martes, 23 de mayo de 2017

Dignidad y orgullo, línea imperceptible



¿Cuál es el límite entre el orgullo y la dignidad?
Recuerdo el cuento del pastorcillo de ‘¡que viene el lobo, que viene el lobo!’ y cuando en la aldea lo escuchaban e iban a ayudarle, él estaba riéndose de todos… así una y otra vez, una y otra vez hasta que, al final, apareció de verdad el lobo, pidió ayuda, pero nadie acudió. ¿No le socorrieron por dignidad o por orgullo? Este ejemplo no lo tomemos de manera literal, hagamos un paralelismo a cualquier circunstancia personal. La línea entre el orgullo y la dignidad es muy difusa.
El anterior párrafo podría englobar miles de casos. ¿A veces no hacemos las cosas por orgullo o por dignidad? Cuando hemos dado todo lo que podíamos y hemos sufrido una decepción, cuando decidimos que no merece la pena continuar y decidimos poner un límite… ¿hasta qué punto sería orgullo o dignidad no dar una última oportunidad? ¿Debemos pensar que, aunque lo intentemos una vez más, nada cambiará o podrá pesarnos pensando en qué hubiera podido pasar si lo hubiésemos vuelto a intentar? Quis novit

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Para mí la dignidad se define como la cualidad de ser “digno, merecedor de respeto y consideración”. Y el orgullo o arrogancia, es una actitud del que se cree superior y menosprecia a los demás. En cuanto al pastorcillo, no le ayudaron por mentiroso y no por orgullo o dignidad,pero es un cuento que nos da una lección.Creo que una persona que se considera digna daría una nueva oportunidad…la orgullosa no. Porque consideraría que no merecía esa persona una segunda oportunidad. Ahora bien, también hay que saber la gravedad del asunto y si es merecedora o merecedor de una segunda oportunidad. Creo que depende mucho de la persona y el hecho.

Anónimo dijo...

También depende si ya se le ha dado una o varias oportunidades, yo particularmente no soy de dar muchas oportunidades.

Marino Baler dijo...

Sí, quizá lo del pastorcillo no es el mejor ejemplo. Yo me refería (aunque no he sabido explicarlo) al plano sentimental. El caso de un vecino que ha vuelto con su novia no sé cuántas veces y ella siempre acaba dejándolo después de un tiempo. Yo entiendo que vuelve porque está enamorado pero, también, porque piensa que esa será la última vez y no se volverá a ir más (ya llevan casi dos meses desde que volvieron por enésima vez).
Por eso escribía esta entrada: si no vuelve, ¿sería por orgullo? Porque ella lo dejó y está dolorido ¿o sería por dignidad? Porque piensa que ella no lo supo valorar. ¿Se arrepentiría en un futuro pensando qué hubiera podido pasar?
Simplemente reflexionaba y pensaba en otros casos de la vida, por ejemplo en el tema laboral, con amigos, etc. Realmente creo que es muy fina la línea. Aunque pienso que orgullo sería decir que no, cuando quieres decir que sí (o viceversa) y dignidad cuando dices que no y no te importa haberlo dicho porque crees que es lo que debes (y al revés también).

Leo dijo...

Yo, parto de la idea de que cualquier ser se equivoca. Ahora, se debe de valorar el fin de esta; su humildad e humanidad. Estoy totalmente convencida de que el corazón habla y tú sabes cuando algo es real. Mira a los ojos, observa, y mira si esa persona te ofrece la verdad. Algo existe... que conecta con los demás. Eres listo, sabes valorar.

Marino Baler dijo...

Leo, a veces, las equivocaciones traen decepciones y las decepciones son unas grietas difíciles de reparar. No creo que tengan nada que ver con el orgullo o la dignidad.
Una decepción es algo que duele por lo inesperado de quien no lo esperarías.

Leo dijo...

Decepción, traición, deslealtad, falta de afinidad, prepotencia, chulería, superioridad... Dar una segunda oportunidad a estos adjetivos depende del nivel de gravedad que lleven implícitos. Pero las segundas, terceras, cuartas, etc…, oportunidades, suelen terminar con el mismo error que las primeras. Las personas no cambian y, no dar una nueva oportunidad, no es cuestión de dignidad, ni de orgullo, sino de que esa persona ya no aporta nada en tu vida y por lo tanto es mejor “cortar por lo sano” sin dar la mínima nueva “entrada por alguna grieta” de un rinconcito de tu corazón. No es cuestión de orgullo, ni dignidad, sino del daño que te puede causar tropezar dos veces en la misma piedra, que, se convierte en ser masoquista, causando un irreparable para ti mismo. Hay comportamientos que no son merecedores de ningún tipo de ablandamiento sentimental.

Marino Baler dijo...

Sí Leo, lo has explicado de una forma magistral.

Anónimo dijo...

En lo sentimental se complica todo mucho, hay personas que están dispuestos a perdonarlo todo por amor y no les importa humillarse una y otra vez. En lo laboral es diferente, encuentras de todo y un poco y siempre podemos estar más abiertos a perdonar. Y en cuanto a las amistades, yo me considero un clasista y no en el sentido de discriminar por la clase social que pertenecemos, raza, religión etc. si no por su forma de comportarse o expresarse.