De repente se dio cuenta.
Vivía los últimos instantes de su existir.
Y fue un niño jugando en un patio del colegio.
Y fue primer beso, de esos que erizan la piel y alborotan el alma.
Y fue amor y desamor a partes iguales.
Y fue lágrima y caricia.
Y fue felicidad y desdicha y lo contrario de ambas.
Y fue padre sin haberlo sido.
Y abuelo de unos nietos nonatos.
Y fue dolor.
Y fue nada.
Recuerdo y olvido, sombra… Soledad eterna.
1 comentario:
Y entonces sus palabras erizaron su alma fruto de un latido...
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