martes, 8 de febrero de 2011

Escaleras

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que, una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y que luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variadas”.

Así comenzaba Julio Cortázar su cuento Instrucciones para subir una escalera. Describe perfectamente lo que supone hacer uso de este elemento como actividad mecánica aunque lo adorne con una prosa particular. Se trata de una descripción geométrica de un acto habitual pero desapercibido. Estos planos horizontales que forman pliegues fueron todo un descubrimiento que debió de surgir tras el invento o hallazgo del plano llano. El plano horizontal fue también una aportación de la creatividad humana pues las extensiones de las superficies planas apenas se encuentran en la naturaleza, exceptuando el caso del agua cuando se encuentra en reposo pero, lógicamente, no se puede andar sobre ellas. A partir de esta creación fue posible la superposición de planos que permitían acceder a espacios más elevados; este fue el nacimiento de la escalera que representó durante muchos siglos el corazón de cualquier edificio. La escalera es una construcción arquitectónica fascinante y de gran belleza que ha creado espacios de gran valor estético en todas las corrientes artísticas aportando elementos y diseños innovadores. A través de sus diseños la escalera ha ido, acompañada o por libre, con elementos como la barandilla con todo tipo de grosores, materiales y decoraciones en su siempre diagonal descenso o ascenso; con deseados rellanos cuando la escalera se nos hace infinita, que suele ser el lugar destinado a algún tipo de decoración escultórica o vegetal; o con elementos como el arranque de la barandilla que ha aparecido con diseños de todo tipo realizados con materiales como la forja y la piedra.

La historia de las escaleras se remonta a las primeras construcciones del hombre. El acceso a las primeras cabañas sobre pilotes ya se realizaba con escaleras. En las construcciones sobre pilotes de fecha más reciente se reconocen aun los orígenes de las escaleras. Este elemento constructivo debía, en primer lugar, satisfacer una finalidad concreta aunque a lo largo del tiempo recibió un carácter sacro. La escalera servía, en sentido figurado, para ascender a la altura divina como conexión entre el cielo y la tierra. A este respecto es ejemplar el caso de la Torre de Babel que no era sino una rampa helicoidal. También pertenece a este género la escalera bíblica de Jacob, las pirámides escalonadas de Egipto, la llamada escalera celestial de Shantung en China y las escaleras astronómicas de la India. Las escaleras indias, al igual que la mayoría de estas instalaciones, servían también para fines científicos. Todas las escaleras de este tipo simbolizan el cansado y peligroso ascenso hacia el sol, hacia a luz y hacia los dioses.




Los arquitectos griegos fueron los que diseñaron y dimensionaron los peldaños; dimensiones que se mantuvieron durante siglos. Un ejemplo de su perfección y simetría se presenta en el teatro de Epiduro. Vitrubio, famoso arquitecto romano del s. I d. C., expuso las reglas de dimensionamiento de todo tipo de escaleras las cuales podían quedar divididas en uno, dos o tres tramos. Su tratado se basaba en cálculos en los que se aplicaba el famoso teorema de Pitágoras y éstas debían estar en consonancia y armonía con el resto del edificio.

En la Edad Media, las escaleras solían situarse en las torres y miradores de los castillos y conventos. Esta ubicación respondía a problemas estructurales y reflexiones estratégicas sobre la defensa de estos edificios. Durante el Renacimiento y sobre todo en la época de la Ilustración los hombres empezaron a liberarse de las coerciones religiosas y feudales. Esta evolución puede reseguirse también en el diseño de las escaleras; aparecieron escaleras invitadoras, espaciosas y representativas. Fue aumentando la influencia de la escalera en la composición de la fachada. Detrás de los grandes ventanales de las puertas se revela la existencia de una escalera.

En el Barroco la escalera se trasladó al interior del edificio transformándola en un elemento constructivo interior. Se convirtió en un recorrido en el que la vida se presentaba como acto efímero de subir o bajar pero también en un escenario de las pretensiones de prestigio personal. Las características de la burguesía de principios del siglo XX también se reflejaban en la construcción de escaleras; en la zona de entrada se construían grandes y complicadas escaleras con barandillas. En las plantas superiores la escalera se estrechaba cada vez más hasta llegar al primer piso. De esta manera la reputación social de los habitantes de un edificio de alquiler quedaba patente al subir de planta.




