Mucho antes que Jonnhy Deep cruzase los mares a bordo de la Perla Negra. Mucho antes que Antonio Banderas se pusiera un antifaz para impartir justicia. Antes que Gene Kelly pelease con los soldados del cardenal Richelieu. Pocos años antes que Errol Flyn se pusiera unas mallas verdes para interpretar a un romántico bandido. Antes que todo eso ocurriera ya hubo un actor que lo había hecho todo, había sido todos esos personajes. Surcó los mares (El pirata negro, 1926), marcaba a sus enemigos con una Z (La marca del zorro, 1920), era un intrépido espadachín (Los tres mosqueteros, 1921) y era un proscrito en los bosques de Sherwood (Robin Hood, 1922). Estoy hablando, sin duda alguna, de Douglas Fairbanks.
Como ocurre con la mayor parte de actores del cine mudo, Fairbanks ha caído en las redes del olvido. Una lástima. Tiempo atrás hablaba de otro gran olvidado, Rodolfo Valentino, que si bien este era un ídolo para las mujeres, Fairbanks lo era para los hombres.
Este actor representaba al héroe por excelencia, el que luchaba contra las injusticias, personajes bravucones, pero nobles, con encanto físico. Los hombres se veían representados en él, querían ser como Douglas. Era alguien que luchaba por unos ideales y que siempre salía victorioso. En una sociedad en la que empezaban a producirse grandes cambios, como fueron principios del siglo XX, la vida ya era una aventura.
Es posible que se encasillara en el mismo tipo de papeles, pero era lo que el público demandaba y eso unido a un físico espectacular para realizar acrobacias y saltos (hoy hechos por especialistas) lo condenó, más si cabe, a este tipo de películas.
En lo personal se casó con Mary Pickford, la que era conocida como la novia de América. Su matrimonio apenas duró un par de años y volvió a casarse, otra vez, con Sylvia Ashley que, a la muerte de Fairbanks, se casaría con Clark Gable.
Fundó, junto con su mujer, con Charles Chaplin y D.W. Griffith, la United Artist.
Como muchos actores del cine mudo, empezó a declinar con la llegada del sonoro, retirándose de la pantalla a principios de los años 30 y muriendo en 1939 de un ataque al corazón.
Su hijo, Douglas Fairbanks Jr., también actor, tuvo que vivir con la sombra de su padre toda su vida.
Cualquier película de las que cito anteriormente son obras de arte y dignas de ver, pero si tuviera que elegir una me quedaría con El ladrón de Bagdad (1922), y esa imagen inolvidable de una alfombra volando por un palacio.
Animo a todos a descubrir el cine mudo. No siempre ha sido como es en la actualidad.
Como ocurre con la mayor parte de actores del cine mudo, Fairbanks ha caído en las redes del olvido. Una lástima. Tiempo atrás hablaba de otro gran olvidado, Rodolfo Valentino, que si bien este era un ídolo para las mujeres, Fairbanks lo era para los hombres.
Este actor representaba al héroe por excelencia, el que luchaba contra las injusticias, personajes bravucones, pero nobles, con encanto físico. Los hombres se veían representados en él, querían ser como Douglas. Era alguien que luchaba por unos ideales y que siempre salía victorioso. En una sociedad en la que empezaban a producirse grandes cambios, como fueron principios del siglo XX, la vida ya era una aventura.
Es posible que se encasillara en el mismo tipo de papeles, pero era lo que el público demandaba y eso unido a un físico espectacular para realizar acrobacias y saltos (hoy hechos por especialistas) lo condenó, más si cabe, a este tipo de películas.
En lo personal se casó con Mary Pickford, la que era conocida como la novia de América. Su matrimonio apenas duró un par de años y volvió a casarse, otra vez, con Sylvia Ashley que, a la muerte de Fairbanks, se casaría con Clark Gable.
Fundó, junto con su mujer, con Charles Chaplin y D.W. Griffith, la United Artist.
Como muchos actores del cine mudo, empezó a declinar con la llegada del sonoro, retirándose de la pantalla a principios de los años 30 y muriendo en 1939 de un ataque al corazón.
Su hijo, Douglas Fairbanks Jr., también actor, tuvo que vivir con la sombra de su padre toda su vida.
Cualquier película de las que cito anteriormente son obras de arte y dignas de ver, pero si tuviera que elegir una me quedaría con El ladrón de Bagdad (1922), y esa imagen inolvidable de una alfombra volando por un palacio.
Animo a todos a descubrir el cine mudo. No siempre ha sido como es en la actualidad.
5 comentarios:
sin duda un gran actor, aunque se juntara con el comunista chaplin.
yo tanbien quise acer mis pinitos como actor, de echo soi un gran experto en la historia del cine español,pero no tendre cavida en el cine español, dominado por los almodovar, bardem y los amigos de los rojos y los gays. echo de menos el buen cine de paco martinez soria y carmen sevilla, aqueyo si era cine y no la porqueria de aora.
cierra españa.
Pasoslargos; Desconocía tu faceta de actor. Estoy seguro que el papel de Alfredo Mayo en Raza te hubiera ido como anillo al dedo. Todavía podrías triunfar y entre todos los patriotas hacer una versión moderna de aquella película, pero trasladada a la actualidad, salvando España.
España cerrada.
Me ha gustado mucho tu artículo, eso si, lo de las fotos .... No tienen desperdicio !!!!
(una que espera las vacaciones como agua de Mayo, jajaja)
besos
Marta; Gracias y ¡ánimo! que ya te queda poco. Pero dicen que lo malo de las vacaciones es el síndrome postvacacional así que a lo mejor deberías pensarlo y seguir trabajando jajaja.
Besos.
Tenía un par de comentarios pendientes, ahora que recuperé el sonido en mi Notebook.
Precisamente, el nombre de Douglas Fairbanks me sonaba por el hecho de ser uno de los fundadores de la United Artists (de cuyo sentido original, poco y nada ha de quedar).
Y no quedó en el olvido sólo ahora salvo por ti y otros pocos esparcidos...ya en su tiempo, después que dejó de redituar, lo estaban dejando atrás merced al sonido. ¿No pasó, acaso, con Laurel y Hardy también?
Algo se ha hecho por el cine mudo chileno...algo tosco, pero de gran valor al restaurar El Húsar de la Muerte hace unos años atrás.
Y antes de despedirme...bueno, como toda actividad humana, el arte se cruza a veces con la política. Sin embargo, hay que ser sabios para aplaudir los talentos independiente de su pensar. Saludos afectuosos, de corazón.
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