miércoles, 17 de junio de 2009

Las ruinas de Palmira


Cuando una canción nos gusta, la escuchamos hasta la saciedad, aprendemos la letra y nos deleitamos con ella. Lo mismo ocurre con una película siendo capaces de verla repetidamente sin importar que ya nos la sepamos de memoria. Con un libro es más complicado que esto ocurra, pero siempre hay alguno que haga que rompamos esta norma. Nos invita a ello. Este ha sido el caso con este libro. Lo leí hace algunos años pero he sentido la necesidad de leerlo de nuevo.

La primera vez que lo hice empezaba la veintena. Es en esa edad cuando se forma la ideología, cuando se empiezan a tener las cosas claras sobre ciertas cosas y cuando las inquietudes políticas y existenciales empiezan a aflorar, aunque no todos tienen las mismas necesidades. He de reconocer que me impactó y siempre lo he tenido en el olimpo de mis libros. Esta segunda vez, en la mitad de la treintena, me ha servido para ver la evolución de mis pensamientos, para reafirmarme en lo que creo y poder juzgar, ya con la experiencia de los años, ciertas cosas que he aprendido con el correr de estos.

Su autor, el conde de Volney, vivió la Francia ilustrada, aquella en la que afloraba el libre pensamiento, la enciclopedia, destacaban los grandes matemáticos y todo ese pensamiento revolucionario estalló con la toma de la Bastilla y la Revolución Francesa. Mucho ha de evolucionar un pueblo para cortarle la cabeza, en pleno absolutismo, a sus reyes ¡Ay cómo he admirado desde siempre la Francia del siglo XVIII! Después mediante las traiciones por el poder entre Carlos IV y su hijo, el futuro Fernando VII, trataron de introducir esas ideas en España pero no fue posible, los españoles siempre hemos sido de ¡Vivan las cadenas!... pero esto es otra historia y no quiero desviarme.

Así como los católicos tienen la Biblia y los musulmanes el Corán como libros sagrados, los ateos deberíamos tener este libro, a la misma altura, para nosotros. La conclusión es que todas las religiones están basadas en mitos, en ignorancia y en malicia. Podría considerarse una obra como racionalista. El racionalismo es una corriente filosófica en la que todo se mueve por la razón y por el sentido común, por ello difícilmente se puede creer en lo que no se ve. Yo no he conocido a nadie que haya estado en el cielo o en el infierno y haya vuelto para contarlo. Tampoco conozco a ningún creyente que quiera irse al cielo y abandonar esta vida de dolor y sufrimiento.

No solamente trata de religión, también sobre la igualdad entre los hombres. En mi segunda entrada en este blog le quise hacer un homenaje, a esta gran obra, y copié el que para mí es uno de los mejores capítulos y que os invito a que leáis aquí. Ese texto lo tengo copiado en un papel y dobladito en mi cartera (junto con un poema de D. Antonio Machado).

Si por mi fuera lo copiaría todo pero no sea cosa que aparezca la SGAE y me arruinen el verano. Bromas aparte, estos son unos pequeños fragmentos dignos de ser leídos, entre otros…


"Cualquiera que sea la potencia activa, la causa motriz que rija el universo, habiendo dado a todos los hombres los mismos órganos, las mismas sensaciones y necesidades, ha declarado, por este mismo hecho, que daba a todos, los propios derechos al uso de sus bienes y que TODOS LOS HOMBRES SON IGUALES EN EL ORDEN DE LA NATURALEZA".
"En segundo lugar, es cosa indudable que habiendo dado a cada uno los medios suficientes para proveer a su existencia, les ha constituido a todos en seres independientes y les ha creado libres, de modo que ninguno esté sometido a otro y que cada uno sea propietario absoluto de sí mismo".

"Resulta, pues, que la igualdad y la libertad son dos atributos esenciales del hombre, dos leyes de la divinidad constitutivas e irrevocables, como las propiedades físicas de los elementos".
"Luego, del hecho de ser todo individuo dueño absoluto de su persona, se sigue que la libertad absoluta de su consentimiento es una condición inseparable de todo contrato y de toda obligación".

"Y de que todo individuo es igual a otro, se sigue que la balanza de lo dado y de lo recibido debe estar en perfecto equilibrio: de suerte que la idea de justicia y de equidad contiene esencialmente la de igualdad".

"IGUALDAD, LIBERTAD, JUSTICIA, he aquí cuál serán en lo sucesivo nuestro código y nuestra guía".


Estos textos dan muestra de la categoría del libro.

Otro capítulo interesante es cuando un genio, subido en un montículo, convoca a los cientos de religiones que existen y pide a un representante de cada una de ellas razones y pruebas de ser la representante del dios verdadero. Cuando tres o cuatro habían hablado exponiendo sus razones, entre ellas se abuchean, se insultan y menosprecian acabando luchando por defender a su dios verdadero.

Semejante obra no podía pasar desapercibida para la época, por ello estuvo dentro de los libros prohibidos por el Vaticano, desde, aproximadamente, 1840 hasta bien entrado el siglo XX.

Sinceramente, una joya literaria, por desgracia muy desconocida, que debería ser de obligada lectura, por ello dejo aquí el enlace del libro donde podréis ojearlo si os apetece.


Argumento: 9
Ambientación: 7
Personajes: 7
Capacidad para seducir al lector: 8

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