jueves, 27 de marzo de 2008

Todo sigue igual


Después de un tiempo sin escribir lo vuelvo a hacer. Estaba esperando a ver como se desarrollaban los acontecimientos después de las elecciones, pero nada cambia. Todo sigue igual.

Hace apenas unos meses éramos ciudadanos para los cuales cualquier cosa era poca. Éramos lo que más importaba a la clase política y por los cuales se hubieran batido en duelo como si fuesen caballeros andantes defendiendo a su dama. Pasado un tiempo y habiendo conseguido sus objetivos ya nadie se acuerda y volvemos a ser esos súbditos que solo sirven para mantener un país cual Atlas mantenía el mundo sobre sus espaldas.

¿Alguien ve que algo haya cambiado? Quizás hubiera podido cambiar el gobierno, pero el sistema es el mismo. Estamos revolcándonos en estiércol y creemos que con un simple desodorante ya estamos decentes.

No señores, no. Las elecciones no sirven para nada en tanto y cuanto el sistema no cambie. Mientras sigamos teniendo un artículo tan obsceno e inefable en nuestra cacareada Constitución como es el artículo 56. Las cosas seguirán como hasta ahora. Seremos ciudadanos durante un par de meses para volver a la cruda realidad de ser súbditos, más que a alguno/a le pese.

Recuerdo que el actual presidente, el señor Zapatero, decía que él no quería un país de iguales, quería un país con gente de igualdad de oportunidades. Bien, Señor Zapatero, con todos mis respetos ¿es posible que pueda tener tan poca vergüenza para engañar así a la gente de este país? Verá usted. Para que eso ocurra habría que cambiar el sistema y, empezando por usted, dejar de rendir pleitesía al heredero del asesino fascista que se hace llamar rey de los españoles. Vamos a ver, señor presidente ¿Cómo puede usted decir que quiere igualdad de oportunidades cuando hay una familia, que representa a este país, cuyos privilegios son transmitidos a través de un espermatozoide? Quizás su concepto de igualdad de oportunidades sea distinto del mío. Usted es monárquico y yo soy republicano. Con eso está dicho todo. No quiero extenderme explicando la diferencia porque para alguien que en monarquía confunde a los súbditos con ciudadanos haría falta algo más de dos tardes para explicarlo.

Así que nada. Seguimos como siempre. Viviendo en un cuento de hadas donde los reyes cuidan de su pueblo y los príncipes son altos, guapos, con corcel blanco y se casan con damiselas que viven encerradas en lo alto de una torre. Mientras el pueblo trabaja para ellos. En fin, nada nuevo bajo el sol.

Salud.

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