si el poeta se resistiera a poner punto y final a esa vida soriana en la que llevó una vida plena y feliz.
Machado le pide a su buen amigo que coloque unas flores. Sólo reclama un recuerdo para ella y un detalle de condolencia para su alma desgarrada por la pérdida de su amada.
Sin lugar a dudas, estamos ante uno de los poemas más intensos, perfectos y hermosos de la lengua castellana.