Desde hace un siglo la concentración urbana y las casas de pisos han disminuido la importancia de la escalera en beneficio de las soluciones mecánicas. Por razones de seguridad se prefieren a veces las escaleras mecánicas en los centros comerciales y en las estaciones de transportes en general. Igualmente el ascensor también ha relegado a un segundo lugar a las escaleras. Realmente parece que parte de la culpa recae en las normas de seguridad sobre posibles incendios que sitúan a la escalera como un peligro si se abre sobre todo a un espacio habitable y familiar. Esta debe aparecer independiente, aislada del fuego y accesible solo por puertas de cierre automático. Esto nos lleva a ver un tipo de escalera cada vez más estándar, económica, aburrida, con todos los escalones iguales y normalizados en todos los espacios actuales. Una pena.



8 comentarios:

Palmira Oliván dijo...

A mí siempre me ha infundado respeto el huequecillo que hay entre peldaño y peldaño (cómo se llamaban...), si no hay, creo que me escaparé por ahí y caeré. Cuestión de inestabilidad y vértigo, supongo.

Una de las escaleras que me encantaría explorar, subir, bajar, tocar..., es la de la librería Lello e Irmao, en Oporto. Debe ser preciosa. Algo así como cantaba Led Zeppelin, "una escalera hacia el cielo" (o hacia el infierno, para gustos los colores...).

Un beso.

Ysupais dijo...

QUE BELLO POST ¡¡ me ha gustado mucho toda la recopilación...pasito a pasito por la historia de la escalera...hasta hubo una obra de teatro titulada asi... y ya sabes...
" Para subir al cielo se necesita una escalera larga y otra chiquita ¡¡ Bamba Bamba ¡¡ " jajaja.
Un abrazo y mis aplausos.

MAYTE dijo...

No conocía la historia de la escalera, me ha gustado leerla..., Todo cambia y la escalera no iba a salvarse, a mi me gusta la de caracol.
Besos.

Anónimo dijo...

Al leer este post sobre las escaleras me viene a la memoria los 207 escalones de Torre del Micalet y la primera vez que subí que se me hizo interminable, sobre todo por lo empinada que esta la escalera que hace más duro su subida.

Marino Baler dijo...

Palmira; Lo que hay entre peldaño y peldaño no es nada, aunque no se vea es un espacio que se tiene en cuenta. Un peldaño es la unión de dos huellas (que es donde se pisa) y una contrahuella (que es la parte vertical). Una escalera perfecta, para su cómoda utilización tiene que cumplir la teoría de Rondelet: 2 h (huellas) + 1 ch (contrahuella) = 62 ó 66 cm.

Bessets.

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Ysupaís; Muchas gracias pòr tus felicitaciones.

Un abrazo.

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Mayte; La escalera de caracol estaba pensada en lugares de poco espacio. Hoy en día llama la atención por su rareza pero antes era bastante incómoda.

Un besset.

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Maikel; Hace años que subí al Micalet, creo que a principios de los 90 así que imagínate. Tengo pensado volver un día de estos, aunque según tengo entendido han puesto ascensor.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Yo también hace unos años que subí pero no he oído nada de ningún ascensor, y no sé si hay espacio dentro de la torre para poner uno.
Como paso casi a diario por el Micalet entrare para comprobar lo del ascensor, no creo que hayan cometido la aberración que cometieron con el teatro romano de Sagunto, poner un ascensor en la torre más emblemática de la ciudad sería una barbaridad.

Anónimo dijo...

Hola Marino, me ha encantado leer sobre las escaleras. Tuve hace unos meses un encuentro con unas preciosas, fue tan lindo el momento que pude oir como me invitaban para que ascendiera para que me deleitara en ellas. Y lo hice...me deleite tanto que casi olvido el motivo de mi visita a aquel lugar. Fue maravilloso.
Yo no he subido al Micalet,pero es un lugar que visito con mucha frecuencia y no habia oido lo del ascensor.

Casteee dijo...

Es asombroso que las cosas cotidianas de nuestros día a día tenga historias tan increíbles :)

Por cierto, para algun@s las escaleras son un sufrimiento, te lo digo de muy buena tinta. Por eso valoramos mejor el invento del ascensor.

Besos :)