Dice Ricardo Arjona que:
“La soledad es una ingrata a la que se la va agarrando el gusto, con un alto riesgo de caer profundamente enamorados de ella.
La soledad es un hotel que no es de nadie… una cama que no es mía.
Despertarme a las tres de la mañana y no saber dónde está el baño.
La soledad es la gota de agua en el interruptor del baño que dejaste encendido y que no quieres apagar para no sentirte sola.
La soledad es como un suplicio ingenioso de la naturaleza que hace que nos encontremos a nosotros mismos para aprender a valorar a los demás.
La soledad es un espejo que no miente, ese montón de sonidos que hacen mucho ruido pero que nadie escucha.
La soledad es uno acompañado de los recuerdos del pasado, un beso que se desperdicia en la almohada, el ver la sombra y la silueta de alguien que ya no está.
Es malvada, insoportable, maravillosa, que me gusta, no sé muy bien por qué.
La soledad es entender, por fin, que no hay mejor compañía que la soledad.
La soledad es un hotel que no es de nadie… una cama que no es mía.
Despertarme a las tres de la mañana y no saber dónde está el baño.
La soledad es la gota de agua en el interruptor del baño que dejaste encendido y que no quieres apagar para no sentirte sola.
La soledad es como un suplicio ingenioso de la naturaleza que hace que nos encontremos a nosotros mismos para aprender a valorar a los demás.
La soledad es un espejo que no miente, ese montón de sonidos que hacen mucho ruido pero que nadie escucha.
La soledad es uno acompañado de los recuerdos del pasado, un beso que se desperdicia en la almohada, el ver la sombra y la silueta de alguien que ya no está.
Es malvada, insoportable, maravillosa, que me gusta, no sé muy bien por qué.
La soledad es entender, por fin, que no hay mejor compañía que la soledad.
Es el velatorio de un día que se fue. Es dejar de estar haciendo nada, prepararte, vestirte, abrir la puerta, salir para seguir haciendo lo mismo.
La soledad, tu compañera, la del miedo, la de los futuros inciertos, la del camino, la búsqueda”.
La soledad, tu compañera, la del miedo, la de los futuros inciertos, la del camino, la búsqueda”.
Virginia, espérame, compartamos juntos nuestra soledad y volvamos a vivir aquella noche... tú sentada en la banqueta de la ventana y yo en la silla de la mesa apoyando la espalda en la pared. Pon las cervezas a enfriar, el whisky y el hielo tenlo preparado… las lágrimas ya las pondré yo.
3 comentarios:
Tengo las manos como el hielo, quizá sean nervios, quizá esta soledad fría que me deja ausente pensando en la perfección de tener todo en su lugar para cuando ese reloj de las campanadas para romper el protocolo de cualquier imposición, dejando que las palabras vuelen con libertad.
Estoy muy emocionada, por volver a verte, triste por el dolor que agujerea ese sentimiento de soledad cuando te veo alejarte...
Sin duda, tendré todo a punto para cuando de la hora magica...
Una entrada preciosa, ya sabes, que tienes el poder de sorprenderme.
Hay sentimientos complicados que me hacen dejarte volar.
No comment.Saludos
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