martes, 5 de febrero de 2013

Mi chiquitita


Hay personas que pasan por nuestra vida, están durante un tiempo y se van, ni bien ni mal, simplemente forman parte de nuestra vida durante un periodo de tiempo.
Otro tipo de personas están, sabemos que están y es suficiente para nosotros; seguro que en cualquier momento pueden echarnos una mano si se lo pedimos. Sin embargo, hay otro grupo, las menos, que llegan para quedarse, siempre, incondicionalmente, a nuestro lado sin mirar circunstancias. Ese tipo de personas son las que merece la pena conservar porque, aunque ellas no lo digan, algo dentro de ti sabe que no dudarán un momento en ofrecerte su aliento si a ti te hace falta, sin nedesidad de que tú lo pidas… a cambio de que estés bien.
Del primer grupo que he descrito he conocido a muchos, quizá la mayoría. Del segundo grupo me reconforta saber que los tengo y que puedo contar con ellos. El tercer grupo simplemente hay que cuidarlo y conservarlo; hay cosas que no se pueden apartar de tu lado por nada del mundo.
Mi tercer grupo es muy reducido, pero sé que nunca me fallarán haga lo que haga, del mismo modo que siempre lucharé por ellos pase lo que pase. A las personas hay que saberlas conservar. Aquellos que te regalarán el oído y te dirán lo maravilloso que eres los hay a montones; aquellos que te dirán la verdad siempre… son los que escasean.
Hay una persona muy especial para mí que pertenece a este grupo. Ha estado a mi lado durante una época en la que yo necesitaba alguien con quien hablar, alguien que me escuchase… y allí estaba ella.
Nunca se lo he dicho… quizá porque no soy de hablar mucho y sí de demostrar; creo que es fácil hablar y, como alguien me enseñó hace años, hechos son amores y no buenas razones. Ella ha sido durante más de un año mi confesora, mi amiga, mi hermana, mi espejo al que le hablaba. Esa voz que necesitaba escuchar para saber que no estaba solo, que a alguien le importaba.
Es una de esas personas que sin saber por qué te une algo especial que va más allá de la amistad y no, no estoy hablando de lo sentimental. Es algo más puro que todo eso.
Pero hay veces que la vida es injusta y pretende ponerte a prueba sin necesidad de ello. Yo siento que le he fallado, que, quizá, no he estado a la altura.
Después de unas pruebas médicas que se ha realizado los resultados no han salido muy satisfactorios y los médicos tienen que analizar y estudiar su caso. Así, sin más. Desde finales de septiembre a estas fechas las cosas han llegado de forma inesperada.
Ella siempre me ha transmitido serenidad y yo, aparentemente, en cualquier tema del que hemos hablado he sido siempre sereno. No he mostrado mis sentimientos más allá de donde yo quería que viesen; creo que los sentimientos es algo que no se puede mostrar a la ligera. A pesar de mi entereza, mientras hablaba con ella y me contaba los resultados de sus análisis me he derrumbado y no he podido evitar llorar. Ha sido así, sin poderlo remediar. Las lágrimas se me agolpaban en los ojos y luchaban por salir mientras ella me lo contaba. En lugar de ser yo quien le transmitiese ánimos a ella era al revés. Ella era quien me animaba diciéndome que no pasaba nada y que había que esperar más pruebas. Hacía tiempo, mucho tiempo que no lloraba como lo hice anoche mientras me lo contaba, como lo hice mientras escribía esta entrada dedicada para ella. No he podido remediarlo. Quizá, sin poder evitarlo, no omití mis sentimientos.
Esto me ha hecho pensar que hay cosas que no importan, que perdemos el tiempo en tonterías y no disfrutamos de las cosas que tenemos alrededor. Ella siempre me lo dice: “Hay que ser felices”. Yo, siempre preocupado por cosas, quizá absurdas, ahora la entiendo. Sé que todo saldrá bien, que esto solamente será una anécdota que recordar de aquí muchos años cuando yo esté en… y ella en su ciudad quejándose del frío y añorando la playa. Pero antes, mucho antes de todo eso todavía tenemos cosas pendientes. Todavía tengo que enseñarle Soria, de la que tanto le he hablado, y ella me tiene que enseñar el Huerto de Calisto y Melibea, en Salamanca. Aún tenemos que pasar una noche en la cocina de su casa bebiendo cerveza hasta el amanecer y hablando de cosas que para nosotros serán importantes solamente porque la compañía es agradable. Todavía tenemos que compartir muchas cosas y conversaciones; pelearnos y pedirnos perdón; discutir y ponernos de acuerdo.
Un abrazo muy fuerte amiga mía, disculpa si no he sabido mantenerme firme y gracias por todo. Creo en ti y tú me has dicho que todo irá bien. Nos necesitamos.


2 comentarios:

Nube dijo...

Te voy a contar un secreto... Cuando algo "no funciona o me da miedo" miro al cielo..., cierro los ojos y pienso en tí...entonces todo cambia porque sé que eres mágico. ¿Sabes que es lo más sorprendente? ¡Siempre funciona! ¡Nunca me dejas sola!...
No me gusta el mundo de los mayores porque se llenan de problemas "sin sentido" y no ofrece armonía ni toca los sueños, así que he pensado que esta vez vamos a jugar a "Vivir en el país de un mundo de color" .
-Cada gesto, sonrisa, mirada, acción, bondad, alegría, triundo, cariño, entusiasmo, energía, valentía....SUMA UN PUNTO...
-El que se enfade, se ponga nervioso, se llene de presión, decepción, descontento...RESTA UN PUNTO Y MEDIO...
El que saque más puntos GANA... e invita a ese viaje a Soria, Salamanca o esas cervecitas bien frias.... ¡No vale hacer trampas!

¡¡¡¡¡TE QUIERO!!!!!

Marino Baler dijo...

Trato hecho ;).