Recuerdo que en la carrera, creo que era en segundo, tenía una asignatura optativa que se llamaba ‘Interiorismo y decoración’. Como su nombre indica, consistía en hacer distribuciones de una vivienda y decorarla… poner un tipo u otro de suelo, de pintura, de mobiliario, etc. Era una asignatura que la mayoría de gente que se la cogían eran chicas, había pocos chicos. Por otra parte, estaba ‘Ampliación de instalaciones’ (que fue la que yo elegí), también optativa, que era elegida mayoritariamente por chicos.
No sé porqué, pero flotaba en el ambiente que la primera era más dirigida a mujeres y la segunda a hombres… será por eso del supuesto gusto que tienen las mujeres para la decoración. Incluso algunos, los que iban más allá, decían que “era una asignatura que sólo servía para poner jarrones, colgar cortinas y elegir tapicerías de muebles”.
Después de lo que acabo de contar, quiero referir que en las obras hay mujeres que son muy buenas profesionales. Me estoy refiriendo, naturalmente, a las que forman parte de alguna dirección facultativa, ya que hasta la fecha no he visto a ninguna mujer manejando una hormigonera, poniendo ladrillos o haciendo cualquier otro trabajo que se haga en la construcción propiamente dicha.
Excepto en la dirección facultativa, cuando he visto mujeres visitando obras es al ir a ver el resultado final, a pocos días de entregarse la obra. Me maravilla el ojo avizor que tienen, ya que son capaces de no poner un pie durante los meses que dura el trabajo, pero una vez puesto el primero tienen un sexto, séptimo y hasta octavo sentido para ver el más mínimo error. Es increíble. Recuerdo un caso en concreto. El marido iba casi todos los días a ver como avanzaban los trabajos y salía satisfecho; dos días antes de entregarse la obra, fue con la mujer y no había dado dos pasos ya había visto ‘cosas’ que no había visto ni su marido, ni la dirección facultativa, ni los trabajadores que estaban allí todos los días… Daría lo que fuera por haber visto la antigua vivienda de ese matrimonio.
No sé porqué, pero flotaba en el ambiente que la primera era más dirigida a mujeres y la segunda a hombres… será por eso del supuesto gusto que tienen las mujeres para la decoración. Incluso algunos, los que iban más allá, decían que “era una asignatura que sólo servía para poner jarrones, colgar cortinas y elegir tapicerías de muebles”.
Después de lo que acabo de contar, quiero referir que en las obras hay mujeres que son muy buenas profesionales. Me estoy refiriendo, naturalmente, a las que forman parte de alguna dirección facultativa, ya que hasta la fecha no he visto a ninguna mujer manejando una hormigonera, poniendo ladrillos o haciendo cualquier otro trabajo que se haga en la construcción propiamente dicha.
Excepto en la dirección facultativa, cuando he visto mujeres visitando obras es al ir a ver el resultado final, a pocos días de entregarse la obra. Me maravilla el ojo avizor que tienen, ya que son capaces de no poner un pie durante los meses que dura el trabajo, pero una vez puesto el primero tienen un sexto, séptimo y hasta octavo sentido para ver el más mínimo error. Es increíble. Recuerdo un caso en concreto. El marido iba casi todos los días a ver como avanzaban los trabajos y salía satisfecho; dos días antes de entregarse la obra, fue con la mujer y no había dado dos pasos ya había visto ‘cosas’ que no había visto ni su marido, ni la dirección facultativa, ni los trabajadores que estaban allí todos los días… Daría lo que fuera por haber visto la antigua vivienda de ese matrimonio.
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