Hay lugares que sin saber los motivos nos llaman para que vayamos a conocerlos. Desconozco el motivo. Esto mismo me ocurría con una ciudad con la que jamás he tenido relación, ni siquiera hubiera sabido colocarla en el mapa. Se trata de Palencia. Siempre he tenido el anhelo de conocer esta ciudad y durante el último puente he podido cambiar el anhelo por la realidad.
Es posible que fuera por ese interés que siempre me han despertado aquellos lugares de los que no se habla, que nunca salen en los medios y que están ahí, esperando que alguien los descubra. Eso mismo me ha pasado con Teruel, Soria y, ahora, Palencia.
A diferencia de Teruel y Soria, que sí que sabía lo que había y lo que iba a ver, en esta ocasión iba totalmente a ciegas. ¿Palencia? ¿Qué puede haber en Palencia?
Al llegar a una ciudad desconocida con interés de conocerla se siente la necesidad de marcar un itinerario que sea el que guie. No obstante, hay veces que las casualidades se imponen y es innecesario. Cuando te pierdes con el coche por la ciudad y sin saber cómo te encuentras de frente con la iglesia de San Miguel y su majestuosa torre, donde, según la tradición, se casó el Cid con doña Jimena, es evidente que no se puede programar una ruta. ¿Cuándo hubiera descubierto este edificio? ¿Al decirlo un plano? Ante ciertas joyas arquitectónicas no cabe ser metódico, hay que improvisar.
En Palencia toda la vida de la ciudad gira en torno a la calle Mayor. Una vía peatonal, con los típicos soportales castellanos, que alberga la mayoría de monumentos civiles. A lo largo de la vía se pueden encontrar edificios modernistas con otros más eclécticos que no desentonan con el urbanismo.
Descubrí a Victorio Macho, un escultor local, fallecido hace más de 50 años, que está muy presente en la ciudad. Destaca su obra el Cristo del Otero, un cristo de más de 20 m. de altura, a pocos kilómetros de Palencia y cuya figura es una seña de identidad de la ciudad.
Tengo la sensación que Palencia es una ciudad acomplejada, que no acaba de creerse el potencial que tiene. Al igual que hace unas entradas comentaba que Santiago no cuida su patrimonio porque no lo necesita para ser lo que es; creo que Palencia no le da la importancia a su patrimonio porque piensa que no tiene interés, como he dicho al principio, ¿qué puede haber en Palencia? Y eso mismo pensarán los palentinos.
Es una ciudad para descubrirla, sin que nadie marque un rumbo, porque en cualquier momento podemos encontrarnos con un edificio que nos haga detenernos para observarlo e incitarnos a entrar. Es una ciudad en la que hay que estar preparados para la sorpresa y ante la sorpresa estamos desarmados, simplemente tenemos que dejarnos llevar y disfrutar.
No obstante, no sólo la ciudad es merecedora de ser descubierta. Hay dos lugares más que no pueden dejar de visitarse. Jamás he llorado cuando he estado delante de un edificio arquitectónico y ha tenido que ser en la provincia de Palencia donde se me han saltado las lágrimas al estar delante de ellos. Sthendal sintió por mí. Pero eso lo dejo para otras entradas.
3 comentarios:
Tenía una cuñada que era de Palancia y uno de sus hermanos se llamaba Cid y ahora entiendo el porqué. He estado en Palencia un par de veces y me gustó mucho.
Desconocía que Cid era un nombre de chico.
Palencia es una ciudad muy desconocida, de hecho, es la que menos ocupación hostelera en España tuvo en 2016 y 2017.
Cid es un nombre masculino de origen árabe cuyo significado etimológico es ‘El señor’. Aunque el nombre Cid es catalogado como nombre, no es inusual encontrar éste mismo como apellido, originado en España pero expandido por toda América. Es importante mencionar que el nombre Cid hace honor a un antiguo rey del Imperio almohade llamado Cides. El nombre adquiere popularidad a finales del siglo XI gracias al caballero Rodrigo Díaz de Vivar.
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