Tengo la sensación que ayer acabó una etapa de mi vida, una etapa que se remonta a treinta años atrás, desde que estudiaba en el internado de Cheste. Ayer José Ramón de la Morena decía adiós a los micrófonos.
Comencé a escucharlo a principios de los noventa, cuando me acostaba encendía el transistor y me ponía unos auriculares para no molestar a mis compañeros de habitación. A las 00:00 horas, en la Cadena Ser, hablaba una voz femenina… “Aquí comienza El Larguero… José Ramón de la Morena” y comenzaba la sintonía.
Dormíamos en literas (éramos cuatro en la habitación) y cada dos semanas nos turnábamos (los de abajo pasábamos arriba y viceversa)… más de un aparato se cayó al suelo cuando me tocaba arriba y a los de abajo les daba un buen susto.
Luego, en la universidad, El Larguero era el que marcaba el tiempo que dedicaba a dibujar. Si estaba estudiando lo dejaba para escucharlo. Yo viví la guerra García – de la Morena.
No voy a decir que no me perdí ningún programa porque no es cierto; pero sí que es un programa que me ha acompañado en muchísimas y largas noches.
El Larguero es mi adolescencia, mis años de internado y mis años de universidad. La primera vez que salí de mi ciudad, de mi casa, para llevar una vida, en cierta forma independientemente. Mientras mis amigos estudiaban en el mismo lugar yo salía fuera. Representa esos años en los que, en cierta forma, te haces mayor rápidamente por estar lejos de la familia y del entorno.
Luego en la universidad… un tablero de aglomerado con dos patas metálicas, la luz amarilla de un flexo igualmente amarillo y los planos pegados a un tablero de metacrilato (en aquellos tiempos el AutoCAD todavía era algo sideral y la tinta era lo habitual). Un pequeño transistor era lo único que rompía el silencio de la noche y mi única compañía.
Todo aquello hace años que pasó y la sintonía y el programa que ponía voz a aquellas noches era El Larguero. No he podido dejar de sentir cierta nostalgia ante la jubilación de José Ramón de la Morena… todo pasa.
3 comentarios:
La verdad es que se crean unos vínculos muy fuertes entre los que escuchamos y las personas y que están al otro lado. Lléganos a considerarlos como parte de nuestra vida, como pueden ser los amigos o la familia. En los años más negros de mi vida como trabajador, que fue cuando tuve que trabajar varios años por la noche y doce horas seguidas…nada menos. Me enganche a un programa “Hablar por Hablar” de Gemma Nierga, escuchar a Gemma y a los que participaban me reconfortaba mucho, incluso participe alguna que otra vez para quejarme del empresario explotador.
Sí, como no, Hablar por hablar. Iba después de El Larguero. También lo escuchaba. Había llamadas que me parecen surrealistas; recuerdo una de un chico que llamó, era por el mes de mayo, y estaba angustiado porque les había dicho a su padre que ese año acababa la carrera de farmacia y todavía estaba en segundo, se había pegado unos años tocándose las narices y sus padres creían que estaba estudiando.Yo me agobié con esa mañana, pues era, creo mi primer o segundo año de carrera y no quería imaginarme en su lugar.
El duelo entre José María García, en Antena 3 Radio y Cope, y José Ramón de la Morena en la SER, era antológico. Escuchaba el Larguero, igual que Hablar por Hablar, cuando el trabajo me lo permitía. La audiencia que tenían era brutal y me acompañaban en las noches que no era poco, ya que trabajar por la noche es muy duro.
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