martes, 24 de diciembre de 2013

Una noche distinta



Esta es la misma entrada que puse hace un año y, también, la misma de hace dos, tres, cuatro… y cinco. El día es el mismo, por eso creo que sirve. Un año más y los motivos son los mismos, como lo serán al año que viene y al siguiente, y al siguiente, y al siguiente… Sólo eso, al fin y al cabo, aunque no participe del folclore navideño, sí que creo que es una noche distinta.
Desde hace quince años, el Día de Nochebuena, suelo hacer siempre lo mismo; a las 8 de la tarde subo a la terraza de la casa de mis padres y enciendo una vela. No soy muy amante de la Navidad, pero sí que creo que esa es una noche especial. Tengo la suerte de haberla celebrado siempre en compañía de mi familia, por ello me siento afortunado, por poder estar con la gente que quiero. Pero también surgen otros sentimientos inevitables, como son el acordarme de mis seres queridos que ya no están. Por eso necesito un momento para acordarme de ellos en soledad. Justo es el momento en el que enciendo la vela. Me acuerdo, especialmente, de los familiares que no están y no puedo evitar la melancolía, esa que solamente se puede sentir en privado y es que algunas cosas nunca cambiarán.
En esos momentos, después del primer recuerdo, dedico mi luz a más gente; primero a gente que conozco y que comparten culaquier tipo de relación conmigo y después, muy especialmente, a gente que no conozco pero que existen. Y pienso en todos los que están lejos de casa por motivos de trabajo y esta noche no estarán con sus familiares, en aquellos que tienen que pasar la noche en un hospital, que tienen que dormir en un cajero, en un banco o en cualquier contenedor. En esas madres que desde sus países pensarán en sus hijos, lejos de casa; en aquellos lejos de sus países por cualquier motivo; en los que están de viaje; en aquellos que esta noche cenarán solos en casa porque no tienen familia u otros que sencillamente no podrán cenar; en todos aquellos que acabaron sus días lejos del hogar… como mi admirado poeta y en tantos más que se nos podrían ocurrir y que no por no nombrarlos están ausentes. Por todos ellos también enciendo la vela, para que su luz, al menos esta noche, no les haga sentirse tan solos. Que sepan que alguien, desde la distancia, se acuerda de ellos y sabe que existen. Nunca se sabe, quizá, al año que viene, tal noche como esta, yo pueda estar en alguna de esas situaciones.
Este año, como los anteriores, también les dedico esta canción. Un canto a la paz y a la libertad nunca igualado, igual que os la dedico a todos los que pasáis por aquí.

Que paséis una buena noche.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando vivía en la alquería en la huerta ,la Navidad era muy diferente a la que se vive hoy día y no ha pasado tanto tiempo. La gente se reunía a celebrar la noche de Navidad y no solo familia, si no vecinos. A la misa del Gallo salia la gente de las diferente alquerías con faroles o linternas y era un reguero de luz hacia la iglesia increíble...que nunca olvidare. El rector preparaba dulces y bebidas,y después de la misa se volvía a celebrar todos juntos...esa noche tan especial. Los regalos se daban el día de reyes y por supuesto eran una sorpresa;no como ahora que los padres llevan a los hijos a comprar los juguetes.
Hoy día es todo muy comercial y muchas veces vamos a cenas y hacemos regalos,obligados por las circunstancias y no por que nos sale del corazón”simplemente por cumplir”.
Un abrazo

Anónimo dijo...


Posiblemente en muchos pueblos aun sigan manteniendo unas tradiciones que en la capital se han perdido.