martes, 1 de noviembre de 2016

Amor eterno con tu corazón. La dama de corazones (y II)


Siguiendo con el relato del día anterior, hoy pongo la segunda parte.


Una tos de una boca afrutada escupe tierra negra, buena como mantillo para las macetas de cualquier patio, macetas preñadas de flores rojas. Otra tos que saca más tierra de la garganta de la novia de Carlos, la damita que esa mañana había muerto ahogada en un pozo y que resucita cuando Lucio García mastica la última parte del corazón del enamorado que descansa con un hueco sangrado en su pecho, junto a ella, en la tierra negra que sigue escupiendo para recuperar la respiración.
El doctor no cavó muy superficialmente y los dejó a ras de tierra para que ella pudiera salir sola, sin ayuda, con un esfuerzo pequeño para arrancar raices y empujar terrones y piedras livianas.
La damita, la novia enamorada, caminó a trompicones entre lápidas en medio de la noche para llegar a la cancela del cementerio y sacudió sus hojas hasta que se abrieron para dejar al descubierto un camino trillado hasta el pueblo.
Lucio García la esperaba en la cama en la que estaba tendido. La tibia vela nocturna en la habitación temblaba nerviosa a cada golpe de viento que escapaba por las rendijas del ventanuco de madera.
Toc toc toc. Llama. Es ella. Lucio sabe que es la damita de la boca afrutada, que ha vuelto a la vida.
Toc toc toc. Ahora toca más fuerte. Está hambrienta. Lucio lo sabe y no le abre la puerta.
Un grito parecido al aullido de un lobo, se desliza hasta sus oídos. Luego más golpes y arañazos.
El doctor abre a la condenada que se le acerca olfateando su boca con aroma de corazón recién tragado. La damita le empieza a arrancar la ropa y muerde al doctor en el estómago, que palpita de indigestión. Escupe los trozos de carne de Lucio y busca como salvaje el corazón de Carlos entre sus tripas hasta que llega a devorarle medio cuerpo.
Satisfecha, atraviesa de nuevo el umbral de vuelta al cementerio.
Uno de los tres tipos que jugaron con el doctor esa noche la ve horrorizado. La reconoce y se da la vuelta con espanto, para buscar a los demás.
La novia llega al agujero llena de amor y se cobija en el cuerpo muerto de su prometido para descansar pegada a él por los siglos de los siglos.

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