domingo, 24 de mayo de 2009

Rectificación


Podría empezar de muchas formas esta entrada pero todas me parecen suficientes e insuficientes a la vez. Por ello iré directamente al motivo de la misma sin dar muchos rodeos.

Hace unos días escribí los motivos por los que cerraba el blog. Motivos debidos a que no tengo tiempo y a los cambios producidos últimamente en mi vida, un lugar nuevo, un trabajo nuevo y gente nueva.

Al explicarlo, posiblemente, usé palabras que no fueron las apropiadas. Reconozco que las formas no fueron las adecuadas y por ello salgo de mi “retiro” para pedir perdón, públicamente, por ello.

He dado muchas explicaciones y también he pedido perdón a gente que está aquí y que me importa, que hacen mi vida más llevadera. Solamente me queda pedir disculpas, a todos en general, públicamente por un texto desafortunado que no debí escribir, fruto de unos malos días. No creía que no se entendiese el significado del mismo y que se produjeran ciertas reacciones por ello. De todas formas si alguien que no me conozca y desconozca mi pensamiento frente a ciertas cosas piensa que lo he hecho con intenciones dañinas particulares que me cuelgue la etiqueta de ruin.

No pensaba que ese texto tuviese las consecuencias que ha tenido. Hay veces que una cosa se sale de madre cuando, esta, ni siquiera debería entrar. Hay cosas que me importan mucho de este sitio y eso es lo que más me ha dolido. Siempre había creído que hechos son amores y no buenas razones, pero en esta ocasión no ha sido así, y han pesado más las palabras que los hechos, y ante eso no puedo hacer nada.

El texto, en cuestión, lo he eliminado. Es lo mejor. Poco más me queda por decir, sinceramente, he tenido días mejores y no tengo ni ganas ni ideas. Además sería redundar porque, creo, que está claro. Así pues, vuelvo a mi “retiro” no sé hasta cuando pero, es posible, que tarde algún tiempo.

Disculpas y hasta que volvamos a leernos.

martes, 5 de mayo de 2009

Análisis negativo


No todo en arquitectura ha de ser positivo y maravilloso. En ocasiones habría que hacer un análisis, negativo, sobre la vivienda que tenemos con el fin de poder mejorar, en lo posible, los aspectos que se consideren que perjudican la estancia en la misma. Sería un buen motivo, para ello, pedirle a los clientes que imaginen que la casa se ha convertido en una persona, acusada en un juicio, y que ellos son los fiscales en ese juicio, es decir, que no deberán ser justos (algo que le corresponde al juez), sino atacar, señalar defectos, sin cuestionarse en ningún momento si esos defectos son solucionables o no.

El cliente intercalará comentarios como: “Bueno... esto no lo digo porque no tiene solución...” o " aquí lo que yo querría hacer es...”.

No importa si tiene o no solución. – Le responderemos.

Tampoco se promete solución, es un juego. Es importante repetirlo una y otra vez porque al cliente le cuesta despegarse de su proyecto.

Ahora bien, ¿para qué sirve este juego?, ¿no bastaría con preguntarle al diente cuáles son los defectos de su casa? Si se lo preguntásemos de este modo, él se quejaría de muy pocas cosas, sólo de aquéllas que podrían resolverse con el ordenador. Respondería también lo que más le duele en ese momento. Cuando concurrimos al dentista víctima de un fuerte dolor de muelas, es muy difícil que se nos ocurra quejamos del color de un diente o algo así. Un dolor intenso oculta todo lo demás. Un buen dentista sin embargo, aliviará el dolor pero no podrá dejar de examinar la totalidad del sistema dental para prevenir males futuros.

Además, si el cliente tiene muy poco dinero, y lo único que necesita es agregar un cuarto, ¿para qué quejarse de tantas cosas si no al tuviera el dinero para solucionarlas?

Necesitamos ampliar el abanico de sus quejas, y el camino para hacerlo es que el propio cliente nos transmita los aspectos negativos.

Estamos tomando apuntes de las quejas en una lista numerada. Cada miembro de la familia aporta la suya. Cuando nos parezca oportuno, podemos sugerir alguna, como por ejemplo:

¿No les parece que la casa está desvinculada del terreno?

Si el diente nos responde: ¡Sí!, ¡es cierto!, anotaremos la queja.

O también:

Si son cuatro personas y se levantan al mismo tiempo... ¿no haría falta otro baño?

Sí... lo pensamos... pero no hay lugar donde ponerlo, además se nos sale del presupuesto.

No importa, recuerden que esto es un juego.

Lo del baño podría resolverse con un lavamanos colocado en algún lugar propicio entre los dormitorios; las mujeres de la casa podrán pintarse los ojos allí sin tener que usar el único baño, con lo cual resolveríamos el 75% de este deseo. Es decir que pedir “otro baño” fue útil. De no haberlo pedido, no se nos habría ocurrido esa solución.

Indaguemos dentro de cada queja. El instrumento para hacerlo es la pregunta ¿y por qué? Por ejemplo:

Falta intimidad. – Dice el cliente.

¿Por qué?, ¿dónde?, ¿en qué momento? –preguntamos.

No queremos que se pase por nuestro cuarto para ir al baño.

Es necesario evitar que cualquier queja se quede en un nivel abstracto.

Al terminar la lista ampliada de quejas, pidámosle al diente que nos indique cuáles serían las quejas más fuertes, las que "sí o si” deberían quedar solucionadas. Subrayémoslas. Seguro que después de esto el cliente está más satisfecho con su casa. Fin del juego.